29 de octubre de 2008

El cadáver del augusto Marius

La muerte viaja demasiado / Umorismo in nero (1965), José María Forqué 

En 1935, en el Circo Estrella, fue asesinado el augusto Marius. Se lo cargó su señora que, al parecer, era un poco celosilla. Han pasado treinta años y Marius vuelve a aparecer asesinado. Y no una… sino tres veces.



El pobre diablo que tiene que hacerse cargo del cadáver es Jacinto Villajos (José Luis López Vázquez), contratado como asistente de la bella tiradora de ballesta Miss Wilma (Emma Penella). Y es que ante las armas de seducción de Miss Wilma, Jacinto es un auténtico pastelillo. Soporta estoicamente la manzana sobre su cabeza para el número de Guillermo Tell, a pesar de que su antecesor en el puesto lleva un aparatoso cabestrillo. Pero cuando ella le dice: “Tiene usted el temple de un Corona, de un Kurt... Triunfará en el circo”, Jacinto no se lo piensa dos veces y acepta la oferta de cuarenta duros por servir de blanco humano. Pero cada vez que intenta meterse entre los brazos más mórbidos que musculazos de Miss Wilma… ¡Zas! Allí está el cadáver del augusto Marius. Y, claro, eso la baja la libido a cualquiera.


El episodio que dirige Forqué de los tres de que consta
La muerte viaja demasiado es un juego de cajas chinas, un divertimento en el que el propio director no se plantea la construcción policiaca –que la hay- con demasiado rigor. Ya comentamos en su día el regreso de Forqué a la carpa en Una pareja... distinta con mejores resultados. El problema de este episodio -que se deja ver, sobre todo, por su estupendo reparto- es de desequilibrio entre lo policiaco y lo cómico. La persecución final tiene lugar durante la actuación del mago chino Chin-Wu (Agustín González) y su coqueta ayudante Lolita (Alicia Hermida). “¡Un misterio por minuto!”, repite una y otra vez la maestra de ceremonias, mientras madame Wu se empeña en no desaparecer cuando debe y en regresar en los momentos más inoportunos. Chin-Wu tiene montados dos pabelloncitos orientales para ejecutar su número, pero en ellos se materializan perseguidores y perseguidos, como en una película de dibujos animados. Finalmente, los culpables caerán en la red desde un baúl atravesado por sables suspendido en lo alto de la carpa.


Como ya dijimos al hablar de la carrera cinematográfica de Daja-Tarto, éste es uno de los títulos en los que interviene el faquir conquense. No dice una palabra, pero Forqué aprovecha para situarlo siempre en segundo término, lanzando una mirada no sabemos si escrutadora o amenazante. La mitad del suspense que pueda tener el episodio procede de sus constantes intromisiones. Cuando no se le requiere para ello, Daja-Tarto abre una escalera de mano, se sube en ella y, ayudándose con un martillo, se enjareta una afilada daga por una de las fosas nasales. Iba a escribir que “sin despeinarse” pero como nunca se quita el turbante, no hay ocasión de comprobarlo.


Entre el resto de la compañía circense tenemos ocasión de ver fugazmente a Rafaela Aparicio como mujer barbuda, con un churumbel en brazos, y a “la escultural miss Golinda” (Madame Parlow). En su “número de destreza y habilidad” intervienen sus perros caballistas y el “simpático pony Madagascar”.
Sr. Feliú


La muerte viaja demasiado / Umorismo in nero (1965). 
Episodio: Miss Wilma / La mandrilla 
Productora: Época Fims (ES) 
Director: José María Forqué. 
Guión de Forqué, Marcello Fondato y Vicente Coello basado en una idea de ellos mismos y de Jaime de Armiñán. 
Fotografía: Juan Mariné. 
Música: Adolfo Waitzman. 
Intérpretes: Emma Penella (Miss Wilma), José Luis López Vázquez (Jacinto Villajos), Leo Anchóriz (Gayton), Daja-Tarto (él mismo), Madame Parlow (miss Golinda), Goyo Lebrero (Adrián), Agustín González (Chin-Wu), Alicia Hermida (Lolita), Tip (adeministrador), Rafaela Aparicio (la mujer barbuda), José Orjas (un pescador).

24 de octubre de 2008

Noventa y dos centímetros



Vita da cani (1950), Mario Monicelli y Steno

No es difícil imaginar que muchos de los sucesos que le ocurren a la compañía de Nino Martoni en Vita da cani (1950) provienen de experiencias vividas en carne propia por su protagonista, Aldo Fabrizi. No así el esquema argumental que entrelaza con tintes melodramáticos la historia de tres muchachas. Tamara Lees interpreta a la milanesa Franca, que huyendo de la fábrica ve en la revista una posibilidad de casarse con un millonario, lo que la empujará a un dramático final. A su llegada a Roma Franca coincide en una pensión de cómicos con Vera (Delia Scala). Ambas comparten habitación: “Ochocientas liras por noche y no se admiten hombres”. En el tren a Civita Pravese se cuela Margherita (Gina Lollobrigida) huyendo del revisor. Nino Martoni (Aldo Fabrizi) la acogerá en el grupo y terminará convirtiéndola en estrella… y dejándola volar a pesar de estar enamorado de ella. Para entonces Margherita ya ha triunfado en el Cinema Teatro Cristallo de Milán con el nombre de Rita Buton. Cuando le preguntan cómo se las arreglará la compañía sin la Buton, Martoni replica: —Yo no necesito estrellas, yo las fabrico. La nueva tiene noventa y dos centímetros. —¿Una enana? —No, no. Noventa y dos centímetros de piernas.

Sr. Feliú



Vita da cani
(Vida de perros, 1950)
Productora: Carlo Ponti Cinematografica (IT)
Dirección: Mario Monicelli y StenoGuión: Aldo Fabrizi, Steno, Mario Monicelli, Sergio Amidei, Ruggero Maccari, Nino Novarese y Fulvio Palmieri.
Intérpretes: Aldo Fabrizi (Nino Martoni), Gina Lollobrigida (Margherita “Rita Buton”), Delia Scala (Vera), Tamara Lees (Franca), Gianni Barrella (el empresario), Bruno Corelli (Dedè Moreno, primer bailarín), Enzo Furlai (Boselli), Enzo Maggio (Gigetto), Michele Malaspina (Cantelli), Nyta Dover (Lucy d'Astrid), Marcello Mastroianni (Carlo Danesi).
108 min. Blanco y negro.

23 de octubre de 2008

Unas piernas verdaderamente artísticas


Luci del varietà (1950), Alberto Lattuada y Federico Fellini

Lo que en el resto del mundo es teatro ínfimo de variedades, se denomina en Italia avanspettacolo. Luci del varietà (1950), de Alberto Lattuada y Federico Fellini, y Vita da cani (1950), de Mario Monicelli y Steno, son contemporáneas y ambas provienen de la experiencia en este campo del actor Aldo Fabrizi. La gira de Federico Fellini con Fabrizi, inventando gags y ayudando a vestirse a las bailarinas es parte de su biografía mítica, a pesar de que el actor se encargó de refutarlo en repetidas ocasiones. En cambio, Fabrizi firma con Sergio Amidei el guión de la película de Monicelli y Steno.


Carlo Ponti, que finalmente produce Vita da cani, renuncia a financiar entonces la película de Lattuada –profesional con una trayectoria consolidada- y Fellini –que hasta ese momento ha destacado como escritor de humor y guionista-. Ni cortos ni perezos Fellini y Lattuada montan la Capitolium Film, una cooperativa familiar con el padre de Lattuada como compositor y su hermana Bianca al cargo de los cuartos. Su mujer, Carla del Poggio, es la protagonista femenina. Probablemente haya que contar entre las aportaciones de Fellini a Giulietta Massina como la vedette Melina Amour. Todo lo demás está sujeto a discusión: Fellini asegura que la película es suya, suyo es el argumento y el tono; Lattuada argumenta que él la planificó, la rodó y la montó. Bianca Lattuada tercia: Fellini sólo habría intervenido directamente en el rodaje de tres escenas y una de ellas fue cortada en montaje por donde ni siquiera se molestó en aparecer.


Sin embargo, parece clara su influencia en la presencia siempre desternillante de Franca Valeri. La Valeri debuta ante las cámaras interpretando a una coreógrafa húngara, que era uno de los personajes que solía encarnar en la radio y del que Fellini se enamoró durante una cena en casa de Lattuada. También tiene un papelín de tercera vedette en el número final, Sofía Loren, cuando todavía era Sofía Lazzaro.


Por lo demás las cosas suceden como suele en estos casos. Liliana Antonelli, una muchacha provinciana que ha estudiado baile, hace carrera gracias a sus piernas. “Por Baco, unas piernas estupendas... verdaderamente artísticas, quiero decir”, exclama Checco Dalmonte (Peppino de Filippo), cuando ella las esgrime como argumento irrefutable de su talento artístico. Por el amor de Liliana intenta Dalmonte –nuevo Aníbal- la conquista de Roma para lo cual rompe con sus compañeros y se arruina. Finalmente, monta la compañía de revista Dalmonte-Lilly con el dinero que le saca a su antigua amante. Los miembros de la nueva agrupación han salido de un albergue en el cual duermen por turnos acodados en una cuerda: el trompetista americano John, el tirador infalible Bill Cody y la guitarrista brasileña que toca de noche por las calles. El espectáculo que representan se llama Polvo de estrellas: Polvere di stelle, como la película de Sordi.

Sr. Feliú

Luci del varietà
(1950)
Productora: Capitolium (IT)
Dirección: Alberto Lattuada y Federico Fellini
Argumento: Federico Fellini. Guión: Federico Fellini, Alberto Lattuada y Tullio Pinelli
Intérpretes: Peppino De Filippo (Checco Dal Monte), Carla Del Poggio (Liliana 'Lily' Antonelli), Giulietta Masina (Melina Amour), John Kitzmiller (Johnny, el trompetista), Dante Maggio (Remo), Checco Durante (empresario teatral), Gina Mascetti (Valeria del Sole), Giulio Calì (Edison Will, el mago), Silvio Bagolini (Bruno Antonini), Giacomo Furia (Duke), Mario De Angelis (Maestro), Vanja Orico (zíngara), Enrico Piergentili (el padre de Melina), Renato Malavasi (el hotelero), Joe Falletta (Pistolero Bill), Folco Lulli (Adelmo Conti), Carlo Romano (Enzo La Rosa), Fanny Marchio (Soubrette), Franca Valeri (diseñadora húngara), Alberto Bonucci (comediante de Night Club), Vittorio Caprioli (comediante de Night Club), Carlo Bianco (Pianista), Patrizia Caronti, Rina Dei y Barbara Leite (soubrettinas).
93 min. Blanco y negro.


19 de octubre de 2008

Cuando se viaja no se cobra



Cómicos (1954), Juan Antonio Bardem

CUANDO en 1949 se publica el Reglamento Nacional de Trabajo para los Profesionales de Teatro, Circo y Variedades la evolución sobre los elementos que deben conformar una compañía es mínima con respecto a la legislación republicana. Primer Actor y Director, Primer Actor, Actor de Carácter, Actor Cómico, Primer Galán, Galán Joven, Galán Cómico, Característico o Genérico, Racionistas (hombres y mujeres), Primera Actriz, Segunda Actriz, Dama de Carácter, Actriz Cómica, Característica o Genérica, además de un Director de Escena o Artístico. Las compañías cuentan por tanto, con diecisiete intérpretes y, una vez cubiertos estos puestos, pueden contratar un meritorio de cada sexo. La retribución en estos años es de diez duros en plaza fija y dos más por “bolos”.
Es la tribu que Ana Ruiz, la protagonista de Cómicos, retrata en su monólogo interior, caracterizando a cada cual según su salario en duros:


"Cómicos... Cómicos. Este departamento y los dos siguientes. Gran Compañía de Comedias Soler-Salas... Primera actriz: Consuelo Soler. Primer actor y director: Antonio Salas... Y los cómicos. Han cogido el tren a las tres y media, después de la función de la noche. Llegarán a las cinco de la tarde: se debuta a las seis treinta... Abrirán los baúles: hay que planchar la ropa. Pasado mañana los volverán a cerrar y cogerán otro tren... porque hay que ir a Valencia dos días... Y a Logroño, tres... Y a Badajoz y a Lugo... Una semana en Zaragoza. En Barcelona, un mes. Y Madrid, cuatro meses.
Toda la compañía duerme o intenta dormir. Los jefes no van con ellos, viajan por carretera, tienen coche...
Hay que dormir... ¡Estos viajes! No se puede perder un minuto de trabajo. No se puede perder el sueldo de un día. Cuando se viaja no se cobra."


Bardem intentó repetir la jugada, esta vez para el lucimiento de Sara Montiel, en Varietes (1971).

Sr. Feliú

Cómicos (1954)Poducción: Unión Films (ES)
Argumento, Guión y Dirección: Juan Antonio Bardem.
Intérpretes: Christian Galvé (Ana Ruiz), Fernando Rey (Miguel), Emma Penella (Marga), Rosario García Ortega (Doña Carmen), Mariano Asquerino (Don Antonio), Carlos Casaravilla (Carlos), Rafael Alonso (Ernesto Blasco), Manuel Arbó (Rafael Muñoz), Matilde Muñoz Sampedro (Matilde Agustín), Aníbal Vela (Empresario), Arsenio Freignac, Miguel Pastor, Manuel Alexandre, Arturo Marín, Manuel Guitián.

11 de octubre de 2008

Galería de stripteuses 1

La reina del vaudeville (Gypsy, 1962), de Mervyn LeRoy 

Hay mil películas norteamericanas en las que aparecen chicas que se quitan la ropa “de modo insinuante”, según la definición que de striptease da la Real Academia Española, aunque generalmente aparecen al fondo, desenfocadas, mientras un periodista o un detective realizan una investigación. Ocasionalmente ganan protagonismo, como la Elizabeth Berkley de Showgirls (1995) o la Demi Moore de Striptease (1996). Con este mismo título realizó en España, en 1977, una película Germán Lorente, en la que la francesa Corinne Clery asumía el protagonismo femenino. Sin embargo, a efectos de esta entrada dedicada a las stripteuses -strippers para los sajonizantes-, la primera en comparecer en este escenario es… (Redoble de caja)

Gypsy Rose Lee 
Rose Louise Hovick era hija de un hombre de negocios de Seattle y de una mujer dispuesta a abandonar aquella ciudad como fuera. Lo hizo a costa del triunfo de su hija en el mundo del espectáculo, o al menos este es el argumento del musical sobre la primera stripteuse norteamericana. Gypsy Rose Lee llegó a escribir novelas y una de ellas se llevó a la pantalla como La estrella del Variedades (Lady of Burlesque, 1943, con Barbara Stanwick en el papel de la bailarina Dixie Daisy. No insistimos en ella porque tarde o temprano volverá a asomar por Circo Méliès y por no restar protagonismo a su autora, que también escribió un volumen de memorias en las que se basó Arthur Laurents para escribir un musical de Broadway. La partitura corrió a cargo de Jule Styne y Stephen Sondheim. El resultado fue un éxito rotundo. A principios de la década de los sesenta cuando los musicales hacen el tránsito de Broadway a Hollywood rutinariamente, La reina del vaudeville (Gypsy, 1962), de Mervyn LeRoy, constituye un éxito fulgurante.

Natalie Wood que en principio no parecía la elección más adecuada, se muestra perfecta para realizar la transición entre la ingenua Louise y la descarada Gypsy. El aprendizaje está perfectamente encajado en el número “You Gotta Have a Gimmick” interpretado por tres veteranas (Faith Dane, Betty Bruce y Roxanne Arlen). Debajo de esta secuencia encontrarán la película completa. Que la disfruten.

Gypsy, 1962
Warner Bros. USA
Director: Mervyn LeRoy
Guion: Leonard Spigelgass basado en  el musica Gypsy: A Musical Fable (1959) de Arthur Laurents, Jule Styne, Stephen Sondheim y la novela de  Gypsy Rose Lee "Gypsy: A Memoir" (1957)
Productor: Mervyn LeRoy
Fotografía: Harry Stradling
Edición: Philip W. Anderson
Música: Jule Styne
Letra: Stephen Sondheim
Arreglos musicales y conducción: Frank Perkins
Intérpretes: Rosalind Russell (Rose Hovick), Natalie Wood (Louise Hovick / Gypsy Rose Lee), Karl Malden (Herbie Sommers), Paul Wallace (Tulsa), Morgan Brittany (Baby June), Ann Jillian (Dainty June / June Havoc), Diane Pace (Baby Louise), Betty Bruce (Tessie Tura), Faith Dane (Mazeppa), Roxanne Arlen (Electra), Harvey Korman (Press Agente de Prensa de Gypsy), Jack Benny (él mismo) , Danny Lockin (Gerry) , Bert Michaels (Yonkers)
143 min. Color


Sr. Feliú

 

4 de octubre de 2008

El tirador cornudo

El Gran Flamarion (The Great Flamarion, 1945), de Anthony Mann 


Erich von Stroheim (Viena (Austria), 18885 – Ile de France (Francia), 1957) lleva camino de convertirse en acreedor de una etiqueta propia en Circo Méliès, honor hasta ahora sólo logrado por el rey de los malabaristas, los comediantes y los trompas: W. C. Fields. Stroheim ha comparecido aquí ya como el ventrílocuo de El gran Gabbo y el trapecista tullido de Portrait d’un assassin, y asoma de nuevo como el tirador conocido como El Gran Flamarion. El von Stroheim director de colosales fiascos económicos en el Hollywood dorado de los años veinte, había dejado paso al actor que sobrevivía modestamente interpretando papeles secundarios de lujo, como en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), de Billy Wilder, o protagonistas en películas francesas o americanas de bajo presupuesto, que aprovechan, más que su reputación, su imponente físico y su entrega profesional. El Gran Flamarion es un noir modesto producido por Republic, el más grande de los estudios humildes. Como en tantas otras películas del mismo género esto no es un inconveniente sino una garantía de economía narrativa y concisión dramática. La secuencia que da inicio al largo flashback que constituye el corpus de la cinta es un modelo de planificación. Sirva por ello para inaugurar un nuevo modelo de entrada en el que la imagen manda sobre el texto, ilustrando rutinas revisteriles y números circenses. Lástima que el formato no permita apreciar en todo su valor la coreografía y el ritmo de la escena, pero, como siempre, lo mejor es que vean la película. No es difícil encontrarla en baratillos y quioscos al módico precio de un euro.
Sr. Feliú
El Gran Flamarion (The Great Flamarion, 1945) 
Productora: Republic (EEUU) 
Director: Anthony Mann 
Guión: Anne Wigton, Heinz Harald y Richard Weil, según el relato “The Big Shot” de Vicki Baum.
Intérpretes: Erich von Stroheim (El Gran Flamarion), Mary Beth Hughes (Connie Wallace), Dan Duryea (Al Wallace), Kay Deslys (artista de vodevil), John Elliott (agente teatral), Franklyn Farnum (regidor), Tony Ferrell (cantante mexicano), Carmen López (bailarina mexicana), Fred Velasco (Bailarín mexicano), Alex Melesh (actor), Leo Mostovoy (humorista francés), Jack O'Shea (tramoyista),Steve Barclay, Lester Allen, Esther Howard, Michael Mark. 
78 min. Blanco y negro.