Wandering Papas (1926),
Stan Laurel
Wandering Papas
suele figurar en casi todas las enciclopedias del salpstick por algo puramente circunstancial: es uno de los escasos
ejemplos de películas dirigidas por Stan Laurel en las que Oliver Hardy tiene
un papel de peso (y perdonen el chiste fácil, pero estaba a huevo). Stan Laurel
había vuelto a la disciplina del estudio de Hal Roach después de una temporada
actuando para Joe Rock. Comoquiera que éste tuviera aún algunos títulos por
estrenar, parece que impuso la condición de que no actuara para Roach. Stan
Laurel quería probar suerte como guionista y director y Roach había pensado
promover a James Finlayson a primera línea de fuego, de modo que el acuerdo no
perjudicaba a nadie. Sin embargo, Finlayson no se ganó el favor del público en
esta aventura por triplicado: Chasing the
Chaser, Unfriendly Enemies y Yes, Yes, Nanette (Stan Laurel, 1925). Lo
haría tres o cuatro años después como imperturbable víctima de los desastres provocados por el Gordo y el Flaco.
La estrella cómica de recambio fue Clyde Cook. Cook nació en
Nueva Gales del Sur en 1899. A los
catorce años ya ha ganado cierta fama como bailarín excéntrico, lo que le vale
un contrato de dos años para girar por el circuito de vodevil australiano. Es
entonces cuando empieza a entrenar en la playa con sus compañeros acróbatas.
Estas habilidades se demostrarán imprescindibles cuando intente abrirse camino
en el mundo del music-hall británico.
Un bailarín sólo cobra un par de libras por dos pases diarios, pero Cook se
gana a pulso el mote del “Chico Canguro”, con el que sus ingresos empiezan a
ascender. El Folies Bergère parisino y el Hippodrome neoyorquino fueron las
siguientes escalas en el camino a Hollywood, donde llega en 1920 contratado por
Sunshine Comedies, la división de cortos cómicos de Fox. Tres decenas de
películas después recala en el estudio de Hal Roach. Lo tenía todo para
triunfar: personalidad propia, veteranía, vis cómica, agilidad de acróbata…
Stan Laurel lo dirige en dos ocasiones. La primera, en una
comedia de sustos, en la que encarna a un ladrón de cadáveres -Moonlight and Noses (1925)-, la segunda,
la que proyectamos anoche en la carpa, Wandering
Papas.
Se trata de una película de dos rollos con una trama
compleja ambientada en un campamento donde viven los rudos trabajadores que se
dedican a la construcción de un puente. Como indica el primer intertítulo, allí
“los hombres son hombres y las mujeres… escasas”. Probablemente por eso el
ingeniero (Tyler Brook) ha puesto los ojos en Susie (Sally O’Neil) la hija de
un hillbilly misántropo (Adolph
Milar), dispuesto a agujerear a cualquiera que pretenda perturbar su soledad.
Mientras tanto, en el campamento, el capataz (Oliver Hardy)
lidera una revuelta para que el rancho mejore. Ante sus amenazas, el cocinero
(Clyde Cook) hará lo imposible para otorgar rango de haute cuisine a sus comistrajos.
Las dos tramas se resolverán en un vagón colgando al borde
de un precipicio. Tanto aquí como en una escena de pesca, podemos contemplar
algunas de las habilidades de Clyde Cook, aunque la construcción cómica se basa
más en ciertos gags visuales, como el de las tortitas explosivas, milimétrica
pieza del slow burning que
caracterizaría el trabajo conjunto de Laurel y Hardy.
Wandering Papas (1926)
Producción: Hal
Roach Studios (EEUU)
Dirección: Stan
Laurel.
Interpretes: Clyde Cook (el cocinero), Sally O’Neil
(Susie), Oliver Hardy (el capataz), Tyler Brooke (el ingeniero), Adolph Milar
(el ermitaño), Sammy Brooks.
20 min. Blanco y negro.