The Gold Ghost (1934), Charles Lamont
Ditto (1937), Charles Lamont
En 1934, después de su
periplo europeo, Keaton firma un contrato con Educational Pictures, una productora
dedicada, a pesar de su nombre, a la facturación de comedias de dos rollos a
bajo coste. La compañía, fundada por Earle W. Hammons había conocido su edad de
oro en la década de los veinte, cuando tenía bajo contrato a dos cómicos
cotizados como Lupino Lane y Lloyd Hamilton. A principios del sonoro Harry
Langdon y Andy Clyde, fichan por Columbia, así que Keaton es contratado para
cubrir el hueco como nombre de reclamo.
El acuerdo prevé la
realización de seis cortometrajes al año a razón de cinco mil dólares por
título. El presupuesto total por película es de veinte mil, por lo que no queda
mucho más dinero para nada. Rodajes en cuatro o cinco días, dependiendo de los
decorados disponibles, una única toma para cada plano y repartos familiares. En
la dirección es frecuente encontrarse con Charles Lamont, un veterano del vodevil,
viejo amigo de Keaton.
En su ciclo Educational
Keaton pasa por una gran variedad de oficios y registros. Es empleado de una
gasolinera en el desierto, hillbilly,
una especie de boy-scout, repartidor de hielo, científico loco… y trabaja sobre
guiones propios y ajenos, con viejos conocidos —incluida su familia— y con
jóvenes talentos. Algunas historias le ofrecen mayor libertad para desarrollar
su propio tempo y otras le obligan a
seguir las pautas de la comedia bufa, aprovechando simplemente su habilidad
como bayeta humana. Nada por lo que no haya pasado en su periodo de decadencia
en la M-G-M.
La quimera del oro
El primer asalto resulta,
a nuestro modesto parecer, uno de los más afortunados. The Gold Ghost (1934), dirigido por Charles Lamont, presenta a
Keaton una vez más como un joven adinerado que, rechazado por su amada,
terminará metiéndose en mil líos para lograr su mano y, sobre todo, su respeto.
La película funciona a
pleno rendimiento durante los primeros diez minutos. Keaton demuestra que sigue
estando en plena forma y que lo peor que le puede pasar es encontrarse con
interferencias creativas. Solo, en un decorado de poblado fantasma del Oeste,
es capaz de idear mil y una situaciones divertidas, ágiles y plenas de
inventiva.
Aunque se suele mencionar
la modestísima pelea en el saloon, en la que Elmer derriba a sus enemigos como
si fueran bolos utilizando barrilitos a modo de bolas, hay un momento que nos
ha parecido excepcionalmente emotivo. A la invocación del sonido de una vieja
tonada en la pianola, en el abandonado saloon aparece el fantasma de una
corista. Es una modesta sobreimpresión pero esta breve historia de amor soñado,
de triunfo sobre los bandidos imaginados, nos ha transportado sin necesidad de
ningún aspaviento a un mundo romántico y poético, en el que Keaton, reacio
siempre al sentimentalismo, se puede mostrar lírico sin renunciar a sí mismo.
El mundo futuro
Casi al final del ciclo Educational se
sitúa Ditto (1937), una comedia de
enredo en la que se juega la carta de dos gemelas que viven en chalets
pareados. Keaton es un repartidor de hielo que tiene una cita amorosa con una
de ellas y se equivoca de casa. Hace todo lo posible por salvar a la chica de
un malvado seductor que no es otro que su marido.
El enredo no da más de sí.
Si nos detenemos en ella es por sus apuntes de humor excéntrico que, a ratos,
rozan lo surreal. El ama de casa que quiere comprar hielo se quema con el horno
y le pide al repartidor que le ponga mantequilla en la quemadura. La sensación
de alivio deriva en una suerte de éxtasis erótico compartido cuando Keaton
sigue untando brazo arriba. Interpretada sin ambigüedades, lo extravagante de la
situación debió prevenir a los censores y al estudio de intervenir, no fuera a
ser que los tomaran por mentes calenturientas.
Al final, dispuesto a
poner tierra por medio, Keaton se despide del caballo del carro de reparto.
Asegura que es el único amigo que ha tenido, que cada uno debe seguir su camino
y que le encantaría ser un caballo para no tener que padecer las burlas de
ninguna mujer frívola, en un monólogo que no habría desdeñado Miguel Mihura.
El repartidor de hielo se
marcha al Canadá donde pasa quince años como un ermitaño. El mundo ha cambiado.
La barba le llega a la cintura y sobre su cabaña vuelan avionetas con
caravanas, que a lo que se ve es el medio de transporte vacacional del futuro.
Un día conoce a una muchacha que hace revivir en su pecho la vieja llama. Acude
a verla al campamento para encontrarse con que no es que tenga una hermana
gemela sino cinco.
The Gold Ghost (1934)
Producción: Educational Pictures (EEUU)
Director:
Charles Lamont.
Guión:
Ernest Pagano y Charles Lamont, de un argumento de Ewart Adamson y Nicholas T.
Barrows.
Intérpretes:
Buster Keaton (Wally), Dorothy Dix (Gloria), Warren Hymer (Bugs Kelly), William
Worthington (el padre de Gloria), Lloyd Ingraham (el padre de Wally).
18 min.
Blanco y negro.
Ditto (1937)
Producción:
Educational Pictures (EEUU)
Director:
Charles Lamont.
Guión: Paul
Girard Smith.
Intérpretes:
Buster Keaton (“el hombre olvidado”), Gloria Brewster y Barbara Brewster (las
hermanas gemelas), Harold Goodwin (Hank), Lynton Brent (Bill), Al Thompson.
18 min.
Blanco y negro.