27 de noviembre de 2015

Etaix, Tati, Lewis, Fellini


Maravilloso libro que ocupa un lugar privilegiado en nuestra colección. C'est ça Pierre Etaix es un catálogo, a modo de abecedario, del universo etaixiano en el que conviven dibujos, poemas, carteles, epigramas…, todo el universo de Etaix y sus pares en un grueso libro de 400 páginas.


Aprovechando el lanzamiento editorial, los muchachos de DCVclassik entrevistan al maestro [http://www.dvdclassik.com/article/entretien-avec-pierre-etaix]. Aquellos que tengan unos mínimos conocimientos de francés hará bien en pasarse por el portal y conocer de primera mano las opiniones de Pierre Etaix sobre su propia obra, pero también de su relación con Jacques Tati [http://www.circomelies.com/2009/03/pierre-etaix-gagman-y-dibujante.html]

… el anuncio de que en 2025 quedará por fin liberado el negativo de The Day the Clown Cried, depositado por Jerry Lewis en la Biblioteca del Congreso estadounidense…


… o esta polémica declaración sobre Fellini, en el repaso de cuya obra nos hayamos inmersos –sin grandes prisas, todo hay que decirlo- estos días:
Quedé completamente decepcionado. No esperaba eso de Fellini. No sabía qué hacer con este proyecto [I Clowns]. Acababa de rodar Satyricon. Le pregunté: “¿Qué puedes hacer después de una película como ésta?” Y él me contestó: “Otra película”. Bueno.... Era más listo que un simio. En vez de hacer una película para el cine, la hizo para televisión. Pero los medios eran considerables. Sus ayudantes estaban consternados: “¡Qué pena que no se proyecte en pantalla grande!” (...) Listo como él solo, Fellini terminó arreglándoselas para estrenar la película en el cine, pero dejando bien claro que estaba rodada para televisión. Y de repente, todo el mundo empezó a decir: “¡Ah, sí, la televisión nos podría ofrecer cosas interesantes más a menudo!” Así fue. Me gustan mucho algunas de sus películas. Amarcord es una obra maestra absoluta. Pero él es un farsante. Demasiado listo para mí.

Odile Etaix y Marc Etaix (eds.):
C'est ça Pierre Etaix
París, Seguler / Arte Editionss, 2015
408 páginas.
ISBN: 9782840496977

19 de noviembre de 2015

En la cuerda floja


On a Tightrope (2007), Petr Lom

Nos hemos topado con este documental del checo Petr Lom y nos ha sorprendido los valores que encierra tanto el documental como el circo en si mismo, y más concretamente los valores del Dawaz, el equilibrio sobre una cuerda a gran altura. en la región de los Uighurs, en la provincia de Xinjiang, en el noroeste de China, el Turkistán Este por si nos aclaramos un poco más. La zona está rodeada por Mongolia, Kazakstan, Kyrgyzstan, Pakistan, India y Tibet. ¿Nos hemos situado? 



Pues allí transcurre la acción de este comprometido documental. Dentro de un colegio para niños y niñas huérfanas. Los chavales son Uighurs, musulmanes en China, nacionalistas y religiosos, dos tabús para las autoridades políticas chinas y para los profesores de la escuela. Los estudiantes tienen prohibido profesar su religión y son obligados, a la menor oportunidad, a cantar a la gloriosa unidad de China. El equipo de grabación estuvo en todo momento muy vigilado e incluso podemos ver cómo les prohíben traducir sus órdenes y recomendaciones –amenazas. La zona se siente tan nacionalista como el Tibet, pero nunca ha recibido la atención internacional.



Petr Lom sigue a cuatro de los estudiantes huérfanos en su lucha para conseguir un futuro mejor. Una manera de hacerlo es siendo una estrella del Dawaz. Como Adhili Hoshur, un acróbata sobre la cuerda que es una auténtica estrella y un ídolo popular en esta zona. El Dawaz, una tradición más que milenaria en esta región, está considerada por muchos Uighurs como una de las más nobles entre sus tradiciones y se muestran orgullosos de sus grandes artistas, de sus habilidades sobre la cuerda sin red de seguridad y de los récords que consiguen batir cada año. En 2010, Adhili estuvo 60 días sobre la cuerda en el Bird's Net Stadium. Es Uighur, un orgullo para toda su gente, en especial los más pequeños y desamparados



Los niños practican en el destartalado y medio abandonado patio del colegio y se libran de algunas de las clases y actividades del resto de sus compañeros. Entrenan bajo la atenta mirada de un entrenador que parece más ocupado en buscar un pequeño beneficio por su acción solidaria que en ofrecer una alternativa a los niños. 



Algunos de estos huérfanos sueñan con ser grandes estrellas del Dawaz y después de nueve meses de entrenamiento intenso son rechazados por el profesor que explica que todo lo hace por amor al arte. Él no es tan conocido como Adhiki pero es un experto en la materia y ayuda en lo que puede. Los chavales hablan de su frustración, de haber dejado los estudios para nada. Hablan de sus familias, de su propia lengua y de la china. De su religión no pueden hablar, tienen prohibido tenerla. Hablan de su debida lealtad al comunismo. Hablan de su futuro, de sus sueños de futuro. 


Cuando el primer profesor los abandona para atender sus propios negocios, los chavales encuentran a un viejo maestro que se empeña en sacar a la pequeña troupe adelante. Amablemente, con el amor de un padre, paciente y sabiamente, consigue su objetivo con éxito con el visto bueno de la autoridad. 


Hemos visto con anterioridad esta tradición Uighur en el fantástico documental Au Fil de l´Acrobatie (1993), de Laurent Chevallier y Dominique Mauclair. En esta película viajamos con una experta troupe tradicional de Dawaz en un viejo camión, montamos los mástiles de madera y la cuerda a 20 metros de altura, comprobando su frágil seguridad, y asistimos al aire libre, en un paraje excepcional, a un espectáculo maravilloso que combina humor y riesgo de una manera deliciosamente inocente.


El documental On a Tightrope, sin esa intención tan claramente circense de la cinta de Mauclair, mantiene el equilibrio, como esa cuerda tensa a 20 metros de altura, entre la cultura Uighur y la cultura China, entre musulmanes y comunistas, entre el paternalismo y la liberación educativa, entre fantasía y realidad, entre la ambición y la resiliencia. Es un documental de denuncia, con toques de neorrealismo italiano que dan al trasfondo social una dimensión bella y profunda.


On a Tightrope (2007)
Producción: Lom Films / Piraya Film A/S (CAN)
Director:  Petr Lom
Productor: Torstein Grude
Color, 74 min.

13 de noviembre de 2015

Crimen sobre hielo


Suspense (1946), Frank Tuttle

Hubo en el musical estadounidense una estrella bastante improbable: la patinadora noruega Sonja Henie. Durante la segunda mitad de la década de los treinta, a pesar de su marcado acento y su escasa habilidad interpretativa, sus suntuosos musicales para 20th Century Fox se contaban por taquillazos. Los responsables de Monogram, un modestísimo estudio que llevaba facturando westerns y seriales desde principios de los años treinta, decidieron que no querían quedarse atrás y contrataron a la patinadora británica Belita Jepson-Turner. Su talento para la danza y el patinaje pudieron ser disfrutados por el público americano de los circuitos menos refinados en Silver Skates (1943), en Lady, Let's Dance! (1944) y en la película que ayer pudimos ver en la carpa: Suspense (1946). Mientras las dos primeras son musicales estrictos -con las convenientes dosis de propaganda bélica, dado el momento de su producción-, la última figura en todas las antologías del noir por ser el primer intento de Monogram de salir del circuito del Callejón de la Pobreza.


Joe Morgan (Barry Sullivan) llega al puesto de tiro al blanco de Max (George E. Stone) en busca de trabajo, pero éste le recomienda que hable con Frank Leonard (Albert Dekker), el empresario del palacio de hielo de la feria de Los Ángeles.


Joe hace amistad con Harry (Eugene Pallette), el segundo de Harry, y no deja de tirarle los tejos a la estrella del espectáculo, Roberta Elva (Belita). Claro que ella, aparte de la principal atracción, es la mujer de Frank. Sin embargo, éste tiene que viajar cuando le ofrecen el palacio de hielo de Chicago y Joe se queda a cargo de todo, incluido un número estrella que se le ha ocurrido a él. Roberta saltará por un aro hecho de sables puntiagudos en el que apenas queda sitio para que pase su cuerpo.


El decorado daliniano en el que se desarrolla el número habla bien a las claras de esa facilidad para la coctelería de alta y baja cultura con la que se concebían estos brebajes en Hollywood. Por no hablar de la artificiosidad del decorado de alta montaña: una lagunita helada en la que Joe contempla a Roberta ejercitarse mientras Frank, que sospecha que le están poniendo los cuernos, busca un risco para disparar contra él con un rifle de caza. Es a partir de este momento que la película empieza a hacer honor a su título. Por desgracia, ha pasado una hora de metraje.


Ha sido en este punto también donde se ha desvelado la clave del espectáculo de feria. Joe le pregunta a Roberta por qué patina. Ella contesta que por satisfacer al público. Joe replica que si el número tiene éxito se debe a que a los espectadores les gustaría verla ensartada en los sables y chorreando sangre. “No pienso darle ese gusto –argumenta la patinadora-. Así regresarán”.

 

Por lo demás, las escenas de patinaje –incluido ese monumento al kitsch que supone el número de inspiración afro-cubana coprotagonizado por Miguelito Valdés- suponen un lastre importante para una historia en la que las motivaciones de los personajes nunca terminan de estar claras, algo imperdonable cuando se quieren plasmar las ambigüedades morales del noir. Frank Tuttle había facturado al menos una obra canónica del género, This Gun for Hire (1942), pero entonces contó con el respaldo de Paramount Pictures y dos estrellas del tamaño (reducido) de Veronica Lake y Alan Ladd. En 1951 declaró ante el Comité de Actividades Antiamericanas y delató a varios compañeros del Partido Comunista en los años treinta. A pesar de ello, sólo rodó tres o cuatro películas más a lo largo de la década.


Suspense (1946)
Producción: Monogram Pictures (EEUU)
Director: Frank Tuttle.
Guión: Philip Yordan.
Intérpretes: Belita (Roberta Elva), Barry Sullivan (Joe Morgan), Bonita Granville (Ronnie), Albert Dekker (Frank Leonard), Eugene Pallette (Harry Wheeler), George E. Stone (Max), Edit Angold (Nora), Leon Belasco (Pierre Yasha), y las actuaciones de Miguelito Valdés y Bobby Ramos and His Rumba Band.
101 min. Blanco y negro.

10 de noviembre de 2015

El fantasma del domador del Cirque Medrano



La tendre ennemie (1936), Max Ophüls

A la fiesta de compromiso de Line Dupont (Jacqueline Daix) llegan dos invitados inesperados: los fantasmas de su padre (Georges Vitray) y el del amante de su madre, el famoso domador Rodrigo (Marc Valbel). Ambos cayeron en acto de servicio… amatorio.


Amparados en la invisibilidad que les proporciona su naturaleza ectoplasmática, los dos repasan su vida en común con Annette (Simone Berriau). Dupont se casó con ella y le proporcionó todos los lujos, pero a pesar de esto ella estaba siempre insatisfecha. El tío Emile (Pierre Finaly) propone un viaje a París que suavice las cosas.


Allí Annette se enamora perdidamente del domador. O se encapricha con él. Igual da. La cosa es que lo sigue hasta la Costa Azul. El médico ha recomendado descanso a Rodrigo. Nada peor que su estado de nervios para entrar cada día en la jaula de los tigres. Pero la pasión devoradora de Annette es aún más feroz que los felinos. Una noche, cuando el domador se enfrenta a los animales…

Dupont, en cambio, falleció intentando olvidar, apurando un champán, un amor mercenario y un baile que no le saciaban.


Ahora, ambos están dispuestos a que la pequeña Line no se entregue al matrimonio de conveniencia negociado por su madre y el tío Emile. Line está enamorada de un intrépido as de la aviación, dispuesto a hacer un raid desde Dinamarca para rescatar a su amada… Es entonces cuando los dos fantasmas advierten que no están solos. A la cita ha acudido también el tercer amante de Annette, del que ninguno de ellos tenía noticia. No es extraño, ya que no fue el tercero sino el primero y su amor quedó sin consumar. Ella misma renunció al amor puro de este marinero que pretendía escapar con ella en un barco, para aceptar el matrimonio de conveniencia con el señor Dupont.


Mediante este birlibirloque narrativo, la depredadora amorosa pasa a convertirse en víctima del mismo altar en el que ahora pretende inmolar a su hija. Ningún amor podría satisfacerla porque el verdadero amor pereció cuando, al enterrase de que ella no iba a acudir a la cita, el romántico enamorado se descerrajó un tiro en la sien. Ahora, los tres fantasmas están de acuerdo en que la historia no debe repetirse.


Por lo que vemos, mucho antes de decidir que el circo era el escenario ideal para contar la vida de la bailarina Lola Montes Ophüls ya había instalado su cámara en la pista del Cirque Medrano, en el Montmartre de los primeros años del pasado siglo. Más preocupado por lo que se esconde detrás del espectáculo, que por el propio espectáculo, sitúa la acción en camerinos, escaleras y corredores y, sólo cuando la situación lo requiere, muestra de pasada al domador con sus tigres. Es apenas un instante, antes de que el destino lo alcance en forma de zarpazo mortal.


La tendre ennemie (1936)
Producción: Eden Productions (FR)
Director: Max Ophüls.
Guión: Curt Alexander, de una novela de André-Paul Antoine.
Intérpretes: Simone Berriau (Annette Dupont), Jacqueline Daix (Line), Catherine Fonteney (su madre), Georges Vitray (Dupont, el marido), Marc Valbel (Rodrigo, el domador), Lucien Nat (Lucien, el suicida), Maurice Devienne (el novio de Line), Pierre Finaly (el tío Émile), Henri Marchand y André Simon (los camareros), Camille Bert (el doctor Desmoulins), Laure Diana, Janine Darcey, Roger Legris, Liliane Lesaffre, Germaine Reuver.
68 min. Blanco y negro.

3 de noviembre de 2015

Scola vuelve a la redacción del Marc’Aurelio


Che strano chiamarsi Federico! (¡Qué extraño llamarse Federico!, 2013), Ettore Scola

Ettore Scola rinde homenaje a Federico Fellini en un documental que es otra cosa. Por eso se subtitula “Scola cuenta a Fellini”.


En Che strano chiamarsi Federico! el retrato del de Rímini no se elabora a partir de fechas y datos objetivos sino de la reconstrucción fantaseada desde la memoria del deambular en coche por la Roma nocturna, de los platós de Cinecittà o de la llegada del joven Federico a la redacción del Marc’Aurelio [http://www.circomelies.com/2015/10/en-la-redaccion-del-marcaurelio.html].


Lo que habíamos intuido a partir de los recuerdos de Fellini, podemos verlo ahora escenificado en un decorado construido en Cinecità. Por la redacción del Marc’Aurelio prebélico desfilan el joven Fellini (Tommaso Lazotti), su amigo y cómplice Ruggero Maccari (Emiliano De Martino), el jefe de redacción Steno (Andrea Salerno) o el director Vito De Bellis (Sergio Pierattini), y tenemos ocasión de ver las reuniones de redacción bisemanales en las que éste sentencia si un artículo o una viñeta “dan risa” o “no dan risa”.


La admiración de Scola por Fellini ha nacido en su casa de Trevico, cuando era un niño aficionado a hacer caricaturas y le leía a su abuelo ciego la revista satírica en la que aparecía la serie “Ma tu mi stai a sentire?”.


Trasladado a Roma en la posguerra para cursar estudios universitarios de Derecho, el joven Ettore (Giacomo Lazotti) ingresa en la redacción del semanario humorístico en la etapa en que Vittorio Metz (Andrea Mautone) y Marcello Marchesi (Nicola Ragone) actúan como motor humorístico de cuanta comedia se rueda en Roma. Es como “negro” de la pareja que Scola empieza a colar escenitas y gags verbales en películas como La famiglia Passagai fa fortuna (Aldo Fabrizi, 1952) y como se convertirá en guionista de lo más granado de la commedia all’italiana. Nueva coincidencia, puesto que Fellini escribió también sketches para los espectáculos de revista de Aldo Fabrizi.


Scola revive las noches en que acompañaba a Fellini y Maccari en sus trifulcas amistosas por el éxito o fracaso de sus guiones y se embarca en una serie de recorridos en coche en los que se resumen ideas fellinianas no sólo sobre el cine, sino sobre el arte en general, la pintura en particular, la mentira como disfraz de la imaginación y la mujer como arcano irresoluble. Es así como llegamos al momento en el que le pide al maestro que se interprete a sí mismo en C’eravamo tanto amati (Una mujer y tres hombres, 1974) dirigiendo a Marcello Mastroianni en la escena de la Fontana di Trevi de La dolce vita (1961). En estas escenas, la ficción y el material de archivo se retroalimentan, y dan pie a Scola a establecer un diálogo con Fellini a través de la utilización que cada uno hace del actor Marcello Mastroianni. La madre del actor recriminará a Scola, contra un chroma en el que el oleaje bate en la playa, que siempre saque a su hijo tan feo cuando Fellini siempre lo saca apuesto.


Vuelve entonces Scola a su propia obra, a Mastroianni encarnando a Casanova en Il mondo nuovo / La nuit de Varennes (La noche de Varennes, 1982), un papel para el que Fellini se negó a hacer una prueba a su actor fetiche, y eso que, antes de recalar en Donald Sutherland, realizó ensayos con Tognazzi, Sordi y Gassman.


La historia, por supuesto, no termina con la muerte de Fellini y su velatorio en el estudio 5 de Cinecittà. El carrusel sigue girando y Scola, contando a Fellini, se ha contado también a sí mismo.


Che strano chiamarsi Federico! (¡Qué extraño llamarse Federico!, 2014), Ettore Scola
Producción: PayperMoon  / Palomar  / Istituto Luce-Cinecittà (IT)
Director: Ettore Scola.
Guión: Ettore Scola, Paola Scola, Silvia Scola.
Intérpretes: Vittorio Viviani (el narrador), Sergio Pierattini (el director del Marc’Aurelio), Vittorio Marsiglia (el cómico del avanspettacolo), Antonella Attili (Wanda, la prostituta); y con la participación de Tommaso Lazotti (el joven Fellini), Emilio De Martino (el joven Maccari), Giacomo Lazotti (el joven Scola), Sergio Rubini.
95 min. Color.