Thirteen Women (1932), George Archainbaud
Desde el mismo inicio de la película un rótulo advierte al espectador sobre el poder de la sugestión que, según algunas autoridades psiquiátricas, puede conducir al suicidio y al crimen. Hay que tomarse este rótulo completamente en serio para disfrutar de Thirteen Women.
Doce mujeres que asistieron en el pasado al mismo colegio de señoritas deben pagar ahora por haber humillado a una compañera medio hindú, medio javanesa, que vayan ustedes a saber por qué se llama Ursula Georgi (Myrna Loy). Ésta se ha aliado con el adivino Swami Yogadachi (C. Henry Gordon) para enviar horóscopos falsos a sus excompañeras en los que se predicen toda suerte de desgracias para ellas y sus familias. Una a una van cayendo, víctimas de la autosugestión. Y, si se resisten, aún queda la mirada mesmerizante de Ursula para llevarlas a la muerte. Laura Stanhope (Irene Dunne) deberá luchar, además, por salvar la vida de su hijito, asistida por el oficial de policía Barry Clive (Ricardo Cortez).
Eso sí, como la susodicha Úrsula no se dedica a realizar exhibiciones públicas de su poder en ferias ni en saraos, si hemos proyectado la película en la carpa ha sido porque su primera víctima es June Raskob (Mary Duncan). June forma junto a su hermana May (Harriet Hagman) una célebre pareja en el trapecio volante.
Cuando June recibe la nota letal las hermanas Raskob se encuentran de gira con el circo de Joe E. Marvel, donde comparten pista con las actuaciones anónimas de las écuyères interpretadas por Aloha Porter —Miss California en 1926— y Audrey Scott —una veterana especialista que figuró en innumerables películas a lo largo de treinta años de carrera y que en 1969 publicó sus memorias con el título de “I Was a Hollywood Stunt Girl”—. Los trapecistas que concibieron y ejecutaron los saltos en la película fueron Clayton Behee, Eddie DeComa, Buster Bartell y Eddie Viera. Entre otras audacias asistimos a un doble mortal en el que la impresionable June debe ejercer de portor. No es necesario subrayar que esa función supondrá el final de la carrera de las “maravillas de Joe E. Marvel”.
Como decíamos al principio, no hay resquicios para el humor en la cinta del destajista parisino afincado en Hollywood George Archainbaud. Estos temas, que Hollywood solía tratar con cierta sorna, son en Thirteen Women motivos para crear situaciones mórbidas en las que priman los primeros planos de las mujeres que protagonizan la práctica totalidad de la trama, mientras que los hombres son apenas peones en la trama. Además, estamos en 1932, antes de que la industria del cine acepte finalmente imponer el “código Hays” en su producción, por lo que los suicidios, accidentes mortales y crímenes se suceden a velocidad vertiginosa.
No obstante, la celebridad de Thirteen Women se debe casi exclusivamente a la presencia en su reparto de Peg Entwistle, la chica que se arrojó al vacío desde lo alto de la H del letrero que domina Hollywood. Tomó la decisión, dos después del estreno, sin que mediara el poder hipnótico de excompañera alguna, acaso consciente de que iba a convertirse en metáfora del fracaso en la ciudad de los sueños.
Thirteen Women (1932)
Producción: RKO Radio Pictures (EEUU)
Director: George Archainbaud.
Guión: Bartlett Cormack y Samuel Ornitz, de una novela de Tiffany Thayer.
Intérpretes: Irene Dunne (Laura Stanhope), Ricardo Cortez (Barry Clive), Jill Esmond (Jo Turner), Myrna Loy (Ursula Georgi), Mary Duncan (June Raskob), Harriet Hagman (May Raskob), Kay Johnson (Helen Dawson Frye), Florence Eldridge (Grace Coombs), C. Henry Gordon (Swami Yogadachi), Peg Entwistle (Hazel Clay Cousins), Edward Pawley, Blanche Friderici, Aloha Porter, Audrey Scott.
73 min. Blanco y negro.