Cristo y Rey (2023)
En 1979 tenía 19 años y se puede decir que comenzaba mi carrera artística en el mundo de las marionetas y el circo. Empezaba en el mundo del circo, pero del nuevo circo, ya saben, del que impulsaron los malabaristas con sus convenciones y los grupos de teatro de calle con sus zancos y sus tragafuegos. No tenía nada que ver con lo de Ángel Cristo y, mucho menos, con lo de Bárbara Rey.
Lo que quiero decir es que si en enero de 1980 Ángel se casaba con Bárbara no era un asunto de mi incumbencia. Yo estaba en otra. Tardé unos cuantos años en interesarme por el circo tradicional, cosa que hice en cuanto empecé a conocer artistas mayores en el Club de Payasos de Madrid. Me contaban sus batallitas y me enseñaban en qué página del Álbum de Madrueño estaban ellos. Desde entonces, cada vez que puedo, asisto con mi amiga Mónica a ver los espectáculos de los circos familiares que vienen a Madrid por navidades.
Me encantan. Sus gentes me parecen héroes que sobreviven en un entorno adverso. Les han quitado sus animales y les han obligado a estar al día en Hacienda. Tienen a toda la familia en el espectáculo y son unos ases vendiendo palomitas. Me gusta ver cómo evolucionan artísticamente los hijos del dueño o del cuñado del dueño. Me divierto. Encuentro muchas veces la esencia circense en detalles insignificantes: en el barrizal donde están los remolques y las caravanas; en las luces de las cortinas cuando se ha fundido una parte; en las tetas operadas; en el número de luces láser; en la música y el tono del presentador; en el pitido del silbato cuando todo tiene que comenzar; en los juguetes lumínicos…
Al Circo Ruso que aparece en esta serie recién estrenada se le ve poco de todo eso. Enseguida se envuelve en el falso glamour de los famosos y solo destacan las ristras de luces de colores y el terciopelo bien iluminado. Además no vemos circo de verdad en toda la serie. En los números de fieras de Ángel Cristo, los leones, los tigres y los elefantes son animaciones en 3D. Que yo no digo nada, que si lo hacen en Dumbo, lo podemos hacer en Cristo y Rey, claro que sí. Además algunas imágenes son espectaculares.
Rápidamente me he puesto a buscar programas de televisión en los que apareciera el Circo Ruso y, afortunadamente, en la página de RTVE he podido encontrar algunos y tengo que decir que, efectivamente, el número de Ángel Cristo era espectacular. En el camino me he tropezado con entrevistas de la época —esta de Jose María Iñigo del año 1977 es la primera de ellas— y con el singular dúo posando con sus hijos para alguna exclusiva televisiva, detalles que les facilitaremos en entradas posteriores para satisfacer la curiosidad de los más morbosos.
Todo el mundo conoce la historia. Ha sido contada muchas veces y sus protagonistas, con sus acciones, se han encargado de amplificarlas. La boda de un famoso domador de circo con la actriz más deseada del destape sacude los cimientos de la prensa rosa. La actriz y vedette lo deja todo por amor pero se empeña en aportar su talento artístico al espectáculo de circo. El domador es demasiado impulsivo para aceptar el pasado sexo-afectivo de su señora y los nueve años de matrimonio, con dos hijos, Angelito y Sofía, incluidos, acaban convirtiéndose en un infierno.
Y es verdad, su señora está espectacular, como Belén Cuesta que hace un trabajo igual de espectacular y deja a Bárbara Rey en muy buen lugar. No es cuestión de parecidos, es que la actriz lo borda. Así como vemos que a Jaime Lorente a veces le cuesta entrar en la piel de Cristo. Demasiados contrastes. Demasiados arrebatos.
Los lugartenientes de Ángel Cristo, sus hermanos de sangre, Blasco (José Milán) y Payasito (Artur Busquets), me parecen unos personajes improbables. Tuve la suerte de conocer al Payasito de verdad en mis visitas al Club de Payasos. Me cuesta imaginármelo tan cercano a Ángel Cristo. Si había algo que caracterizaba a Payasito eran sus fantasías. El creador de la serie, Daniel Écija, comenta en alguna entrevista que tuvo horas y horas de charla con Payasito durante la etapa de documentación. La verdad es que me lo imagino tomando notas y no me lo creo. Pero todo puede ser, no pongo la mano en el fuego por nada.
Otro asunto de la película que me tiene fascinado es la subhistoria relativa al Circo Mancuso. No es ningún secreto que los circos tradicionales no se llevan bien entre ellos. Hay mucha rivalidad entre los diferentes clanes y algunas se remontan a muy lejos. Aunque algunos de los desencuentros pueden ser por cosas importantes, otras veces son por nimiedades. Rivalidad, sí, y a degüello a por la plaza. Pero la rivalidad del Circo Ruso con el Circo Mancuso creo que excede lo que yo me imaginaba. ¡Pobre infeliz!, dirán algunos frotándose las manos. Me gustaría averiguar en qué circo italiano se ha inspirado el director. Puro morbo.
Cristo y Rey (2023)
ATRESMEDIA (ESP)
Director: Daniel Écija (Creador), David Molina Encinas, Manu Gómez
Guion: Ángel Gasco-Coloma, Andrés Marín Soto, César Mendizábal, Patricia Trueba, Daniel Écija, Iñaki San Román.
Idea: César Mendizábal
Fotografía: Tommie Ferreras, Ismael Issa
Intérpretes: Belén Cuesta (Barbara Rey), Jaime Lorente (Ángel Cristo), José Milán (Blasco), Artur Busquets (Payasito), Adriana Torrebejano (Chelo García-Cortés), Jesús Castro (Francisco Rivera 'Paquirri'), Diana Peñalver (Salvadora), David Lorente (Paco Ostos), Mirela Balic (Cata), , Secun De La Rosa (el mago Richardi), Ana Carrasco (Hortensia), Cristóbal Suárez (Juan Carlos I), Elvira Cuadrupani (Patri Veracruz), Chema Adeva (Cristóforo), Antonio Buil, Salomé Jiménez (reina Sofía), Vicente Vergara, Belén Ponce de León (Margarita), Denis Gómez, Juan Olivares (Carlos Veracruz), Melina Matthews (Mireille Darc), Julián Teurlais, Enrique Gimeno, Julia Lara (Renata)
58 min x 8 capítulos. Color
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