La
tendre ennemie (1936), Max Ophüls
A la fiesta de compromiso de Line Dupont
(Jacqueline Daix) llegan dos invitados inesperados: los fantasmas de su padre
(Georges Vitray) y el del amante de su madre, el famoso domador Rodrigo (Marc
Valbel). Ambos cayeron en acto de servicio… amatorio.
Amparados en la invisibilidad que les
proporciona su naturaleza ectoplasmática, los dos repasan su vida en común con
Annette (Simone Berriau). Dupont se casó con ella y le proporcionó todos los
lujos, pero a pesar de esto ella estaba siempre insatisfecha. El tío Emile
(Pierre Finaly) propone un viaje a París que suavice las cosas.
Allí Annette se enamora perdidamente del
domador. O se encapricha con él. Igual da. La cosa es que lo sigue hasta la
Costa Azul. El médico ha recomendado descanso a Rodrigo. Nada peor que su
estado de nervios para entrar cada día en la jaula de los tigres. Pero la
pasión devoradora de Annette es aún más feroz que los felinos. Una noche,
cuando el domador se enfrenta a los animales…
Dupont, en cambio, falleció intentando
olvidar, apurando un champán, un amor mercenario y un baile que no le saciaban.
Ahora, ambos están dispuestos a que la pequeña
Line no se entregue al matrimonio de conveniencia negociado por su madre y el
tío Emile. Line está enamorada de un intrépido as de la aviación, dispuesto a
hacer un raid desde Dinamarca para rescatar a su amada… Es entonces cuando los
dos fantasmas advierten que no están solos. A la cita ha acudido también el
tercer amante de Annette, del que ninguno de ellos tenía noticia. No es
extraño, ya que no fue el tercero sino el primero y su amor quedó sin consumar.
Ella misma renunció al amor puro de este marinero que pretendía escapar con
ella en un barco, para aceptar el matrimonio de conveniencia con el señor
Dupont.
Mediante este birlibirloque narrativo, la
depredadora amorosa pasa a convertirse en víctima del mismo altar en el que
ahora pretende inmolar a su hija. Ningún amor podría satisfacerla porque el
verdadero amor pereció cuando, al enterrase de que ella no iba
a acudir a la cita, el romántico enamorado se descerrajó un tiro en la sien. Ahora,
los tres fantasmas están de acuerdo en que la historia no debe repetirse.
Por lo que vemos, mucho antes de decidir que
el circo era el escenario ideal para contar la vida de la bailarina Lola Montes Ophüls ya había instalado su cámara en la pista del Cirque Medrano, en el
Montmartre de los primeros años del pasado siglo. Más preocupado por lo que se
esconde detrás del espectáculo, que por el propio espectáculo, sitúa la acción
en camerinos, escaleras y corredores y, sólo cuando la situación lo requiere,
muestra de pasada al domador con sus tigres. Es apenas un instante, antes de
que el destino lo alcance en forma de zarpazo mortal.
La tendre ennemie (1936)
Producción:
Eden Productions (FR)
Director:
Max Ophüls.
Guión:
Curt Alexander, de una novela de André-Paul Antoine.
Intérpretes:
Simone Berriau (Annette Dupont), Jacqueline Daix (Line), Catherine Fonteney (su
madre), Georges Vitray (Dupont, el marido), Marc Valbel (Rodrigo, el domador), Lucien
Nat (Lucien, el suicida), Maurice Devienne (el novio de Line), Pierre Finaly (el
tío Émile), Henri Marchand y André Simon (los camareros), Camille Bert (el
doctor Desmoulins), Laure Diana, Janine Darcey, Roger Legris, Liliane Lesaffre,
Germaine Reuver.
68 min.
Blanco y negro.
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