The Circus (El circo, 1928), Charles Chaplin
El vagabundo Charlot se encuentra en los exteriores de un circo cuando es confundido con un carterista y comienza una persecución por parte de la policía que acaba sobre la pista del circo. De este modo la persecución se transforma en un excelente número cómico que el director del circo quiere contratar harto ya de la poca gracia de sus propios payasos. Chaplin acepta el trabajo y se enamora, como no, de la hija del propietario que además es maltratada y explotada sin piedad por su padre. Tras bastantes peripecias Charlot advierte que un rival más apuesto (un funambulista) tiene más oportunidades que él y decide abandonar el circo cuando este emprende su marcha.
Aunque El Circo (1928) no ha sido de las películas más reconocidas de Chaplin, a pesar de haber ganado un Oscar especial por su trabajo como productor, director, guionista y actor, entre sus escenas podemos reconocer un Charlot muy joven que nos sorprende una y otra vez con finísimos gags que van construyendo una joya del cine mudo que además de hacernos reir nos conmueve por la sutileza con la que sabe arrancar emociones.
El resultado es una película con uno de los finales más memorables del cine de Chaplin, cercano a los finales de Tiempos Modernos (1936) y Luces de Ciudad (1952). Otras escenas remarcables son la escena de funambulismo con la que Charlot pretende hacer olvidar a Merna Kennedy su interés por el artista amado (y para lo cual aprendió a caminar sobre el alambre en una semana), la escena del laberinto de espejos o la de la jaula de los leones.
La película tiene una puesta en escena impecable y con escasos elementos consigue atrapar la atención y la emoción del público. La manera de trabajar de Chaplin era muy meticulosa, con una planificación detallada de cada plano, lo que a veces producía que se realizaran más de doscientas tomas hasta satisfacer al exigente director. Insertamos un documental sobre la realización y estreno de la película, dirigido por François Ede, que nos cuenta algunos detalles de la película.
Veamos lo que nos cuenta el propio Chaplin en Mi Autobiografía (Ed. Debate) sobre su manera de hacer cine:
Aunque El Circo (1928) no ha sido de las películas más reconocidas de Chaplin, a pesar de haber ganado un Oscar especial por su trabajo como productor, director, guionista y actor, entre sus escenas podemos reconocer un Charlot muy joven que nos sorprende una y otra vez con finísimos gags que van construyendo una joya del cine mudo que además de hacernos reir nos conmueve por la sutileza con la que sabe arrancar emociones.
El resultado es una película con uno de los finales más memorables del cine de Chaplin, cercano a los finales de Tiempos Modernos (1936) y Luces de Ciudad (1952). Otras escenas remarcables son la escena de funambulismo con la que Charlot pretende hacer olvidar a Merna Kennedy su interés por el artista amado (y para lo cual aprendió a caminar sobre el alambre en una semana), la escena del laberinto de espejos o la de la jaula de los leones.
La película tiene una puesta en escena impecable y con escasos elementos consigue atrapar la atención y la emoción del público. La manera de trabajar de Chaplin era muy meticulosa, con una planificación detallada de cada plano, lo que a veces producía que se realizaran más de doscientas tomas hasta satisfacer al exigente director. Insertamos un documental sobre la realización y estreno de la película, dirigido por François Ede, que nos cuenta algunos detalles de la película.
“La sencillez es siempre lo mejor. (…)Mi puesta de cámara se basa en la idea de facilitar la coreografía para los movimienos del actor. Cuando una cámara está colocada sobre el suelo o se mueve por encima de las ventanas de la nariz del actor, es la cámara la que está representando, y no el actor. La cámara no debe entrometerse.(…) Para mi lo teatral significa el embellecimiento dramático: el arte de la reticencia, el cerrar bruscamente un libro, el encender un cigarrillo; los efectos desde fuera del escenario: un disparo, un grito, una caída, un estrépito; una entrada y una caída efectista, todos estos detalles pueden parecer poco importantes y obvios, pero si se uilizan con sensibilidad y discreción, son la poesía del teatro. Una idea sin sentido teatral tiene escaso valor. Es mas importante ser efectista. Con un sentido teatral se puede ser efectista con nada. (…) El oficio de actor exige esencialmente sensibilidad. (…) Aborrezco las escuelas y cursos de arte dramático que alientan la reflexión y la introspección para producir la emoción adecuada. El simple hecho de que un alumno tenga que pasar por una operación mental para conseguirla (la emoción) es una prueba suficiente de que debe desistir de ser actor.”
The Circus (El circo, 1928)
Productora: Charles Chaplin Productions
Director: Charles Chaplin
Al Ernest Garcia (propietario del circo y Maestro de Ceremonias, Merna Kennedy (su hija, la ecuyere), Harry Crocker (Rex, funambulista, payaso), George Davis(mago), Henry Bergman (viejo payaso), Tiny Sandford, John Rand, Steve Murphy (carterista), Charles Chaplin (vagabundo)
71 min. Blanco y negro