Che strano chiamarsi Federico! (¡Qué extraño llamarse Federico!, 2013), Ettore Scola
Ettore Scola rinde homenaje a Federico Fellini
en un documental que es otra cosa. Por eso se subtitula “Scola cuenta a
Fellini”.
En Che
strano chiamarsi Federico! el retrato del de Rímini no se elabora a partir
de fechas y datos objetivos sino de la reconstrucción fantaseada desde la
memoria del deambular en coche por la Roma nocturna, de los platós de Cinecittà
o de la llegada del joven Federico a la redacción del Marc’Aurelio [http://www.circomelies.com/2015/10/en-la-redaccion-del-marcaurelio.html].
Lo que habíamos intuido a partir de los
recuerdos de Fellini, podemos verlo ahora escenificado en un decorado
construido en Cinecità. Por la redacción del Marc’Aurelio prebélico desfilan el joven Fellini (Tommaso Lazotti),
su amigo y cómplice Ruggero Maccari (Emiliano De Martino), el jefe de redacción
Steno (Andrea Salerno) o el director Vito De Bellis (Sergio Pierattini), y
tenemos ocasión de ver las reuniones de redacción bisemanales en las que éste
sentencia si un artículo o una viñeta “dan risa” o “no dan risa”.
La admiración de Scola por Fellini ha nacido
en su casa de Trevico, cuando era un niño aficionado a hacer caricaturas y le
leía a su abuelo ciego la revista satírica en la que aparecía la serie “Ma tu
mi stai a sentire?”.
Trasladado a Roma en la posguerra para cursar
estudios universitarios de Derecho, el joven Ettore (Giacomo Lazotti) ingresa
en la redacción del semanario humorístico en la etapa en que Vittorio Metz (Andrea
Mautone) y Marcello Marchesi (Nicola Ragone) actúan como motor humorístico de
cuanta comedia se rueda en Roma. Es como “negro” de la pareja que Scola empieza
a colar escenitas y gags verbales en películas como La famiglia Passagai fa fortuna (Aldo Fabrizi, 1952) y como se
convertirá en guionista de lo más granado de la commedia all’italiana. Nueva coincidencia, puesto que Fellini
escribió también sketches para los
espectáculos de revista de Aldo Fabrizi.
Scola revive las noches en que acompañaba a
Fellini y Maccari en sus trifulcas amistosas por el éxito o fracaso de sus
guiones y se embarca en una serie de recorridos en coche en los que se resumen ideas
fellinianas no sólo sobre el cine, sino sobre el arte en general, la pintura en
particular, la mentira como disfraz de la imaginación y la mujer como arcano
irresoluble. Es así como llegamos al momento en el que le pide al maestro que
se interprete a sí mismo en C’eravamo
tanto amati (Una mujer y tres hombres,
1974) dirigiendo a Marcello Mastroianni en la escena de la Fontana di Trevi de La dolce vita (1961). En estas escenas,
la ficción y el material de archivo se retroalimentan, y dan pie a Scola a
establecer un diálogo con Fellini a través de la utilización que cada uno hace
del actor Marcello Mastroianni. La madre del actor recriminará a Scola, contra
un chroma en el que el oleaje bate en
la playa, que siempre saque a su hijo tan feo cuando Fellini siempre lo saca
apuesto.
Vuelve entonces Scola a su propia obra, a
Mastroianni encarnando a Casanova en Il
mondo nuovo / La nuit de Varennes (La
noche de Varennes, 1982), un papel para el que Fellini se negó a hacer una
prueba a su actor fetiche, y eso que, antes de recalar en Donald Sutherland,
realizó ensayos con Tognazzi, Sordi y Gassman.
La historia, por supuesto, no termina con la
muerte de Fellini y su velatorio en el estudio 5 de Cinecittà. El carrusel
sigue girando y Scola, contando a Fellini, se ha contado también a sí mismo.
Che strano chiamarsi Federico! (¡Qué extraño llamarse Federico!, 2014), Ettore Scola
Producción:
PayperMoon / Palomar / Istituto Luce-Cinecittà (IT)
Director:
Ettore Scola.
Guión:
Ettore Scola, Paola Scola, Silvia Scola.
Intérpretes:
Vittorio Viviani (el narrador), Sergio Pierattini (el director del Marc’Aurelio), Vittorio Marsiglia (el
cómico del avanspettacolo), Antonella Attili (Wanda, la prostituta); y con la
participación de Tommaso Lazotti (el joven Fellini), Emilio De Martino (el
joven Maccari), Giacomo Lazotti (el joven Scola), Sergio Rubini.
95 min.
Color.
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