31 de marzo de 2012

El plumillas tragasables



Daniel P. Mannix (1911-1997) fue tragasables, domador, mago, fotoperiodista, escritor, Fue también, esporádicamente, cazador profesional, coleccionista de animales salvajes para zoos y circos y entrenador de pájaros. Precisamente como adiestrador de pájaros aparece acreditado en el cortometraje de 1956 Universal Color Parade: Parrot Jungle, en la que además aparece como director, productor, actor y guionista.


Por suerte para nosotros a Daniel le gustaba escribir, así que desde que en 1934 publica "The Back-Yard Zoo" para costearse el alimento de los animales que comenzaba a coleccionar hasta la publicación de los diarios de un padre almirante, "The Old Navy: The Glorious Heritage of the U.S. Navy, Recounted through the Journals of an American Patriot", Daniel P. Mannix publica una veintena de libros sobre los más variados temas. 


En 1950 publica "Step Right Up!" una recopilación ampliada de diferentes artículos escritos junto con su mujer sobre su experiencia como The Great Zadma, tragasables y comefuegos en una espectáculo ambulante de feria. Reeditado en 1966 como "Memoirs of a Sword Swallower", el libro de Mannix es un relato excepcional, en primera persona, de sus vivencias y la de sus compañeros de viajes.

MANNIX, Dan:
Step Right Up!
Harper and Brothers, NY 1950

MANNIX, Daniel P.:
Memoirs of a Sword Swallower
RE/Search Publications, San Francisco, 1996
ISBN: 0-9650469-5-8



En 1976 publica "Freaks: we who are not as others", una excelente galería de monstruos humanos, un retrato de sus vidas, amoríos, encrucijadas y éxitos. El libro, también reeditado en 1990 por RE/Search Publications, contiene numerosas fotografías de estos personajes del album personal del autor y material revisado de la edición original.


MANNIX, Daniel P.:
Freaks: we who are not as others
RE/Search Publications, San Francisco, 1990
ISBN: 0-940642-20-4

29 de marzo de 2012

La tiranía de lo normal

En nuestra biblioteca hay un espacio amplio para el tema de los freaks, sideshows, dime museums, exhibiciones de fenómenos, actos singulares y museos de curiosidades. Siempre hemos adivinado que estas manifestaciones estaban en la raíz más profunda del espectáculo y hemos intentado adentrarrnos en su historia, el tratamiento que han concedido a lo deforme las diferentes civilizaciones, a su impacto en la sociedad industrial y a las cuestiones éticas y morales que suscita en el momento actual. 

Son numerosísimos los textos dedicados a los freaks y no todos están enfocados desde el mismo punto de vista. Así, tenemos el delicioso libro "Very Special People" de Frederick Drimmer del que ya hemos hablado hace tiempo, el magnífico libro de los Kunhardt dedicado a P. T. Barnum, el empresario que mayor partido sacó de estos fenómenos, los dedicadas al Hombre Elefante, los diferentes ejemplares de Shocked & Amazed editados por James Taylor o los maravillosos libros de Jon Bondeson o Ricky Jay, que siempre tienen un hueco para hablarnos de algún personaje singular.


En 2006 se publica una enciclopedia dedicada a estos artistas especiales, diferentes a la norma, que reúne a cientos de ellos en torno a tres edades: la Edad de Oro, que el autor estima entre 1830 y 1900, la Edad de Plata, de 1919 a 1970, y la Edad Moderna desde los años setenta hasta nuestros días. El libro es una colección de pequeñas biografías de personajes que, muchas veces, se nos antojan imposibles.

HARTZMAN, Marc:
American Sideshow, An Encyclopedia of History's Most Wondrous and Curiously Strange Performers
Jeremy P. Tarcher/Penguin, New York, 2006
ISBN: 1-58542-441-2

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Además, nos gustaría reseñar el libro de Leslie Fiedler, "Freaks, Myths & Images of the Secret Self", uno de los primeros en dedicarse al estudio en profundidad del tema, buscando referencias históricas que sitúan lo deforme, lo diferente, lo no predecible, en un contexto cultural que nos permite entender su utilización por parte del poder, de los representantes de los dioses o de comerciantes avispados e intuir el por qué de nuestra fascinación al ver nuestro reflejo en un espejo deformante de las ferias.

FIEDLER, Leslie:
Freaks, Myths & Images of the Secret Self
Simon and Schuster, NY, 1978
ISBN 0-671-22505-7

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Peter Bodgan nos regala una fascinante historia social del espectáculo de fenómenos en América y una rica reflexión sobre su posterior abandono, cuando comienzan a surgir voces contrarias a la exhibición o explotación de estos artistas y la ciencia médica comienza a ocuparse de ellos cortando por lo sano, por decirlo de una manera sutil.

BODGAN, Peter:
Freak Show, Presenting Human Oddities for Amusement and Profit
The University of Chicago Press, Chicago and London, 1988
ISBN: 0-226-06312-7

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Otro libro interesante es la colección de ensayos editados por Rosemarie Garland Thomson bajo el título de "Freakery, Cultural Spectacles of the Extraordinary Body", una publicación de la Universidad de Nueva York que ha reunido a diferentes estudiosos para acercar el mundo de los freaks y su impacto social al ámbito universitario.

GARLAND THOMSON, Rosemarie (editor):
Freakery, Cultural Spectacles of the Extraordinary Body
New York University Press, 1996
ISBN: 0-8147-8217-5

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Por último, de momento, queremos señalar esta antología de escritos recopilados por Carol Donley y Sheryl Buckley. En la primera parte se incluyen ensayos y artículos de médicos y especialistas que tratan lo deforme y se dedican a su cuidado. La segunda parte es una colección de poemas y piezas literarias y dramáticas reunidas en torno a tres grandes ejes: el peso, la altura y las desfiguraciones. El objetivo del libro es hacer más fácil el camino de las personas que trabajan o viven con personas fuera de la norma y animarles a ser más inclusivos y comprensivos.



DONLEY, Carol y Sheryl Buckley:
The Tyranny of the Normal, An Antology
The Kent State University Press. Ohio, 1996
ISBN: 0-87338-535-7

26 de marzo de 2012

A propósito de Tod Browning


Con motivo del completo ciclo que el Festival de Cine de San Sebastián y la Filmoteca Española dedicaron a Tod Browning en 1996, Tony Partearroyo tradujo la biografía de David J. Skal y Elias Savada, Dark Carnival (1995). En El carnaval de las tinieblas: El mundo secreto de Tod Browning, maestro de lo macabro en el cine de Hollywood los dos especialistas estadounidenses profundizaban en la vida y la obra del “maestro de lo macabro”, a partir de entrevistas de primera mano, documentación familiar y la revisión de todas las películas conservadas. Como siempre en estas publicaciones, hay índices y un completísimo apéndice filmográfico.

SKAL, David J. y Elias Savada: 
El carnaval de las tinieblas: El mundo secreto de Tod Browning, maestro de lo macabro en el cine de Hollywood. 
Madrid / San Sebastián, Festival Internacional de Cine de San Sebastián / Filmoteca Española, 1996. ISBN: 978-8486877164

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The Films of Tod Browning, volumen coordinado por Bernd Herzogenrath, juega en otra liga. Se trata de una serie de ensayos escritos por profesores de varias universidades en los que se aplican al corpus browningiano todas las técnicas quirúrgicas de que está provista la historiografía cinematográfica contemporánea. Aproximaciones variopintas con títulos gongorinos como “The Monstrous Body/Politic of Freaks”, “Staging Deception: Theatrical Illusion and Browning's films of the 1920s” o “Cultural Alterity and Sexual Desire in Where East is East”. Nos ha interesado especialmente el artículo dedicado a la relación simbiótica entre Browning y Chaney: “Body Dremas: Lon Chaney and Tod Browning – Thesaurus Anatomicus”. En cambio el que Boris Henry dedica a los orígenes cómicos del cine de Browning y la presencia del slpastick en su filmografía, sabe a bien poco.

Herzogenrath ha coordinado un segundo volumen que parece una continuación del anterior: The Cinema of Tod Browning: Essays of the Macabre and Grotesque, con trabajos como “In Love with a Nightmare: Disability Imagery and Fascination in The Unknown” o “Cinematic Torture Machines: Tod Browning and Masochism”. Como no lo hemos leído no podemos darles razón.

HERZOGENRATH, Bernd (ed.):
The Films of Tod Browning. 
Londres, Black Dog Publishing, 2006.
ISBN: 978-1904772514

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El año pasado se editó en la prestigiosa colección “Signo e Imagen / Cineastas” de Cátedra un nuevo trabajo sobre la obra de Browning con la firma de José Manuel Serrano Cueto. Les remitimos a la recensión que le dedicaron en Esbilla Cinematográfica Popular (http://es.paperblog.com/el-hombre-que-se-llamaba-como-la-muerte-melodrama-misterio-y-delirio-el-arte-de-tod-browning-por-jose-manuel-serrano-cueto-722006/). Comodones que somos.

SERRANO CUETO, José Manuel:
Tod Browning. 
Madrid, Cátedra, colección “Signo e Imagen/Cineastas”, 2011.
ISBN: 978-8437628806

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Década a década vamos cubriendo un hueco que cuando empezamos a interesarnos en el fascinante mundo del maestro de Louisville sólo podía satisfacer uno de los últimos números de la revista Terror Fantastic” (septiembre de 1973) en su sección “Los hombres de la fantasía”. Pueden repasarla nostálgicos y coleccionistas.

23 de marzo de 2012

La bala mágica


Miracles for Sale (1939), Tod Browning 

El asesinato del doctor Sabbat en un cuarto cerrado
Han asesinado al famoso demonólogo Dr, Sabbat (Frederick Worlock). Mike Morgan (Robert Young), mago retirado y propietario de la tienda de aparatos mágicos “Miracles for Sale”, ha visto a Judy Barclay (Florence Rice) abandonar el apartamento. 


Los demás sospechosos son el mago Tauro (Harold Minjir), un prestidigitador con viejos trucos de naipes; Duvallo (Henry Hull), émulo de Houdini; y la pareja de mentalistas Le Claire, un matrimonio bastante mal avenido que actúa en el Club 48. 


Madame Rapport (Gloria Holden), recién llegada de Europa para participar en un simposio de videntes pretendía, demostrar que el doctor Sabbat no era ningún fraude, algo con lo que Mike Morgan no puede estar más en desacuerdo. Duvallo es partidario de que pongan al descubierto sus trucos. Morgan expone las diferencias que hay entre prestidigitadores y espiritistas. Mientras los primeros crean fantasía y entretenimiento para un público que paga por asombrarse y divertirse, los falsos mediums se enriquecen con el sufrimiento de los crédulos y “viven del dolor de viudas y madres”. 

 

Sin embargo, como aficionado a la magia y conocedor de sus trucos, está mucho más preparado que el inspector Gavigan (Cliff Clark) para desvelar quién es el asesino. Las coartadas de los sospechosos son en realidad juegos de apariencias y Mike Morgan es un experto en artificios. 

La despedida de Browning
Miracles for Sale es una comedia de misterio en la línea de la serie de “El hombre delgado”, protagonizada por William Powell y Mirna Loy o las dedicadas a los detectives chinos Charlie Chan (http://www.circomelies.com/2008/02/mind-like-parachute-only-function-when.html) o Mr. Moto (http://www.circomelies.com/2010/01/el-gran-fabian-y-su-muneco-alf.html). Los momentos de comedia más descarada corren por cuenta del padre del protagonista, un provinciano que no acaba de encontrarse en Nueva York, y del teniente de policía interpretado por William Demarest en un papel similar al que ya le vimos hacer en Charlie Chan at the Circus


Browning despliega el mundo de apariencias desde el primer fotograma de la cinta: una espía norteamericana se enfrenta a una ejecución sumarísima. Un pérfido oficial japonés la acusa de ser la responsable del bombardeo de una escuela. En consecuencia, los soldados a sus órdenes la introducen en un ataúd infantil. Pies y cabeza asoman debido al pequeño tamaño del féretro. El oficial dispara una ametralladora que parte el ataúd (y a la muchacha encerrada en el mismo) por la mitad. Luego, para confirmar que la ejecución ha sido completa, pega una patada al féretro separando ambas mitades. Un travelling de retroceso desvela que estamos ante una representación. Mike le está vendiendo su truco a un autor teatral. 

 

Más adelante hay una sesión de espiritismo, como en The Thirteen Chair, pero el crimen no se resuelve durante la misma, sino que Mike siembra el germen de la sospecha en el asesino y se pospone la resolución hasta su actuación en el teatro Oxford-Ritz. 

 

El Gran Morgan, de vuelta en el escenario, presenta al capitán Robert Z. Storm como colaborador. Disparará contra Judy, que deberá atrapar la bala entre sus dientes. Un grupo de espectadores son invitados al escenario a revisar armas y cartuchos y comprobar que no hay truco ninguno. Los espectadores marcan el proyectil, pero una mano anónima se encarga de sustituirlo por uno auténtico. Judy se coloca ante el blanco. Morgan da la orden de hacer fuego. El capitán Storm dispara… y Judy se desploma sangrando por la boca. 

 

No se asusten. Ya les hemos avisado que en el mundo del espectáculo todo es apariencia y, a la postre, la película con la que Tod Browning se despide del cine es una comedia ligera, con alguna broma de regusto macabro pero muy alejada de las simas siniestras que explorara en otros tiempos junto a Lon Chaney o Harry Earles. 

El Gran Merlini 
La película de Browning se basa en una novela de Clayton Rawson titulada “Death from a Top Hat” (1938). Fue la primera de una serie de cuatro, más un volumen de relatos, protagonizados por el “Gran Merlini”. Todas se centraban en crímenes que el inspector Gavigan era incapaz de resolver y el propietario de la tienda de artilugios mágicos se veía obligado a intervenir. Rawson era un mago aficionado y llegaría a ser uno de los más apreciados escritores de relatos de misterio en Estados Unidos. Tres años después de que Browning rodara su última película, Lloyd Nolan protagonizó The Man Who Wouldn't Die (1942), basado en otra novela del Gran Merlini: “No Coffin for the Corpse” (1942).


Aunque no hubo adaptación cinematográfica de “The Headless Lady” (1940), ambientada en un circo, el aparato utilizado para este truco aparece brevemente en Miracles for Sale, en una de las meteduras de pata de “Dad” Morgan. 

 

Con el alias de su personaje, el Gran Merlini, Rawson publicó dos manuales de magia para aficionados: “How to Entertain Children with Magic You Can Do” (1963) y “The Golden Book of Magic: Amazing Tricks for Young Magicians” (1964). 
 

Miracles for Sale (1939) 
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (EEUU) 
Dirección: Tod Browning 
Guión: Harry Ruskin, Marion Parsonnet y James Edward Grant, de la novela “Death From a Top Hat” de Clayton Rawson. 
Intérpretes: Robert Young (Mike Morgan, “The Great Morgan”, mago retirado), Florence Rice (Judy Barclay), Frank Craven (“Dad” Morgan), Henry Hull (Duvallo “The Scape King”, escapista), Harold Minjir (Professor Tauro, mago y prestidigitador), Lee Bowman y Astrid Allwyn (los La Claire, mentalistas), Frederick Worlock (Dr. Caesar Sabbatt, demonólogo), Cliff Clark (el inspector Gavigan), Gloria Holden (Madame Rapport, la medium), Walter Kingsford (coronel Herbert Watrous), William Demarest (Detective Quinn). 
71 min. Blanco y negro. 

20 de marzo de 2012

Los muñecos animados de madame Mandilip


The Devil-Doll (Muñecos infernales, 1936), Tod Browning  

The Devil-Doll se estrenó en Barcelona en septiembre de 1937, en plena Guerra Civil y con las salas gestionadas por el Sindicato de Espectáculos. Hemos encontrado una recensión de urgencia en “La Vanguardia” que no le hacía demasiados ascos para los tiempos que corrían: “Como en todos los films de este género —escribe el cronista anónimo—, la acción adquiere a veces un dramatismo hondo, y otras, el miedo es el protagonista principal. Hay una trama amorosa que termina con la unión feliz de una joven pareja y... colorín colorado”. Crónica de urgencia que focaliza en lo más anecdótico de la trama, dejando de lado las mil sugerencias de esta cinta admirable.


¡Todo parece tan pequeño desde lo alto de la Torre Eiffel!  
Tomemos una escena del “colorín-colorado”. Lorraine Lavond (Maureen O’Sullivan, la compañera de Tarzán) y su novio Toto (Frank Lawton) suben al último piso de la torre Eiffel. Lorraine no puede corresponder al amor de Toto pues sobre su apellido pesa la culpa del crimen que supuestamente cometió su padre y el suicidio de su madre. Toto replica que por eso le gusta tanto subir allí: “Desde aquí todo parece tan pequeño y sin importancia”.



Un inserto de apenas un par de segundos, sin ningún subrayado, muestra a la gente caminando desde la altura, como muñecos diminutos movidos por resortes. Metáfora diáfana del revés de un tema cuyo envés es la utilización de las voluntades por alguien con un poder superior, alguien que parece tener el control sobre la vida y la muerte. La historia bebe de Das Kabinett des Doktor Caligari (El gabinete del doctor Caligari, 1920) y de Der Golem (El golem, 1920).

La venganza de Paul Lavond
The Devil-Doll arranca con una atmosférica persecución por la selva repentinamente truncada por un plano americano en el que los evadidos dan las razones de su fuga. Marcel (Henry B. Walthall), un científico demente, pretende ayudar a la Humanidad con sus experimentos. Paul Lavond (Lionel Barrymore), un banquero traicionado por sus socios, sólo desea “ayudar a tres hombres a morir”.


  
Ambos se refugian en casa del científico y culminan con éxito el experimento que permite miniaturizar a los seres humanos y, de paso, ahorrar en comida. Un fallo en el experimento va a servir a Lavond para fraguar su venganza: la reducción del cerebro, implica la pérdida de voluntad. Los seres miniaturizados carecen de voluntad propia. Es su amo quién les empuja a realizar cualquier acción gracias a un poder inexplicado de carácter telepático.


El científico fallece pero Malita (Rafaela Ottiano), su mujer, decide continuar con los experimentos con la ayuda de Lavond. Malita, con su muleta y su joroba, es una contrafigura femenina de los personajes interpretados por Lon Chaney. Como, en otro aspecto, lo es Barrymore, cuyo travestismo en madame Mandilip, una vieja propietaria de una juguetería parisina que servirá de tapadera a sus planes criminales, no deja de ser una nueva edición del personaje de Chaney en The Unholy Three.

Muchas de las situaciones del segundo acto, como el juego entre la tienda —lo público— y la trastienda —donde se fraguan los crímenes—; la visita de la policía y el suspense con el botín del robo escondido en un juguete, el contraste entre la voz masculina y el disfraz femenino… proceden también de The Unholy Three.


La venganza de Lavond, gracias a la reducción de uno de sus socios y a la catalepsia inducida en los otros dos, es sólo una de las tramas, que alterna con la de la investigación policial y el afán del exbanquero por redimirse a los ojos de su hija. Es esta situación la que sirve de anagnórisis aristotélica en la escena final, de nuevo en la Torre Eiffel.

La ambientación parisina nos permite asistir, de paso, a una de esas representaciones de dominio del macho conocidas como “danza apache” de la que ya hemos hablado en más de una ocasión, con la particularidad de que aquí son dos muñecos bailando al ritmo de una caja de música.



Técnicamente estas escenas están resueltas mediante una doble exposición y una incrustación de imagen —el procedimiento denominado “travelling matte”— y hoy en día no resultan del todo convincentes, aunque no carecen de encanto. En cambio, el robo en casa de Colulvert, resuelto mediante la construcción de decorados a gran escala, aúnan excelencia y sugestión.

Eric y Tod
La cartela en la que se da la filiación literaria del material es un auténtico galimatías. El material de partida es la novela “!Arde, bruja, arde!”, de Abraham Merritt, un relato que mezcla brujería, gangsterismo, una investigación policial y alusiones míticas. ¿No modeló con barro acaso Jehová al primer ser humano? Browning realiza una adaptación con el título de “The Witch of Timbuktu”, en el que la miniaturización de seres humanos tenía que ver con el vudú y con las fórmulas empleadas por los jíbaros para reducir cabezas al tamaño de una nuez. La censura —plenamente vigente ya el código Hays— consideró improcedente toda la trama sobrenatural y sugirió la desaparición de los personajes de raza negra. Sin desmerecer el trabajo de Garrett Fort —que había trabajado con Browning en Dracula (1930)— y Guy Endore —colaborador en el guión de en Mark of the Vampire (1935)—, nos llama poderosamente la atención de Eric von Stroheim entre los libretistas de la película.



Stroheim se incorporó al proyecto como un empleado más de la M-G-M. Su fin era puramente alimenticio. Olvidado como director, sobrevivía interpretando a profesores locos y asesinos dementes en una serie de películas cuyo escalón más bajo, según su propia confesión, habría sido The Crime of Doctor Crespi (1935), para la Republic. Le humillaba regresar a un estudio en el que había estado cobrando tres mil dólares semanales, por un salario de ciento cincuenta, pero no podía decir que no.

En la completa biografía de Richard Kozarski se especifican los proyectos en los que participó durante esta etapa. Según el biógrafo la especialidad del divino calvo habría sido incluir detalles morbosos –y. más específicamente, veladas alusiones sexuales– en guiones ya acabados. Para William K. Everson su presencia se deja sentir en la ambientación navideña en casa de los Coulvet (Robert Greig) y de Monsieur Matin (Pedro de Córdoba).

Nos parece más oportuno anotar en este campo el cambio que parece operarse en Lachna (Grace Ford), la criada que Malita ha contratado por su cretinismo. Una vez miniaturizada se convierte en una “muñeca” atractiva que, si bien carece de voluntad, no parece, a juzgar por sus mohines al despertar de la anestesia, que esté falta de capacidad para gozar.


The Devil-Doll
(Muñecos infernales, 1936)
Producción: Mewtro-Goldwyn-Mayer (EEUU)
Director: Tod Browning.
Guión: Garrett Fort, Guy Endore y Eric von Stroheim, a partir de un argumento de Tod Browning, basado en la novella “Burn Witch, Burn!”, de Abraham Merritt.
Intérpretes: Lionel Barrymore (Paul Lavond / Madame Mandilip), Maureen O'Sullivan (Lorraine Lavond), Frank Lawton (Toto), Rafaela Ottiano (Malita), Henry B. Walthall (Marcel), Lucy Beaumont (Madame Lavond), Grace Ford (Lachna), Pedro de Cordoba (Charles Matin), Arthur Hohl (Victor Radin), Robert Greig (Emil Coulvet), Claire Du Brey (Madame Coulvet), Juanita Quigley (Marguerite Coulvet), Rollo Lloyd (Maurice), E. Alyn Warren (comisario de policía), Gus Leonard (el ascensorista de la Torre Eiffel), Jean Alden y Paul Foltz (bailarines apaches).
78 min. Blanco y negro.

18 de marzo de 2012

Piernas, mujeres y cómicos



El Teatro Chino de Manolita Chen, desgraciadamente, ya no existe. Para unos, fue el heredero de las andanzas de nuestros áureos cómicos de la legua. Para otros, un vehículo donde poder ver en escena lo prohibido por el régimen franquista; sin embargo y, sea como fuere, nos encontramos ante el teatro portátil más importante y de mayor fama de cuantos recorrieron la geografía española. Un recorrido que abarcó desde finales de los años cuarenta y hasta bien entrada la década de los ochenta ofreciendo una máxima única: "¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público!". 

Un entoldado metálico ideado por Chen Tse-Ping, artista de origen chino, quien contraería matrimonio en la convulsa España de la posguerra con una agraciada madrileña, Manuela Fernández, a la postre Manolita Chen, todo un mito de las variedades arrevistadas en España únicamente parangonable a la incombustible Celia Gámez. 


La llegada del Teatro Chino a las distintas poblaciones españolas creaba tal paroxismo que hasta las autoridades eclesiásticas y civiles tuvieron que mediar en ello: unos ojos rasgados y una belleza oriental ciertamente misteriosa eran las bazas con las que solía jugar Manolita Chen a la hora de enfervorizar a su masculina concurrencia. 

Sirva, pues, el presente volumen como el único y más completo estudio sobre esta mítica carpa ambulante a la par que servirá para despejar ciertas incógnitas y acallar determinados infundios que, durante años, han salpicado la fama del inolvidable y siempre recordado Teatro Chino de Manolita Chen. 

El magno volumen de 830 páginas y más de 80 fotografías inéditas puede adquirirse al módico precio de 25 euros a través de las páginas
a través de los correos 
montijanoruiz@yahoo.es y chen.manolita@yahoo.es 
o en numerosas librerías y centros comerciales 

MONTIJANO RUIZ, Juan José 
El Teatro Chino de Manolita Chen: “¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público!” 
Editorial Círculo rojo
ISBN: 978-84-9991-661-3

16 de marzo de 2012

Los freaks de Freaks (y 3)

Hemos reservado para el final a los tres últimos participantes —o dos, según cómo se mire— porque de ellos hay más información y sus vidas merecen un espacio más holgado. También un par incorporaciones de última hora que se nos habían pasado: el Gigante Noruego y el enano Jerry Austin. Nuestra intención con este repaso exhaustivo a estos artistas ha sido rendirles homenaje e incitar a cambiar la compasión que naturalmente se siente hacia ellos por simpatía, el horror que provoca lo diferente por la aceptación de lo que no es la norma. Ellos son solamente la punta del iceberg. Han sido miles los fenómenos que se han exhibido y que se han hecho visibles ante un público curioso o morboso por contemplar lo monstruoso, lo incompleto, lo extraño. Ellos, a pesar de su deformidad, son como nosotros, así que  recuerda: si ofendes a uno, ofendes a todos.

Violet y Daisy Hilton. Las hermanas siamesas
Las hermanas Hilton pueden considerarse como la pareja de siamesas más bellas y con más éxito del mundo del espectáculo. Nacieron en Brighton, en 1908, unidas por la base de la columna vertebral. Su madre, Kate Skinner, las vendió a las dos semanas de edad a Mary Hilton —que había sido la comadrona del dificultoso parto—, quien las dio su apellido y a quien las gemelas llamaban tía.


Tía Mary sobrevivió a unos cuantos maridos a los que las niñas tenían que llamar Sir. El único interés de tía Mary y los sucesivos Sir era sacar el máximo provecho de las gemelas. Auntie Mary las enseñó a recitar, a leer y a cantar desde muy pequeñas y a los tres años ya trabajaban en circos, carnavales y ferias. Viajan a Alemania, Australia y finalmente a Estados Unidos y Mary Hilton no se separa de ellas. Ha aleccionado a las gemelas y está haciendo una fortuna con ellas. Quiere controlarlo todo, las impide relacionarse con otras personas de su edad o salir solas por la calle.


Aunque su número estaba muy bien pagado, ellas no vieron ni un centavo. Durante muchos años vivieron como esclavas, esperando con ansiedad la mayoría de edad para poder ser libres. No lo lograron hasta los 23 años tras un sonado juicio. Según contaban ellas mismas, en sus relaciones sentimentales ponían en práctica una técnica de concentración aprendida del mismísimo Houdini, por la que podían desconectar mentalmente una de la otra cuando así lo deseaban. Por ejemplo, cuando tenían relaciones íntimas con alguno de los hombres con los que contrajeron matrimonio. Desafortunadamente estas uniones no solían durar demasiado y acabaron solas.


Años después de participar en Freaks, protagonizan Chained for Life (Harry L. Fraser, 1951), considerada por algunos críticos como una de las peores películas de todos los tiempos y a la que ya tendremos tiempo de hincarle el diente.
Un poco más tarde su carrera comienza a declinar y según cuenta su biógrafo, en 1961 son abandonadas por su representante en Charlotte, sin dinero y sin medios, por lo que terminan trabajando de dependientas en una charcutería, una marcando en la caja registradora y la otra embolsando los productos. Tras varios días sin acudir al trabajo son encontradas muertas en su apartamento en el año 1969 a causa de la gripe de Hong Kong.


Johnny Eck. El hombre mitad
John Eckhardt nunca echó de menos sus piernas porque nunca las tuvo. "Piernas, ¿para qué?", comentaba Johnny en una entrevista en 1932, "(…) si tienes piernas tienes que tener pantalones, y si tienes pantalones, tienes que plancharlos. Preguntarme si me da pena no tener piernas es como preguntarle a un esquimal si le da pena no haber probado nunca las alcachofas. Puedo ser la mitad de un hombre, pero no pueden pagarme la mitad del sueldo."


Johnny Eck fue un experto nadador y buzo, malabarista y funambulista. Componía música y dirigía una orquesta. Y lo más increíble de todo: era un sensacional bailarín.


Johnny nació junto con otro hermano que venía completo de fábrica, Robert. A pesar de su situación crítica, al año ya estaba andando con ayuda de sus brazos antes de que su hermano se sostuviera de pie. Tuvo la suerte de crecer en un ambiente cálido y entrañable. Acudía a la escuela acompañado por su hermano y, a veces, conducía un carrito impulsado con la fuerza de sus brazos. En la escuela era un alumno brillante y galardonado. Destacó en pintura y música y llegó a tocar el clarinete y el saxofón como un profesional.


A los doce años comenzó su carrera artística, siempre en compañía de su hermano, y su sonrisa y talento triunfaron inmediatamente. En el maravilloso libro del mago Ricky Jay, "Learned pigs and Fireproof Woman", se cuenta un asombroso número de magia que causó sensación. Era el clásico juego de cortar a una persona por la mitad. Lo realizaba el mago Rajah Raboid con un voluntario del público que resultaba ser el hermano de Johnny. Una vez finalizado el número, cuando el "voluntario" volvía a su asiento, zas, se partía por la mitad. Las piernas iban para un lado y el torso, de un ágil salto, hacia el otro. El cambiazo se había producido, el que volvía era Johnny, encima de los hombros de un enano que se ocultaba dentro de unos grandes pantalones. El susto y la impresión fueron tan fuertes que el número no se volvió a realizar más. En la actualidad, el mago Kevin James, realiza algo parecido como podéis ver aquí.



En el cine tuvo la suerte de trabajar en Freaks pues en sus otras tres colaboraciones cinematográficas en películas protagonizadas por Tarzán (Tarzán de los monos (1932), La fuga de Tarzán (1936) y El tesoro de Tarzán (1941) hizo de pájaro y no sale en los títulos de crédito.

John Aasen. Gigante
Nacido en Minneapolis en 1890, comenzó a crecer desmesuradamente a los diez años por un problema en su glándula pituitaria. En poco tiempo sobrepasó en altura a todos los habitantes de la ciudad. En 1917 comenzó a trabajar vendiendo productos químicos, pero como escribe Marc Hartzman en su enciclopedia "American Sideshow" (NY, 2006), "But unless he was demonstrating chemicals that caused physical enlargement, this was not the job for a man of his stature."
John pronto hizo de su estatura su medio de vida. 


Conocido como "John, el gigante noruego", sus representantes le promocionaban como escandinavo, hijo de padres gigantes descendientes de una raza de gigantes. Aasen sustituyó al gigante George Auger, a causa del fallecimiento de éste, en la película de Harold Lloyd Why Worry? (1922). Esto le supuso el pasaporte de Hollywood, así que participó en Two Flaming Youths (W.C. Fields, 1927), junto con Laurel y Hardy en Should Married Men Go Home? (1928) y Growing Pains. Más tarde participa en Carnival (1935) y Charlie Chan at the Circus (1936) entre otras películas. En Freaks aparece en varias fichas de la película pero nosotros hemos sido incapaces de encontrarle en la película, así que puede ser que su participación estuviese en la media hora de cortes que sufrió la película.



A partir de 1933 comienza su decadencia causada por un tumor cerebral por el cual tienen que ser hosipitalizado. Pierde peso y comienza a menguar. En 1938, John Aasen es un paciente del Mendocino State Mental Hospital. Pesa menos de la mitad de lo que solía pesar y muere el 1 de agosto de ese mismo año. Su fortuna se había quedado por el camino.


Jerry Austin. Enano
Nació el 20 de julio de 1890 y es otro de los pequeños que aparece en la película, está acreditado como el enano que lanza cuchillos pero intuimos —por su parecido con el enano de Saratoga Trunk— que es el primero de los enanos que se arrastra por el barro en la escena final. 


Participó en otras películas como Saratoga Trunk (La exótica, 1948, junto con Gary Cooper e Ingrid Bergman, Adventures of Don Juan (El burlador de Castilla, 1948) con Errol Flynn o Samsom y Delilah (Sansón y Dalila, 1949), de Cecil B. DeMille.



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Los freaks de Freaks 1


Sobre Tod Browning

13 de marzo de 2012

Los freaks de Freaks (2)


En la entrada anterior habíamos comenzado la relación del elenco de la película Freaks. Estos artistas fueron seleccionados por el director de casting, Ben Piazza, quien empleó más de un mes "buscando talentos entre los monstruos de feria, recopilando fotografías e incluso rodando pruebas in situ". Así nos lo cuentan Savada y Skal en el libro —muy recomendable— dedicado a Tod Browning. Allí nos hemos enterado de que durante el rodaje tuvieron que instalar una carpa extra para que los freaks pudieran comer sin revolver el estómago a las estrellas del estudio y de que el rodaje fue bastante tranquilo y sin demasiados curiosos, pues parecía que el resto de los trabajadores del estudio no querían ver a los freaks ni en pintura.


Gracias al libro nos enteramos de que a los fenómenos se les subió Hollywood a la cabeza: "comenzaron a llevar gafas de sol y a actuar de forma extraña", de que la mujer barbuda se retocó la barba tiñéndosela y rizándosela justo antes del día de rodaje, de que Schlitzie, que era como la mascota de todo el estudio, el favorito, se había sentido atraído por Jackie Cooper, de que al Prince Radian le gustaba agazaparse y dar sustos al personal del estudio o de que Johnny Eck era el preferido de Browning. También, numerosos detalles de la personalidad del director o de la media hora que tuvieron que mutilar del montaje original, así como las reacciones que suscitó la película.


Pero todas estas cosas las cuentan muy bien Savada y Skal en "El carnaval de las tinieblas", así que nosotros seguimos recomendando su lectura y así nos podemos seguir centrando en estos artistas tan especiales. Aquí tienen ustedes otra entrega.

Angelo Rossitto. Enano
Con apenas 90 centímetros de estatura, Angelo Rossitto quería ser abogado, pero después de participar en su primera película, The Beloved Rogue (Alan Crosland, 1927), como Beppo el enano, y animado por John Barrymore, su compañero de reparto, decidió dedicarse al cine y no le fue nada mal. Antes de Freaks ya había participado en siete películas, así que de todo el elenco de fenómenos él era el único con experiencia, además de Harry, el pequeño protagonista.


Después de Freaks continuó su carrera cinematográfica compartiendo pantalla con grandes nombres de la industria hollywoodiense como Stan Laurel y Oliver Hardy, Boris Karloff o Bela Lugosi. En 1957, siguiendo la iniciativa de Billy Barty, otro famoso actor con enanismo, fundó la "Little People of America Asociation", asociación que en la actualidad, cuenta con cientos de miembros. Como actor aparece en IMDB, nada menos que en ¡83 películas!

En este blog (http://koprofago.blogspot.com/2010/03/122-angelo-rossitto.html) pueden encontrar más información sobre Rossitto y otros de los personajes de Freaks.

Frances O’Connor. La mujer sin brazos
Nacida en 1917, sin brazos, compensaba su carencia con la habilidad de sus pies, con los que podía vestirse, comer, beber, coser y todas las actividades de las personas normales. Frances Belle O’Connor comenzó a trabajar a una edad muy temprana en Al G. Barnes Circus, con su madre como representante.


Su belleza y simpatía, sus miradas insinuantes a los caballeros del público y la gran porción de piernas que enseñaba mientras realizaba su exhibición, la convertían en una atracción con un alto contenido erótico en una época moralmente constreñida. Se cuenta que rechazó numerosas propuestas de matrimonio. Trabajó en el circo Ringling y en el circo de los Cole Brothers durante muchos años, siendo presentada como "La Venus de Milo Viviente". 

Fue la única de los freaks de Browning que no trabajó en la película por dinero ya que, en esa época, Frances ya había amasado una importante cantidad de dinero y poseía una hacienda considerable. Al morir su madre, se retira a California, soltera, muriendo a los 67 años.

Su imagen adorna la cubierta del excelente libro de Daniel P. Mannix, "Freaks: we who are not as others", un libro imprescindible para adentrarse en el asombroso mundo de los freaks.

Peter Robinson. El esqueleto viviente
Nace en 1874 y comienza a trabajar en el mundo del espectáculo a los veinte años de edad con tan sólo 27 kilos de peso. En la película Freaks, Peter es el marido de la mujer barbuda, pero en la vida real su pareja era Bunny Smith, una atractiva gorda de más de 200 kilos con la que realizaba un divertido baile que fue un verdadero éxito durante muchas temporadas en Coney Island.


La verdad es que la pareja se había casado anteriormente pero vuelven a hacerlo en 1924 por motivos publicitarios. Después de la boda, la prensa fue invitada al apartamento de la pareja para ver cómo Pete ayudaba a su mujer a preparar su primer desayuno. Su anfitriona dijo de ellos: "Nunca he tenido más fácil alimentar a dos personas. Son maravillosos. Ella se come lo que él deja. Son ciertamente ideales". Durante la I Guerra Mundial, Bunny intentó engordar a su marido lo suficiente como para servir a su patria, pero no lo consiguió, aunque Pete casi pierde su trabajo en el sideshow por unos cuantos –pocos– kilos de más.


Iba vestido con mallas y ropas ajustadas para acentuar su delgadez y tocaba la harmónica como se puede ver en Freaks donde aparece en varias secuencias tocando ese instrumento, pero su verdadera pasión era hablar y discutir sobre política. Muere en 1947, a los 74 años, una edad muy avanzada para una persona de sus características

Olga Roderick. La mujer barbuda
Jane Barnell, su nombre verdadero, nació en 1871 en Carolina del Norte. Peluda desde bebé, su madre, aprovechando que su marido se hallaba de viaje de negocios, se libra de ella dándosela a un pequeño circo ambulante, el Great Orient Family Circus. Su padre, al enterarse del suceso, la busca por toda Carolina, pero no la encuentra. Era demasiado tarde. La compañía ambulante se había embarcado hacia Europa y se llevaban a la pequeña barbuda con ellos. En Berlin, Jane se pone enferma y la troupe, temiendo por su vida, la lleva a un hospital. Cuando se recupera, el circo ya se ha mudado de plaza y ella acaba en un orfanato.

Afortunadamente, de una manera u otra, su padre por fin da con ella, y va a buscarla para llevarla de vuelta a Estados Unidos. Jane se va a vivir con su abuela —su madre no la tenía demasiado aprecio— a una granja donde realiza las labores propias de una niña granjera hasta que un vecino que trabaja esporádicamente como hombre forzudo en un circo, la convence de que su barba no es nada de lo que avergonzarse y sí puede ser una importante y fácil fuente de ingresos.


A los veintiún años de edad, en 1892, se enrola con el John Robinson Circus. Según nos cuenta Frederick Dimmer en "Very Special People" (NY, 1973), "the circus opened up a whole new world. Color, noise, excitement surrounded her. She began to keep company with a musician who played in the band and discovered that, with the right man, a beard was no barrier to true love." La pareja se casó y tuvo dos hijos, pero ninguno de los niños vivió demasiado tiempo y su marido murió al poco tiempo. Para Jane, la vida circense había perdido su brillo, a pesar de lo cual trabajó con el Ringling Brothers, el Barnum and Bailey y otros circos como Hagenbeck-Wallace, Forepaugh-Sells y Royal American Shows, por citar solamente los más importantes.


Se casó una segunda vez, pero su marido murió en un accidente. Su tercer matrimonio no fue feliz pues terminó en divorcio. Finalmente, encuentra su amor definitivo con Thomas O'Boyle, un payaso con el que se casa en 1931. O'Boyle será, más tarde, el charlatán o "profesor" del Hubert's Dime Museum donde exhibirá a su esposa con orgullo.

Cuando se estrenó Freaks, Princess Olga, Madame Olga o Lady Olga, facilitó, como promoción, varios consejos para mantener una barba saludable. Uno de esos consejos era el siguiente: "Wash the beard in warm milk once a week. It keeps the lustre and color perfect… Also avoid eating Chinese noodles if you want to keep a good beard looking really nice."

Harry y Daisy Earles. Liliputienses
Antes de ser conocido como Harry Earl de la Familia Doll, Harry se llamaban Kurt y se presentaba en los nightclub alemanes con su hermana Frieda (1899-1980) como Hans y Gretel. Con este acto de baile viajan a Estados Unidos donde son presentados como The Smallest Society Dancers. El nuevo apellido lo tomaron prestado del manager que los llevó a América. Sobre Harry (1902-1985) ya hemos hablado con ocasión de la proyección de The Unholy Three y les remitimos allí.


Daisy (Hilda Schneider, 1907-1970), llegó a América un poco más tarde, en 1925, acompañada por su hermana Elly (Tiny). Era la más alta de los cuatro y estaba a medio camino entre un midget y una mujer muy bajita. Conocida como "la diminuta Mae West", Daisy fue la única de la familia que se casó. Su marido, de estatura normal, era conductor del Circo Ringling, establecimiento en el que los Dolls hicieron numerosas temporadas.
La familia Doll actuó con el Cristiani Brothers Circus en 1959, antes de retirarse a Sarasota, en Florida, después de una larga y fructífera carrera.

Schlitzie.
Simon Metz nació en 1892. Se cuenta que él y su hermano, ambos microcéfalicos habían estado encerrados durante años. Un manager de espectáculos de fenómenos, apellidado Metz, los adoptó, pero pronto vende a Schlitzie a otro promotor, George Surtees. Schlitzie llega a ser uno de los freaks más famosos de su época siendo presentado como La Chica Mono, El Eslabón Perdido o El Último Inca. A pesar de ser presentado como mujer, Schlitzie era varón, y se dice que llevaba vestidos de mujer para facilitar sus evacuaciones en el cuarto de baño. También es evidente que las atracciones femeninas se vendían más fácilmente. 


Al morir Surtees en 1960, su hermana le lleva a una institución mental donde languidece de soledad. Afortunadamente para Schlitzie, el tragasables Bil Unks que trabaja en el hospital la ve y avisa a Sam Alexander (otro artista del sideshow conocido como el Hombre con Dos Caras) de su descubrimiento. Alexander logra que el Estado de California le nombre tutor de Schlitzie considerando que el paciente no sobreviviría más de seis meses internado en una institución psiquiátrica.

Con Alexander estaría de gira durante algunos años hasta que se retiró a un apartamento en Los Angeles, cerca de un parque, al cuidado de una enfermera, donde vivió feliz hasta su muerte a la edad de ochenta años.
Además de en Freaks, Schlitzie participó en Tomorrow’s Children (Crane Wilbur, 1934) y en Meet Boston Blackie (Robert Florey, 1941). En la web se puede encontrar más información sobre este interesante y singular personaje.

Zipo y Pipo. Cabezas de alfiler. Pinheads
Las hermanas Elvira Snow y Jenny Lee Snow, nativas de Georgia, estaban afectadas por una microcefalia que les provocaba un retraso mental. Se estrenaron en Coney Island en el año 1929 de la mano del empresario Sam Wagner. Trabajaron en el World Circus Sideshow durante muchos años. Eran muy tranquilas y siempre tenían una sonrisa en su rostro, por lo que eran muy queridas por todos sus compañeros. 


El auténtico Zip, el genuino pinhead apodado "What-is-it", una de las principales atracciones del Museo de P.T. Barnum, había fallecido en 1926 a la edad de 84 años. Muchos otros pinheads adoptaron su nombre y Tod Browning hizo lo propio con las hermanas Snow que aparecen en los títulos de créditos como Zip y Pip. Pero las hermanas Snow son Zipo y Pipo o, en algunas ocasiones, Pip Y Flip, una de las principales atracciones de Coney Island durante los años de la Depresión, con un sueldo que llegaba hasta los 75 dólares a la semana.