27 de junio de 2023

Protéa: domadora, equilibrista y barrista



Protéa (Protea, Victorin Jasset, 1913)

Cuando la producción francesa en cuatro episodios, Protéa, se estrenó en España en 1914, los diarios se deshicieron en elogios para con la escena de la bicicleta que salta sobre el puente en llamas. En stunt —que dirían los sajones— habría costado la friolera de once mil francos, a mil del ala por cada uno de los once intentos que hubo que realizar hasta que la proeza quedó a satisfacción de Jasset. Así que he aquí a la bisabuela de todos los 007s y Misiones Imposibles que en la pantalla han sido.


Josette Andriot, que había interpretado a “La Rosaria” en las sucesivas entregas de la serie Zigomar (Protea, Victorin Jasset, 1911-1913), asume aquí el papel protagonista, el de una intrépida aventurera al servicio del gobierno de Messenia que debe hacerse con un tratado firmado por los vecinos reinos de Celtia y Slavonia. La primera demanda de Protéa será que liberen a su compañero de aventuras habitual, un carterista conocido como “El Anguila” (Lucien Bataille). Ambos son maestros del disfraz y, tantas veces a lo largo del metraje, la acción trepidante se toma una tregua para que asistamos a sus actos de fregolismo.


Viajeros en los grandes expresos europeos, ladrones embutidos en negras mallas, gentes del pueblo de las que nadie sospecharía... Las identidades múltiples constituyen la misma esencia —paradójicamente mudable— de sus personajes.


El tratado secreto ya está en manos de la pareja. Ahora bien, ¿cómo cruzar la frontera sin ser detenidos por la policía? Nada más sencillo. Ambos ingresan en un circo ambulante. Ella, como domadora de felinos. Él, nada menos que como una suerte de hombre simiesco o primate humanoide, según se mire.


Como no hay tiempo que perder, ya están los dos encerrados en la jaula con Sadie, la leona...


Pero aún hay más. Protéa se instala con la leona en un hostal de la frontera cuyo propietario ha alerta a la policía, de modo que cuando el comisario pretenda recuperar el tratado secreto el susto que le va a dar Sadie será morrocotudo.


El público debió quedar más que satisfecho con esta intrépida heroína y su simpático ayudante, porque la casa Eclair facturó hasta tres secuelas, aunque ya sin Jasset tras la cámara: Protéa II ou Protéa et l’auto infernale (Protea y el auto infernal, Joseph Faivre, 1914), Protéa III ou La course à la mort (Protea III: La carrera diabólica, Joseph Faivre, 1915) y Protéa IV ou Les mystères du château de Malmort (Protea IV: Los misterios del castillo de Malmont, Gérard Bourgeois, 1917).


Que el circo formaba parte del universo proteico de Prótea se hace en evidente en la cuarta entrega del serial, cuando en su lucha contra la Secta Roja que tiene su guarida en el castillo de Malmort, la protagonista y su ahijado tropiecen en el camino con el circo del acróbata León Jouvert:


León Jouvert, el popular acróbata y funambulista, prodigioso contradictor de todas las leyes de la gravitación, de la inercia y del equilibrio, había obtenido una licencia ilimitada y al volver a su tierra, la amada Bretaña, había reunido a varios compañeros, antiguos camaradas de circo, a los que la guerra dejaba sin trabajo, y con los escasos recursos de todos quedaba formado a poco un circo ambulante, que a buen seguro sería la base de una fortuna.


Nada faltaba en la compañía: atletas capaces de hacer palidecer a Sansón, prestidigitadores, ecuyéres, saltadores, domadores y sobre todo payasos cuyas gracias hacían reír hasta los muertos. [Protea IV o los misterios del castillo de Malmort: en seis episodios. Barcelona: Cabot Piñot, 1917, pág. 33.]


En esta ocasión Protéa será la “equilibrista y barrista de la máscara negra”. Debemos imaginárnosla porque sólo se conserva el serial primigenio, el de 1913, y aún así incompleto.

Pueden ustedes disfrutar de la restauración aquí: https://www.cinematheque.fr/henri/film/49285-protea-victorin-jasset-1913/, y de La novelización de la cuarta entrega del serial aquí: 


Protéa (1913)
Producción: Eclair (Fr)
Dirección y Guión: Victorin Jasset.
Fotografía: Lucien N. Andriot.
Intérpretes: Josette Andriot (Protéa), Lucien Bataille (“El Anguila”), Charles Krauss (el barón de Nyborg), Henri Gouget (monsieur de Robertsau), Emile Chautard (el ministro de Celtie), Camille Bardou (un policía), Gilbert Dalleu (otro policía), Mévisto (el dueño del Pichón de Oro), Jacques Feyder (un diplomático).
Blanco y negro + tintados. Formato mudo (1,33:1). 50 min. (la copia conservada).

18 de junio de 2023

Biografía del circo


Apareció por primera vez este libro hace un montón de años en la editorial Escelicer. Jaime de Armiñán aprovechó para redactarlo el puestecito que había conseguido en la administración pública gracias al título en Derecho que se habían empeñado en que obtuviera su padre, el periodista Luis de Armiñan, y su madre, la actriz Carmen Oliver Cobeña. No querían que su hijo anduviera al albur de un oficio inseguro. A la vista está que de poco les valió. En su escritorio de la sección de Madera y Corcho de la Diputación Provincial fue pergeñando Armiñán su obra. Luis de Armiñán asumió deportivamente su derrota cuando escribió el prólogo a esta crónica apasionada del circo en la que se dan la mano el reportaje, la historia y la literatura.


Para entonces su hijo había escrito ya varias comedias y ganado los premios Calderón de la Barca para autores noveles y el Lope de Vega que otorgaba el ayuntamiento de Madrid sin importar que uno fuera inédito o no. También se había casado con Elena Santonja, de cuya mano entró en la recién creada Televisión Española para quedarse allí durante un buen número de años. La ficción televisiva de los sesenta tuvo en él uno de sus más firmes puntales. En sus series privaba la comedia de costumbres y un suave humor crítico en un medio acrítico. Muy de vez en cuando, los toros como excusa. Casi nunca el circo. Un monólogo en el que Rodero interpretaba a un viejo payaso abrumado por los recuerdos es de lo poco que hemos podido rastrear en este terreno. También aparece el mundo del circo tangencialmente en el guión de La becerrada (1963) y despliega todos sus recursos en el episodio español de La muerte viaja demasiado (1965). Ambas películas fueron dirigidas por José María Forqué, con quien Armiñán colaboró asiduamente en los sesenta.


Entró con paso firme en los setenta al ser refrendada su tercera película con la candidatura al Oscar a la mejor película —absurda perífrasis etnocentrista— “de habla no inglesa”. En Mi querida señorita (1971) José Luis López Vázquez es una solterona provinciana… que se afeita todas las mañanas; un hombre en un cuerpo de mujer. Junto con El amor del capitán Brando (1974) y ¡Jo, papá! (1975) estas tres películas componen una especie de trilogía pre-transicional. Sin embargo, los cambios producidos en España tras la muerte de Franco convirtieron a la última en un producto prematuramente trasnochado. El espíritu nómada y mágico encontrará su mejor reflejo en la pareja compuesta por Paco Rabal y Concha Velasco que recorren la geografía ibérica con una barraca de cine ambulante en La hora bruja (1985). Su obra cinematográfica le ha valido el Goya de Honor en la edición de 2014 de los premios de la Academia de Cine.


Su afición por el circo, según propia confesión, nace de la vez en que acompañó a su padre a un perdido y friolento pueblo de La Mancha en el que el empresario arruinado del Circo Alemán había abandonado a 54 animales —leones, osos, ponis, elefantes…— al borde de la consunción por falta de alimentos. El reportaje, publicado en ABC, conmueve a las almas caritativas y a los responsables de la Sociedad Protectora de Animales. La beneficencia, no obstante, tiene consecuencias inesperadas para el liliputiense Francis, abandonado junto con los animales. El enano vivía de los paisanos a cuerpo de rey: del bar al lupanar y vuelta. Su ingreso en una institución benéfica dio al traste con una vida regalada. De estas anécdotas, pintadas tan a lo vivo, se siguen moralejas que no siempre coinciden ni con la severa moral de antaño ni con la corrección política de hogaño. De ahí que el libro conserve su actualidad.


Cuando Armiñán emprende la labor de biografiar el circo apenas hay bibliografía en castellano. Está el libro seminal de Ramón Gómez de la Serna, El circo, una colección de greguerías y observaciones líricas sobre artistas, animales y público circense editada en 1917. Está El circo y sus figuras, de Sebastián Gasch, crónica de peripecias cuasifantásticas, si no fuera porque muchas han sido vividas en primera persona. Y está el reportaje de Alfredo Marqueríe, Un mes en el circo, que se ha puesto durante un mes la máscara de Profesor Ignotus para viajar con el modesto Circo Estambul. Armiñán, apadrinado por el tercero, toma más del segundo que del primero. O sea, para resolver el acertijo: busca el amparo profesional de Marqueríe, recoge el dato de Gasch y se deja permear por la grafomanía de Ramón. Pero se apoya, sobre todo, en los historiadores franceses y británicos, con Henry Thétard a la cabeza. Con haber tomado de éste algunas enumeraciones de artistas en las distintas especialidades, lejanos ya en el tiempo y a los que, por lo tanto, no ha podido contemplar, Armiñán lo asimila y lo hace propio. Nos enteramos así de su filia por los canes y su fobia hacia los gatos, de su pasión por las focas trompetistas y malabaristas que pueblan sus sueños, de su antibelicismo a machamartillo. También de su postura en temas polémicos, como la incorporación de toros al espectáculo circense, la utilización de la red en los números de riesgo o la exclusión de los fenómenos de la pista.


Ya había señalado Gasch la fecundidad de la localidad valenciana de Catarroja en echar payasos al mundo. Armiñán, hijo de su tiempo y su ciudad, nos aproxima a otro foco de artistas circenses: el Puente de Vallecas madrileño. Gentes criadas en un tejar, como los primeros Carpi, que se dedicaron a la acrobacia y engendraron una estirpe de payasos que invariablemente regresaban a su lar nativo después de haber recorrido el mundo entero. Lo mismo pasará en Italia, Alemania o la China, pero aquello nos resulta mucho menos exótico que una vejez tranquila en el Puente de Vallecas. Porque Armiñán da espacio a los artistas españoles que en el mundo han sido. Y un capítulo a los circos, entre los que tiene especial relevancia el de Price, que fue durante casi cien años sede estable de espectáculos circenses en la capital, hasta que la piqueta municipal dio con el coliseo por tierra para edificar en el solar un banco.


Preferimos reseñar estas tragedias familiares y cotidianas que las grandes epopeyas de los pioneros en todos los campos —Astley, Franconi, Ducrow, Léotard, Julia Pastrana…— y las siluetas de los grandes de todos los tiempos —Grock, los Codona, Barnum, Charlie Rivel…— trazadas por Armiñán con intuición para la anécdota reveladora. Es en este delicado equilibrio entre rigor histórico y gusto por la curiosidad excéntrica donde reside la mayor virtud de Biografía del circo.


La cuidada edición de Pepitas de calabaza, en la que colaboran la Fundación AISGE y la Unión de Profesionales y Amigos de las Artes Circenses y para la que el propio Armiñán ha escrito un nuevo prólogo, incorpora muchas de las ilustraciones que proporcionaron el círculo de íntimos entre los que se encuentran su suegro, el pintor, cartelista e ilustrador déco Eduardo Santonja, portadista de las más prestigiosas publicaciones en los años veinte y treinta; Elena, su mujer, y su cuñada, la futura Vainica Doble Carmen Santonja. Otros compañeros de éstas en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, como Chus Lampreave y Leo Anchóriz, contribuyen con sus grecas y diseños. También ellos se dedicaron a la interpretación y colaboraron en su condición de tales en los proyectos televisivos y cinematográficos en los que estuvo implicado Jaime de Armiñán.

Continente y contenido se aúnan en una obra de referencia que llevaba demasiado tiempo ausente de las librerías.

Santiago Aguilar (Sr. Feliú)
Ambidextro nº 57 - Diciembre 2014

Armiñán, Jaime de 
Biografía del circo
Colección David
Escelicer S.A. 1958

Armiñán, Jaime de 
Biografía del circo
Pepitas de calabaza ed. 2014
ISBN: 978-84-15862-27-7

17 de junio de 2023

Jaime de Armiñan


Tiempo y horaVuestro circo. Mi circo (1966), Jaime de Armiñán. TVE

A todos los payasos del mundo
Jaime de Armiñán

Este es el primero de los tres monólogos que escribió Jaime de Armiñán en TVE para José María Rodero. Los otros dos versaban sobre un condenado a muerte y un opositor. Tres temas que pueden tener más en común de lo que parece.

"Yo cuando no estoy en el circo sigo pensando en el circo", dice el Sr. Frankie (José María Rodero), el payaso del circo, a Bebé (
Dianik Zurakowska), la hija del director del circo. También busca entre las hormigas y las cigarras la metáfora que necesita para explicar su amor por el circo. Él está del lado de las cigarras que "también trabajan, pero con alegría".



Bebé abandona el circo porque se va a Barcelona a casarse con un empresario de neumáticos. Todo el circo está enamorado de Bebé, sobre todo Víctor, el regidor, o avisador como lo llama Frankie, y todo el mundo se siente triste. Después de que Frankie se despida de Bebé, Víctor le entrega una carta de Monsieur Gaspar (Onofre Fraile), el director y antiguo compañero de payasadas de Frankie. El Sr. Frankie no quiere abrirla porque se imagina lo que dice, supone que es una carta en la que su antiguo carablanca y ahora jefe le agradece sus servicios y le despide del trabajo.


La obra de Jaime de Armiñán es un monólogo del Sr. Frankie, maquillado de payaso porque queda poco para la función. Habla al payaso del espejo llamándole cobarde y ensaya la conversación que va a tener con Monsieur Gaspar. Frankie proviene de Catarroja, cuna de los mejores payasos españoles, y rememora cuando realizaba con Gaspar la entrada de la Filosofía:  
—Por medio de la filosofía le voy a demostrar que no está usted aquí. 
—¿No?
—No.
—¿No?
—No.
—¿Está ud. en Bilbao? 
—No.
—¿Está ud. en Valencia?
—No.
—Pues si no está en Bilbao ni está en Valencia tiene que estar en otra parte y si está en otra parte es que no está aquí.
Al no estar aquí, el ingenioso carablanca aprovecha para robar las cien pesetas que se han apostado. ¿Cómo va a robarlas si no está aquí?

El Sr. Frankie ensaya de nuevo la conversación que va a tener con el director, pero esta vez el guion no le muestra orgulloso y desafiante, ahora es un payaso que suplica un puesto, cualquiera, para quedarse en el circo, su vida, su auténtico y único amor.

La carta finalmente resulta ser una invitación a la boda de Bebé. Todos sus demonios desaparecen y vuelve a ser el radiante y feliz payaso de siempre, que va a salir a la pista en unos segundos.

Si les apetece lo pueden ver ustedes en este enlace: [https://www.rtve.es/play/videos/programas-y-concursos-en-el-archivo-de-rtve/tiempo-hora-vuestro-circo-circo/2696238/].


Jaime de Armiñán y el circo
"(…)
Uno, dos, tres. Y… Nada por aquí, nada por allá. Creo que es el momento justo para decir, o, mejor, para contar, de dónde viene mi afición al circo.

Según parece —así me lo contó un día mi abuela Carmen Cobeña—, mi familia materna fue del teatro desde el siglo XVIII o antes. Mi abuelo Federico Oliver escribió comedias, como él decía, y entre ellas una preciosidad que tituló Los cómicos de la legua y estrenó mi madre, Carmita Oliver, en el teatro Español de Madrid, se supone que antes de que yo hubiera nacido. Aquellos cómicos, sin duda, rozaban letra y música con el trapecio de circo y los caballos de la hermosa ecuyere. Pero fueron ciertos leones, y quizá alguna pantera o tal cual oso, quienes me hicieron llorar. Y los que me descubrieron el circo.

Apenas un suave redoble de tambor y el lamento de una melancólica trompeta. A la Mancha de Don Quijote fui con mi padre. Luis de Armiñán iba a escribir el reportaje de un circo perdido y me llevó con él. Yo tenía trece o catorce años. Un misterio casi de novela policiaca. Lo cierto es que en aquel lugar de La Mancha fueron abandonados dos o tres leones y algún que otro oso. Hacía mucho frío. Quizá estuviera lloviendo. O nevando. Las pobres fieras apenas se podían mover. Recuerdo que una triste leona abrió la boca. Seguramente quiso rugir, pero no le salió la voz y se limitó a bostezar…

Sé que aquellos animales salvaron la vida por un pelo de ñu, aunque ignoro si volvieron al circo o acabaron en el parque del Retiro. La evocadora música de fondo da paso a un breve redoble…

El caso es que el circo me sorbió el seso y que en Madera y Corcho, como un funcionario de plomo, de mentira, de los que aún no habían nacido en mis cuentos particulares, di principio a un libro que se tituló Biografía del circo. Pero esa es otra historia."

Esto cuenta Armiñán en 'Paseo de La Habana' Las memorias televisivas de Jaime de Armiñán, unos recuerdos en varios capítulos que se puede encontrar en la página web de AISGE. Esa otra historia a la que se refiere es la publicación de su libro "Biografía del circo", uno de los pocos libros en español dedicados al circo en la época de su publicación, el año 1966. 

Si fueron dos o tres leones y algún que otro oso, o muchos más como refiere Santiago Aguilar en su reseña de la reedición del libro por Pepitas de Calabaza en 2014, no nos importa demasiado. A nosotros también nos falla la memoria.

Vuestro circo. Mi circo (1966), Jaime de Armiñán
Realización: Gabriel Ybáñez
Guion: Jaime de Armiñan sobre un relato del mismo autor
Intérpretes: José María Rodero (Sr. Frankie, payaso), Dianik Zurakowska (Bebé, hija del dueño del circo, Monsieur Gaspar), Venancio Muro (Víctor, regidor), Onofre Fraile (Monsieur Gaspar)
27 min. Blanco y negro


12 de junio de 2023

Acrobacia china



Excelente libro de fotografías sobre la acrobacia china (Variety art, "zaji") en la que no aparece el nombre del autor o autores, aunque en una edición posterior hemos encontrado el nombre de Wang Zhengbao, así que suponemos que sea él. El libro está en tres idiomas, inglés, francés y ¡suajili! y es claramente un libro de propaganda oficial en el que se loa a Mao y su Revolución cultural. Entre su centenar de páginas podemos descubrir las distintas expresiones de este antiguo arte chino: la danza del león, el equilibrio sobre sillas, la báscula, las acrobacia sobre un mástil de bambú apoyado en los hombros, las acrobacias atravesando aros, equilibrios sobre escalera, los diferentes ejercicios sobre el rulo, la pagoda de tazas, los malabares con tridentes, sombreros, jarrones, los ejercicios de antipodismo, las acrobacias en mástil, los platos giratorios, el diábolo, las piramides sobre bibicleta…, en fin, una inacabable sucesión de habilidades ejecutadas con gran precisión y presentadas con gracia y virtuosismo.


Akrobatik in China. Acrobacia de China
Foreign Languages Press, Peking, 1974


11 de junio de 2023

El Fakir Rodríguez


El fakir Rodríguez (1937), E.Jardiel Poncela y L. Marquina

Decir a estas alturas del siglo XXI que Enrique Jardiel Poncela es el dramaturgo español más completo de la pasada centuria puede sonar a dislate. Y, sin embargo, uno lo suscribe a pies juntillas. Su problema, como tantas veces, haberse dedicado al humor. Eso en un país tan seriote como España resulta imperdonable.


En la azarosa vida de Jardiel hubo tiempo para todo. Enamorado de las nuevas tecnologías, fue uno de los primeros en acercarse a la incipiente radio a mediados de los años veinte, se convirtió en pionero al idear el doblaje cómico de viejas películas que bautizó como “Celuloides rancios” y tuvo los santos bemoles de rodar en la mismísima meca del cine su Angelina o el honor de un brigadier (1935) en castellano… ¡y en verso!


Otra de sus actividades cinematográficas fue la elaboración de unos cortos de asunto cómico cuyo rodaje se truncó el 18 de julio de 1936. Es lo malo que tienen las guerras. Después de su detención en una checa y peripecias varias por tierras argentinas, Jardiel regresa a España en 1937 y se instala en San Sebastián, la capital cultural de los facciosos. Allí retoma los rodajes de la serie de “Celuloides cómicos”, provenientes de relatos publicados en Buen Humor y Gutiérrez, dos revistas de humor capaces de mirarse de tú a tú con las mejores publicaciones francesas. El fakir Rodríguez (1937) es una adaptación de “Presentación del fakir Rodríguez”, que había aparecido en la revista en 1927 con el subtítulo de “Apropósito (A propósito, para que el público incendie el teatro)”.


El resultado cinematográfico es una traslación pura del texto en el más estricto sentido, sin la más mínima variación respecto a él y con una acción que se desarrolla ante una cámara estática que en ningún momento se mueve del espacio entre cajas en el que se sitúa Rodríguez, en una planificación de un primitivismo extremo que cuesta comprender incluso pese a la precariedad de recursos a la que se enfrentó Jardiel. Al menos tiene el interés de escuchar la voz del autor leyendo el relato.


El locutor presenta al fakir cuyas pírricas hazañas provienen del descabalamiento semántico tan caro al autor. Así, es capaz de pasar sobre un brasero con carbones encendidos —por el sencillo procedimiento de saltar por encima, como si fuera un charco—, de tragarse una espada después de masticarla —proeza realizada con un as de este palo de la baraja— y de recibir sin despeinarse hasta doce “sablazos” —que, a más de mandobles de sable, son esas peticiones de dinero deshonrosas que realizan los conocidos sin la más mínima intención de devolverlo—.
Irrepetible Jardiel.


En este enlace pueden ver el ftagmento que se conserva de la pequeña película: https://www.rtve.es/play/videos/filmoteca/fakir-rodriguez-1938/3399242/

Que la disfruten.
Sr. Feliú


El fakir Rodríguez (1938)
Producción: CEA (ES)
Dirección: Enrique Jardiel Poncela
Argumento y Guión: Enrique Jardiel Poncela.
Intérpretes: José Ramón López Luzzatti
10 min. Blanco y Negro



10 de junio de 2023

La China de Ivens


Comment Yukong déplaça les montagnes (1976), Joris Ivens y Marceline Loridan 

Este macrodocumental sobre China después de la Revolución Cultural de más de 12 horas está dirigido por el cineasta pionero Joris Ivens con la colaboración de su mujer Marceline Loridan y Jean Bigiaoui. Horas y horas de material filmado entre 1972 y 1975 retratando la vida diaria de la China de Mao. Una visión auspiciada por los gobernantes del país que ensalza los avances de la revolución, pero que permite a Ivens y sus colaboradores añadir su visión artística desde un punto de vista europeo.


La leyenda de YuKong
El cuento del viejo loco que removió las montañas, recogida en el libro Lie Zi "La perfecta vacuidad", destaca las virtudes de la perseverancia y de la osadía para alcanzar aquello que parece imposible gracias a la potencialidad de la comunidad. El relato explica el mito del anciano Yu Gong (YuKong) quien reunió a su familia para proponerles que removieran dos montañas que tenían que rodear cada vez que quería salir de la aldea. A la tarea de abrir un camino se les sumó una vecina viuda y su hijito, aunque muchos se reían de ellos y les decían que nunca lo conseguirían. Frente a tales burlas Yu Gong respondía que lo lograrían aunque él muriera sin verlo, pues sus hijos y sus nietos se sucederán por generaciones y las montañas no iban a crecer. Entonces, ¿por qué no iba a ser posible allanarlas? El cuento explica que tal determinación conmovió al Emperador del cielo, quien decidió enviar a dos hijos de Kua E para que transportaran las dos montañas sobre sus espaldas. Esta leyenda reflexiona sobre la fuerza de la comunidad, sobre la potencia de la voluntad y ha sido recogida en distintos períodos de la historia china con el objetivo de “adaptarla” a necesidades distintas.

Entre los 12 capítulos que componen el documental hemos descubierto una pieza dedicada al entrenamiento de las artes acrobáticas filmada en la Escuela de circo de Pekín que pueden ver al final de esta entrada.


Joris Ivens
George Henri Anton Ivens nació en 1898, en Nijmegen, una ciudad holandesa cerca de la frontera alemana. Su padre era el propietario de una cadena de tiendas de fotografía por lo que desde muy temprano se familiariza con todo lo relacionado con la imagen, estudiando economía en Rotterdam, fotoquímica en Berlín, construcción de cámaras en Dresde y lentes en Jena. Su trabajo como cineasta comienza en los años 20 del siglo pasado influenciado por el trabajo artístico que había descubierto en Berlín en las películas de Pabst, Dupont y Murnau, entre otros.


Inspirado por una proyección privada de Madre de Pudovkin (1926), Ivens y sus amigos crean la Filmliga, una especie de cineclub dedicado a mostrar películas que, por razones artísticas o políticas, no se podían ver en los Países Bajos. Eran las películas de Walter Ruttmann y Hans Richter, o Entr'acte de René Clair (1924), La Coquille et le clergyman de Germaine Dulac (1928), y las películas de Alexander Dovzhenko, Sergei Eisenstein o Alberto Cavalcanti. La Filmliga también proyectó los documentales Nanook of the North (1922) de Robert Flaherty y Turksib (1929), de Victor Turin, cintas que influyeron decisivamente en la manera de trabajar de Ivens.


Su primera película, De Brug (1928)es un documental sobre un puente ferroviario ubicado en Rotterdam, una colosal obra de ingeniería que permite que el puente pueda subir y bajar para que los barcos pasen por debajo. El trabajo de Joris Ivens está marcado por la abstracción y la repetición de los movimientos mecánicos y para su realización el cineasta estuvo grabando durante muchos meses. Lo mismo que con su segunda película, Regen (1929), un estudio sobre el agua que cae sobre agua, una pieza más lírica que la anterior y que va acercando a Ivens al cine que quiere hacer. El éxito de estas películas le lleva a ser contratado por el Sindicato de Trabajadores de la Construcción de Holanda para la realización de numerosos documentales.


Una invitación de Pudovkin para visitar la URSS le convierte definitivamente en un militante comprometido y sus documentales comienzan a adquirir un tono político y propagandístico que le definirá durante toda su vida. En España durante la Guerra Civil realizó Spanish Earth (Tierra de España), con comentarios de Ernest Hemingway y John Dos Passos narrados por Orson Welles.


Cineasta global, su trabajo le llevó a viajar por todo el mundo y a ser testigo excepcional de muchos acontecimientos históricos. A los 90 años, un año antes de su muerte, viajó de nuevo a China para filmar su última película Une histoire de vent (Un cuento del viento, 1988), una obra maestra, premiada en el Festival de Venecia, realizada junto con su esposa Marceline Loridan entre 1984 y 1988, en la que el propio Joris Ivens pretende capturar el viento —él mismo, ¡que había vivido gran parte de su vida con medio pulmón!— . La película, a medio camino entre el documental y la fantasía, es un poema a la libertad y un homenaje al cine, "trabajando en una tierra de nadie entre Lumiere y Méliès", según contó Marceline en una rueda de prensa, entre el realismo y la fantasía que representan los dos grandes pioneros del cinematógrafo.

Comment Yukong déplaça les montagn (1976)
1. La pharmacie N°3 : Shangai
2. Une femme, une famille
3. Le village de pêcheurs
4. Autour du pétrole
5. L'usine de générateurs
6. Une caserne
7. Impression d'une ville: Shanghai
8. Une histoire de ballon - Lycée n°31 Pékin
9. Le professeur Tsien
10. Un répétition à l'Opera di Pechino
11. Entraînement au cirque de Pékin
12. Les Artisans
Dirección: Joris Ivens y Marceline Loridan
Guión: Alain Badiou
Fotografía: Joris Ivens
Edición: Joris Ivens 
Color, 763 min.
                 

3 de junio de 2023

La China de Antonioni


Chung Kuo, Cina (1972), Michelangelo Antonioni

Con el propósito de restablecer los vínculos diplomáticos con Occidente tras la ruptura con la Unión Soviética, en 1972 Michelangelo Antonioni es convocado por el poder maoísta para filmar un documental sobre las bondades del régimen bajo el paraguas de la RAI y la Embajada de China en Roma. En sólo cinco semanas, de mayo a junio de 1972, se rodaron más de 30.000 metros de película Super 16 mm. Las autoridades chinas suponían que un director como Antonioni les daría el prestigio que habían perdido después de la Revolución Cultural de Mao.


Pero los funcionarios se equivocaron: Antonioni retrata una China diferente a la imaginada por el poder en un documental de más de tres horas. La voz del propio Antonioni, que nos guía en este viaje, se desvía del guión que las autoridades comunistas buscaban. Es por esto que la exhibición del documental en Estados Unidos e Italia provoca una reacción furibunda del régimen y de los partidos comunistas de Europa. Tendrán que pasar treinta años para que el documental sea exhibido en China.


Chung Kuo, Cina es un "diario de viaje", un retrato valiente de la China de la época realizado en poco tiempo y bajo el fuerte control de las autoridades, una oportunidad única para vivir en primera persona una experiencia inédita desde el corazón mismo del régimen comunista a través de los ojos de uno de los cineastas más influyentes del momento.


La cámara de Antonioni busca hombres y mujeres en plazas, parques, calles, edificios, fábricas, campos, metrópolis, sedes del Partido, hospitales y muchos otros lugares públicos para construir un relato íntimo, doméstico, que surge de la pura percepción y del deseo de ver más que de comprender, y la única China —Chung Kuo es el nombre con el que los chinos definen a su patria incluso más allá de su fronteras actuales— se muestra al público occidental como un puzzle difícil de componer, con piezas que no encajan del todo, lleno de contradicciones.

Nosotros solamente hemos incrustado el final de la película que es la que se dedica al Circo Chino, pero la película entera la pueden encontrar clicando en este enlace: [https://youtu.be/9_PiGqc1UpY]


Chung Kuo, Cina
(1972)
Dirección: Michelangelo Antonioni
Ayte. Dirección: Enrica Fico
Guion: Michelangelo Antonioni y ANdrea Barbato
Fotografía:  Luciano Tovoli
Edición: Franco (Kim) Arcalli
Música: Luciano Berio
220 min. Color