31 de enero de 2011

Annie Oakley


Annie Oakley (Thomas Alva Edison, 1894)

Annie Oakley nació el 13 de agosto de 1860 en Darke County, Ohio. Es la quinta hija de Jacob y Susan Moses, una familia quákera que había emigrado a Ohio después del incendio de la taberna familiar en Pennsylvania. Desde muy joven ayuda a la familia cazando con el viejo rifle Kentucky de su padre y pronto destaca por su puntería. Como resultado de esta habilidad, Annie se ganó una buena reputación en el condado, hasta el punto de ser invitada a participar en un concurso de puntería con el ya conocido tirador Frank E. Butler. A pesar de las burlas de éste y de muchos de los asistentes, Annie gana el concurso con 25 blancos sobre 25, mientras que el decepcionado Butler falla un disparo. Además de los 50 dólares del concurso, Annie Oakley se gana el respeto de Butler y más tarde su amor, casándose con el tirador en 1876.



La primera vez que Annie Oakley y Frank Butler aparecieron en un espectáculo juntos fue el 1 de mayo de 1882. Durante los dos años siguientes los Butlers viajan a través del país dando exhibiciones de puntería junto con su perro George que también formaba parte del acto.

En 1884, en Minnesota, Annie conoce a Sitting Bull, el gran jefe indio de la batalla contra el Genertal Custer George en Little Big Horn en 1876. Sitting Bull estaba bastante impresionado por la puntería de Annie, además de por su apariencia y nobles maneras. Después de numerosas conversaciones, él la adopta y la "bautiza" con el nombre de "Little Sure Shot", algo así como Pequeña Tiro Fijo, apodo que ella utilizará en sus carteles publicitarios.



También en 1884, la pareja se enrola con el Sells Brothers Circus, pero no duran demasiado. Tras un breve periodo como autónomos, finalmente se unen, en 1885, al espectáculo "Buffalo Bill's Wild West" aprovechando que uno de los campeones de puntería de Estados Unidos, el Capitán Adam H. Bogardus, se había retirado del show. Este es el punto de inflexión en la carrera de Annie Oakley. A partir de aquí ella se convierte en la estrella y Butler, en su manager y ayudante. Dos años más tarde de su incorporación al show de Buffalo Bill, viajan a Europa donde el renombre y la popularidad de Annie Oakley crecen considerablemente.





Buffalo Bill y Thomas Edison eran buenos amigos. Edison había diseñado la planta eléctrica para el "Wild West," que presumía de ser la más grande del mundo en esa época. En 1894, Edison filma a los indios del espectáculo de Buffalo Bill. Más tarde será la propia Annie Oakley, la protagonista de una de sus piezas en las que aparece –es un suponer– Frank Butler haciendo de partenaire.


En 1901 abandonan el show de Buffalo Bill después de que un accidente de tren causara graves daños a Annie en la espalda. En 1911 se incorpora al elenco de "The Young Buffalo Show" con el que se mantienen hasta 1913. En 1917, tras la muerte de su amigo y jefe durante más de una década, Buffalo Bill Cody, Annie escribe un encendido discurso. Era el final de la época dorada del Wild West.


Annie nunca pudo retirarse del todo y continuamente participaba en concursos y exhibiciones. A la edad de sesenta años, de vuelta al escenario, compartía la arena con un perro de nombre Dave, disparando a una manzana que el animal sostenía sobre su cabeza. Durante la I Guerra Mundial, el perro Dave se convierte en el "Perro de la Cruz Roja" participando en muchas de las actividades de la institución humanitaria. En 1923, el perro muere en un accidente de coche en el que también se lesiona de gravedad nuestra protagonista.


Annie Oakley escribió una autobiografía titulada "Powders I have Used", que fue publicada en 1914 por Du Pont Powder Company. Aunque nunca se adscribió al movimiento de sufraguistas que exigían el voto para las mujeres, su ejemplo ayudó a cambiar la mentalidad de los hombres con respecto a las mujeres en una época llena de cambios y avances sociales. Murió el 3 de noviembre de 1926. Su esposo, 18 días después.


En 1946, Irving Berlin se inspiró en su vida para escribir el musical "Annie Get Your Gun". Más tarde, el musical fue llevado a la gran pantalla en 1950. Su aventurada vida ha servido de pretexto para realizar numerosas adaptaciones –más o menos históricas– para el cine y televisión. Entre ellas destaca Annie Oakley (George Stevens, 1935), protagonizada por Barbara Stanwyck y Preston Foster y la versión cinematográfica del musical realizada en 1950 por George Sydney. También se han realizado series para televisión y numerosos documentales. De algo de este material intentaremos hablar próximamente. Mientras tanto aquí tienen un extracto del documental realizado por Riva Freifelden en 2006: http://www.youtube.com/watch?v=Ri5fccZwUcU .



Annie Oakley (1894)
Producción: Edison (EEUU).
Realización: W. K. L. Dickson y William Heise.
Intérpretes: Annie Oakley y Frank Butler.
Escena para Kinetoscopio. Blanco y negro, 35 s.

26 de enero de 2011

El alegre Andrés


Merry Andrew
(Loco por el circo, 1958), Michael Kidd


Tenemos una pequeña debilidad por Danny Kaye, un excelente actor de musicales que rezuma optimismo y vitalidad por todos los poros de su cuerpo, tanto que fue el primer embajador de UNICEF, y lo fue durante 32 años. Si además de cantar y bailar hace el payaso, como en Merry Andrew, tiene para siempre un lugar de honor en nuestra carpa, como en la Legión Francesa, de la que es miembro de honor precisamente por su dedicación a la organización infantil.



En Merry Andrew –una manera de designar a los payasos en Inglaterra, como Joey– Andrew Larabee, el personaje que encarna Danny Kaye, es un profesor un tanto reprimido por culpa de su padre (Noel Purcell), director del colegio y cabeza de una dinastía dedicada en cuerpo y alma a la enseñanza. Andrew, como profesor, no lo hace mal del todo, aunque sus métodos no convencen a su padre y él preferiría dedicarse a la arqueología, la actividad que es su verdadera pasión.



Durante las vacaciones Andrew se dirige a unas ruinas para tratar de encontrar una estatua del Dios Pan, un descubrimiento que le permitiría casarse con su prometida Letitia Fairchild (Patricia Cutts). En el lugar de la excavación está instalado el Circo Gallini que ha recibido la orden de abandonar el lugar, pues ha sido adquirido por Mr. Elmwood. Selena Gallini (Pier Angelli), sus cinco hermanos y su padre (Salvatore Baccaloni) confunden a Andrew con el nuevo propietario, así que cuando este les dice que a él no le molesta el circo mientras realiza la excavación, la familia Gallini decide quedarse y realizar sus funciones. Más tarde es el mismo Mr. Elmwood, conocido de Andrew, el que les concede una semana más, así que Andrew es considerado como un héroe por la familia Gallini y los demás artistas del circo.



Durante esa semana ocurre lo inevitable: Andrew se enamora de Selena, a pesar de la continua vigilancia de los cinco celosos Gallini. En el circo, Andrew aparece saliendo de un agujero en mitad de la pista durante el número de los leones mientras realiza la excavación. Más tarde tiene que sustituir al padre haciendo de maestro de ceremonias con un estrafalario disfraz que le hace volar y hasta despide fuegos artificiales. Al final es el mono el que encuentra la estatua pero Andrew, sin saber del hallazgo, tiene que volver a su rígida escuela y enfrentarse a su prometida y a su boda, organizada rápidamente por su padre. Pero el Circo Gallini también ha escogido como plaza una localidad cercana y Selena se acerca para llevarle la estatua del dios de la música.



Andrew, el mismo día de su boda, va al Circo Gallini en busca de unos estudiantes que se han escapado. En el circo, en cuanto es descubierto por los hermanos Gallini, comienza una disparatada persecución —los cinco Gallini quieren salvar el honor de su hermana casándola con el profesor— en la que Andrew hace de trapecista, equilibrista, acróbata, icario, portor…


La película resulta entretenida y las canciones son las justas. La familia Gallini, con su fuerte acento extranjero, da un contrapunto muy eficaz a la estirada familia Larabee y sus apariciones –siempre en grupo, de cinco en cinco– dan un toque especial de humor a la historia. Merry Andrew es el único largometraje dirigido por el famoso coreógrafo norteamericano Michael Kidd, responsable, ente otras, de las musculosas escenas de baile de Seven Brides for Seven Brothers (Siete novias para siete hermanos, 1954), de Stanley Donen.


Merry Andrew
(Loco por el circo, 1958)
Producción: MGM (EEUU)

Dirección: Michael Kidd

Guión: Isobel Lennart y I.A.L. Diamond sobre una historia de Paul Gallico

Música: Saul Chaplin. Letras: Johnny Mercer

Coreografía: Michael Kidd

Danny Kaye (Andrew Larabee), Pier Angeli (Selena Gallini), Salvatore Baccaloni (Antonio Gallini), Noel Purcell (Matthew Larabee), Robert Coote (Dudley Larabee), Patricia Cutts (Letitia Fairchild), Rex Evans (Gregory Larabee), Walter Kingsford (Mr. Fairchild), Peter Mamakos (Vittorio Gallini), Rhys Williams (Jefe de Policía), Tommy Rall (Giacomo Gallini)

103 min. Cinemascope. Metrocolor

23 de enero de 2011

Louis de Funès y Coluche


L'Aile ou la Cuisse
(Muslo o pechuga, 1976), Claude Zidi 

La Guía roja Michelin es una guía de alojamiento y restauración que, desde 1920, premia a los mejores restaurantes con 1, 2 o 3 estrellas, dependiendo de la calidad de sus productos, la creatividad, la atención al público, el dominio del punto de cocción, etcétera. Las visitas a los establecimientos siempre se realizan de manera anónima y siempre pagan sus facturas, dándose a conocer únicamente si necesitan algún tipo de información adicional. La Guía Michelin se ha convertido en una guía de referencia en el mundo entero y en Francia —su país de origen—especialmente.
 


Charles Duchemin (Louis de Funès) es el flamante director de esta guía gastronómica —en la película se trata de la Guía Duchemin—, que está a punto de cerrar su última edición. Hay prisa por visitar los últimos restaurantes y tener todo listo para esta nueva edición anual. Toda la maquinaria del magnate está a pleno funcionamiento pues además de finalizar la guía, Duchemin va a ser nombrado miembro de honor de la Academia Francesa. No hay tiempo para nada, hasta el dentista le visita en su propia mansión con todo el equipamiento necesario. El hijo de Duchemin, Gerard (Michel Colucci, alias Coluche), es su heredero, pero su pasión secreta es el circo. Trabaja como payaso en un pequeño circo que se llama, para ayudar a digerir tanta comida, Cafe Cirque. Duchemin supone que su hijo es el más indicado para sucederle pues cuando le encarga que se ocupe de un restaurante, éste aprovecha y se pide todo la carta para así alimentar a toda la troupe que acude al restaurante en riguroso turno.

El malo de la película es Mr. Tricatel (Julien Guiomar), un empresario sin demasiados escrúpulos que está inundando las autopistas con restaurantes de comida basura, un personaje inspirado en Jacques Borel, el Napoleón de la comida rápida y el inventor del ticket-restaurante. El señor Tricatel, por medio de su asistente Lambert (Daniel Langlet) está espiando a Duchemin y descubre el secreto de su hijo. De igual manera, Duchemin y su hijo descubren que la comida de Tricatel está fabricada. Literalmente fabricada con una complejísima tecnología: de un hueso hacen un pollo y de un trozo de plástico una lechuga. Duchemin y Tricatel se van a enfrentar en un programa de televisión y ambos se creen ganadores. Finalmente es Duchemin y su hijo quienes desenmascaran al empresario del prêt-a-manger.

Hay momentos de transformismo para lucimiento de Louis de Funès, alocadas persecuciones de vehículos, comilonas excesivas al estilo La Grande Bouffe (1973) y un poco de circo. Un falso elefante elige un voluntario al que unta con una brocha de pintor y espuma de afeitar. El payaso Coluche entra diciendo: «Pero hombre qué habéis hecho, que es el presidente de la República» y le arroja un cubo de agua para retirarle la espuma. «Ah, pues no es él, no» se replica a sí mismo invitando al empapado voluntario a abandonar la pista entre las risas del público.

En Coluche no vemos el cómico provocador y grosero –«Toujours grossier, jamais vulgaire»– que llegó a presentarse a las elecciones francesas y la verdad es que como payaso de circo –y como actor– nos resulta más bien soso. Louis de Funès tampoco está en su momento más brillante. Acababa de recuperarse de dos infartos y durante la grabación una ambulancia aparcaba junto a los coches de producción por si el actor sufría de nuevo una crisis.

 

L'Aile ou la Cuisse (Muslo o pechuga, 1976) 
Producción : Films Christian Fechner (FR). 
Dirección: Claude Zidi. 
Guión: Claude Zidi, con la colaboración de Michel Fabre. 
Intérpretes: Louis de Funès (Charles Duchemin), Coluche (Gérard Duchemin), Julien Guiomar (Jacques Tricatel), Zacharias (Marguerite-2, secretaria sustituta), Daniel Langlet (Lambert), Claude Gensac (Marguerite-1, secretaria), Philippe Bouvard (él mismo), Fernand Guiot (M. Dubreuil), Vittorio Caprioli (Vittorio), Aurora Maris (Gina), Raymond Bussières (Henri, el chófer de Duchemin). 
Color. 110 min.

19 de enero de 2011

Anatole, Fifille y el temible Sparadra



La rue sans loi (1950), Marcel Gibaud 

La actual moda hollywoodense de adaptar las historietas y sus personajes a la pantalla data, en realidad, de la infancia del cinematógrafo, cuando dibujantes como el francés Emile Cohl —Fantasmagorie, Le cauchemar de Fantoche y Un drame chez les Fantoches (1908)— y los norteamericanos Winsor McCay —Gertie, the Dinosaur (1914)— y Bud Fisher —la serie de Mutt and Jeff (desde 1913)— sentaron las bases del cine de dibujos animados.



 
Otros personajes nacidos de las tiras cómicas también fueron asunto común en los primeros cortometrajes cómicos de imagen real, como el “Happy Hooligan” de Frederick Opper, protagonizado y dirigido por J. Stuart Blackton. Todo este preámbulo para contar que lo de que los personajes de las historietas y las tiras cómicas llegaran a la pantalla es muy anterior a Mortadelo y Superman. En Francia, alguien tuvo la idea de que los popularísimos personajes de Albert Dobout –el escuchimizado contable Anatole, la ogresa que tiene por mujer, Fifille, y el cruel bandido Sparadra– podían encarnarse en personajes de una película de éxito.

En el guión colabora con Dubout Jean Halain, hijo del realizador André Hunebelle, cuya carrera está asociada a la de su padre como director y a la de Louis de Funès como estrella. Asume la realización Marcel Gibaud, especializado en documentales y cortometrajes, pero tanto la idea de la película como la iconografía de la película proceden del universo de Dubout.

Apenas merece la pena mencionar el argumento de La rue sans loi. Hay un plan de robo por parte de la banda del villano Sparadra (Gabriello) de la fortuna de la condesa de la Trille (Annette Poivre). Hay un enredo vodevilesco entre el malvado y Fifille, la mujer de Anatole (Paul Demange), que, a su vez, se deja seducir por la vampiresa oxigenada Emma (Nathalie Nattier). Hay un profesor de contrabajo siempre enredado en sus luengas y frondosas barbas (un primerizo Louis de Funès) que da clase de contrabajo al hijo de la pareja (Marcel Mérovée). Hay una autoescuela imposible, una cuadro de la Gioconda robado del Louvre, una fiesta salvaje en casa de la condesa, un pelotón de gendarmes escondidos en unos urinarios públicos, una orgía de destrucción en un café... Todo esto les contaríamos sin haberles contado nada, porque La rue sans loi se construye al aire, con toda la trampa y el cartón por delante, con sus farolas anudadas y sus forillos pintados, con sus personajes que ni sienten ni padecen escapados de las viñetas.

La rue sans loi es, por su propia naturaleza episódica, una película irregular, aquejada de arritmias continuas que pueden llegar a resultar extenuantes. Y, sin embargo, hay que reconocer la osadía de no pretender maquillar lo que a todas luces es un conjunto de viñetas animadas. Desde los tiempos más alocados de la Keystone no veíamos en la pantalla barbas de esta magnitud, mostachos tan imponentes (de quita y pon) ni bombines más descabellados. La película se convierte así en una especie de álbum de viñetas abigarradas y tipos caricaturescos. Algo así como lo que hizo Enrique Herreros con los personajes secundarios de María Fernanda la jerezana (1948), que parecían escapados de la portada del “Madrid Cómico”. La tremenda Fifille es prima hermana de las “vedovone” que dibujaba el joven Guareschi en el “Bertoldo” milanés y el contable Anatole se parece como una gota de agua a otra, al covachuelista “Gutiérrez”, de K-Hito, aquel jefe del Negociado de Incobrables que tuvo cabecera propia en la prensa española de finales de los años veinte y principios de los treinta. En cambio, los agentes de policía cuasi-gemelos son émulos de los Hernández y Fernández tintinescos y la vamp Emma dobla su nombre, Emma-Emma, en homenaje a la Lola-Lola de Der Blaue Engel (El ángel azul, 1930).
 

El hecho de que la película se haya recuperado tiene seguramente que ver con la presencia en el reparto de Louis de Funès, de cuyo trabajo con “Les Branquignols” ya les hablamos con ocasión de la proyección en nuestra carpa de Ah! Les belles bacchantes (Mujeres de París, 1954).

Anatole y Fifille regresarán a la pantalla cuatro años después en Anatole chéri (1954), dirigida por Claude Heymann.

La rue sans loi (1950) 
Producción: Codo-Cinéma (FR) 
Director: Marcel Gibaud. Guión: Albert Dubout y Jean Halain. 
Intérpretes: Gabriello (Sparadra), Max Dalban (Fifille), Paul Demange (Anatole), Annette Poivre (la condesa de la Trille), Nathalie Nattier (Emma-Emma, la vamp), Louis de Funès (Hippolyte, el profesor de música), Amédée (el forzudo), Albert Dinan (François, un colega de Anatole), Fernand Gilbert (el capitán del bigote), Roger Desmares (el camarero), Marcel Mérovée (Oscar, el hijo de Anatole y Fifille), Jean Bouchié y Léon Pauléon (los agentes de policía), Jackie Rollin (la enfermera), Claude Nicot (Barbet), Luc Andrieux (un cómplice de Sparadra), Mag Avril (la señora de la autoescuela), Pierre Clarel (el mendigo), Georges Paulais (el señor elegante), Jean Sylvain (el profesor de la autoescuela), Bilboquet, Cadex, Hubert Deschamps, Eugène Yvernès, Jean Cordier. 
100 min. Blanco y negro.

17 de enero de 2011

Dubout...


Anatole à la tour de Nesle (1947), Albert Dubout

.. dibujante, ilustrador, cartelista y caballero de la Legión de Honor 
Dubout es Albert Dubout (1905-1976). Estudia Bellas Artes en Montpellier y con diecinueve años se traslada a París donde comienza a trabajar como ilustrador y dibujante, tanto en la prensa ilustrada (“Le Journal”, “L’Intransigeant”), como en las revistas humorísticas (“La Rire” o “Candide”).

Dubout es un humorista taciturno. A decir de sus contemporáneos era capaz de exasperarles sin abrir la boca durante horas. A cambio, es un trabajador infatigable. Aficionado a la tauromaquia desde joven, cuando aún pensaba que su futuro podría estar en los ruedos, dibuja escenas de la plaza de Nimes con miles de espectadores: cada uno tiene su personalidad, su chiste, su excentricidad. La editorial Kra le encarga ilustrar sus ediciones de El barbero de Sevilla (Beaumarchais) o Gargantúa (Rabelais). Como Jacques Demy, como Norman McLaren, en 1932 realiza una película dibujando directamente sobre el celuloide. Como cartelista cinematográfico Dubout debuta con su paisano Marcel Pagnol. El póster de César (1936) –película que cierra la trilogía iniciada con Marius (1931) y Fanny (1932)– representa el entierro de Panisse en el Puerto Viejo de Marsella. Dubout realiza una caricatura de cada uno de los personajes del mundo meridional y abigarrado de Pagnol: con el dueño del Café de la Marina al frente, desfilan Honorine, Escartefigue, Mangiapan, Piquoiseau... Desde entonces Dubout –”nuestro Durero”, afirma Pagnol– pasará a formar parte de la gran familia que es el equipo del cineasta marsellés y realiza nuevos carteles para los reestrenos de las otras dos partes de la trilogía. Después de la Segunda Guerra Mundial su popularidad alcanza el cenit. Sus viñetas concitan la atención de los lectores de “Ici Paris” (1950) y de “France Dimanche” (1952). En 1953 recibe la Legión de Honor. Un año antes, su nombre ha entrado en el diccionario Larroux en donde puede leerse: Auteur de compositions à nombreux personnages burlesques, publiés dans les journaux et réunis en album. Il recherche les effets de grosse cocasserie, aussi bien dans les figures que dans les menus détails du costume et des attitudes”.

… y el cine 
Dubout trabaja durante la Ocupación en un proyecto de animación para una empresa denominada Productions du Cygne. Se concreta en dos títulos que no se estrenarán hasta finalizada la contienda: Anatole à la tour de Nesle (1947) y Anatole fait du camping (1947). Son cortometrajes de unos doce minutos, rodados en Agfacolor en los que cobran vida sus personajes más populares: el escuchimizado Anatole, su inmensa señora, que responde al dulce nombre de Fifille, y el villano Esparadrapo.

Anatole à la tour de Nesle es una verión burlesca de la leyenda de la torre de Neslé, desde la que una reina de Francia arrojaba en un saco a sus amantes al Sena después de haber satisfecho sus apetitos. Fue novelada por Alexandre Dumas padre y en 1955 constituiría el argumento de un largometraje dirigido por Abel Gance y protagonizado por Silvana Pamapanini. En la versión de Dubout la princesa encerrada en la torre no es otra que la oronda Fifille. Después de una carrera por el París del siglo XV Anatole y Sparadra compiten por sus favores en un esquema que no deja de recordarnos al habitual de los cortometrajes de Popeye en los que Olivia se deja cortejar por Brutus.

Lo interesante es que esta competencia por divertir a la princesa aburrida se concreta en una serie de números de circo y variedades en los que podemos contemplar a Anatole como lanzador de cuchillos, cual nuevo Frégoli, como funámbulo en un alambre invisible o dirigiendo un coro de gansos cantores y a Sparadra ejerciendo de tragafuegos, de hombre orquesta y de mago. 

Anatole fait du camping se divide en tres partes netamente diferenciadas. Durante la primera asistimos al viaje de Anatole y Fifille al campo, donde pretenden pasar el día. Este primer acto una comedia de costumbres contemporánea centrada en la pareja burguesa y su relación. En la segunda parte, durante la acampada, hay algunos hallazgos líricos más que interesantes: Anatole riega la marchita bocina del gramófono y ésta revive como si floreciera. Los radios de la rueda del carricoche le sirven a modo de arpa para acompañar la tonada. El último tramo, que arranca con la irrupción de Sparadra en el café del pueblo cercano, es una batahola de golpes y destrucción que preludia La rue sans loi (1950), de Marcel Gibaud, en la que los personajes de Dubout se convierten en seres de carne y hueso. 

Anatole à la tour de Nesle (1947) 
Producción: Productions du Cygne (FR) 
Guión y Dirección: Albert Dubout. 
Animación: Bernard, Bouret, Evariste, Junca, Nivell. Música: Jacques Météhen. Animación. Personajes: Anatole, Fifille, Sparadra. 
11 min. Color (Agfacolor)

13 de enero de 2011

Beby y Arniches


Las peripecias de Baby (1915), Pedro Trilla 
El pollo Tejada (1915), José de Togores 

En un reciente repaso al cine silente español nos hemos tropezado con un par de títulos que reseñamos aquí para que figuren en nuestro inventario del cine circense, que es el suyo. 

Los Frediani, a la pantalla 
El primero es Las peripecias de Baby (1915), que son, en realidad, peripecias de nuestro viejo amigo Aristodemo Frediani “Beby”. A finales de 1914 la compañía de Willy Frediani estuvo una larga temporada con sus caballos, sus acróbatas y sus payasos, en la provincia de Barcelona y, en concreto, en el teatro Euterpe de Mataró. Así lo atestiguan varias gacetillas que dan cuenta de las representaciones. Aprovechando la estancia de la compañía en Mataró el director Pedro Trilla compone una breve película cómica a partir de un argumento de Josep Amich i Bert “Amichatis”, también conocido como “el Emperador del paralelo” por sus libretos para Josep Santpere.

No hemos encontrado ningún dato sobre el argumento de esta película breve, en la que a buen seguro se aprovechaban los muchos talentos cómicos de Beby, tiempo antes de que se fijaran en él como materia cinematografiable creadores tan ilustres como Robert Bresson o Jean-Pierre Melville. 

Una adaptación de Arniches 
El pollo Tejada (Mariano de Larra) es un tenorio sesentón que intenta seducir a la bella Loe (Lolita París), artista de circo casada con el forzudo. Cuando el marido les sorprende, Miguelito Tejada huye en globo hasta un país de las mil y una noches donde se ve rodeado por bellas huríes, según requerían las apoteosis del Teatro Apolo, escenario para el que escribieron esta viñeta cómico-lírica Arniches y García Álvarez. Para escapar a las iras del Sultán el pollo Tejada debe travestirse en lo que es todo un clásico del astracán, género que practicaban al alimón, Arniches y García Álvarez en la primera década del siglo XX. Olvídense ustedes de las sutilezas morales de las tragedias grotescas como “La señorita de Trevélez”, aquí lo que se trata es de conseguir una carcajada por minuto y parece que la obrita lo lograba con creces, motivo por el cual fue repuesta innumerables veces y no es raro que a la altura de 1915, diez años después de su estreno, fuera aún pieza codiciada para realizar una adaptación.

El pollo Tejada no se estrenó hasta abril de 1916 en el Teatro Poliorama de Barcelona. Federico Bassó adquirió la exclusiva de los derechos de distribución para España y Portugal de esta producción de la casa barcelonesa Segre Films. 

Las peripecias de Baby (1915) 
Producción: Amichatis (ES) 
Dirección: Pedro Trilla. Argumento: Amichatis. 
Intérpretes: la trouppe del circo de Willy Frediani. 

El pollo Tejada (1915) 
Producción: Segre Films (ES) 
Dirección: José de Togores. Basado en el sainete cómico-lírico homónimo de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez, con música de Valverde y Serrano (1906). 
Intérpretes: Mariano de Larra (El “pollo” Tejada), Lolita París (La bella Loe), Domingo Ceret (el Sultán), Lola Arquimbau, Juana Sanz.

10 de enero de 2011

Vicki Gaye, esta noche en el Golden Rooster


Party Girl
(Chicago, año 30, 1958), Nicholas Ray 

Esta noche pueden admirar en el Golden Rooster a Vicki Gaye. Ni siquiera a Vicki Gaye. Digamos... las piernas de Vicki Gaye. Ellas ocupan el centro del encuadre en buena parte de los números musicales de Party Girl. La película fue dirigida por Nicholas Ray antes de que el sistema de estudios norteamericano se desmoronara completo y él mismo emprendiera la ruta de Europa, ejerciendo de barman y de bebedor en aquel Madrid mítico que también fue el de Orson Welles y Ava Gardner.

Los contratos de Robert Taylor y Cyd Charisse en la Metro-Goldwyn-Mayer están a punto de expirar y hay que seguirles pagando sueldos millonarios. A Ray le ofrecen esta historia –que no vale demasiado, todo hay que decirlo– y piensa que es la ocasión para recrear en fabulosos TechniColor y CinemaScope el Chicago que conoció a finales de los años veinte. Gángsteres, guerras de bandas, tiroteos procedentes de Los violentos años veinte y El pequeño César y precedentes de los Padrinos coppoliano-puzzescos, un abogado que arrastra una renquera que es más moral que física, Tommy Farrell (Robert Taylor), y una flor del arroyo, Vicki Gaye (Cyd Charisse), que acude como “party girl”, a cambio de cien dólares, a las fiestas que organiza el “capo” Rico Angelo (Lee J. Cobb).

Lo que las coristas hagan luego es cosa suya. Una suerte de prostitución que supone un ingreso extra, porque Vicki trabaja en el Golden Rooster. En la revista titulada “Winter Follies” las chicas tienen que hacer poco más que contonearse por la pasarela con vestidos trasparentes.

Gracias a los contactos de Farrell, Vicki obtiene la categoría de estrella, con lo que ejecuta dos números musicales, que, por mucho que se empeñen los especialistas, son dos pegotes en la trama melodramática y en la intriga policial que sostienen la película. 

 “Dancing Doll”

 

 “The Beat”

 

Toda la paleta de la película estalla en estos rojos y dorados que son, precisamente, los colores dominantes en cada uno de los números. Como era habitual en el sistema de estudios, no fueron rodados por Ray sino por el coreógrafo Robert Sidney, que frecuentó tanto el cine como la televisión y los espectáculos de Las Vegas. Y precisamente a casino de Nevada, y no a garito de Illinois, es a lo que dejan regusto estas dos rendiciones de la señorita Charisse en las que, al ritmo de la música de André Previn, luce sus dotes dancísticas y sus esplendorosas piernas.

Party Girl (Chicago, año 30, 1958) Euterpe Productions para MGM (EEUU) 
Director: Nicholas Ray. 
Guión: George Wells, basado en una historia de Leo Katcher. Números musicales coreografiados por Robert Sidney. 
Intérpretes: Robert Taylor (Tommy' Farrell), Cyd Charisse (Vicki Gaye), Lee J. Cobb (Rico Angelo), John Ireland (Louie Canetto), Kent Smith (el fiscal Jeffrey Stewart), Corey Allen (Cookie La Motte), Claire Kelly (la mujer de Farrell). 
99 min. Color. Scope.

7 de enero de 2011

El hijo de Giuseppe Lorenzini y su muñeco Pepito


Cerca de la ciudad (1952), Luis Lucia 

Probablemente no se acuerden ustedes del genial ventrílocuo Giuseppe Lorenzini y su muñeco Pepito. A decir de su hijo –el del ventrílocuo, no el del muñeco– se presentaron con gran éxito en el Circo Price allá por los años veinte. Pero, claro, qué va a decir su hijo. Y como le contesta el prendero (Manuel de Juan) cuando pretende empeñar a Pepito: “Pasaron entonces tantos ventrílocuos por el Price...”.

Lorenzini no se llamaba Giuseppe, sino José. El hijo (Alfredo Marsillach) heredó nombre de pila y muñeco. No la profesión, pues el bendito ha dado en el seminario y sale de allí con toda su ilusión para ocupar plaza de coadjutor en una parroquia perdida entre chabolas, más allá de las madrileñas Ventas del Espíritu Santo... O sea, “cerca de la ciudad”.

Para llevar a cabo su labor evangelizadora en este barrio chabolista en el que falta hasta lo más elemental, el buen curita –uno de esos sacerdotes españoles que proliferaron a principios de la década de los cincuenta abogando por la hermandad social y remachando el nacional-catolicismo en un neorrealismo ambiental– sólo tiene la ayuda de la divina providencia, un sacristán aficionado a los toros (José Isbert), un doctor altruísta (el famoso actor radiofínco “Boliche”, de “Pototo y Boliche”)... y al muñeco Pepito. Gracias a Pepito los niños desharrapados a los que les falta un bocado que echarse a la boca y que están a un paso de la delincuencia, asisten a la catequesis más contentos que unas pascuas. Pero, ay, cuando falta el dinero, don José se ve obligado a dejar en prenda a Pepito a cambio de veintidós duros con los que dar de comer a los muchachos.

Hubo mucha sotana en el cine español de estos años. Preferimos las castizas de El padre pitillo (Juan de Orduña, 1955) a éstas del almibarado émulo del padre Ciuró, por más que la cámara de Lucia se acerque a algunos entornos cuya existencia no reconocía la política oficial. Si la cinta se clausura con la reconciliación social durante la Misa del Gallo, en Nochebuena, se abre en cambio con un prólogo autoconsciente bastante divertido en el que el equipo de la película oculta la cámara en un camión para intentar rodar desde este escondite “una película neorrealista”. Corto trayecto, que nos permite, al menos, conocer a otro cura ventrílocuo. 

En este enlace podrán apreciar todo esto que les estamos contando.

Cerca de la ciudad (1952) 
Producción: Goya P.C. / Exclusivas Floralva (ES) 
Director: Luis Lucia. Guión: José Luis Colina y Luis Lucia. 
Intérpretes: Adolfo Marsillach (don Jose), José Isbert (el sacristán), Manuel Bermúdez “Boliche” (el doctor), Margarita Robles (doña Casilda), Fernando Aguirre (el tabernero), Antonio Ozores (el cámara), Paco Camoiras (Benito Cobeña). 
90 min. Blanco y negro.

3 de enero de 2011

El ocio popular en la Barcelona de los primeros sesenta


El alegre Paralelo (1964), Enric Ripoll-Freixes y Josep Maria Ramon 

El alegre Paralelo es un capítulo rescatado del cine militante de los años sesenta. Obra casi clandestina, rodada em 16mm por el escritor cinematográfico y cineclubista Enric Ripoll-Freixes y el fotógrafo Josep Maria Ramon, que pretendían documentar la degradación del barrio, la amenaza de desaparición del mismo y de un modo particular de entender el entretenimiento, ha sido canibalizada una y otra vez e los últimos años en cuanta película se ha propuesto tratar temas tan variopintos como la especulación urbanística, las variedades o la prostitución. Mónica del Raval (Francesc Betriu, 2009), por ejemplo, se aprovecha del metraje de El alegre Paralelo.

La película arranca con una serie de fotos fijas que nos cuentan el pasado mítico del Paralelo barcelonés y su decadencia después de la Guerra Civil. La película de Ripoll-Freixes y Ramón se constituye así en un documento que pretende levantar acta notarial de un modo de vida popular que se extingue.

Para ello se fija en un fin de semana y la actividad que se desarrolla en torno a los centros de ocio. Muchos novios prefieren pasear por aquí –advierte la locución– que “permanecer en sus casas miserables, oscuras y malolientes”. Los solares y las escombreras donde juegan los niños son testimonio del cambio urbano.

 

Una cámara oculta registra la actividad en las casas de citas de la Calle de las Tapias, dedicada a la prostitución. Durante unos minutos el protagonismo pivota hacia los tipos equívocos, chulos y prostitutas, clientes lisiados… Hay humor también, como cuando el montaje yuxtapone el anuncio de dos esbeltas artistas, llamadas Les Allysons, de espaldas, con el de dos robustas mujeres de luto que miran el cartel y se alejan. Pero, sobre todo, el documental nos muestra gente, tipos humanos, que constituyen el alma del barrio. Gentes que acuden en fin de semana a los cines que proyectan El niño de las monjas (1958), de Iquino, o Bésalas por mí (Kiss Them for Me, 1957), de Donen, y matrimonios que prefieren los grandes espectáculos de Colsada como “Espérame en la luna” o “Culpable, ¿sí o no?”. Los veteranos Julio Galindo y Teresita Riera figuran como primeras estrellas de un grandioso programa de variedades a “precios normales”.

Una vez más podemos visitar la bodega y las atracciones Apolo, el teatro del mismo nombre y echar un vistazo a la sicalipsis del espectáculo del inevitable Molino, con sus bailes más zafios que sugerentes, el humor de Escamillo y la belleza canalla y lenguaraz de la vedette de turno.

Comienza una nueva semana. Abren los comercios. Llegan los basureros. Es el fin del Paralelo que deja paso a la nueva ciudad.

El alegre Paralelo (1964) 
Producción, Guión y Dirección: Enric Ripoll-Freixes y Josep Maria Ramon.
Documental. 32 min. Blanco y negro.

1 de enero de 2011

Confidencias de un prestidigitador


Una interesante edición en español de las memorias de Robert-Houdin a cargo de la Editorial Frakson, una editorial dedicada principalmente a la magia, que con este volumen iniciaba la Colección "La Biblioteca Encantada de Juan Tamariz".

«Confidencias de un prestidigitador», nos permite conocer, de primera mano –por lo que hay que mantener cierta distancia–, las aventuras y desventuras de un gran mago, cuyo nombre ha sido sinónimo de magia más allá del siglo
XIX , y más allá de Houdini, quien después de apropiarse de su nombre, se empeñó en desprestigiarle como mago publicando, en 1908,
«The Unmasking of Robert-Houdin», donde trataba de demostrar que la mayoría de los juegos que Robert-Houdin se adjudicaba no habían sido inventados por el mago.

ROBERT-HOUDIN, Jean Eugène:

Confidencias de un prestidigitador

Editorial Frakson, Madrid, 1990

ISBN: 84-86861-12-8

Historia de la Magia



RIDELL, Wendy y George Gilbert:
El gran libro de la magia
Mundo Actual de Ediciones, S.A. Barcelona, 1978
ISBN: 84-7454-030-5

El libro contiene dos partes que se reparten equitativamente, una dedicada a la historia de la magia y otra dedicada a la explicación de numerosos, nada menos que 150, juegos o efectos mágicos "desconcertantes" para iniciarse en este arte. Los capítulos que nos interesan hablan de la Magia Negra y la Magia Blanca, los primeros magos y los grandes maestros. Algunos de los nombres que nos interesan son Vaucanson, Von Kempelen, Robert-Houdin, John Nevil Maskelyne, David Devant y otros muchos que han acompañado a Méliès en su viaje. Otros muchos irán apareciendo entre nuestras películas dedicadas a la magia: Un conejo en la chistera.

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El Mundo Mágico de Tamariz. La increíble historia de la magia.
Ediciones del Prado, Madrid, 1991
ISBN: 84-7838-140-6

Se trata de la parte dedicada a la historia de la magia de la Enciclopedia mágica de Juan Tamariz publicada por fascículos en el año 1991. La magia desde sus remotos orígenes hasta nuestros días con perfiles de los magos que más han aportado al desarrollo de este arte, numerosas ilustraciones y anécdotas mágicas. Además del propio Tamariz, han colaborado en la elaboración de esta obra Ramón Mayrata y Ramón Riobóo.