6 de marzo de 2013

Keaton en Italia


L'incantevole nemica (1953), Claudio Gora

Buster mediterráneo
La relación de Keaton con Europa tiene su epicentro en Francia. Allí prestó servicio entreteniendo a las tropas durante la Gran Guerra, allí rodó Le Roi des Champs-Elysees (El rey de los Campos Elíseos, 1934) cuando Estados Unidos se había convertido en una trampa y desde allí arrancó la reivindicación crítica de su figura a finales de los años cincuenta. En Estados Unidos había rodado a las órdenes de Claude Autant-Lara las versiones Buster se marie y Le plombier amoureux.


Desde 1947 sus presentaciones en el Cirque Medrano menudean. En 1940 se había casado con una bailarina a la que había conocido en M-G-M: Eleanor Norris. Ella fue su compañera en estas actuaciones, en las que recreaban la escena del dormitorio de Spite Marriage. Keaton también refritaba la escena del duelo de The Passionate Plumber (1932), reproducida también plano por plano en el corto de Columbia She’s Oil Mine (1941).


Estuvo a punto trabajar en Italia por primera vez en 1934, cuando rodaba en Francia. El guionista Cesare Zavattini sabía que estaba en Europa y estaba empeñado en que le contrataran para protagonizar Darò un milione. Sin embargo, Mario Camerini no estaba de acuerdo en la línea slapstick que hubiera tomado la película y apostó por… En lugar de viajar a Italia, Keaton se fue a Gran Bretaña donde rodó The Invader (1935).


Pero, después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo ocasión de visitar varias veces Italia bien fuera con el circo o en espectáculos de variedades:



Volverá en 1953 y un productor avispado le propondrá trabajar un día como estrella invitada en L'incantevole nemica.

De la comedia y la lucha de clases
El industrial Albertini (Carlo Campanini) tiene tanto miedo a los comunistas que cuando su hija Silvia (la neumática Silvana Pampanini) y un amigo se dedican a jugar al tiro al blanco durante una fiesta cree que los revolucionarios han llegado a su jardín y hace las maletas para largarse a Suiza. Sus invitados se ríen de él, claro. También su mujer. 


Colombo (Ugo Tognazi), el hombre de confianza del comendador Albertini confunde a un joven empleado llamado Roberto Mancini (Robert Lamoureux) con el cabecilla de los sindicalistas y el empresario, para ganárselo, lo mete en su casa. Al punto, Roberto se enamora de Silvia.


L'incantevole nemica es una comedia de enredo sobre la lucha de clases. Como las comedias screwball de la Depresión muestra a un grupo de hijos del capital dedicados a la más estúpida molicie y a un joven trabajador totalmente despolitizado que aparece como un heroico luchador ante los ojos de la inconsciente por culpa de la paranoia paterna.


La colaboración de Buster Keaton está plenamente in-justificada. Se trata de una pantomima ambientada en el obrador de una panadería que tiene lugar en el escenario del teatro en el que la caprichosa Silvia va a interpretar una danza tropical en la que hace poco más que lucir su rotundo físico con un vestuario sucinto. Una comedia desangelada, en suma, que apenas se beneficia del concurso del eterno secundario Carlo Campanini, habitual spalla de Totò en los años cuarenta.


El número de Keaton tampoco es especialmente inspirado, pero en compensación no dura más que dos minutos. Juzguen ustedes mismos:


Keaton vuelve a salir al final del espectáculo, cuando Silvia le entrega un ramo de flores y él realiza la vieja rutina de la flor cortada. Entonces, Silvia le besa, Keaton amaga una caída, pero el director y el montador no nos permiten contemplarla, cortando al principio de la acción.


Keaton no pronuncia una palabra y su gestualidad facial y su interpretación es, como siempre, magnífica de expresividad. El diálogo en off sobre su acción parece querer recordar a los espectadores quién era el gran “cara de palo”:
—¿Es que nunca se ríe?
—Tendrá parálisis facial.


Claudio Gora, actor de larga carrera que aquí se hace cargo de la dirección, asegura que no cruzó una sola palabra con Keaton, que la Pampanini no tendría que haber bailado la batucada y que Robert Lamoureux le fue impuesto por la coproducción en lugar de Tognazzi que era el actor que él quería que protagonizar la película. La intervención de Keaton fue una cuestión de oportunidad y se rodó en una jornada, aunque luego se le concediera considerable relieve en los créditos.


Franco, Ciccio y Buster
Al final de su carrera Keaton vuelve a Italia. Participa en el Festival de Venecia como protagonista anómalo de Film (de Samuel Beckett) (1965), dirigida por Alan Schneider, e interviene en una de los cientos de parodias protagonizadas por la pareja Franco Franchi y Ciccio Ingrassia. 


Como tantos otros de su misma cuerda, Franco e Ciccio se formaron como pareja en el avanspettacolo. Sicilianos de pura cepa, ingresados en una compañía napolitana, su especialidad son los sketchs dialectales en los que el juego de palabras, la distorsión lingüística juegan un papel fundamental. Este es el caldo de cultivo de un humor muchas veces pueril pero puesto a prueba en los peores escenarios que uno imaginarse pueda.

 
A principios de los años sesenta prueban con el cine. Entre 1963 y 1967, sus años dorados, ruedan una media de ¡10 películas 10! anuales. Como ustedes comprenderán no está el horno para bollos artísticos. Se trata de parodias hechas en serie, aprovechando cualquier motivo de actualidad. Se ruedan en tres semanas y se estrenan directamente en cines del extrarradio de las grandes ciudades o en los grandes circuitos de las poblaciones meridionales. Las cintas de Franco e Ciccio llegan así muchas veces a las salas al tiempo que el título parodiado.


En Due marines e un generale (Guerra a la italiana, 1965), de Luigi Scattini, Franco y Ciccio son dos marines italoamericanos que deben neutralizar un cañón alemán que podría comprometer el desembarco aliado en Anzio. Descubiertos por los alemanes son condenados al paredón, pero Keaton (el general on Kassler) les permite escapar. 



Disfrazados de Hitler y del general en jefe de las tropas alemanas en Italia consiguen su objetivo. Logrado éste, deben decidir qué hacen con el general:


Y, de propina…
… una entrevista realizada durante este rodaje:


L'incantevole nemica (1953)
Producción: Orso Film (IT) / Lambor Films (FR)
Director: Claudio Gora.
Guión: Edoardo Anton, y Jean Bernard, de un argumento de Metz y Marchesi.
Intérpretes: Silvana Pampanini (Silvia Albertini), Robert Lamoureux (Roberto Mancini). Carlo Campanini (el comendador Albertini), Pina Renzi (la señora Albertini), Buster Keaton, Giuseppe Porelli, Nyta Dover, Alberto Sordi, Ugo Tognazzi (Colombo), Raymond Bussières, Robert Rollis, Gianni Agus, Gino Rossi, Annette Poivre.
84 min. Blanco y negro.

2 comentarios:

El Doctor dijo...

De Buster Keaton siempre me impresionó su visión distante e imparcial de las cosas, de los hombres, de la vida… Buster no hace chantaje con los sentimientos. Sus luchas, sus desastres, Buster no vive para reparar daños o injusticias; no pretende conmovernos ni engañarnos. Al parecer, su esfuerzo obstinado consiste en sugerirnos un punto de vista, una perspectiva totalmente diferente, casi una filosofía, una religión distinta que trastrueca y torna ridículas e inútiles todas las ideas y postulados congelados en una conceptualización inalterable: un ser curioso, resulta directo del zen budismo. Y en verdad Buster tiene de los orientales esa imperturbabilidad, falta de reflejos. Toda su comicidad de los sueños donde la alegoría, la ligereza, el aspecto burlesco se viven en los más hondo, una enorme risotada ante el contraste inmenso, inconciliable, entre nuestros puntos de vista y el misterio de las cosas.


Buster es modernismo, actual. Hoy nos encontramos viviendo, junto a él, situaciones, acontecimientos que nos llenan de un estupor que nos paraliza, nos fija, nos inmoviliza, incapaces ya de reaccionar, tal como era él.

Buster dijo una vez cómo se realizaban las películas en la época dorada: “No creo en los ensayos, preferíamos la espontaneidad de la interpretación. Los filmes se hacían de una manera muy diferente a las de ahora, sin guion, empezando con una idea acerca de un personaje con problemas, una serie de improvisaciones y gags para sacarlo del problema, y finis".

Aunque no comente sigo leyendo estos estupendos textos del gran Buster.

Un cordial saludo

Sr. Feliú dijo...

Deberíamos poner su texto en el pórtico a estas entradas, don Francisco.

Todavía en estas producciones tardías nos encontramos con el destilado de esa suerte de estoicismo vital que usted describe con tanto tino. Lógicamente, falta en ellas el aliento sostenido de "El héroe del río", "El maquinista de la General" o "Siete ocasiones", pero esa mirada perpleja ante el mundo era tan marca de la casa como el sombrerito plano.

Mil gracias por su comentario, profesor Javier y Sr. Feliú