30 de agosto de 2021

Miss Mara

Número dos de la colección El Circo, editada por la Librería La Avispa de Madrid, establecimiento especializado en teatro, que durante varios años estuvo publicando volúmenes dedicados al circo con la colaboración del Ministerio de Cultura. Las ediciones no estaban especialmente cuidadas, pero el caso es que se publicaron. En esta ocasión, Simón González trenza la biografía de Mara Papadopoulos, una de las dos grandes trapecistas españolas que triunfaron en Estados Unidos —la otra es Pinito del Oro. El número de Mara en el trapecio de fuerza envolvía a todo el público en una atmósfera de suspense y admiración difíciles de ver en una pista de circo. Mara es protagonista de la película de Jonas Mekas, Notes on the circus (1964) y también ocupa un puesto destacado en el documental Rings around the world (1966) presentado por Don Ameche. Su vida es un recorrido heroico desde un circo familiar andaluz hasta la mejor pista del mundo. Su determinación, su temple, su capacidad de sacrificio y su pasión artística hacen de su vida una fuente inagotable de inspiración. 

GONZÁLEZ, Simón 
Una vida apasionante en la vida del trapecio 
Editorial J. García Verdugo, 1999, Madrid 
ISBN: 84-95144-23-9

29 de agosto de 2021

Mekas y Mara

Notes on the circus (1966), Jonas Mekas

Jonas Mekas nace en 1922 en Lituania. En 1944, preso por los nazis, pasa 8 meses en un campo de trabajos forzados. Tras la Guerra estudia filosofía en la Universidad de Mainz y en 1948 emigra con su hermano Adolfas a Estados Unidos, estableciéndose en Brooklyn, Nueva York. Dos semanas después de su llegada consigue dinero prestado para su primera cámara, una Bolex 16-mm, y comienza a filmar momentos de su propia vida. Descubre el cinema avant-garde y a los personajes importantes de la época, como Andy Warhol, Timothy Leary, Allen Ginsberg, Nico, Salvador Dalí… Nueva York es un hervidero de vanguardias. Jonas Mekas se convierte en uno de los máximos exponentes y defensores del cine experimental americano. "Su tenacidad en la defensa de los nuevos cineastas desde la revista que él mismo creó, "Film culture", y el semanario "The Village Voice", donde colaboraba, permitieron a este cine encontrar huecos en donde se hablara de él y, por consiguiente, salas donde se exhibiera", nos cuenta David Gutiérrez Camps, en su magnífico artículo "Jonas Mekas y el underground neoyorkino: una actitud nueva". En 1960 promueve la firma del First statement, declaración que en 1960 hicieron algunos cineastas independientes —entre ellos, Mekas, Frank, Markopoulos y Bogdanovich—, en 1962 crea su propia cooperativa, The Film Makers, con la que realiza y produce películas que de otra forma nunca hubieran llegado a realizarse y el Film Makers Showcase, para poder distribuirlas. Más tarde, en 1970, crea los archivos Anthology Film Archives, que hoy en día es la mayor y más completa cinemateca dedicada al cine experimental. Hasta 2018, un año antes de su muerte, Jonas Mekas seguía muy activo y desde 2007 su página web ofrecía una película al día en un macroproyecto en colaboración con Apple.

Notes on the circus es un montaje vertiginoso del Circo Ringling Bross and Barnum & Bailey de doce minutos de duración. La trepidante sucesión de imágenes, acompañadas por una divertida banda sonora de música medio country, nos presentan una función única resumida, condensada en imágenes esenciales, desnudas, pobres, si se quiere, libres y revolucionarias para el autor. Una de estas imágenes, que se repite, por su fuerza, plasticidad y riesgo, es la trapecista Mara Papadopaulos, de la que ya hemos hablado cuando hemos comentado Rings around the world. Mara y sus hermanos Los Tonitos, equilibristas sobre el alambre, estuvieron contratados por este gran circo americano durante algunos años. Jonas Mekas pasaba por allí y decidió inmortalizarlos a su manera: descarnadamente, sin artificios. Elefantes, caballos, malabaristas, trapecistas, una función de circo atrapada en el movimiento veloz de una cámara que busca más allá del encuadre.


27 de agosto de 2021

El Gran Mentallo

El hombre con rayos X en los ojos (X, The Man With the X Ray Eyes, 1963), de Roger Corman

¿Recuerdan ustedes al Gran Mentallo? Yo no he podido olvidarlo. Trabajaba en una feria, un side-show, al que le condujo una ambición de conocimiento que raya en la blasfemia.Pero es que estamos en el mundo de los científicos alocados de la serie Z. ¿Les resulta un poco confuso? Empezaré con una confesión personal. Uno iba, mediada la década de los sesenta, a un colegio religioso. Igual podía haber tres mil alumnos que cinco mil. La cosa es que el colegio contaba entre sus instalaciones con un gran salón de actos, con su patio de butacas, su gallinero, su pantalla y su cabina de proyección. Por una módica suma –pongamos, un duro- podía uno asistir los sábados a un programa doble. Yo lo hacía regularmente. De este modo asistí a la proyección de El hombre con rayos X en los ojos, sin que se me ocurriera preguntarme quién era aquel Roger Corman que dirigía la película. Lo que entonces me importaba era la aventura fascinante del doctor James Xavier, empeñado en que el ojo humano fuera capaz de alcanzar toda su potencialidad. 

“El ser humano es prácticamente ciego; sólo es capaz de ver un diez por ciento del espectro luminoso”. No les cuento si además en el colegio te llamaban “cuatro ojos”, como era mi caso. Probablemente yo no alcanzara más allá del cinco por ciento del mencionado espectro. Sin embargo, el doctor Xavier (Ray Milland) trabajaba en una solución, una especie de colirio destinado a abrir los ojos del mundo. Ante la ceguera de sus colegas, se ve obligado a probar en sus propios ojos. Su visión se acrecienta. Lo malo del colirio -¿de la sed de conocimiento?- es que genera adicción. 

Cuando el doctor Brant (Harold J. Stone) intenta detenerle, Xavier le empuja. Cae por la ventana. El doctor se ha convertido en un fugitivo de la justicia. En su proceso de degradación el primer paso es trabajar como mentalista en una feria, con el redundante apodo de “The Great Mentallo”. Para su número de clarividencia se cubre los ojos con una venda que tiene un ojo ciclópeo bordado en el centro. El feriante Crane (el comediante Don Rickles) se encarga de explotarlo convenientemente en cuanto se entera de que guarda un secreto. De este modo, en un paso más en su descenso al infierno, el doctor Xavier ejerce de curandero. No les voy a contar el final, uno de los más eficaces, de la historia de la serie Z fantástica y a la altura del de El increíble hombre menguante (The Incredible Shrinking Man, 1957), de Jack Arnold.

Volvamos al colegio. El doctor Xavier lo mismo es capaz de diagnosticar correctamente a una enferma a la que un cirujano podría matar que acude a una fiesta en la que ve a todo el mundo desnudo. A pesar de que los cuerpos están convenientemente velados por plantas y muebles, los buenos curas pusieron una púdica mano ante el objetivo durante escena logrando así que nuestras inocentes mentes infantiles imaginaran lo peor.
Sr. Feliú

 

El hombre con rayos X en los ojos (X, The Man With the X Ray Eyes, 1963) 
Producción: Alta Vista Productions (EEUU) 
Dirección: Roger Corman 
Guión: Robert Dillon y Ray Russell. 
Intérpretes: Ray Milland (Dr. James Xavier, The Great Mentallo), Diana Van der Vlis (Dr. Diane Fairfax), Don Rickles (Crane), Harold J. Stone, John Hoyt.
79 min. Pathécolor.

15 de agosto de 2021

Elephant Man

La primera edición de este libro se publicó en 1980. En otoño del año anterior, con el libro en imprenta, se estrenó en Broadway un musical protagonizado por David Bowie sobre la vida de Merrick. En verano de 1980 se estrena en Londres una versión del mismo musical y un poco más tarde David Lynch presenta su famosa película. A partir de este año, el interés por este héroe, protagonista involuntario de una gira mediática, crece hasta el límite cuando Michael Jackson expresa sus deseos de adquirir el esqueleto de Joseph Merrick. 

HOWELL, Michael & Peter Ford 
La verdadera historia del Hombre Elefante 
Turner Publicaciones S.L., Madrid, 2008 
ISBN: 978-84-7506-853-4

El Hombre Elefante


Las historias alrededor de Joseph Merrick, el famoso Hombre Elefante de la Inglaterra victoriana, combinan elementos de la fábula y los mitos, de la tragedia y el melodrama, de los freakshow y de la farsa. Los autores examinan como este fenómeno ha sido construido y reconstruido por los diferentes interesados en diferentes momentos de la historia, buscando qué revela de los intérpretes, artísticos o científicos, de las audiencias o de sus biógrafos. 

GRAHAM, Peter W. & Fritz H. Oehlschlaeger 
Articulating the Elephant Man: Joseph Merrick and his interpreters 
The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1992 
ISBN: 0-8018-4357-X

12 de agosto de 2021

Una lección de Tati




Cours de soir (1967), Nicolas Ribowski

Filmado durante una interrupción del rodaje interminable de Playtime, el cortometraje Cours de soir es una excelente lección de mímica, literalmente. Jacques Tati, imparte una clases de comedia a unos “entusiastas” alumnos.

Tati se tropieza con el escalón y dice a sus alumnos: “Volveremos a esto al final de la clase”. Lección 12: La Observación. “la observación te permite descubrir la naturaleza de ciertos tipos de personalidad”, contesta uno de los aspirantes a actor. Para explicar la lección, Tati se dispone a desplegar un gran desfile de fumadores. Le siguen el tenista, donde Tati es un verdadero especialista; el pescador, que nos ayuda a entender el tempo de este artista; y el cartero, secuencia en la que Tati aprovecha para presentar una versión mejorada del entrenamiento de carteros que aparecía en L’Ecole des facteurs.

En esta clase magistral no podía faltar la equitación y tenemos la suerte de ver, ¡por fín! , a Tati montado sobre un caballo de verdad. “La gente monta a caballo según su profesión”, dice mientras acerca a sus alumnos a la ventana. La broma le sirve para demostrarnos su destreza sobre el caballo y de paso hacer unas cuantas imitaciones.

Al final de la clase, y como había prometido, vuelve al escalón. Una loca explicación matemática sobre la pizarra pretende instruir a los desafortunados alumnos. Uno tras otro se tropiezan con el escalón sin gracia alguna para desesperación del maestro. Como el escalón no marcha, se ponen a probar con una columna. La fórmula matemática tampoco parece funcionar… hasta que Tati se tropieza de verdad y se golpea la cabeza con la columna. “Se suspende la clase. Practiquen en su tiempo libre”.

En realidad, este peculiar profesor no tiene una metodología clara y estructurada como la de Mr. Bean en Una lección magistral (1996), pero Tati es único y de sus lecciones se puede aprender mucho más de lo que uno cree. También es verdad que se aprende más en los documentales y en las entrevistas que le hicieron a lo largo de su carrera. En una de ellas dice: “Comedy lies not in the actions of the comedian, but in the comedian’s ability to reveal the comic dimension of others”. Para mi, eso si que es una gran lección.

Al final del corto, Tati se hace un homenaje a si mismo cruzando una de las calles de Tativille mientras los trabajadores mueven los edificios. Tati vive justo enfrente, en un bajo-chabola. En realidad, en esas fechas estaba completamente arruinado y ya había perdido su casa.

Cours de Soir (1967)
Productora: Specta Films (Francia)
Director: Nicolas Ribowski
Asistente: M.F. Siegler
Cámara: Jean Badal
Música: Léo Petit
Intérpretes: Jacques Tati (Monsieur Hulot), Alain Fayner, Marc Monjou
Color, 30 min.

8 de agosto de 2021

Dos feriantes

El hombre elefante (The Elephant Man, 1980) David Lynch 

No, hoy no vamos a dedicar nuestros esfuerzos al personaje titular, por más que los merezca. La tragedia del fenómeno John Merrick está trazada con tiralíneas por David Lynch en su segunda película, tras la desasosegante Cabeza borradora (Eraserhead, 1977). Vamos a centrarnos en los dos personajes que se interesan (interesadamente) por él.

En primer lugar está sir Frederick Treves, un cirujano del Hospital de Londres, en cuya investigación se basa parte del guión. El responsable de los monstruos es un personaje netamente dickensiano, Bytes. Encarna al feriante Freddie Jones, curtido en el teatro pero de extracción más popular que su rival. Y es que sir Frederick está interpretado con la oportuna flema por Anthony Hopkins, al que ya no podemos separar de su identidad de Aníbal el Caníbal, aunque, como tantos de sus compatriotas es un actor formado en el teatro clásico, a la sombra de Richard Burton y Laurence Olivier. En el hospital hay rencillas, envidias, celos profesionales… Cuando vemos al doctor Treves por primera vez, deambula por una feria: tragafuegos, magos orientales y, por supuesto, una barraca de fenómenos. Situémonos en la Inglaterra victoriana. Sin abandonar los paisajes industriales en que se desarrollaba su primera película, Lynch recurre a un referente indiscutiblemente británico: las películas del terror de la casa Hammer Films. Esta productora reverdeció los días de gloria de los viejos monstruos de la Universal (Drácula, Frankenstein, la momia, el hombre lobo…) y creó un nuevo star system en el que Christopher Lee y Peter Cushing alcanzaron estatus mítico durante los años sesenta. Lynch recurre al director de fotografía más renombrado de entre los colaboradores de la Hammer, Freddie Francis.
También Freddie Jones ha intervenido en dos productos tardíos de la productora El cerebro de Frankenstein (Frankenstein Must Be Destroyed, 1969) y Los ritos satánicos de Drácula (The Satanic Rites of Dracula, 1973).

En este ambiente hammeriano, El hombre elefante radiografía la rivalidad entre estos dos hombres por la posesión de tan preciada pertenencia. Para el doctor se trata de su prestigio profesional, para Bytes de su supervivencia. Éste la enmascara como sociedad comanditaria. Argumenta que la barraca es el único medio de vida del que dispone el fenómeno. Pero, frente al humanismo científico del que hace gala sir Frederick, el feriante enarbola su bastón, como un signo de exclamación que subraya su brutalidad.

Sin embargo, ¿qué otra cosa que una exhibición pública es el momento en que el doctor Treves da a conocer a sus colegas “su” descubrimiento? En una escena ejemplarmente planificada, en la que el horror se ve pero no se muestra, el hombre elefante es sólo una sombra sobre la que los punteros van señalando deformidades y ulceraciones. El buen doctor apunta incluso el hecho de que los órganos sexuales de Merrick no están afectados por la hipertrofia que afecta a otras partes de su anatomía. La película es la crónica de su redención. De la barraca al palco. Su muerte es plácida, después de asistir como espectador a un espectáculo teatral. Pero antes ha debido regresar al infierno de la barraca, donde, ahora sí, hemos conocido el horror en toda su profundidad; un horror hecho de abusos y sordidez.
Sr.Feliú
El hombre elefante (The Elephant Man, 1980) 
Producción: Brooksfilms (EEUU) 
Dirección: David Lynch 
Guión: Christopher De Vore y Eric Bergren. 
Intérpretes: Anthony Hopkins (Dr. Frederick Treves), John Hurt (John Merrick), Freddie Jones (Bytes), Anne Bancroft, John Gielgud, Wendy Hiller, Michael Elphick, Hannah Gordon, Helen Ryan, John Standing, Dexter Fletcher, Lesley Dunlop, Pat Gorman, Claire Davenport. 
124 min. Blanco y Negro.