Federico Fellini llega a Roma en marzo de 1939. Su objetivo es emplearse como dibujante y articulista en el bisemanario humorístico de mayor circulación de la época, el Marc’Aurelio. Dirige la revista con mano de hierro Vito De Bellis y colaboran en ella una serie de humoristas que empiezan a tener sus escarceos con el cinematógrafo haciendo funciones de guionistas en tropel o simplemente como anónimos gagmen. Entre abril de 1939 y mediados de 1942, Fellini publica incansable cuentos y viñetas. Luego su progresiva dedicación a la radio y el cine, la desbandada de los colaboradores a causa de la guerra y el negocio de las caricaturas para los soldados americanos que llegan a Roma en junio de 1944, lo llevan por otros caminos.
Hay, sin embargo, en estos racconti umoristici recopilados por
Claudio Carabba muchos recuerdos de infancia y adolescencia que aparecerán una
y otra vez en sus películas más memorialísticas teñidos de melancolía no exenta
de ironía. También está el descubrimiento de esa Roma nocturna y espectral que
será escenario privilegiado de su obra, por mucho que a partir de determinado
momento prefiera reconstruirla en Cinecittà.
“E permesso?” –o sea, ¿Se puede?-, publicado el 19 de abril de 1939 con el seudónimo de
“Fellas”, relata precisamente su desembarco en la revista. Después de un breve
prólogo en el que desacredita las distintas maneras tradicionales
–recomendaciones de familiares, prohombres o jerarcas fascistas- de intentar
colocarse allí, expone su teoría de que el trabajo propio es el mejor aval,
relatando una serie de chistes entre los que destacan los dedicados a los seis
meses de noche polar: “Estoy agotado porque esta
noche no he pegado ojo”, “Es que esta ha sido mi noche de bodas”, “Mujer, ¿ te vas a poner así porque salga una noche con los amigos?”… Nos importan menos los chistes, que el
carácter confesional del prólogo, algo común a buena parte de su obra
humorística, que suele revestir carácter vocativo. A veces, la receptora de
estas confidencias es una “novia lejana”, llamada Bianchina y abandonada en
Rímini. En la misma vena autobiográfica se desarrollan las series “Richettino,
bambino qualunque” y “Secondo liceo”.
Pero vamos a lo que vamos… la serie de catorce
artículos publicados en el invierno de 1940-41 dedicados al mundo del avanspettacolo y las variedades. A pesar
de su sólida amistad con Aldo Fabrizzi, Fellini no se fija en las grandes
estrellas, ni siquiera en el oropel y las lentejuelas. Su mirada se posa en los
personajes de segunda y tercera línea, como los denominados fraquistas, hombres sin camerino, que se
colocan el frac entre cajas, y salen únicamente al final de la función
pertrechados con una espléndida sonrisa y dos pasos de baile mal aprendidos.
O el comicastro, un hombre obligado a hacer
reír con un repertorio de chistes ajados, mientras el público reclama la
presencia de las soubrettes. En la
fantasía felliniana, el comicastro recibe la invitación de un rajá para que
divierta a su harén y recibirá por ello en pago siete esmeraldas, ocho rubíes y
el néctar del amor ofrecido por odaliscas de trémulos senos.
O las ocho bailarinas ocho, que a veces son
seis o incluso cinco. Muchachas alemanas que carecen de nombre porque los
espectadores las identifican por el color del pelo o por su posición en la
fila:
“Bailarinas que no
pueden dar iun paso de más ni levantar un brazo de menos. Bailarinas que,
mientras esperan para entrar en escena, ensayan el tercer paso del quinto baile
entre cajas llenas de telarañas, jovenzuelos con el rostro de naranja y cuerdas
largas y finas. El conserje las observa y ellas creen que admira el paso que
están ensayando. En cambio, el conserje piensa: ‘Esos pechos, vistos desde
abajo, me cubrirían la cara’. Y también: ‘Si fueras hija mía te daba de
bofetadas’… Bailarinas con ojeras profundas, pero que todavía ríen cuando una
compañera se mancha la cara de verde. Y, al recordarlo, ríen de nuevo en el
escenario mientras el público de los mil ojos gime y se estremece acalorado en
sus butacas”.
Personajes, en fin, de Luci del varietà,
cuyas capturas ilustran esta entrada.
Claudio
CARABBA (ed.):
Federico Fellini: Racconti unoristici
Turín,
Einaudi, 2004.
ISBN:
9788806171858
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