29 de marzo de 2013

Diversión en una lavandería china


Der Blaue Engel (El ángel azul, 1930), Josef von Sternberg

Diversión en una lavandería china es el título que Josef von Sternberg puso a sus memorias. Luego, cuando los responsables de la revista “Film Ideal” decidieron traducirlas y publicarlas en 1958, le colocaron el mucho más prosaico –y baziniano- de “Cine y Realidad”. Las páginas 146 a 163 de esta edición están dedicadas a relatar casi en exclusiva su conflictiva relación con Emil Jannings. El primer actor del teatro alemán y estrella del cine silente va a debutar en el cine sonoro. El productor Erich Pommer decide traerse al vienés de nacimiento pero norteamericano de adopción Sternberg a los estudios alemanes de la Ufa para que ruede Der Blaue Engel / The Blue Angel en doble versión alemana e inglesa.


La novela de Heinrich Mann en que se basa la cinta, “Professor Unrat”, tiene, a decir del propio Sternberg, poquísima relación con lo que se ve en pantalla. El planteamiento inicial sería similar –un honorable profesor termina casado con una cantante de vida dudosa que le engaña– pero el desarrollo lleva, en la novela, al profesor a entrar en el mundo de la política y convertirse en un jugador que utiliza a su mujer para sus trapicheos. Finalmente, ambos terminan en manos de la policía.


Además de actualizar la acción, situándola en un cabaret conocido como El Ángel Azul, y de rebautizar a la cantante como Lola-Lola, Sternberg idea una segunda parte en la que el profesor debe tomar el puesto del payaso (Reynhold Bernt). Después de perder su trabajo y descender todos los peldaños de la escala de la humillación –vender las postales de Lola-Lola desnuda y asumir el puesto del payaso…– el mago Keipert (Kurt Gerron) ejecuta la puntilla: van a volver al Ángel Azul, el cabaret al que el profesor Rath juró no regresar jamás.


Da igual. Vuelve prendido de las piernas de Lola-Lola y Keipert lo utiliza como asistente. Coloca la chistera en la cabeza del augusto bajo la cual hará aparecer una paloma viva. Luego, mientras un cliente seduce a su mujer tras el escenario y el mago se dedica a estamparle huevos en la cabeza, el profesor Rath lanza enloquecido el canto del gallo e intenta asesinarla.


Marlene Dietrich interpreta varias canciones de Friedrich Hollaender en los reducidos escenarios de los cabarets. Aquí aparece ya toda la iconografía que asociamos al cabaret berlinés: la cantante sentada en una silla a horcajadas, las jamonas bebiendo cerveza mientras hacen los coros con desgana, el público aullador deseoso de emociones fuertes y pronto al chascarrillo en cuanto el espectáculo no es de su gusto.


“Ich bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt” fue el gran éxito musical de la película, sobre todo en su versión inglesa “Falling in Love Again”.


Del reparto
El lanzamiento de Marlene Dietrich como estrella internacional y su tempestuosa relación con Sternberg han sepultado un tanto al resto del reparto, excepción hecha de Jannings. Éste siguió trabajando durante el nazismo y fue depurado por los aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial, de modo que durante los últimos cinco años de su vida no pudo volver al cine.


Marlene Dietrich realiza unas pruebas de fotografía que a Sternberg le parecen satisfactorias y al finalizar el rodaje se embarcará hacia Estados Unidos con él. Ella, Hans Albers y Rosa Valetti, que interpreta a la mujer del mago Kiepert, se incorporan al rodaje del elenco de la revista Zwei Krawatten.


Rosa Valetti había fundado en 1920 Café Grössenwahn, uno de los focos más importantes del cabaret político y literario. La recesión económica le obligó a cerrar pero pronto retomó su actividad como empresaria del Rampe. En 1928 interpretó a la señora Peachum en el montaje original de La ópera de tres centavos. En 1933 tuvo que exiliarse. Trabajó entonces en Praga y Palestina y Viena. En esta última ciudad falleció en 1937.


Kurt Gerron, que interpreta al mago y al que hemos visto en la carpa como comisario en Einbrecher (Ha salido un ladrón, 1930), también intervino en el estreno de la obra de Brecht y Weill. Con la llegada del partido Nacional Socialista al poder, tuvo que poner tierra por medio. En 1944 fue obligado a dirigir una película sobre el gueto judío de Theresienstadt, en el que estaba internado. Según terminó su cometido fue enviado a Auschwitz y gaseado.


Huszar-Puffy, el propietario de “El Ángel Azul” intentó escapar de la Unión Soviética durante la invasión alemana, fue deportado a Siberia y murió de hambre en un campo de concentración en Kazajstán.


De la vida y milagros de Hans Albers ya les contamos con ocasión de la proyección en la carpa de Grosse Freiheit Nr. 7 (1944).

De versiones y refritos
Sternberg rodó dos versiones de la película, según era costumbre en aquellos años en los que aún no se había perfeccionado el doblaje. Las diferencias entre ambas no son sustanciales pero afectan al ritmo de las interpretaciones.


La película fue revisada en color por la 20th Century Fox en 1959. The Blue Angel debería de haber sido un vehículo para Marilyn Monroe, la estrella del estudio, con Spencer Tracy como profesor Unrat, pero finalmente los papeles principales recayeron en Curd Jürgens y la sueca May Britt. Tanto la crítica como el público consideraron la película prescindible. Hasta el director, Edward Dmytryk escribe en su autobiografía: “Fue una película de la que ninguno tenemos que avergonzarnos, pero la regla de oro sigue diciendo: “nunca rehagas un clásico, ni siquiera uno menor”.



Der Blaue Engel (El ángel azul, 1930)
Producción: Ufa (AL)
Director: Josef von Sternberg.
Guión: Carl Zuckmayer, Karl Vollmöller y Robert Liebmann. basado en la novela “Professor Unrat” de Heinrich Mann.
Intérpretes: Emil Jannings (el profesor Immanuel Rath), Marlene Dietrich (Lola-Lola), Kurt Gerron (Kiepert, el mago), Rosa Valetti (Guste, la mujer del mago), Hans Albers (Mazeppa, el forzudo), Reinhold Bernt (el payaso), Karl Huszar-Puffy (el propietario de El Ángel Azul), Eduard von Winterstein (el director del colegio), Rolf Müller (Angst), Roland Varno (Lohmann), Carl Balhaus (Ertzum), Robert Klein-Lörk (Goldstaub), Hans Roth, Wilhelm Diegelmann, Gerhard Bienert y los Weintraub Syncopators.
124 min. (la version alemana). Blanco y negro.

26 de marzo de 2013

Los indignados de la calle Melchior


Die freudlose Gasse (Bajo la máscara del placer, 1925), Georg W. Pabst

¡Crisis económica! ¡Desigualdad social! ¡Indignación popular! ¿La España de hoy? No, la Viena de Die freudlose Gasse es un retablo de la miseria económica y moral de la Europa de entreguerras. Pabst no da cuartel: desde la mujer que se entrega al carnicero (Werner Kraus) por un solomillo a los usureros que hacen su agosto en el mercado negro. Las historias de corrupción y miseria se entrelazan. No cabe duda de que la riqueza de quienes pasan la noche en los restaurantes, bailando, bebiendo y haciendo negocios, se construye sobre la explotación de los más.


Hay un escenario privilegiado en el que se focaliza esta situación: el local que regenta con Frau Greifer (Valeska Gert), donde se representan tableaux vivants para un público de caballeros selectos. En realidad se trata de un burdel donde las jóvenes sin otra salida se ven obligadas a prostituirse. Tal ocurre con Greta (Greta Garbo), que vive en la miseria con su hermana y su padre (Jaro Fürth), un funcionario arruinado en una incierta inversión bursátil.


Una segunda trama de igual relevancia atañe al intento de redención de Maria Lechner (Asta Nielsen) que culmina con un crimen y la consiguiente investigación policial.


Greta pierde el trabajo por no acceder a los deseos de su jefe y aloja en su casa a un teniente de la Cruz Roja (Einar Hanson), con cuyo alquiler debería sobrevivir la familia. Pero, acuciado por las deudas, el padre gasta el dinero y Greta acude a su vecina Frau Merkel (Edna Markstein), que la lleva al local de Frau Greifer.


Mientras los habitantes de la calle Melchior, “la calle sin alegría”, dejan que el odio y la indignación exploten a la puerta del local, en el interior se produce la gran escena melodramática: el joven teniente descubre a la joven que ama con un sucinto vestido que deja al descubierto su cuerpo y el sentido de su presencia allí. Al contrario que la Lulú de DieBüchse der Pandora (La caja de Pandora, Georg Wilhelm Pabst, 1929), Greta no se vale del deseo que despierta en los hombres para triunfar. Su desnudez no resulta sensual sino que trasluce un profundo patetismo. Sin embargo, Pabst sigue sabiendo retratar como nadie todas las formas del deseo la lubricidad y la lascivia.


Si el estrellato de la película se reparte entre la veterana Asta Nielsen y la emergente Greta Garbo, si la leyenda quiere que Marlene Dietrich interviniera en un invisible papel de comparsa, nosotros les proponemos que se fijen en las dos interpretaciones menos verosímiles de este nuevo paradigma del realismo que quería ser la película, pero que, precisamente, encarnan la posición en la que Pabst nos coloca como espectadores.


La primera es la de Werner Kraus (el mismísimo doctor Caligari) como carnicero. Un tipo siniestro donde los haya, propietario de un mastín aterrador y cuya mirada desnuda a las clientas que guardan cola toda la noche para poder comprar un trozo de carne congelada. Un  ventanuco a ras de calle le permite seleccionar a sus presas. Luego, el trueque: carne por carne.


La segunda es la de Valeska Gert, al frente de prostíbulo. Interpretación expresionista y proto-punk que remite al mundo del kabarett al que esta judía alemana dedicó la mayor parte de su vida trashumante. Habitual del Schall und Rauch, cuando se vio obligada a emigrar por la llegada al poder del partido Nacional Socialista, abrió en Nueva York el Beggars Bar y, más adelante, en Princetown, el Valeska’s, donde el arte, la música y la sátira seguían reinando.


En Die freudlose Gasse Valeska Gert se enreda como una serpiente alrededor de Greta, sube las escaleras a cuatro patas y se animaliza hasta convertirse en pura encarnación de la obscenidad. Sublime gesto el que realiza al presentar un cuadro viviente con unas cuantas chicas disfrazadas de angelitos: sus dedos dibujan un monóculo invitando al público burgués a mirar –o sea, disfrutar- del espectáculo que va a comenzar.


Die freudlose Gasse (Bajo la máscara del placer / La calle sin  alegría, 1925)
Producción: Sofar-Film-Produktion (AL)
Director: Georg Wilhelm Pabst.
Guión: Willy Haas, de la novela de Hugo Bettauer.
Intérpretes: Asta Nielsen (Maria Lechner), Greta Garbo (Greta Rumfort), Agnes Esterhazy (Regina Rosenow), Werner Kraus (el carnicero), Karl Etlinger (Max Rosenow), Henry Stuart (Egon Stirner), Einar Hanson (teniente Davis), Gregori Chmara (Kellner), Ilka Grüning (Frau Rosenow), Jaro Fürth (Hofrat Rumfort), Valeska Gert (Frau Greifer).
151 min. (la versión restaurada). Blanco y negro + Virados.

23 de marzo de 2013

Del constructivismo a la sinfonía urbana


Berlin: Die Sinfonie der Grosstad (Berlín, sinfonía de una ciudad, 1927), Walter Ruttmann

“Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto…”

Dedicado a don angeluco


Nos recordaba hace un par de meses el fidelísimo don angeluco que no habíamos dedicado aún una entrada a Berlin: Die Sinfonie der Grosstad cuando Berlín fue, en aquellos años de la República de Weimar, sede de toda clase de “ismos”, incluidos el jazzbandismo, el kabarettismo y otros asunto que aquí interesan sobremanera. Aducíamos como excusa ante nuestro demandante el propósito, cien veces demorado, de ofrecer una visión más amplia del asunto. En los próximos días saldaremos esta deuda.


Berlin: Die Sinfonie der Grosstad es pieza clave de un género que fue cultivado con tenacidad en los últimos años del cine silente. La idea, tan sencilla como resultona, es que la ciudad tiene sus propios ritmos ocultos y que el ojo perspicaz de la cámara y el montaje pueden hacerlos visibles.


No quedó ciudad sin sus 24 horas cinematografiadas: París en Rien que les heures (Alberto Cavalcanti, 1926) y en Etudes sur Paris (André Sauvage, 1928) —de la que hablamos en esta entrada—, Praga en Praha v zári svetel ( Svatopluk Innemann, 1928), Niza en A propos de Nice (Jean Vigo, 1930), Moscú en Chelovek s kino-apparatom (El hombre de la cámara, Dziga Vertov, 1929), Lisboa en Lisboa, crónica anedótica (Leitão de Barros, 1930) y Oporto en Douro, faina fluvial (Manoel de Oliveitra, 1931), Nueva York en A Bronx Morning (Jay Leyda, 1931), Sao Paulo en São Paulo, sinfonia da metrópole (Adalberto Kemeny y Rudolf Rex Lustig, 1929) e, incluso, la ciudad condal en la tardía Barcelona, ritmo de un día (Antonio Román, 1940). De muchas de ellas se habla en la interesante página del Doctor Ojiplático.


Los resultados son variopintos: del experimento formal a la pieza de vanguardia. En la estela de la película de Cavalcanti, Berlin: Die Sinfonie der Grosstad alterna escenas orquestadas para la cámara con la observación pura de la realidad, organizando las secuencias mediante el ejercicio del montaje “a la soviética”. De este modo, el vértigo que siente una suicida antes de lanzarse desde un puente se logra alternando los primeros planos del rostro de la mujer con el violento descenso por la montaña rusa de un parque de atracciones.


Trenes, madrugadores, tráfico, escaparates, transeúntes, paraguas bajo la lluvia… Todo va encontrando acomodo en el transcurso del día berlinés gracias a estas operaciones de yuxtaposición que conjugan juegos y analogías visuales, abstracción pura (las vías del tren), maquinismo futurista y algunos instantes de quietud.


El quinto acto, el último, está dedicado a la noche. O sea, a los teatros de revista, los salones de baile y otros locales de diversión. Aquí es donde podemos ver fugazmente algunos números de variedades –malabaristas, acróbatas en bicicleta, trapecistas cómicos…- que se dan la mano con los concursos de resistencia dancística, el frenesí del jazz, la apoteosis del charlestón y los anuncios luminosos.


La reputación de Berlin: Die Sinfonie der Grosstad sigue incólume después de casi cien años, no sólo como testimonio de una época, sino como expresión depurada y cabal de lo que el cine silente era capaz de ofrecer sin recurrir a elementos ajenos.


Berlin: Die Sinfonie der Grosstad (Berlín, sinfonía de una ciudad, 1927)
Producción: Deutsche Vereins-Film (AL)
Director: Walter Ruttmann.
Guión: Walter Ruttmann y Karl Freund, a partir de una idea de Carl Mayer.
Documental.
74 min. (version restaurada). Blanco y negro.

21 de marzo de 2013

La caída de Buster Keaton


The Fall of Buster Keaton es uno de los libros más completos sobre el periodo sonoro de Buster Keaton. A pesar de centrarse en su producción en Metro-Goldwyn-Mayer y sus cortos para Educational Pictures y Columbia, como reza el subtítulo, también abarca el resto de su producción sonora.

Lo único que podemos reprocharle es cierta falta de profundidad en su tratamiento y el hecho de que ignore o pase muy por encima de las películas no anglosajonas,incluidas las versiones hispanas. Pero eso tiene fácil solución si husmean ustedes un poco en nuestro dossier “¡Keaton habla!”.

En cualquier caso, es un excelente modo de acercarse a esta etapa de la carrera de Buster Keaton y, además, pueden ustedes echarle un ojo gratuitamente aquí: http://books.google.es/books?id=_ELk9327M68C

NEIBAUR, James L.:
The Fall of Buster Keaton: His Films for M
The Scarecrow Press, 2010
ISBN-13: 978-0810876828

12 de marzo de 2013

Keaton en España


A Funny Thing Happened On The Way To The Forum (Golfus de Roma, 1966), Richard Lester

El público español conoció Golfus de Roma como espectáculo musical antes de que Madrid se convirtiera en el off-off-Broadway.


La obra se estrenó en el Teatro Maravillas en marzo de 1964 con escenografía y figurines de Antonio Mingote e interpretaciones de José Sazatornil “Saza”, Erasmo Pascual, Venancio Muro, Carmen Martínez Sierra, Luis Sánchez Polack “Tip” y José Luis Coll, que además firmaba la versión castellana junto a Manuel Ruiz Castillo.


En la versión cinematográfica de Richard Lester, Buster Keaton es un personaje llamado Erronius, que lleva veinte años buscando a sus dos hijos desaparecidos. Como Pseudolus (Zero Mostel) no quiere que regrese a casa porque tiene allí escondido a Marcus Lycus (Phil Silvers), se hace pasar por adivino y ordena a Erronius que, si quiere que el espíritu del mal abandone su casa, rodee siete veces las siete colinas de Roma.


De este modo, Erronius irá apareciendo en medio de las situaciones más insólitas —una carrera de cuadrigas en plena Casa de Campo madrileña, por ejemplo— con una cara de perplejidad que desdice la inexpresividad de Keaton.


El personaje tiene un papel fundamental en la anagnórisis aristotélica, el momento culminante del relato en el que los personajes descubren su verdadera identidad. La anagnórisis es crucial en la tragedia, pero Menandro la incorporó a la comedia y desde entonces no hay parodia que no multiplique estos hallazgos ad infinitum. El A Funny Thing… el desvelamiento se produce gracias a una sortija con una bandada de gansos volando.


Cuando un astuto esclavo, mentiroso, perezoso, ocurrente y tramposo descubre que el hijo de su amo está enamorado de una joven virgen, le ofrece su ayuda para conquistarla si a cambio le concede la libertad. Pero los amoríos se ven obstaculizados por asombrosas sorpresas, ingeniosos disfraces y una alocada carrera de cuádrigas.


A Funny Thing Happened On The Way To The Forum (Golfus de Roma, 1966)
Producción: United Artists / Melvin Frank Production (EEUU)
Director: Richard Lester.
Guión: Melvin Frank, Michael Pertwee, del musical de Burt Shevelove, Larry Gelbart y Stephen Sondheim, inspirado en Plauto.
Intérpretes: Zero Mostel, Phil Silvers, Michael Crawford, Jack Gilford, Annette Andre, Michael Hordern, Leon Greene, Roy Kinnear, Alfie Bass, John Bluthal, Pamela Brown, Patricia Jessel, Beatrix Lehmann, Frank Thornton, Peter Butterworth, Ingrid Pitt, Buster Keaton.
99 min. Color.

9 de marzo de 2013

Keaton en Canadá


The Railrodder (1965), Gerald Potterton

Keaton estuvo en Canadá en 1962 rodando un vehículo estelar para el ídolo del rock blanco Dion DiMucci, el líder de Dion and the Belmonts. En papeles secundarios, además de Keaton, otros dos comediantes veteranos: Bert Lahr —el león cobarde de El mago de Oz— y Eddie Foy Jr. —hijo del actor de vaudeville homónimo—. La cinta llevaba el título de una de las canciones, “Ten Girls Ago”, pero los problemas técnicos se sumaron a los financieros y nunca llegó a las pantallas.



La siguiente incursión de Buster Keaton en el país vecino no sería mucho más rentable pero seguro que fue más satisfactoria. Se trataba de un corto producido por el National Filmboard of Canada, destinado a mostrar el desarrollo y las bellezas del país. Gerald Potterton, el encargado de llevar adelante el proyecto tiene a sus espaldas una breve pero prestigiosa carrera como director de cine de animación. Su primera intención es realizar un collage a partir de la vieja efigie de Keaton y articular los gags animados sobre los diferentes escenarios a mostrar. Pero entonces se entera de que el cómico sigue vivo y estaría interesado en colaborar en el proyecto. Potterton le propone recorrer Canadá de este a oeste en una pequeña máquina de reparación ferroviaria. ¿Qué mejor piloto que El maquinista de la General?


Potterton sólo dispone de una escaleta de lugares y algunos gags, incluidos el inicio y el fin, y está abierto a la colaboración del veterano. Keaton ve el cielo abierto: por fin va a poder a volver a los viejos tiempos, a la inspiración del momento, a la época previa a que los dialoguistas de Broadway se dedicaran a crear chascarrillos dialogados que Buster siempre aborreció.


La operación no está exenta de riesgos —incluso físicos— y en algún momento el enfrentamiento creativo crea cierta tensión en el rodaje, como se puede ver en el “proto making of” Buster Keaton Rides Again (1965), un documental de casi una hora dirigido por John Spotton.


A pesar de ello el díptico es una auténtica delicia y los gestores del National Filmboard of Canada [http://www.nfb.ca/tienen el buen gusto de ofrecerlos gratuitamente junto con otras joyas de la animación y el documental. Pasen y vean:



The Railrodder (1965)
Producción: National Film Board of Canada (CAN)
Director: Gerald Potterton.
Guión: Gerald Potterton Y Buster Keaton.
Intérprete: Buster Keaton.
25 min. Color.

Buster Keaton rides again (1965)
Producción: National Film Board of Canada (CAN)
Director: John Spotton.
Guión: Donald Brittain.
Intérpretes: Buster Keaton, Eleanor Keaton y Gerald Potterton
55 min. Blanco y negro / Color