29 de abril de 2008

Enciclopedia americana

Se da por sentado que el primer circo americano se instaló en Filadelfia el 3 de abril de 1793, bajo el mando del jinete escocés John Bill Ricketts, que pronto comenzó a mostrar sus habilidades en otras ciudades americanas. El libro de Tom Odgen, cómico y mago que ha actuado en numerosas pistas de circo, va de la A a la Z como bien dice en el el subtítulo: From Aba-Daba to the Zoppe-Zavatta Troupe. Es una auténtica enciclopedia que trata todos los temas y nombres relevantes en el circo americano, entre ellos, una entrada dedicada a los Circus films que nos habla de unas cuantas películas. 

ODGEN, Tom 
Two hundred years of the american circus 
Facts On File, Inc, New York, 1993
ISBN : 0-8160-2611-4

18 de abril de 2008

Lola Montes


Lola Montes (1955), de Max Ophüls


La autobiografía como espectáculo circense

El que la hace la paga. Uno prometió volver sobre las similitudes entre Se acabó el negocio y Lola Montes y aquí está para cumplir lo pactado. La biografía de Lola Montes (1821-1861) –breve y romántica como constatará quien interprete las dos lacónicas cifras comprendidas en el paréntesis- roza la mitología: desde su procedencia, al parecer irlandesa, pero con episodios hindúes, escoceses y, por supuesto, españoles, hasta sus aventuras amorosas con Listz y con las principales cabezas coronadas de Europa. Es lógico que tan agitada vida sentimental estimulara la imaginación de los cineastas. Uno de los episodios apócrifos de la biografía de Lola Montes es su trabajo en el circo de Phineas T. Barnum.
Al parecer, antes de trasladarse a Estados Unidos en 1851, la bailarina mantuvo contactos con el representante del empresario circense en Europa que se resolvió con un cruce de insultos en los periódicos. A pesar de ello el colorido episodio forma parte de la biografía que le dedicó Cecil Saint-Laurent y de ahí pasa a la última película que realiza el director vienés Max Ophuls –Lola Montes (1955)- antes de fallecer en 1957.

Martine Carol se suma así a la larga lista de rostros que han encarnado en la pantalla a Lola Montes: desde Leopoldine Konstantin –la primera, en Alemania en 1918-, Yvonne de Carlo, Florinda Bolkan y la española Conchita Montenegro. Que nuestra estrella más internacional y sofisticada se decidiera en 1944 a sustituir a la racial Imperio Argentina en una biografía tendenciosa de José María Pemán merece un mínimo comentario. El afán de hacer patria en colaboración con la Censura sirven para crear una Lola Montes delirante. Sus amoríos con Listz y Luis I de Baviera, serían en realidad, según la película de Antonio Román –Lola Montes (1944)-, el plan urdido por una sociedad secreta -¿la “masonería internacional” que tanto atribulaba a Franco?- para soliviantar a los estudiantes centroeuropeos. No contentos con eso, los guionistas inventan un militar español que es el único amor verdadero de Lola, que culmina con el arrepentimiento por toda su vida pasada, de rodillas ante un Cristo crucificado. La Lola Montes de Antonio Román, una vez sorteados los problemas con la Censura, recibe el plácet oficial confirmado por el Premio de Interés Nacional concedido por el Sindicato Nacional del Espectáculo en 1945. Por el contrario, la película de Ophuls se salda con un sonoro fracaso de taquilla en la Francia de 1955. Los distribuidores se apresuran a retirar la película de la cartelera y a remontarla en orden cronológico.

No es hasta 1968 que la cinta vuelve a estrenarse según su concepción original y obtiene el estatus de clásico indiscutible, summa de la obra ophulsiana. Pero para entonces el color del negativo original (o del internegativo) se ha desvanecido y sólo los ajustes digitales nos han permitido recientemente intuir Lola Montes en toda su riqueza visual. Dejando de lado el dato biográfico, Ophuls y su guionista, Jacques Natanson, construyen una serie de cuadros al tiempo barrocos y expresionistas que son reflejo de la gran representación que constituye la vida de Lola Montes (Martine Carol), entregada a su personaje y devorada por él. Pautando estas estampas, el circo como metáfora de la memoria. El jefe de pista (Peter Ustinov) ordena el espectáculo, como el maestro de ceremonias en el carrusel de La ronda (La ronde, 1950) o el narrador de El placer (Le plaisir, 1952). Promete el número “más sensacional del siglo: el espectáculo, la emoción, la acción, la Historia”… La que se acredita como verdadera historia de Lola Montes es representada por la compañía del Circo Mammoth durante cuatro meses de gira por los Estados Unidos mediante pantomima, acrobacias, sombras chinescas, cuadros vivientes, música y baile. Lola pasa por el alambre de un pequeño decorado a otro que representan sus triunfos en Madrid, Roma y Varsovia. Su secuestro por un príncipe ruso toma la forma de un número de caballistas disfrazados de cosacos. En la Costa Azul Lola protagoniza un sonado escándalo con la mujer de un director de orquesta.

Es entonces cuando llama la atención del maestro de ceremonias que se presenta en su hotel como “un hombre de circo”, sin más aditivos que sus triunfos. Él fue el descubridor de la mujer con tres cabezas. Él llevó a la pista al único elefante del mundo que podía tocar “Sur le pont d’Avignon” al piano. El estuvo actuando durante cuatro semanas en Nueva York con los anarquistas que asesinaron al sultán de Egipto”. Lola rechaza su oferta. Ella no es un fenómeno. Su ascenso social continúa. De trapecio en trapecio asciende hasta una jaula en forma de corona situada en el punto más alto de la cúpula del circo. Desde allí debe ejecutar su número más arriesgado: arrojarse, sin red, hasta una pequeña plataforma acolchada. Lola lleva ejecutando este número todas las noches durante los últimos cuatro veces, pero no está bien. Su salud se ha resentido y este día, como nunca, “peligra la vida de la artista”. Sus amores con Luis I de Baviera (Anton Walbrook) y un estudiante revolucionario (Oskar Werner) culminan con su huida de Munich y este salto al vacío, elidido en la película con un discreto fundido en negro pleno de suspense. El final, en un largo movimiento de cámara de retroceso que nos hacía establecer el paralelismo con Se acabó el negocio, presenta a Lola como fenómeno, en una jaula. Durante la primera parte del espectáculo ha respondido a las preguntas del público sobre su vida. Ahora, los hombres mayores de dieciséis años, pueden pasar por la jaula y besarle la mano. Lo que ha costado a varios monarcas su reino, el público americano lo puede tener por un modestísimo dólar. Los palurdos se aproximan en masa para posar sus labios en la mano de la bestia más asesina del circo: “un monstruo sanguinario con ojos de ángel”.
Sr. Feliú


Lola Montes
(1944)

Producción: Alhambra Films (ES).
Dirección: Antonio Román
Guión: Antonio Román y Francisco Bonmatí de Codecido.
Intérpretes: Conchita Montenegro (Lola Montés), Luis Prendes, Guillermo Marín, Jesús Tordesillas, Mariano Alcón, Carlos Muñoz, Nicolás D. Perchicot, Pablo Álvarez Rubio, Félix Fernández, Joaquín Burgos, Antonio Calero, Ricardo Calvo, Manuel Requena, Santiago Rivero, Manuel de Juan, Julio Rey de las Heras, Miguel del Castillo, Ramón Elías, César Guzmán, Manuel Kayser, Luis Latorre, José Portes, Rosario Royo, Emilio Ruiz de Córdoba, José María Rupert.
90 min. Blanco y Negro.


Lola Montes (Lola Montès, 1955)
Producción: Florida Films (FR), Gamma Film (FR), Oska Films (AL).
Dirección: Max Ophüls
Guión: Annette Wademant y Max Ophuls, de la biografía de Lola Montes por Cécil Saint-Laurent. Diálogos: Jacques Natanson.
Intérpretes: Martine Carol (Lola Montes), Peter Ustinov (Jefe de pista), Anton Walbrook (Ludwig I de Baviera), Henri Guisol, Lise Delamare, Paulette Dubost, Oskar Werner, Jean Galland, Will Quadflieg, Héléna Manson, Germaine Delbat, Carl Esmond, Jacques Fayet, Friedrich Domin, Werner Finck.
110 min. Color.


15 de abril de 2008

Enguibarov quiere ser payaso


Tchanaparh depi krkes (Road to the stage, 1963), Henrik Malyan

ESTA ES es la primera de las películas que protagonizó Leonid Enguibarov, uno de los payasos más amados y aplaudidos por el pueblo en la época soviética, que murió con tan solo 38 años y cuya leyenda ha ido ganando sabor con el tiempo. En la Europa occidental no se ha conocido bien su trabajo hasta la divulgación del espléndido documental Historia del Mimo (1987), una serie de cuatro películas dedicadas al arte de la Pantomima y en la que Enguibarov (1935-1972) cubre una parte importante del capítulo de payasos. Por motivos que apuntan a su afición a la bebida o a motivos políticos, este artista nacido en Armenia nunca viajó a Europa en las giras internacionales del circo soviético. Competía con otros grandes payasos como Nikulin, Martchewsky (recientemente homenajeado en el circo que él mismo dirige en Ekaterina), Karandash, Popov, que tuvieron mejor suerte o tenían mejor beber. Decían de él que tenía otoño en su corazón, por su mirada melancólica y su ensimismamiento creativo, y al ver su trabajo, tanto en la pista como en sus películas, lo vemos con claridad. Esta película, realizada para su especial lucimiento, nos muestra al joven payaso dominando diferentes técnicas en una historia que transcurre, casi en su totalidad, en el circo, por lo que tenemos la suerte de ver algunos números excepcionales, además del brillante y polifacético trabajo del artista protagonista: malabarista, mimo, equilibrista, payaso, acróbata, amaestrador, encantador de audiencias. "The lyrical character whom Enguibarov portrays arouses in his audience a kindly, radiant feeling, and the inimitable charm of the clown makes one remember him for a long tome with admiration and gratitude". ¿Se puede decir algo más bonito de un artista? Pese a la oposición de su familia, un joven decide ser artista de circo. Su estreno como payaso, con un maquillaje excesivo y cascadas sin sentido, provoca un silencio que se convierte, poco a poco, en una escandalosa protesta. 

Justo hacia la mitad de la película nos encontramos con una escena familiar: el payaso, maquillado, disfrazado y fracasado, es rechazado también por la chica quedando sumido en la más absoluta tristeza. ¿Os suena de algo? La chica de la que se enamora Leonid es Irina Shestua, auténtica artista de circo que se dobla a si misma en un espectacular número de doble barra rusa. Después del fracaso, el payaso emprende un viaje iniciático donde se encuentra al espíritu de Durov, al de Charlot y al de Marcel Marceau, que le indican el camino de su nuevo personaje. Así cualquiera, dirán muchos. ¡Ya me gustaría a mi tener esas alucinaciones!, digo yo. Enguibarov se queda dormido en una plaza y en el sueño obtiene los datos que le faltan para completar el personaje: enamorado, torpe pero ingenioso, melancólico, habilidoso, soñador y perdedor…


La E de la Enciclopedia rusa de Circo le dedica el dibujo de la capitular a su famoso número del violín: "One of the best mimic scenes staged by Leonid Engibarov is The Violinist. A fiddle has come by accident into the hands of a mischievous person. He has only seen others play the violin and so he presumtuosly attemts to imitate the playing of musicians. Although Engibarov fails in his combat with the violin, he wins another victory with his audience". Al final de esta maravillosa película podemos verlo. Entretanto, acomodémonos, para deleitarnos con el impresionante hipopótamo del amaestrador de animales exóticos Stepan Isaakyan (uno de los animales más difíciles de amaestrar a causa de sus malos modales), o su serpiente pitón; la vertiginosa bajada en equilibrio sobre la cabeza en un raíl deslizando sobre un cable inclinado (el mismo acto que utiliza Lon Chaney para suicidarse en la película de 1928, Laugh Clown Laugh); el vuelo de la trapecista y el majestuoso águila; los números de banquina, olímpicos, un equilibrio sobre escalera en percha que, con su puesta en pista del año 1963, se anticipaba muchos años al llamado nuevo circo; y el excelente y trepidante número de malabarismo. Una verdadera lección de auténtico circo



Tchanaparh depi krkes
(Road to the stage, 1963)
 
Producción: Armenfilm Studios (URSS) 
Director: Henrik Malyan y Levon Isahakyan 
Guión: A. Galiev y Aleksandr Yurovsky 
Intérpretes: Leonid Yengibarov (Leonid), I. Shestua (Ira), I. Danzas (la madre), H. Danzas (el padre), Varduhi Varderesyan (Maro), Karp Khachvankyan (Ashot), Vladimir Tatosov (Khachyan), Gen (Taryan), S. Isahakyan (entrenador), B. Asaturyan (un gemelo), R. Asaturyan (el otro) 
88 min. Blanco y negro

13 de abril de 2008

Clowns & Farceurs


Este magnífico libro dedicado en su totalidad al arte del payaso contiene un interesante capítulo dedicado al cine y a los payasos firmada por el polifacético Pierre Etaix, director de Yoyo (1965), una de las películas más buscadas de esta colección y de la que hablaremos próximamente.

VV.AA, sous la direction de Jacques Fabbri et André Sallée
Clowns & Farceurs
Bordas, París, 1982
ISBN: 2-04-11360-6

Circo Méliès nº L/309

10 de abril de 2008

Monográfico francés

Una revista de Bellas Artes completamente dedicada al circo con artículos firmados por eminentes especialistas en diferentes materias. Con unas reproducciones a toda página bellísimas, los textos viajan por el inmenso universo que dibuja el circo repleto de lugares y emociones comunes. Marc Delmiat es el encargado de dar forma al encuentro entre el circo y el cine con un artículo titulado 24 etoiles/seconde. 

VV.AA. 
Beaux Arts Magazine 
Le Cirque & les Arts 
Beaux Arts S.A., Paris, 2002 
ISSN: 0757 - 2271

La danza de la Princesa Rajah

Esta peliculita casi se me pasa y es que la Princesa tarda en coger la silla, pero en cuanto la coge… La factoría Edison de nuevo a la caza de talentos y curiosidades para retratar para la posteridad: "Señoras y Señores, ante Uds. tenemos un nuevo portento de la naturaleza. La Princesa Rajah tiene unas mandíbulas más fuertes que las de un caimán o un tiburón. Admiren el sugerente baile de esta exótica damisela, asómbrense con su fuerza y teman un mordisco suyo."


En la maravillosa colección de DVD del programa de televisión francesa La Piste aux Etoiles de los años 60 y 70, tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos, entre tantos actos circense de exquisita calidad, uno que se salía de todos los moldes habidos y por haber: el número de Elvis Monco. Este negro, de mirada loca y baile sincopado, mordía una silla y comenzaba a girar la cabeza como un poseído al ritmo de una música de tambores. Igual que nuestra protagonista de hoy. Elvis Monco parecía tener una doble hilera de dientes, algunos de ellos bien afilados, un personaje asalvajado, medio en trance por el ejercicio y pidiendo la participación del público para repetir ULA ULA y encontrarse con Elvis en una selva imaginaria y remota donde los caníbales se entretienen mordiendo sillas. El número de la Princesa parece un poco más sofisticado, aunque comparten la esencia. Prometo colgar imágenes de Elvis Monco para que podáis comparar vosotros mismos. Tanto Elvis Monco, como su antecesora, la Princesa Rajah, utilizan los dientes para su ejercicio. Parece ser que los músculos de la mandíbula son los más fuertes que tenemos (ya que son los que usamos con más asiduidad), así que los ejercicios con dentales se han visto mucho en las pistas de circo. No como el de nuestra invitada de hoy, del que solo conocemos un caso más, pero dentales se utilizan en malabares, en equilibrios, en aéreos… Ant-Platas, nuestro maestro malabarista, lo estuvo haciendo hasta el último día de trabajo y no parecía molestarle, aunque nosotros torcíamos el ceño cada vez que le caía la pelota en el palo de boca. Conozco a más de una trapecista que antes de adquirir la técnica suficiente para presentar un número de trapecio han hecho un turbillón sujetas por la boca con un dental: parece ser que el único truco, además de girar, es no abrir la boca y eso, de primeras, parece fácil.

9 de abril de 2008

toda la tarde en la pista


Este libro es una sorpresa. Desde la portada hasta la última página, pasando por las guardas y la contraportada, este rarísimo libro es un homenaje a los payasos rusos. Más exactamente a trece de ellos, los más representativos de los nuevos payasos de la URSS de las décadas que van de los 50 a los 70. Hay semblanzas de Karandash, Nikulin & Shuidin, Musin, Nikolayev, Vyatkin, Engibarov, Berman, Yusuppov, Rotman & Makovsky y Uzunyan. La maquetación es atrevida para la época (aunque no hay ninguna fecha en el libro) y el texto está en ruso y en inglés, lo que es una ventaja. 

POLYAKOV, Vladimir 
All evening in the ring 
Moscow,Ministry of Culture, 1970'

7 de abril de 2008

Charlton Heston



The Greatest Show on Earth (El mayor espectáculo del mundo, 1952), Cecil B. DeMille

Si queremos ser actuales, y un blog lo necesita, tenemos que comentar la desaparición del actor Charlton Heston, actor principal de la película The Greatest Show on Earth (1952), una de las grandes superproducciones que siguen emitiendo casi todos los años en diferentes canales de televisión. No me cae demasiado bien el personaje, ni esta película es una mis favoritas, aunque ganara dos Oscars en el año 1953 (a la Mejor Película y Mejor Guión). A pesar de esto os animo a verla porque el listado de artistas es espectacular y entre ellos está el español Tonito. Además, se puede apreciar el despliegue del material del Ringling en todo su esplendor: hacia la mitad del film parece un videoclip de promoción, con el desfile inacabable de artistas y carrozas. Mientras me entran ganas de volver a ver esta épica película de Cecil B. DeMille, os dejo con el comentario que hace mi amigo Rafaelle de Ritis en su siempre interesante blog y con una extracto de la película en la que podemos ver un número musical sobre la cama elástica. Los payasos son James Stewart y el de verdad, Emmet Kelly, uno de los grandes. 
Aquí la tenéis entera: 



The Greatest Show on Earth (El espectáculo más grande del mundo, 1952)
Dirección Cecil B. DeMille

Producción Cecil B. DeMille / Henry Wilcoxon
Guion Fredric M. Frank/ Barré Lyndon / Theodore St. John
Música Victor Young
Maquillaje Wally Westmore
Fotografía George Barnes
Montaje Anne Bauchens
Vestuario Edith Head / Dorothy Jeakins
Protagonistas Charlton Heston, Betty Hutton, Cornel Wilde, Dorothy Lamour
Gloria Grahame, Henry Wilcoxon, Lyle Bettger, Lawrence Tierney, James Stewart, 
152 minutos

6 de abril de 2008

Un trío de altura

1-2-3 Corona (1948), Hans Müller


No era lo que yo esperaba, pero al final doy por muy bueno el encuentro. Yo creía que había comprado Die Drei Codona (1940), y lo que me llegó fue 1-2-3 Corona (1948). Son algunos de los riesgos de no dominar bien, o nada,unidioma. De la primera solo sé lo que puedo intuir de una preciosa publicación alemana de promoción de la película que cuenta la vida de Los Codona, ejemplares trapecistas de éxito mundial, que precisamente son los dobles de numerosas películas sobre circo que comentamos aquí. De la segunda puedo decir más, ya que la he visto y me ha encantado. Y eso que Adrian no incluye esta película en su listado, ni tampoco otra del mismo director, Hans Müller, titulada Carola Lamberti - Eine von Zirkus (1954), muy interesante también y de la que procuraré hacer un comentario en breve. 1-2-3 Corona es una de las primeras películas infantiles que se producen en Alemania después de su derrota en la II Guerra Mundial. Con ella comienza la reconstrucción de la industria cinematográfica alemana (la DEFA) de la mano de los soviéticos. La acción transcurre en 1945. Las calles de Berlín están desoladas. Un viejo busca desesperadamente un cigarrillo. Una pandilla de chavales roba carbón de un camión y estos, a su vez, son asaltados por otra pandilla. Mientras se pelean, la gente de la calle, los transeúntes se llevan distraídamente el carbón robado como si de oro se tratase. Ha quedado claro: las cosas están muy mal después de una guerra causada por los fascistas. Ante la decepción de la muchachada que contempla estupefacta su carro vacío, aparece un humilde circo ambulante, el Zirkus Grandini.

Los chicos interrumpen su rivalidad en cuanto ven en acción a Corona, una guapa y joven artista que domina diferentes artes circenses. La protagonista es maltratada por el director del circo y los chicos salen en su defensa. Ahí comienza otra rivalidad, pero esta vez por amor, que cambiará sus vidas. Los chavales deciden darle su merecido al director y boicotean la función disparando a los artistas con tirachinas y provocando por accidente la caída de la guapa Corona, a causa de la cual tiene que usar, pero tranquilos que no es para siempre, una silla de ruedas. Para enmendar su casi trágica gamberrada deciden entrenarse y realizar una función de circo para recaudar fondos para el circo mientras se recupera Corona. La función sale tan bien que el circo pasa a llamarse Zirkus Corona y los dos chavales, más Corona, acaban siendo famosas estrellas de la pista, como los auténticos Codona.

Justo la película acaba donde empiezan otras. Porque la pregunta que nos hacemos al ver la película, ahora que somos más mayores, es inevitable: ¿Cuándo comenzará la batalla por la dama? ¿Quién de los dos enamorará a la trapecista? La respuesta en cualquiera de las películas de este capítulo. Hablando en serio, lo que más me ha gustado ha sido las escenas del circo de los chavales, sus acrobacias, auténticos artistas de circo dominando un buen número de habilidades. Charivaris con muchos jóvenes artistas en la pista. Un ejemplo del poder integrador de la práctica de las artes circenses. Un antecedente del Circo de los Muchachos sin ir más lejos.


1-2-3 Corona (1948) 
Producción: Deutsche Film (DEFA)(ALE) 
Director: Hans Müller 
Guión; Arthur Kuhnert 
Intérpretes: Eva Ingeborg Scholz (Corona), Lutz Moik (Gerhard Wittmann), Piet Clausen (Dietrich), Ralph Siewert (Fritzchen), Walter Werner (Doctor Waldner), Annemarie Hase (Frau Schmittchen), Herbert Hübner (Professor Hanke), Hans-Edgar Stecher (Heinz), Horst Gentzen (Emil), Werner Müller (Carl), Hans Neie (Rudi), Eduard Wandrey (Hugo Grandini), Hans Leibelt (Circus Manager Barlay) 
Blanco y Negro

5 de abril de 2008

La enciclopedia del circo soviético


Alguien me ha pedido que profundice y no sé cómo voy a hacerlo si mi desconocimiento del ruso es total. Se cómo se escribe circo y payaso y estoy empezando a diferenciar los nombres de algunos payasos, pero sacar información de esta Enciclopedia, pues como que me cuesta bastante. Descubro los nombres por las fotos y así puedo saber la fecha de nacimiento y muerte si es que han fallecido. Para asuntos más importantes puedo consultar con Vassily, el profesor de equilibrios y excéntricos de Carampa. En este caso echaré mano de mi colega Ritis que se ha prestado a profundizar por mi: "An updated version of this remarkable work have been published few years ago by a pool of russian historians, and is including more entries of the last 20 years. It is curious that is rare to see encyclopedias in the vast world circus bibliography...The only to compare is maybe Ogden's about Usa. How wonderful will be to have such a book for Europe..." Pues sí, efectivamente, hay pocas enciclopedias dedicadas al circo y las que hay ¡están en ruso! 

VV.AA 
La Enciclopedia del Circo 
Moscú, 1979

3 de abril de 2008

Talento, Peligro, Belleza

Excelente publicación de la antigua URSS. Payasos, trapecistas, malabaristas, domadores, los más grandes artistas de una época de oro para el circo. 

Talant, Daring, Beauty, The Soviet Circus 
Novosti Press Agency Publishing House 
Moscú, 1968

1 de abril de 2008

Azcona, otro de los nuestros


La donna scimmia / Le mari de la femme à barbe, Rafael Azcona (1963)

Rafael Azcona ha ido a reunirse con la mujer barbuda embalsamada y su hijo metido en un frasquito. El espectáculo no sólo debe continuar, sino que continúa.
Azcona era poeta y aspirante a torero en su Logroño natal Cuando llegó a Madrid a principios de la década de los cincuenta dejó los versos y se metió a humorista. Trabajaba en “La Codorniz”, la escuela del humor. De los artículos pasó a las novelas y un avispado representante italiano, Marco Ferreri, decidió que aquellas podían convertirse en películas. Intentaron primero “Los muertos no se tocan, nene” y terminaron haciendo juntos El pisito y El cochecito, dos títulos emblemáticos del esperpento en la España del predesarrollismo. Luego, en Italia, siguen desarrollando esta visión al aguafuerte del mundo, en un juego de espejos entre deformidades físicas y morales multiplicado grotescamente que da lugar a Se acabó el negocio (La donna scimmia / Le mari de la femme à barbe, 1963).

El origen de esta película es la biografía de la mexicana Julia Pastrana, que sufría una enfermedad conocida como hipertricosis. Como el “científico” de la película, los médicos de la época diagnostican que tal fenómeno sólo era posible por el cruce contra natura entre un ser humano y un orangután. Julia viaja a Estados Unidos en 1854 donde la exhiben como la “Mujer Oso”. Abolida la esclavitud, el empresario Theodore Lent sólo encuentra una solución para hacerse con el fenómeno… casarse con ella. Comienza así la explotación de Julia en una doble vertiente: para públicos populares, la exhibición pura y dura en la que la mujer pasa por un ser agreste y analfabeto; para la buena sociedad, tertulias en su casa, donde brilla con sus conocimientos de idiomas y su interés por la literatura. El mayor empresario del circo de su tiempo, P. T. Barnum, asegura que aquello es “demasiado para el circo”. Seis años después, de gira por Rusia, Julia queda embarazada, pero el parto se complica y la madre y el hijo –cubierto de pelo, como su madre- fallecen en poco tiempo. Lent agota los últimos cartuchos y vende entradas para presenciar la agonía de Julia. Luego, hace embalsamar los cuerpos y los vende a la Universidad de Moscú, pero al enterarse de que las momias son exhibidas públicamente, reclama los cuerpos y vuelve a poner el negocio en marcha. En este último tramo, Azcona y Ferreri se atienen a la realidad histórica casi punto por punto.

Haciendo gala de una economía narrativa magistral, Azcona escaleta la película en apenas diecisiete escenas. Sólo un par de ellas está compuesta por más de una secuencia; el resto se reduce a diálogos a dos o tres bandas. La simplicidad aparente del método deja a la vista un mecanismo de relojería en el que cada nueva elipsis supone un salto en el vacío en la degradación de Antonio Focaccia (Ugo Tognazzi) en su afán por explotar al fenómeno (Annie Girardot). Nada sobra; acaso la crueldad innecesaria de la marcha nupcial en la que María canta aquello de “blanca y radiante va la novia…” asediada por la gente. Sin caer nunca en la babosería, María va ganando a nuestros ojos en dignidad al tiempo que Antonio claudica.

Durante la negociación para que María haga striptease en un club parisino el empresario insiste: “ah, l’argent! L’argent!”. He aquí el quid, el meollo, el intríngulis. Al contrario de lo que afirma el título español, el negocio no se acaba. Azcona y Ferreri exponen claramente a lo largo del relato que todas las relaciones son económicas. Antonio pide a María el dinero que esconde bajo el colchón para poder pagar el árbol donde ella tendrá que hace de mujer-mona; la urge a realizar su papel porque cuanto antes empiecen, antes recuperará su inversión; la supuesta investigación científica –que no busca otra cosa que la desfloración de un monstruo- se trata en términos de compensación empresarial; cuando María se marcha quiere recuperar su maleta y su cartilla de ahorros; y cuando Antonio quiere recuperarla, lleva un donativo a las monjas; el sacristán de la capilla a la que van a rezar por la salud de su futuro hijo exige un nuevo óbolo.

La amputación de la última secuencia por parte del productor italiano pretendía dar gato por liebre, porque la muerte de María y su bebé podía ser leída en clave de redención de Antonio. Ferreri decía ofendido que esto convertía su película en un drama romántico decimonónico, pero no hay tal. La escena del Museo, cuando va a recuperar los dos cadáveres, es brutal en su abulia burocrática. Para la última, la exhibición de los fenómenos embalsamados en una barraca, no hay adjetivos. Desoladora sabe a poco. La aberración ha tocado fondo pero, como siempre en Azcona, es perfectamente lógica. La lógica de los personajes, no la del cine. Auténtico hombre de espectáculo, Antonio asume la máxima norteamericana: “the show must go on”.

La historia del cine ofrece curiosas simetrías. En su gira europea Julia Pastrana imita a Lola Montes. ¿No existen, salvando las distancias, parecidos razonables entre este final de La donna scimmia y el de la última película de Max Ophuls?
Próximamente se lo cuento.

Sr. Feliú


La donna scimmia (Le mari de la femme à barbe, 1963)
Director: Marco Ferreri
Producción: Compagnia Cinematografica Champion (Roma) / Cocinor (París), Films Marceau (París).
Productor: Carlo Ponti.
Guión: Marco Ferreri y Rafael Azcona.
Fotografía: Aldo Tonti.
Montaje: Mario Serandrei.
Decorados: Mario Garbuglia.
Música: Teo Usuelli.
Intérpretes: Annie Girardot (María), Ugo Tognazzi (Antonio Focaccia), Achille Majeroni (Majeroni), Filippo Pompa Marcellini (Bruno), Linda de Felice (Hermana Furgoncina), Elvira Paolini (criada), Antonio Cianci, Jacques Ruet, Antonio Altoviti, Donna Badoglio.
100 minutos. Blanco y negro