Etudes
sur Paris (1928), André Sauvage
Sólo veinticinco años estuvo en funcionamiento
el parque de atracciones parisino situado junto a la Porte Maillot, entre 1909
y 1934. Entre sus atracciones más célebres contaba con la cripta los faraones,
la rueda diabólica, la montaña rusa, un ferrocarril en miniatura con un
recorrido de casi dos kilómetros y las inevitables cataratas. En 1928 montó
allí su carpa el Bostock American Circus ofreciendo algún espectáculo de animales
salvajes por los que era célebre en todo el mundo.
Hemos llegado a este parque en dicho año de la
mano de André Sauvage y de sus maravillosos Etudes
sur Paris.
A finales de los años veinte y principios de
los treinta las “sinfonías urbanas” cinematográficas son un género por derecho
propio. Berlín, San Petersburgo o Sao Paulo cuentan con su propia composición
cinemática en la que el ritmo de la vida de la gran ciudad queda reflejado en
el ritmo sincopado de las imágenes…
André Sauvage, cineasta secreto, no intenta
reproducir el frenesí del trasiego urbano sino los ritmos escondidos de la vida
de los ciudadanos. Meticulosamente, de norte a sur y de este a oeste, deja que
su cámara recoja brevemente los grandes monumentos y los bulevares parisinos, pero,
sobre todo, nos muestra a las gentes que trabajan en las gabarras que recorren
los canales, al obrero que lleva a su hijo en la barra de la bicicleta o a los
pescadores del Sena.
Busca ángulos inéditos de las estatuas, juega
con la geometría de un anemómetro o con la de un rosetón de Notre Dame,
encuentra encuadres insólitos y siempre exactos… De pronto, la cámara sorprende
a una mujer que no sabe si cruzar o no una calle, o a dos señoras que parlotean
cobijadas bajo un paraguas mientras los niños vuelan las cometas.
Es así, como de pronto nos vemos inmersos en
el “Parc de Paris” con esa barraca rotulada “El Pozo Misterioso” en la que un
autómata anuncia una atracción denominada el “despelote de la parisina”.
Acodada en la barandilla, una mujer mira a la cámara sonriente. ¿Es ella la
parisina que se presenta cual Venus cada cuarto de hora ante los espectadores
ansiosos de lecciones anatómicas? ¿O es sólo una modesta chica que se dedica a
vender los boletos para que los espectadores vean a una Lady Godiva de papel
maché?
A unos planos más sincopados, propiciados por
la vuelta en la montaña rusa, les sucede, por corte neto, otro de dos
arrapiezos que se han fabricado un balancín atravesando un tablón sobre un
bloque de piedra. Un lirismo nada forzado, nacido de la sencillez, que nos hace
pensar que Sauvage es el puente natural entre el Cavalcanti de Rien que les heures (1926) y el Humphrey
Jennings de A Diary for Timothy
(1946).
Etudes sur Paris (1928)
Producción:
André Sauvage et Cie (FR)
Guión,
Montaje y Dirección: André Sauvage.
Fotografía:
Jean de Miéville y André Sauvage.
80 min.
Blanco y negro.
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