24 de enero de 2020

Dinamarca en blanco y negro

Døds spring till hest fra cirkuskuplen (The Great Circus Catastrophe, 1912), Eduard Schnedler-Sørensen

Ya hemos comentado en alguna otra ocasión que el cine danés es uno de nuestros referentes en la época del cine mudo. Algunas de las primeras películas circenses que conocemos provienen de su factoría. Durante los primeros años del cine, en lo que llamaron la edad de oro del cine danés (1909-1914), Dinamarca destacaba por su capacidad de producción y por un enfoque liberal y sin tapujos de las relaciones sexuales en melodramas eróticos que pronto se pusieron de moda en el país.
La película que nos ocupa no es un melodrama erótico solamente. También es una de las primeras películas catástrofe de la historia del cine, anticipándose unos cuantos años a películas como El coloso en llamas (1974) y otras de la misma índole que abundaron en la década de los setenta.

The Great Circus Catastrophe, la película de la que hablamos hoy, ha llegado a nuestras manos gracias al buen trabajo del Danske Filminstitut que está recuperando y editando muchos de estos primeros celuloides. En esta ocasión es un DVD dedicado al actor Valdemar Psilander (1884-1917) con varias películas entre las que se encuentra esta pieza del director Eduard Schnedler-Serensen, autor con cierta experiencia en aliñar catástrofes con turbias historias de amor. Psilander es una de los galanes del cine mudo danés y, a pesar de su temprana muerte, protagonista de más de ochenta películas de la Nordisk Films Kompagni
.
El Conde Willy von Rosenörn (Valdemar Psilander), acuciado por las deudas, se ve obligado a subastar su mansión familiar. Busca consuelo en el Café de Artistas donde pronto despierta el interés de Mademoiselle Doré (Mrs. Raeder), la resuelta amante del Director del circo (Aage Hertel) donde esta piensa patrocinar una función de caridad.

Al mismo tiempo despierta el deseo de la inocente y tímida Miss Evelyn (Jenny Roelsgaard), una bailarina del circo, lo que provoca una candente relación entre las dos mujeres y despierta los celos del responsable del coliseo. Este descubre las intenciones del conde, que aunque no quedan muy claras, al conocer su mal estado financiero desde la primera secuencia, podemos imaginar que son también de índole crematística. En ese mismo momento se produce un fuego en el hotel. Todos escapan, a pesar de las normas de seguridad, por el ascensor. El conde y Miss Evelyn quedan atrapados y huyen hasta la azotea para buscar salvarse en una claustrofóbica secuencia dentro del ascensor. Una vez en la azotea deciden escaparse del fuego y del humo a través de los cables eléctricos que van de una casa a otra. Una delirante decisión que los salva.

El conde descubre a su vez que la señora Doré –a quien adoramos por su cinematográfico nombre– es demasiado liberal y que mantiene su romance con el director. Pero ya es un poco tarde, el conde ha prometido a la mademoiselle participar en su función benéfica con un arriesgado número de salto con un caballo: jinete y caballo son izados en un montacargas de madera hasta la cúpula del circo desde donde se lanzan al vacío de la pista.

La decepción de su amor le lleva a la bebida. Miss Evelyn le suplica que no realice el número, pero el orgullo y el honor del conde están por encima de pequeños contratiempos. Finalmente realiza el arriesgado número y sucede lo inevitable: el caballo y el jinete yacen inmóviles sobre el serrín después de que una traca valenciana –más humo, más fuego– diera la señal para el salto. Pero después de todo, el amor triunfa. Miss Evelyn cuida al conde en el hospital después de su accidente.

Las secuencias de exteriores en esta película transforman este melodrama en un documental que nos muestra a la población danesa de principios de siglo. Los figurantes miran descaradamente a la cámara, sonriendo, mientras los bomberos intentan apagar un fuego de ficción. Aparecen agolpados, intentando entrar en el plano, y mirando sin ningún rubor a la cámara. Un retrato documental en sepia de la época que hoy, ante la "atrevida" inocencia de la trama, disfrutamos como uno de los encantos de la película.


Døds spring till hest fra cirkuskuplen
(The Great Circus Catastrophe, 1912)
Producción: Nordisk Films Kompagni (Dinamarca)
Dirección: Eduard Schnedler-Sørensen
Guión: Alfred Kjerulf
Intérpretes: Valdemar Psilander (Conde Willy von Roseñorn), Aage Hertel (Circus Manager Winge), Mrs. Raeder (Mademoiselle Doré), Jenny Roelsgaard (Miss Evelyn), Frederik Christensen, Alma Hinding, Frederik Jacobsen, Agnes Lorentzen, Axel Mattson, Lauritz Olsen y Valda Valkyrien
Muda. Blanco y negro. 45 min.

8 de enero de 2020

La militancia de un actor

estar en la mima es ser militante, un militante del movimiento en un mundo que está sentado.

Étienne Decroux

Étienne Decroux
París, 19 de julio de 1898
Billancourt, 12 de marzo de 1991

EL arte de Decroux tiene sus raíces en la renovación que el mundo del teatro vivía en la primera mitad del siglo XX. Su investigación se sitúa entre las de Craig, Stanislawski, Meyerhold, Copeau, Artaud, Brecht, Grotowski… En el teatro moderno podemos destacar a tres artistas y pedagogos que buscaron la esencia de este arte: el ruso Meyerhold y su biomécánica del actor, el polaco Grotowski con su entrenamiento físico y el protagonista de nuestra entrada, el francés Decroux con el mimo corporal dramático.

Nacido en el seno de una familia de artesanos, Étienne Decroux abandona los estudios a los trece años y comienza a ejercer todo tipo de oficios. Toda su vida reivindicó su pertenencia al mundo obrero y artesanal. "Hay gente de teatro que no ha visto nada de eso. Yo me pregunto, ¿cómo hacen para dirigir una obra de teatro? Esas cosas vistas y que incluso ejecuté, poco a poco se fueron metiendo en la cabeza, bajaron por el antebrazo, llegaron a la punta de los dedos y modificaron mis huellas dactilares".

Sus ideas políticas le sitúan en el anarquismo, cerca de las comunas de las que hablaba Proudhon. Aunque era poco amigo de camarillas o grandes formaciones políticas, tiene un alto concepto de la política y toda su vida estará marcada por esa pasión militante. Esta pasión le lleva a estudiar teatro para mejorar su dicción. Su ideal: oradores políticos que no tartamudeen. Muchos de sus enunciados tienen ese carácter político ya que Decroux traslada la potencialidad revolucionaria de la política al teatro: "La mima es un arte prometeico, incita a ponerse en pie".

De camarero en una escena de Le Corbeau (1943)

El Mimo Corporal Dramático 
Étienne Decroux, considerado el padre del mimo moderno, comenzó sus estudios teatrales en el Théâtre du Vieux-Colombier, fundado en 1913 por su primer maestro, Jacques Copeau. Es precisamente en esta escuela donde Étienne Decroux vive la experiencia que le hace convertirse en un hombre de teatro:

"Por tener menos de un año de estudios, yo no fui elegido para participar. Tranquilo en mi butaca, presencié un espectáculo inaudito. Era mima y sonidos. El todo sin una palabra, sin maquillaje, sin vestuario, sin iluminación, sin accesorios, sin muebles, sin escenografía. El desarrollo de la acción era tan sabio que teníamos muchas horas en tan sólo unos segundos y muchos lugares en uno solo. Teníamos simultáneamente ante los ojos el campo de batalla y la vida civil, el mar y la ciudad. Los personajes pasaban de uno a otro con toda verosimilitud. La actuación era emotiva, comprensible, plástica y musical. Era junio de 1924. Las obras que se realizan hoy en día asombran, pero no superan lo que hicimos ese día y nunca se logrará."

Étienne Decroux, Paroles sur le mime (1963)

En Les enfants du Paradis (1945) con Jean Louis Barrault

Un gran pedagogo 
Cuando este teatro cierra sus puertas, prosigue su investigación y sus enseñanzas en el Atellier de Charles Dullin, donde define las líneas maestras de su nuevo lenguaje teatral. Allí trabaja durante dos años con Jean Louis Barrault creando varias piezas de mimo corporal. Barrault y Decroux coincidirán en Les enfants du Paradis interpretando precisamente a dos actores, Anselme Deburau y su hijo, el famoso mimo Jean-Gaspard Deburau, el Pierrot del Théâtre des Funambules de París. Durante estos años, muy intensos en el plano profesional, realiza una brillante carrera de actor tanto el teatro como en el cine.

En 1958 viaja a Estados Unidos donde imparte sus enseñanzas en diferentes universidades. Un año más tarde de su vuelta a Francia, en 1963, publica "Paroles sur le mime" y se instala en la casa construida por su propio padre en Bolougne-Billancourt, donde comienza a impartir clases a centenares de alumnos de todo el mundo durante más de veinte años, con una pasión y un rigor que aún recuerdan muchos de sus discípulos. Este trabajo se puede ver en el documental que abre la selección Enfin voir Etienne Decroux bouger…, una magnífica colección de documentos que ha editado La Maison d'à côte, junto con un libro sobre la historia del mimo. La promo del DVD la podéis ver más abajo.

Étienne Decroux fue el maestro de Marcel Marceau, Jean-Louis Barrault, Thomas Leabhart, Steven Wasson, Anne Dennis, Daniel Stein, Frederik Vanmelle, Raymond Devos, María Casares, Gerard Depardieu, Jessica Lange, Roberto Escobar e Igón Lerchundi, entre muchos otros. Eugenio Barba, gurú del Odin Teatre, describe a Decroux como un maestro oculto que a pesar de su gran influencia en actores y profesores de todo el mundo ha sido siempre superado en reconocimiento por sus alumnos.

Decroux adoptó al caballito de mar como logo porque es todo torso. Ni brazos, ni piernas. La articulación del torso, de la columna vertebral es la esencia del mimo corporal. Además el caballito de mar es un animal poético: ligero, elegante, misterioso…, que se mueve lentamente.

Aquí podemos ver al maestro en acción. Que Uds. disfruten.



Filmografía selecta:

Clochemerle (1948), Pierre Chenal 
Voyage surprise (1947), Pierre Prévert
Les enfants du Paradis (1945), Marcel Carné
Le Corbeau (1943), Henri-Georges Clouzot
Macao, l'enfer du jeu (1942), Jean Delannoy
La Belle étoile (1938), Jacques de Barocelli
L'Affaire est dans le sac (1932), Pierre Prévert

Sigue aquí

1 de enero de 2020

Historia del mimo



Sin ser exactamente una historia de los mimos, "Le silence des mimes blancs. Les mimes et l'Histoire (L'art des mimes dans l'histoire des mimes)" nos introduce en las particularidades de este olvidado arte en un peculiar viaje a través de la historia. Repleto de reflexiones sobre el hecho teatral y la pantomima, Daniel Dobbels nos acerca al universo del hombre de blanco, personaje teatral virgen e inalterable, que busca la sublimación de la interpretación, poético y corporal, tremendamente físico… La edición, que incluye un DVD con grabaciones del trabajo de Étienne Decroux, es un homenaje a Deburau, el Pierrot del Théâtre des Funambules que inmortalizó Marcel Carné en Les Enfants du Paradis.

DOBBELS, Daniel
Le silence des mimes blancs 
Éditions la Maison d'à côte, 2006 
ISBN: 2-930384-14-X