25 de julio de 2024

Todo sueño comienza con un simple paso

The Walk (El desafío, 2015), Robert Zemeckis

El 7 de agosto de 1974, a las 7:15, el funambulista Philippe Petit, cruzaba sobre un cable los sesenta metros de distancia que había entre las Torres Gemelas del World Trade Center. Una hazaña realizada a más de 400 metros de altura sin cables de seguridad y ¡sin permiso! La hazaña fue narrada por el mismo Philippe Petit, en un apasionante libro, “To Reach The Clouds: My High Wire Walk Between The Twin Towers”, (New York, North Point Press, 2002), publicado en castellano por Alpha Decay como “Alcanzar las nubes”.

 

Al libro le siguió Man On Wire (2008), un excelente documental, dirigido por James Marsh, ganador del premio especial del jurado y del público en el Sundance Festival de 2008 y del Óscar al mejor documental de los premios de la Academia de 2009, donde Petit tuvo la oportunidad de balancear la estatuilla sobre su barbilla durante su discurso de agradecimiento.


Desde la distancia y con las Torres Gemelas borradas del cielo de Nueva York, el paseo por el vacío de Philippe Petit adquiere un interés inusitado, trepidante y vertiginoso. Así que no ha pillado por sorpresa a nadie que el director Robert Zemeckis (el director de Forrest Gum, entre muchas otras), se asociara con Tom Rothman, de TriStar Productions, para hacerse con los derechos de la adaptación de “To Reach the Clouds”, para realizar, en tiempo récord, una película que el mismo Rothman describe como la suma de Gravity y Ocean’s Eleven.

Se trata de The Walk (traducido incomprensiblemente al castellano como El desafío), una historia real, un objetivo imposible, un plan al detalle, suspense y algo de humor, una  historia de amor, grandes actores, efectos visuales (la película está pensada para verse en 3D) y la nostalgia de las desaparecidas torres gemelas del Trade World Center.

La historia está narrada desde el punto de vista de Philippe Petit, lo que sitúa al espectador como cómplice del golpe maestro, de ese sofisticado plan que llevó a cabo el artista francés poco antes de la inauguración del World Trade Center. Una acción artística que puede considerarse como una de las más bellas y arriesgadas del siglo pasado.


Recreada en unos magníficos sets que nos transportan al París y al Nueva York de los años 70, la película nos envuelve con su trama y el vértigo de la acción, literalmente el doble vértigo de la acción y de los efectos visuales, nos atrapa durante dos horas a pesar de conocer el desenlace, y acompañamos como uno más a la singular troupe de delincuentes durante toda su peripecia.


La película es, además, muy interesante porque en ella podemos encontrar consejos artísticos de gran calado, reflexiones sobre el arte escénico que pueden ayudarnos a entender un poco más el arte circense y las exigencias que tiene que plantearse un artista para serlo de verdad. Muchos de estos consejos nos los da Papá Rudy, funambulista de la trup de los Diablos Blancos, encarnado por Ben Kingsley. Precisamente sobre esta trup hemos encontrado este interesante documento fílmico de 1954 referente a la boda de dos de sus integrantes. 


Tuve la suerte de conocer a Philippe Petit en una visita que nos hizo a la escuela de circo Carampa con motivo del estreno de esta película en España y puedo asegurar que, a pesar de su edad, conservaba el brillo de la audacia en sus ojos, la entereza y honestidad del artista de calle que fue y la simpatía e ingenio del mago que fue y que es.


Es una película sobre la libertad. Sobre el sueño de un artista hecho realidad con tesón, pasión, determinación y mucho valor. Virtudes que podemos encontrar, buceando en la historia de los funambulistas, en numerosos artistas que han practicado lo que se llama Skywalk, funambulismo de gran altura, que aprovecha elementos arquitectónicos o acantilados reales.


Un poco de historia del funambulismo
Y viene de lejos. Durante la coronación de la reina Isabel en 1389 en París, un acróbata atravesó una cuerda suspendida entre las torres de la catedral y la casa más alta de la ciudad. Hubo skywalkers en Westminster, en 1547, en la coronación de Eduardo VI o durante los festejos en ocasión del encuentro del rey español Felipe con la reina María en Londres en 1554. A mediados del siglo XVI en Venecia se instaura, durante el carnaval la tradición de El Vuelo del Ángel o el Vuelo del Turco por una hazaña funambulista que lleva desde la torre de San Marcos a un barco bien anclado en el río o hasta el Palacio Ducal.


A finales de 1700 aparece Madame Saqui, artista protegida de Napoleón y cruza las torres de la catedral de Notre Dame. En 1859, Blondin cruza las cataratas del Niágara y una fiebre se apodera de todos los funambulistas que quieren emular al gran pionero. Algunos lo logran, como Farini, o Maria Spelterini, la primera mujer en cruzarlas; otros no tienen tanta suerte y mueren en el intento, como Stephen Peer. La prestigiosa familia de funambulistas, los Wallenda, ostenta numerosos récords imposibles de igualar, pero también tienen la desgracia de sumar al martirologio circense a su fundador, Karl Wallenda, muerto a los 73 años al intentar cruzar entre las dos torres del Hotel Condado Plaza, en San Juan, en Puerto Rico.


Hoy en día, muchos jóvenes acróbatas viven esta experiencia extrema colgándose de sitios imposibles o haciendo equilibrios al borde de acantilados sin fondo. También hay grupos de circo extremo que se cuelgan de sitios de vértigo o que cruzan acantilados sobre cables movidos por el viento. Sin hablar de los hombres pájaro —¡qué magnífica atracción de feria!— que planean sorteando las nubes y las copas de los árboles a gran velocidad.  

¿Qué es lo que lleva a un artista de circo a vivir el riesgo como parte intrínseca de su creación artística? Un riesgo real, físico, de vida o muerte, no un riesgo estético o de aceptación o económico. Philippe Petit nos puede ayudar a vislumbrar la respuesta con sus libros, con alguno de sus documentales o con este excelente biopic, The Walk, que la factoría Sony nos ha preparado. Que ustedes la disfruten.


The Walk (El desafío), 2015
Producción: Sony (USA)
Dirección: Robert Zemeckis
Producción: Jack Rapke, Steve Starkey y Robert Zemeckis
Guión: Robert Zemeckis y Christopher Browne. Basada en To Reach the Clouds de Philippe Petit
Música: Alan Silvestri
Fotografía: Dariusz Wolski
Edición: Jeremiah O'Driscoll
Intérpretes: Joseph Gordon-Levitt (Philippe Petit), Ben Kingsley (Papa Rudy), Charlotte Le Bon (Annie), James Badge Dale (Jean-Pierre / J.P.), Steve Valentine (Barry Greenhouse), Clement Sibony (Jean-Louis), Ben Schwartz (Albert). 
Doble de acción de Joseph Gordon-Levitt: Jade Kindar-Martin
Color, 123 min.

17 de julio de 2024

Nómadas


Les gens du voyage / Fahrendes Volk (Payasos, 1938), Jacques Feyder

El Circo Barlay, de nuevo el Circo Barlay, viaja de ciudad en ciudad. Un día, un hombre salta a uno de los carros y se esconde allí. Es Fernand (Hans Albers), que escapó de prisión. El anciano malabarista busca refugio junto a su ex esposa Flora (Françoise Rosay), que trabaja como domadora de felinos en el circo. Ambos tienen un hijo juntos, Marcel (Hannes Stelzer), que también es artista del Barlay. 


Marcel no sabe que Fernand es su padre. Flora no está nada emocionada cuando Fernand aparece de repente de la nada; hace tiempo que se ha adaptado a su vida con Marcel en el circo.


Cuando la policía aparece buscando a Fernand, Flora esconde a Fernand, pero le hace prometer que no le dirá a Marcel que él es su padre. 


Todo se complica cuando Marcel se enamora de Pepita (Camilla Horn), la hija del director del circo y este no considera al muchacho merecedor del amor de su hija, por lo cual la manda a París. Tras ella, impulsado por su amor, se va Marcel, mientras en el circo Fernand planea un robo que provoca un accidente con los tigres de Flora. 


La cosa se complica aún más, pero contárselo sería un monumento al spoiler que les quitaría las ganas de asomarse a la película, porque Fahrendes Volk es una película dramática, pero dramática de verdad.


Aunque la copia de la película que hemos conseguido es de muy mala calidad, intuimos varios números de circo muy interesantes —números de doma, caballos o trapecio volante— y el ambiente circense de la época está muy bien reflejado ya que la acción transcurre en la misma época de la filmación y el Circo Barlay, el Krone y el Hagenbeck pusieron sus artistas, sus animales y todo el equipamiento necesario para crear un drama circense como los que nos gustan.


La película se grabó en dos versiones, la alemana y la francesa, en la que la única actriz que repitió fue 
Françoise Rosay que dominaba los dos idiomas y además era la esposa del director, Jacques Feyder. Esperamos que a pesar de la mala calidad de la copia sepan apreciar —y oler— el ambiente circense como nosotros.


Fahrendes Volk (Payasos, 1938)
Producción: Tobis Filmkunst (ALE)
Dirección: Jacques Feyder
Guion: Jacques Feyder, Jacques Viot y Bernard Zimmer
Musica:Wolfgang Zeller
Dirección de fotografía: Josef Illig y Franz Koch
Edición: Wolfgang Wehrum
Dirección de arte: Fritz Maurischat y Heinrich Weidemann
Diseño de vestuario: Georges K. Benda y Maria Pommer-Uhlig
Intérpretes: Hans Albers (Fernand), Françoise Rosay (Madame Flora), Camilla Horn (Pepita), Hannes Stelzer (Marcel), Irene von Meyendorff (Yvonne Barlay ), Ulla Gauglitz (Suzanne), Herbert Hübner (Edward, director del Circo Barlay), Alexander Golling (Ganove Tino) , Otto Stoeckel (Charlot), Aribert Mog (Teniente de policía), Hedwig Wangel (Contable), Willem Holsboer, Franz Arzdorf (Pefecto), Bob Bauer, Lilo Bergen, Willy Cronauer, Toni Forster-Larrinaga, Friedrich Gnaß (Bosko), Walter Holten (Joe), Magda Lena (Yvonnes Tante), Karl Platen, Erwin van Roy, Georg Schmieter , Herbert Weissbach, Philipp Veit, Franz Schönemann, Elsa Andrä Beyer, Hans Alpassy, Elise Aulinger, Hermann Kellein, Richard Korn, Reinhold Lütjohann, Luise Morland, Theodolinde Müller, Rudolf Raab, Eugen Schöndorfer, Franz Stick Franz, Edith von Wilpert.
Blanco y negro. 109 min.


 

10 de julio de 2024

Alarma en el Circo Barlay

Alarm im Zirkus (1954, Gerhard Klein)

Berlín
Cuando en 1954, el joven director Gerhard Klein se asocia con el guionista, aún más joven, Wolfgang Kohlhaase, el mundo del cine de Alemania Oriental rejuvenece. El dúo realizaría varias películas "berlinesas" juntos a lo largo de los años, pero Alarma en el circo (Alarm im Zirkus) fue la primera. 

Cercanas a la realidad e inspiradas en el neorrealismo italiano, le siguieron Un romance berlinés (Eine Berliner Romanze, 1956) y Berlín a la vuelta de la esquina (Berlin, Schoenhauser Corner, 1957), primero defenestrada por la dirigencia del Ministerio de Cultura y más tarde, considerada una de las mejores obras de DEFA de los años 50, quizás "la película contemporánea más importante de esta época” (Filmdienst, 2007).

Es una época en la que la mayoría de las películas de la DEFA se centran en transmitir un fuerte mensaje prosocialista, a veces en detrimento de la historia. Sin embargo, las películas de Klein y Kohlhaase dan prioridad a la historia. Esto no quiere decir que sus películas sean apolíticas. En este caso, muestra cómo la falta de oportunidades en el sistema capitalista puede conducir a la delincuencia, pero ese mensaje nunca interfiere con la acción, al contrario: ayuda a desarrollar con empatía a algunos de los personajes de la película.

Alarm im Zirkus
Klaus (
Hans Winter) y Max (Ernst-Georg Schwill) son dos adolescentes que sobreviven como pueden en el Berlín controlado por los americanos después de la II Guerra Mundial. El boxeo callejero es su actividad principal y su sueño para salir de la miseria es comprarse un par de guantes de boxeo ahorrando lo que consiguen merodeando por las calles, pero la madre de Klaus no tiene dinero para pagar el alquiler mensual, así que los chicos sacrifican todos sus ahorros para pagarlo.

En las calles, los chicos se cruzan con Jimmy (Uwe-Jens Pape), un gángster de poca monta que les regala dos entradas para el circo Barlay de Berlín Este. La visita al circo resulta ser un acontecimiento memorable, tanto Max como Klaus quedan entusiasmados e impresionados. Allí conocen a una chica llamada Helli (Gertrud Keller), miembro de las Juventudes Alemanas Libres, que les explica que en el Este comunista la falta de dinero no les impedirá acceder a la educación. 

A través de Jim caen en las redes de Klott (Erwin Geschonneck), un gángster dueño de un bar que frecuentan los soldados estadounidenses. Klott les ofrece pagarles —una miseria— si le ayudan a robar los caballos del Circo Barlay. Su tarea consiste en ir a la frontera entre Berlín Este y Oeste para retirar un trozo del muro que ha sido derribado.

Cuando Klaus recibe la orden de llevar los caballos del Circo Barlay a Berlín Occidental a través de la brecha del muro, se lo piensa mejor y entrega el asunto a la policía. Sin embargo, la policía de Berlín Occidental no hace nada para impedir el robo de los caballos. Con el apoyo de Helli, Klaus se dispone a informar a la policía popular de Alemania Este y la banda es detenida. Max y Klaus reciben como recompensa del circo los ansiados guantes de boxeo, que son llevados con su trompa por uno de los elefantes del circo.

Alarm im Zirkus está basada en hechos reales, un frustrado ataque a un circo en 1953. Inspirándose en la información periodística sobre el caso, los guionistas Wolfgang Kohlhaase y Hans Kubisch escribieron el guión en poco menos de seis meses. Desde su estreno, el 27 de agosto de 1954, Alarm in the Circus se convirtió en un éxito de taquilla de 1954 en la RDA. Gerhard Klein y Wolfgang Kohlhaase recibieron el III Premio Nacional en 1954 por Alarma en el circo.


El hecho de que “Alarm in the Circus” sea hoy menos conocido que las películas posteriores probablemente se deba, entre otras cosas, a que este thriller policial inteligentemente construido y, por lo tanto, apasionante, con sus jóvenes protagonistas, también estaba dirigido a un público joven. En consecuencia, a menudo fue (y es) mal entendida como una mejor película para niños, un género que la historiografía cinematográfica todavía subestima o ignora por completo hasta el día de hoy.


El Circo Barlay
El Circo Barlay (Zirkus Barlay) era un circo real, situado en Friedrichstraße 107, el actual emplazamiento del Friedrichstadt Palast. El circo lo fundó en 1935 Reinhold Kwasnik (Harry Barlay). Cuando Kwasnik huyó a Alemania Occidental, el circo pasó a manos del Estado. Tras un par de cambios de nombre (Olympia y Berolina), acaba consolidándose, junto con el Circo Busch y el Circo Eros, como el Staatszirkus der DDR (Circo Estatal de la RDA). Con la reunificación de Alemania, el Circo del Estado se disuelve, y el que fuera Circo Barlay siguió funcionando un par de años bajo el nombre de Busch-Berolina. Hoy en día hay un Circo Barlay funcionando por tierras germánicas. 


Durante la película estamos más en el backstage del circo que viendo los números del Circo Barlay, pero aún así tenemos la oportunidad de ver un extracto del acto de caballos en libertad y otro de elefantes, además de algunas escenas en el zoo que el Circo Barlay ha desplegado como una atracción más de su oferta.Desgraciadamente no hemos sido capaces de descubrir quiénes son los artistas que desarrollan estos números.

Alarm im Zirkus (1954)
Producción: Deutsche Film (DEFA)
Dirección: Gerhard Klein
Guion: Wolfgang Kohlhaase, Hans Kubisch
Música Günter Klück 
Fotografía: Werner Bergmann
Intérpretes:  Erwin Geschonneck (Klott), Uwe-Jens Pape (Jimmy), Karl Kendzia (Batta), Ulrich Thein (Herbert), Hans Winter (Klaus), Ernst-Georg Schwill (Max), Annelise Matschulat (Frau Weigel), Siegfried Weiß (Hepfield), Peter Dornseif (VP-Oberkommissar), Günther Haack (Catcher), Klaus Arlt, Lothar Bergmann, Jean Brahn (Zapfer), Walter Brandt (Kontrolleur), Grete Carlsohn, Hannes Cujath, Fritz Decho, Edgar Engelmann, Karl Friedrich Feudell, Hans Flössel, Erich Franz (Hellis Vater), Viktor Gericke, Erich Giesa (Schupo-Inspektor), Horst Giese, Helo Gutschwager (Karli). 
Blanco y negro. 75 min

5 de julio de 2024

El Ilustre Alberto y las gemelas intercambiables


Les magiciennes (Serge Friedman, 1960)

El Ilustre Alberto, celebre mago de los de turbante y bola de cristal, acaba de fallecer en Múnich. Para asistir a la exequias viaja hasta allí su hijo Pierre (Jacques Riberolles), que lleva varios años estudiando piano en el Conservatorio de París, separado de su familia.


El entierro no puede ser más grotesco, con todos los asistentes caracterizados como para la función y la banda del circo interpretando una pimpante melodía. De remate, el viejo Davinos interpreta la marcha fúnebre con bocinas.


Odette (Ginette Leclerc), la madre de Pierre, hace tiempo que está liada con Ludwig (Daniel Sorano), así que la muerte de su marido no le afecta poco ni mucho. Todo lo más, le gustaría que su hijo abandonara la carrera de piano y tomara el puesto de Alberto en la reducida compañía, en la que también actúan el ventrílocuo Vladimir (Daniel Sorano) y una joven refugiada austriaca que atiende por el nombre de Hildegret y que es la coprotagonista del gran número de magia. Hildegret no tarda en convertirse en una auténtica obsesión erótica para Pierre. Tanto, que tras renunciar al puesto de su padre vuelve a encontrarse con la compañía en Estrasburgo dispuesto a reanudar su relación con la muchacha.


Pero Odette le lleva a la pasarela del teatro y —¡atención, que aquí destripamos el primer giro argumental!— le revela el secreto de las transformaciones fulminantes de la chica en el escenario. En realidad, Hildegret son dos hermanas gemelas: Hilda y Greta (las hermanas Ellen y Alice Kessler, respectivamente).


Los celos entre ambas y la incapacidad para distinguirlas llevan a Pierre al borde de la locura.


Les magiciennes es una adaptación de una novela de Bolileau y Narcejac —como Vertigo (De entre los muertos, Alfred Hitchcock, 1958), como Les Diaboliques (Las diabólicas, H.G. Clouzot, 1955), como Pleins feux sur l’assassin (Georges Franju, 1961)— así que a partir de aquí entramos en un juego regido por las apariencias: dobles, magnetófonos, espejos, ventriloquía... todo está al servicio de la intriga. Claro, que Friedman no es “el maestro del suspense”, ni un devoto del surrealismo como Franju, ni siquiera el tan cartesiano como perturbador Clouzot. De ahí que la explicación racional del crimen resulte decepcionante, aunque la cinta se decida por un giro fantástico en la ultimísima escena por obra y gracia del ilusionismo.


Aunque la compañía actúa en teatros de variedades, se mueve de un lugar a otro en tres caravanas y remolques. Sus interiores constituyen un auténtico museo de carteles circenses.


Les magiciennes (1960)
Producción: Intertélé Films / Speva Films (FR)
Dirección: Serge Friedman.
Guión: François Boyer, Bernard Revon y Serge Friedman, de una novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
Fotografía: Christian Matras.
Música: Georges Van Parys.
Decorados: Jean d'Eaubonne.
Montaje. Louisette Hautecoeur.
Inrtérpretes: Jacques Riberolles (Pierre), Alice Kessler (Greta), Ellen Kessler (Hilda), Ginette Leclerc (Odette), Daniel Sorano (Vladimir), Jean Mercure (Ludwig), Yves Barsacq, Ingrid Harrison.


27 de junio de 2024

Sensacional atraco en el festival Mundial del Circo

Secuestro a la española (1972), Mateo Cano

Tres ladronzuelos (Luis Varela, María Kosty y David Allar), que mantienen a sus familias, son detenidos in fraganti durante un atraco. Gracias el desempeño retórico de un abogado inepto (Emilio Laguna) son condenados a varios años de cárcel. Sus padres (Aurora Redondo, José Orjas...) y hermanos (Esperanza Roy, Encarna Paso...) deciden entonces conseguir su libertad secuestrando a un diplomático. Para conseguir un escondite discreto, Manoli (Roy) se aprovechará del deseo que provoca en Fabián (Quique Camoiras), su pretendiente, a fin de colarse en la casa del pueblo de una tía de éste (Tota Alba). La víctima elegida es el nuncio de Su Santidad en España, pero una oportuna gripe hace que los ineptos delincuentes rapten a un cura bonachón (Ángel Álvarez), más preocupado por la confesión de sus muchos pecados y la salvación de sus almas.

El guionista acumula alusiones más o menos inocuas a temas del momento, como el turismo, la revolución sexual, las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado o la eclosión de la moda cinematográfica del gangsterismo gracias a Bonnie and Clyde (Bonnie y Clyde, Arthur Penn, 1967). Ahítos de lecturas de esta clase, Rogelio (Varela), Trini (Kosty) y Pruden (Allar) deciden cometer un atraco durante la celebración del Festival Mundial del Circo.


Esta iniciativa, que había traído a España el empresario Juan Carcellé en 1956, después de girar por algunas ciudades, para la campaña navideña se instala en el Palacio de los Deportes de Barcelona. En Madrid y a lo largo de la década de los sesenta, el Gran Festival Mundial del Circo tiene lugar en el Price, además de presentarse en numerosas ciudades. Con el cierre del circo estable capitalino en la primavera de 1970, asume su organización el empresario Arturo Castilla, que contratará a tal fin, durante la temporada navideña, el Palacio de los Deportes de Madrid. Según sus declaraciones, participarían en el evento los números más destacados del estadounidense Ringling, el alemán Krone, el danés Schumann, el austriaco Stadthalle, el sueco Arnald, el francés Cirque d’Hiver, el Cirque Royal belga, el checo de Praga, el rumano de Bucarest, el Mills británico, el mexicano Atayde y el Circo Americano. [“El circo sigue en pie”, en Hoja del Lunes, 9 de noviembre de 1970, pág. 30.] Con esta organización y en su nueva localización madrileña el Festival Mundial del Circo comienza una nueva numeración, que se prolongará hasta la décima edición, en 1980.


Dada la fecha de estreno de Secuestro a la española —principios de 1973—, lo más probable es que los exteriores se rodaran durante las Navidades de 1971. Sin embargo, no vamos a tener ocasión de ver a los Marilee Flyers del Circo Ringling ni a los perchistas mexicanos Rodríguez ni al domador suizo Dieter Farrell. En cambio, nos vamos a encontrar con una brevísima aparición del faquir conquense Daja-Tarto —tan breve que no nos extraña que se nos pasara cuando trazamos su perfil.


También con un vaquero lanzador de cuchillos y artista del lazo cuyo nombre no hemos logrado localizar. Y todo ello porque, en un prodigio de autorreferencialidad, los carteles que decoran los pasillos y oficinas del Palacio de los Deportes donde los ladronzuelos pretenden hacerse con la taquilla del fin de semana —¡tres funciones diarias!— no remite al evento en cuestión, sino al Gran Circo Solferino, aquella carpa ficticia en la que triunfaba la inefable Pelusa.


Secuestro a la española (1972)
Producción: CYE Films (ES)
Director: Mateo Cano.
Guión Juan José Alonso Millán.
Fotografía: Manuel Merino.
Música: Salvador Ruiz de Luna.
Intérpretes: Esperanza Roy (Manoli), Quique Camoiras (Fabián), Luis Varela (Rogelio), María Kosty (Trini), David Allar (Pruden), Aurora Redondo (doña Engracia), José Orjas (don Cosme), Encarna Paso (Dominga), Tota Alba (tía Azucena), Manuel Gutián (don Genaro, el contable del circo), Teresa Hurtado (su secretaria), Emilio Laguna (el abogado), Ángel Álvarez (el cura), Félix Dafauce (el nuncio), Daja-Tarto.
Color. Panorámico (1.66:1). 90 min.