30 de noviembre de 2009

La Compagnie du Hanneton


James Thiérrée es el nieto de Charlie Chaplin. James pisó por primera vez el escenario con apenas cuatro años de edad en el espectáculo de sus padres (Victoria Chaplin y Jean-Baptiste Thiérrée) en Le Cirque Imaginaire (más tarde conocido como Le Cirque Invisible). Aparecía dentro de una pequeña jaula o con los pies asomados debajo de una maleta. “Mis padres me utilizaban como utilería” ha dicho él mismo. Era uno de los numerosos fallos del excéntrico mago James: en vez de un pato, aparecía él. A los quince años interpreta a Ariel en el Próspero de Peter Greenaway. Antes de cumplir los veinte años, James había viajado por todo el mundo y se había convertido en un experto en acrobacia, danza, trapecio y violín. Trabaja en el Piccolo Theater en Milán, bajo la tutela de Isabelle Sadoyan-Bouise y más tarde estudia en la Universidad de Harvard. A mediados de la década de los noventa, James comienza dirigir sus propios espectáculos y funda una compañía de circo-teatro, la Compagnie du Hanneton. En 1998, la compañía montó su primer espectáculo La Symphonie du Hanneton, una surrealista y maníaca fusión de acrobacia, contorsionismo, malabarismo y personajes fantásticos, “un cúmulo de imágenes y deseos que uno no puede seguir encerrando en el desván”.

Aunque tarde, seis años más tarde, al final tiene su reconocimiento definitivo en 2006 con la consecución de cuatro premios Moliere: puesta en escena, revelación, mejor espectáculo en un teatro público y mejor vestuario. El trabajo posterior de James es tan intenso e imaginativo como este primer espectáculo y cada nuevo estreno es esperado como uno de los acontecimientos teatrales del año.
Aquí hemos intentado hacer una breve recopilación de su trabajo teatral. Esperemos que os guste.

Symphonie du Hanneton (1998)



La Veillée des Abysses (2003)



Au Revoir Parapluie (2007)


Y aquí puedes ver otra pieza de esta maravillosa obra
Raoul (2009)

28 de noviembre de 2009

bye bye blackbird


Bye bye Blackbird (2005), Robinson Savary

Fue el trapecista Richie Gaona, en Los Ángeles, quien puso a Robinson Savary sobre la pista de James Thiérrée, que vivía a unos cientos de metros de su casa en París. Hasta entonces, el proyecto de Robinson, hijo de Jerome Savary, el fundador del Grand Magic Circus, avanzaba sin su pieza principal, el protagonista Josef. A partir de entonces, Bye bye Blackbird comienza a hacerse realidad.

Estamos en los primeros años del siglo XX. Dos obreros emigrantes descansan sobre una viga suspendida a considerable altura. La imagen nos recuerda las fotografías de Charles Clyde Ebbets, que tanto se han difundido para decorar áticos de profesionales liberales. De repente, Josef (James Thiérrée) trepa por los cables con habilidad y se encarama en lo más alto para otear el horizonte. Se oye un golpe seco. Su compañero ha desaparecido.

Después del funeral, deambula por las calles hasta que se tropieza con un cartel del Dempsey Electric Circus. Josef se enamora a primera vista de Alice (la polaca Izabella Miko), la bella trapecista, melancólica, atrapada entre los cuidados de su obsesivo padre Lord Dempsey (Derek Jacoby, el mismo de Gladiator y Enrique V) y su relación mística con el trapecio. Josef es como un mono. Si puede trepar a algo allí que se va, así que, fascinado por el trapecio, consigue subirse después de realizar un acrobático camino por toda la cúpula de la carpa.

El primer encuentro directo de la pareja es de película de vampiros. Josef se ha hecho un pequeño corte en la mano arreglando un marco de la caravana de Alice. La joven se apresura a limpiarle la sangre chupándosela. Josef se queda tan perplejo como estaba y como si no hubiera pasado nada le pregunta si alguna vez ha pensado en trabajar con otra persona en las alturas. Ella se muestra extrañada y desconfiada de las habilidades de Josef.

Hay otra mujer, claro. Es Nina (Jodhi May), la ecuyere, hermana de adopción de Alice. Aunque también vive una extraña relación de dependencia con su padre adoptivo, el aristocrático y decadente Lord Dempsey, es una mujer más independiente y pegada a la realidad que la frágil Alice. Nina ofrece a Josef un trabajo en las cuadras mientras este se prepara para el gran número. Ha conseguido una audición. Las tres cabezas pensantes del circo, el propio Dempsey, Robert (Michael Lonsdale) y Jenkins (Carlos Pavlidis) hacen de jurado. Josef parece que se retrasa cuando aparece en lo más alto del circo. Desciende hasta donde reposa Alice y comienzan un dúo que maravilla a la singular audiencia.

Lord Dempsey está inspirado. Su petaca le proporciona pequeños éxtasis de gloria en los que se ve triunfando con este nuevo número en París, su próxima plaza. The White Birds, un número excepcional de trapecio iluminado por ¡quinientas bombillas eléctricas! El circo siempre ha estado a la cabeza en cuanto a las innovaciones técnicas aplicadas al mundo del espectáculo y Lord Dempsey es un iluminado, nunca mejor dicho. Un circo eléctrico parece un buen reclamo para esa época. Y seguiría siéndolo hoy en día.

El día del estreno en París, una tormenta amenaza con arrancar las lonas e inundar los circuitos eléctricos. Hay una buena entrada de público entre los que se encuentran algunos nobles, viejos amigos de Dempsey que vienen a ver a su hija y que desprecian al viejo maquillado.

El número se desarrolla como habían planeado. Las bombillas iluminan la carpa en círculos concéntricos a medida que los dos pájaros suben a las alturas. Hay cierta preocupación por el mal tiempo, pero también por lo imprevisible de la pareja.

De hecho se toman un descanso y salen al exterior de la carpa, en lo más alto desde donde les saludan unos fuegos artificiales. ¿Han huido? Dempsey se revuelve en el control. Robert mira preocupado a través de las cortinas. Pero no han huido, el número prosigue con un salto inverosímil de Josef al que sigue otro no menos imposible de Alice. La pareja vive un éxtasis de giros, piruetas y arrojes del trapecio. Josef pierde el control, o eso cree, y Alice cae matándose en el acto.

Josef pierde la cabeza. Decide no bajar del trapecio. Se encierra en si mismo y en las alturas. Viaja subido al trapecio, porque si toca el suelo, Alice aparece y todo se vuelve más confuso. Pero no todo es como parece. ByeBye Blackbird nos sorprende al final lo suficiente como para no anticiparlo.

Josef es un pájaro enjaulado. Como en un relato kafkiano –la primera fuente de inspiración de esta película– la soledad habita en lo más profundo de su alma y sus alas al viento son símbolo de una libertad efímera. Un espejismo. Un sueño imposible. Inalcanzable.


Bye bye Blackbird (2005)
Producción: Samsa Film (FR)
Dirección: Robinson Savary.
Argumento: Robinson Savary, Patrick Faure y Arif Ali-Sham.
Guión: Arif Ali-Sham.
Intérpretes: James Thiérrée (Josef), Derek Jacobi (Lord Derek), Johdi May (Nina). Michael Ondsdale (Robert), Izabella Miko (Alice), Andrej Acin (Roberto), Chris Bearne (Lord Strathclyde), Ek (Djamako), Claire Johnston (Emma), Pavlidis (Jenkins), Claudine Peters (Miss Julia).
99 min. Color.

26 de noviembre de 2009

El Hipódromo, en Hamburgo

Grosse Freiheit Nr. 7 (1944), Helmut Käutner 

Ha querido la casualidad —o nuestra insana curiosidad— que hayamos visto una escena de Grosse Freiheit Nr. 7 en un reportaje dedicado a la invención del Agfa-Color. En esta película Hans Albers regresó al ambiente portuario de su Hamburgo natal.
Hans Albers protagonizó las versiones alemanas de Quick, y Fahrendes Volk / Gens du voyage (Payasos, 1938), estuvo junto a Marlene Dietrich en Der blaue engel (El ángel azul, 1930), fue un Sherlock Holmes apócrifo en Der Mann, der Sherlock Holmes war (1937) y encarnó al Barón de Munchhausen. Inmediatamente después de protagonizar esta película con al que Goebbels pretendía conmemorar las bodas de plata de la Ufa y, de paso, dejar chico al cine de fantasía estadounidense, se metió en la piel de un marinero retirado que canta y toca el acordeón.

El ministro de Propaganda se mostró mucho menos convencido con Grosse Freiheit Nr. 7. No es de extrañar, puesto que Helmut Kautner utilizaba el glorioso Agfa-Color en retratar un triángulo sentimental en el ambiente del barrio chino hamburgués. De fondo, el amor perdido y la nostalgia marinera. El primer término, quereres de pago y marineros borrachos. Poco edificante para las tropas que regresan de Stalingrado.

La escena que hemos visto muestra el ambiente del barrio de St. Pauli y se detiene en un club de variedades, El Hipódromo, en cuya entrada la efigie de Hannes Kroeger reclama la atención del público. Dentro, el propio Hannes (Hans Albers) con su acordeón al frente de una orquesta de señoritas.

El centro del club está ocupado por una pequeña pista circense por la que circulan ecuyeres de torneados muslos. Alguna le da de beber una jarra de cerveza a su montura. En la barra, los curtidos hombres del mar intercambian cigarrillos y requiebros con madamas orondas.

Hannes canta: “Ven, mi querida pequeña. / Sé mía, no digas que no. / Tú serás hasta mañana temprano, a las nueve, / mi pequeña más querida. / Si accedes te seré fiel / incluso hasta las diez. / Ahora, vámonos juntos de juerga. / De noche, en la Reeperbahn, / a las doce y media, / diviértete aunque no tengas una chica. / Siempre es posible divertirse / de noche, en la Reeperbahn, / a las doce y media. / El que nunca en la noche alegre / haya ido de juerga a la Reeperbahn / es un pobre infeliz / porque no te conoce… / St. Pauli, mi St. Pauli nocturno”. También canta la habanera “La paloma”, de Sebastián Yradier.

Tras el bache profesional que supuso la posguerra Albers regresó una y otra vez en sus películas de los años cincuenta a este decorado. La ciudad le ha dedicado una estatua. 

Grosse Freiheit Nr. 7 (1944) 
Producción: Terra-Filmkunst (AL) 
Director: Helmut Käutner. 
Guión: Helmut Käutner y Richard Nicolas. 
Intérpretes: Hans Albers (Hannes Kroeger), Ilse Werner (Gisa), Hans Söhnker (Willem), Hilde Hildebrand (Anita), Gustav Knuth (Fiete), Günther Lüders (Jens), Ilse Fürstenberg (la madre de Gisa), Ethel Reschke (Margot), Erna Sellmer (Frau Kaasbohm), Kurt Wieschala (Jan), Helmut Käutner (Karl), Richard Nicolas (el almirante), Maria Besendahl (Frau Boergel), Justus Ott (Herr Wellenkamp), Gottlieb Reeck (Herr Puhlmann). 
111 min. Color (Agfa-Color).

23 de noviembre de 2009

Payasos de Weimar



Quick (Quick, mi clown, 1932), Robert Siodmak

La comedia musical alemana de la República de Weimar tiene poco que ver con su homóloga norteamericana. Están, desde luego, los grandes espectáculos basados en operetas y en el universo de los Strauss, pero también las cintas de ambientación contemporánea con argumentos escapistas e influencia de la música de kabarett.
Der Kongress tanzt (El Congreso se divierte, 1931) serviría como ejemplo del primer modelo y Die Drei von der Tankstelle (El trío de la bencina, 1930), del segundo. En ambos brilló la minúscula estrella de origen británico Lilian Harvey. Su partener habitual, el incombustible Willy Frtisch. Eric Pommer, el mandamás de la UFA, probó en 1932 a emparejar a Lilian Harvey con otra estrella masculina del cine teutón: Hans Albers. El resultado fue Quick.

Hans Albers es Quick
“Quick” (Hans Albers) es el payaso de moda en una ciudad balnearia. Todas las noches actúa en el Teatro Apollo. Su número, desarrollado entre piruetas acrobáticas, se aprovecha de un sofisticado escenario móvil que incluye rampas, trampolines y camas elásticas. Además, Quick realiza sencillos trucos de ilusionismo y canta, acompañándose de la concertina, una canción de corte cabaretero con la que encandila a las damas. Está claro que si el teatro se llena cada noche es por las señoras.

Entre cajas su representante, Lademann (Paul Hörbiger), renegocia el contrato con herr Henkel (Karl Meinhardt). Si no duplica el sueldo de Quick éste aceptará la golosa oferta de un teatro madrileño. Pero a Quick todo esto se le da un ardite. Su atención está puesta en el palco donde cada noche se sienta la caprichosa Eva (Lilian Harvey), escapada de los brazos de su pretendiente, el bobalicón Dicky von Pohl (Willy Stettner), y del doctor Bertram (Albert Kersten), que cuida de su línea y de su astenia.

En resumen que Quick se ha enamorado locamente de Eva y Eva se pirra por Quick. Y, sin embargo, mujer de su tiempo, Eva prefiere el disfraz al hombre, el amor de una hora al matrimonio. Como Quick se ha hecho pasar por el director Henkel y Eva no lo reconoce sin su maquillaje ya tienen ustedes el embrollo servido. Para salpimentarlo están la celosa e irascible bailarina Marion (Genia Nikolaieva), un augusto alcohólico llamado Clock (Paul Westermeier), el señor Müller con sus monitos amaestrados, forzudos, bailarinas, acróbatas… Todo ese discurrir de la vida que se cruza en las escaleras tras el escenario. Nada más sabemos de ninguno de ellos.

Fiesta en el balneario donde se aloja Eva. Quick decide no actuar. En sustitución Dicky recitará sus poemas. Pero Quick se lo piensa mejor. Ya que Eva no ama a Henkel es Quick quien la seduce. Y Eva se deja seducir. Después de una noche de amor Quick está hecho polvo. Sin su maquillaje Eva no le ama. Todo se resolverá en el escenario, justo minutos antes de que el tren parta para Madrid.

Más allá del enredo boulevardier, del modernísimo diseño de la clínica y del ambiente de las variedades, de Quick se queda la cancioncilla “Gnädige Frau, komm und spiel mit mir” que el payaso canta con machaconería acompañándose de la concertina.


Jules Berry es Quick
Jules Berry tomó el papel de Quick en la versión gala, rodada al mismo tiempo que la germana. Él había protagonizado el estreno de la comedia de Félix Gandéra en el teatro de la Potinière en 1930. Su coprotagonista de entonces, Suzy Prim, tuvo que renunciar a favor de Lilian Harvey. Es posible que existiera mejor química entre el actor francés y la poliglota protagonista de ambas versiones, el caso es que mientras la alemana fracasó ante el público que prefería ver una vez más a Lilian Harvey emparejada con Willy Fritsch, la francesa aguantó sus buenas siete semanas de estreno en un cine parisino.

Escribe Adrian que Berry « sait rendre la côté merveilleux du clown blanc pailleté, bondissant, musical et imposer l’image de sa séduisante désinvolture, de sus gestes de mains, de bras, de ses attitudes toujours à la frontière de l’humour et d’une canaillerie vaguement inquiétante ». Nosotros ya se lo presentamos cuando hablamos de Le Jour se lève.

En España se estrenó la versión francesa con el título de
Quick, mi clown.

Quick (Quick, mi clown, 1932)
Producción: UFA (AL) / ACE (FR)
Director: Robert Siodmak.
Guión: Hans Müller, basado en una comedia de Félix Gandéra.
Intérpretes: Lilian Harvey (Eva Pertorius), Hans Albers (“Quick”), Willy Stettner (Dicky von Pohl), Albert Kersten (el doctor Bertram), Paul Hörbiger (Lademann, el representante), Karl Meinhardt (Henkel, el director del Apollo), Paul Westermeier (Clock, el augusto), Genia Nikolaieva (Marion, la bailarina), Flockina von Platen (Charlotte, la doncella), Käthe Haack (Frau Koch), Fritz Odemar (Oberkellner).
90 min. Blanco y negro.

19 de noviembre de 2009

Cuatro galanes para Lady Misterio


Pompoff, Thedy y compañía (1940), Octavio F. Roces


Juan B. Heinink y Alfonso C. Vallejo Catálogo del cine español.
 Films de ficción 1931-1940 
Madrid, Cátedra / Filmoteca Española, Serie Mayor. 2009. 
ISBN.: 978-843762579-9 

Acaba de llegar a las librerías el catálogo del Cine Español de Ficción de los años treinta, lo que nos está dando ocasión de descubrir algunos títulos ignotos relacionados con nuestros intereses. Entre ellos una película de corto o medio metraje titulada Pompoff, Thedy y compañía.


Ya saben que la familia Aragón desciende toda del seminarista arrepentido Gabriel Aragón Gómez y de la écuyère Virginia Foureaux, hija del propietario del Grand Cirque Foureaux. Poco tiempo le dio a estar sobre el caballo porque doña Viriginia dio a luz quince criaturas. Una de ellas, a la que se impuso en la pila bautismal el nombre de Arturo, forma pareja con su padre con el número de payasos musicales Pepino y Tonino. De entre los otros hermanos surgen nuestros protagonistas: Pompoff (José María Aragón Foureaux) y Thedy (Teodoro Aragón Foureaux). Cuando Emig (Emilio Aragón Foureaux) deja a sus hermanos se incorporan al grupo Nabucodonosorcito (José, hijo de Pompoff) y Zampabollos (Emilio Aragón). Esta es la formación que se presenta durante todo el año 1939 en el Madrid del hambre y el saludo imperial. Su feudo es el Teatro Maravillas, el “Palacio de las Variedades”. Después de haber recorrido medio mundo, apenas tenemos constancia de que los Aragón viajaran un par de veces a Barcelona. Pero como la inactividad no es lo suyo, entre función y función, en los primeros días de 1940 se encierran en los estudios Roptence de la calle Príncipe de Vergara –en breve cambiará su denominación por la de General Mola- de la capital y ponen en pie un complemento cómico.


El equipo es mínimo, pero Roptence es uno de los pocos estudios que no ha sufrido desperfectos durante la contienda y, aunque modesto, esta plenamente operativo desde el primer día. Es por ello que con producción del propio estudio y la dirección del hermano de su fundador, Octavio F. Roces, se rueda esta película de complemento de la que no quedan copias y apenas testimonios. Según el mencionado catálogo el argumento sería el siguiente: “Cuando salen a escena, cada uno de los cuatro payasos del grupo que capitanea Pompoff se esfuerza en mejorar su actuación, bien haciendo gracias y números ingeniosos o bien tocando la concertina a ritmo de fox, porque acaban de recibir una carta de una tal Lady Misterio con sugerentes proposiciones para aquel de ellos que más le agrade en la función de esa noche, pero al conocer el aspecto de la misteriosa dama todos intentan escurrir el bulto”.

La duración es de tres bobinas (entre veinte y treinta minutos) según anuncia el diario ABC del 3 de marzo de 1940. El cortometraje se estrena al día siguiente en el Cine Callao como complemento de otra producción Roptence, la primera de largometraje rodada en sus estudios al finalizar la contienda: Leyenda rota (1939). 

Pompoff, Thedy y compañía (1940) 
Producción: Estudios Roptence (ES) 
Dirección: Octavio F. Roces. Argumento: José María Aragón “Pompoff” y Teodoro Aragón “Thedy”. 
Adaptación: Mauricio Torres.
Intérpretes: Pompoff, Thedy, Nabucodonosorcito y Zampabollos. 
3 rollos. Blanco y negro.

11 de noviembre de 2009

El mago de la sala Lux



Le notti di Cabiria (Las noches de Cabiria, 1957), Federico Fellini

Papà Colombaioni ha sido para mí un colaborador precioso.
No sólo porque haya puesto a mi disposición su carpa y su prole de hijos y nietos,
que saltaban como canguros por todas partes, sino, sobre todo,
por el ambiente de intimidad que transmitía su circo,
con algo de indefinible y de onírico”.

Federico Fellini

Como a Dorita en “El mago de Oz” hay algo siempre que nos empuja a volver a casa. Y uno se encuentra como en casa en este teatro cochambroso del suburbio romano: el Lux. Aquí lo mismo te ponen una película de aventuras exaltando el fascismo que una de teléfonos blancos. De hecho, si hemos acompañado a Cabiria en una de sus correrías nocturnas –porque Cabiria es una lumi de las que sólo caen por Via Venetto para comprobar que en esto de la prostitución también hay clases- nos habremos tropezado con el mismísimo Amedeo Nazzari, el hombre por el que suspiraban las mujeres de los países del Eje (España incluida) veinte años atrás.


Pues he aquí a la atribulada Cabiria (Giulietta Masina) ante la fachada del Lux, dispuesta a buscar un rato de evasión en una de esas funciones de variedades que el propio Fellini había inmortalizado en Luci del varietà. En el escenario actúa un mago innominado (Aldo Silvani). La primera parte de su número ha consistido en el escamoteo de la cabeza de su ayudante, encerrado en una caja atravesada por sables.

La segunda parte tiene que ver con el magnetismo y la hipnosis. Cinco garridos muchachos se ofrecen como voluntarios y al punto están remando en un banco. A la invocación del mago de una imaginaria tormenta, los gamberros se lanzan al mar o imploran por sus vidas. Un pase mágico les devuelve a la realidad en una situación de ridículo que provoca la hilaridad de los espectadores.

Cabiria cree que puede irse de rositas, pero el mago la detiene con sus poderes mesmerizantes. Bajo la chistera esconde unos cuernos de Mefistófeles de teatrucho. Un pase hipnótico y la baqueteada prostituta se convierte en una adolescente virginal que conoce por primera vez el amor junto a un imaginario príncipe azul llamado Óscar. La luz cruda del foco muestra al mago con su cansancio y sus ojos pintados, pero envuelve a Cabiria en un halo de inocencia recuperada o, caso, nunca perdida. Fellini pone buen cuidado en mostrarnos entre cajas, en segundo término, a los trabajadores del teatro, tonteando con las chicas o fumando un pito. La magia sólo tiene lugar en el escenario. Detrás todo es tramoya.

Giulieta – Gesolmina – Cabiria… y los ColombaioniEn otro lugar hemos hablado de la participación de la familia Colombaioni en la gestación de I Clown. La relación con Fellini arranca precisamente en Le notti di Cabiria donde es posible ver a Vittoria en moto y a Carlo y Romano sirviendo de soporte a esa escena magnífica en que Giulietta Masina da cumplida cuenta de su maestría en la pantomima. Más allá de Gesolmina, la Masina es el augusto ingénito, aquel que por todo maquillaje no precisa más que una lágrima pintada.

Giulietta Massina ya había interpretado el personaje de esta puta lunar y chaplinesca en Lo sceicco bianco (El jeque blanco, 1952), un personaje episódico con el que se encuentra Leopoldo Trieste vagando en la noche romana mientras su mujer tontea con un Alberto Sordi protagonista de fotonovelas. Después del Oscar de la Academia de Hollywood a La strada, la resurrección de Cabiria fue el mejor regalo que Fellini pudo hacerle a su señora.

Aquí tienen el trailer.


Le notti di Cabiria (Las noches de Cabiria, 1957)
Producción: Dino de Laurentiis (IT) / Les Films Marceau (FR)
Director: Federico Fellini.
Guión: Federico Fellini, Tullio Pinelli y Ennio Flaiano. Con la colaboración de Pier Paolo Pasolini.
Intérpretes: Giulietta Masina (Cabiria), Aldo Silvani (el mago), François Périer (Oscar D'Onofrio), Franca Marzi (Wanda), Ennio Girolami (Amleto), Amedeo Nazzari (Alberto Lazzari), Dorian Gray (Jessy), Vittoria Colobaioni (la chica de la moto), Romano Colombaioni, Carlo Colombaioni..
113 min. (la versión restaurada). Blanco y negro.

8 de noviembre de 2009

Roko, el hipnotizador que hacía creer a los trabajadores que eran pájaros

Covek nije tica (El hombre no es un pájaro, 1965), Dusan Makavejev

BIENVENIDOS a la República Federal Socialista de Yugoslavia. La Yugoslavia de Tito, liberada de la hegemonía soviética. La Yugoslavia líder del Movimiento de Países No Alineados.

Mientras que en todo el mundo, de Francia a Brasil, proliferaban las “nuevas olas” cinematográficas, en esta Yugoslavia el movimiento recibió el nombre de “ola negra”, tanto por su opacidad narrativa como por su pesimismo con respecto a la política oficial. Como en el caso de los impresionistas, esta etiqueta nefanda fue asumida con orgullo por los así tachados entre los que se encontraba Dusan Makavejev. Desde mediados de los años cincuenta había dirigido varios cortometrajes entre los que destaca Parada (1962) en los que se toma a chacota los preparativos del desfile del 1 de Mayo.

Para su primer largometraje, Covek nije tica, entrelaza tres historias que ocurren en una ciudad metalúrgica del sudeste de Serbia: la de un hipnotizador, la de un trabajador brutal, Barbool (Stole Arandjelovic), acusado de homicidio, y la de un ingeniero maduro, Jan Rudinski (Janez Vrhovec), que debe dirigir el montaje de unas máquinas y vive una breve historia de amor con la joven peluquera Rajka (Milena Dravic).

La película se abre con una supuesta conferencia sobre los fracasos en la vida amorosa a cargo del “hipnotizador” más joven de los Balcanes, Roko Cirkovic. Mediado el metraje comprendemos que la conferencia de Roko era el preámbulo a su actuación en el pueblo. Pide voluntarios a los que hace creer que son cosmonautas y luego pájaros. Los voluntarios baten los brazos como si fueran alas. Los habitantes del pueblo no pueden contener las carcajadas.

El ambiente del pueblo es descrito brutalmente en un bar en el que la exuberante Fátima solivianta a los trabajadores con sus provocadoras interpretaciones de canciones balcánicas.


La cosa degenera en una trifulca y la muerte de Fátima. Barbool (Stole Arandjelovic), uno de los bronquistas, es detenido aunque pronto se demuestra su inocencia. Barbool es un auténtico bárbaro, alienado por el trabajo en la fábrica, pero que, al tiempo, golpea a su mujer (Eva Ras) y la engaña. En la factoria, Barbool es una especie de titán. La situación es ridiculizada por Makavejev que introduce a un grupo escolar que recibe explicaciones de un profesor: para el Estado Barbool es el trabajador ejemplar, un hacha de la productividad.

También Jan lo es a su modo. Conseguirá terminar el ensamblaje de las máquinas antes del plazo previsto por el Estado y por ello recibe su medalla en un acto con música clásica, un gran mural y asistencia de los camaradas trabajadores. Mientras tanto, Rajka cede a los requerimientos amorosos de un joven camionero (Boris Dvornik). Los coros triunfales ofrecen el adecuado contrapunto irónico a la escena. Cuando Jan se entera, demuestra que él también puede ser brutal.

Todo termina con la actuación del circo del Sindicato: “Diversión para la clase obrera”. Artistas talluditos dedicados a la danza de vientre, al lanzamiento de cuchillos, al alambre o a tragar serpientes… Una especie de mercado oriental ambientado con frenética música balcánica. Jan ha felicitado unos instantes antes a los músicos: su interpretación de Beethoven el día anterior, durante la ceremonia, fue ejemplar.

Sobre un plano general de la carpa instalada junto a la fábrica escuchamos de nuevo la voz del hipnotizador que nos suministra la moraleja de la historia. La hipnosis no es magia sino un sueño inducido. Bajo sus efectos un hombre puede, incluso, matar. Una vez más la metáfora del estado socialista —por muy alejado que se pretenda de la órbita de Stalin— es diáfana. Los hombres pueden creer que están volando, pero en esta situación nunca levantarán un palmo del suelo. Años después, desde el exilio, Makavejev lo proclamaría sin ambages: “Mi antiguo país pretendía ser una suerte de experimento social, pero en realidad tenía más de mezcla de prisión y de circo”. Covek nije tica es la plasmación literal de este aserto. Aquí la pueden ver traducida al ruso en voz en off:


Covek nije tica (El hombre no es un pájaro, 1965) 
Producción: Avala Film (YUG) 
Guión y Dircción: Dusan Makavejev. 
Intérpretes: Milena Dravic (Rajka), Janez Vrhovec (Jan Rudinski), Eva Ras (la mujer de “Barbool”), Stole Arandjelovic (Barbulovic “Barbool”), Boris Dvornik (el camionero), Mirjana Blaskovic, Ljiljana Jovanovic, Dusan Antonijevic, Danilo “Bata” Stojkovic, Predrag Milinkovic, Dusan Bajcetic, Dusan Janicijevic, Milan Lugomirsk, Bosa Stojadinovic, Mirko Todorovic. 
81 min. Blanco y negro.