29 de noviembre de 2017

La ballena blanca

La donna è una cosa meravigliosa (1964), Mauro Bolognini

Las comedias de episodios italianas
La comedia a la italiana tiene padres conocidos. El papá fue, claro, el neorrealismo. La “mamma”, la farsa teatral. A principios de los sesenta ella misma empezó a tener retoños. Uno de los más vigorosos fue la comedia de episodios.

Ya lo había intentado Vittorio de Sica con los relatos del escritor napolitano Giuseppe Marota reunidos en L’oro di Napoli (El oro de Nápoles, 1954). Pero el pistoletazo de salida lo da el productor Carlo Ponti en 1962 cuando consigue juntar en una misma película los talentos de Fellini, Visconti, de Sica y Monicelli. Boccaccio ’70.

En la comedia de episodios cabe de todo. Desde la idea que no necesita de hora y media para florecer hasta el simple chascarrillo. Sin embargo, donde encuentra su justa medida es en la crítica de costumbres. Los pequeños vicios y las grandes lacras de la sociedad son el terreno abonado para su cultivo.

En época de prosperidad cinematográfica hay exceso de ideas que no se desperdician porque encuentran su hueco en la comedia de episodios. Lejos de ser una tabla de salvación para directores en paro, la comedia de episodios supone un laboratorio de experimentación para los veteranos y un trampolín de lanzamiento para los noveles.


La mujer, esa cosa maravillosa

Mauro Bolognini también se apunta a la moda de los episodios en varias ocasiones, aunque en La donna è una cosa meravigliosa (1964) opta por un formato poco frecuente, el de díptico. Dos son los capítulos que componen la cinta, ligados por lo grotesco de su estilo visual y por una misoginia galopante. La Rossella (Sandra Milo) de “Una donna dolce dolce” ha capitidisminuido a su marido –calvo y con bigote, para colmo- hasta convertirlo en un niño al que baña y pone a hacer pipí. La Miriam de “La balena bianca”… De ella quería hablarles.
Miriam (Giampiera Colombo) es una montaña, una elefanta, una de esas gordas que desafían a la naturaleza. Pesa ciento ochenta y cuatro kilos, ejecuta varios números acrobáticos y funambulísticos, y dirige el circo a golpe de ladrido. Su número estrella, que nunca veremos, es el combate por el título mundial del “peso elefante” en noble lid con el oso Paraíso, de doscientos treinta kilos.

Su marido, Eros (Arnaldo Fabrizio), en cambio, es un microbio, una partícula diminuta ante esta giganta descomunal. Pero Eros se la pega a su mujer con Luciana (Carmen Najarro), una mujer de su misma estatura. Sus encuentros eróticos tienen lugar en una sórdida habitación de hotel. Luciana le reprocha a su amante que haga el amor con ella “después de haber estado con ese horrible monstruo”. La situación ha llegado a ser insostenible y Eros decide acabar con Miriam. Como si estuviéramos en un corto del Coyote y el Correcaminos, el marido mínimo recurrirá a todos los métodos para deshacerse de su esposa y ella saldrá indemne de todas estas intentonas criminales.

Director de pulcras adaptaciones literarias, Bolognini opta en La donna è una cosa meravigliosa por el desmelenamiento formal. Los cuerpos contorsionados de equilibristas y trapecistas que sirven de fondo a los títulos de crédito nos ponen sobre aviso del barroquismo que presidirá la puesta en escena. El fellinismo de algunos maquillajes, de la invocación circense y de la elección del reparto, queda reforzado por el singular parecido de la pequeña Carmen Najarro con Giulietta Massina, de la cual parece un clon diminuto.
Las escenas del intento de envenenamiento nos retrotraen al universo de la obra maestra de Tod Browning, Freaks. Sin embargo, Bolognini y su guionista, Parise, no nos llevan por el camino de la identificación. No tenemos referencia de “lo normal” en este combate entre David y Goliat. El “uno de los nuestros” -¡One of us! ¡One of us!- queda fuera de cuadro y de la historia.


La presencia del público es mínima. Y, salvo unos apuntes de los payasos, tampoco vemos varios números que se anuncian, como el de Gina “en su clásico número sobre el alambre”, Ciciolín y su león del Atlas o las encantadoras hermanas alemanas. Ninguno de ellos cobra más de quinientas liras diarias más la comida y el vestuario. Miriam considera que con semejante dispendio no va a pagar además la Seguridad Social. Eros solivianta a los artistas contra su mujer, pero ella sale siempre triunfadora. Al final, el marido, nuevo capitán Ahab, queda aplastado por la evidencia de que “es imposible desembarazarse de la ballena blanca”.

Hijos naturales y mujeres contra natura
Un apunte especialmente sórdido tiene lugar cuando Luciana coquetea con el contable –al que sólo vemos en un lejano plano general o de cintura para abaja, dado que su estatura es normal- y él, celoso, intenta estrangularla. Antes le ha anunciado que está embarazada y que no quiere tener un hijo sin padre. El artífice literario de “La balena bianca” es Goffredo Parise, escritor y guionista, hijo natural, que sublimó este trauma en buena parte de su obra. El análisis de su carrera literaria no nos corresponde. De la cinematográfica, señalemos que también intervino, como argumentista en Una storia moderna: l’ape regina (1963), la cinta que sirvió de debut en Italia a Rafael Azcona, de la mano de Marco Ferreri, y de otro episodio en la película que servía de pórtico a este comentario, Boccaccio ’70. Parise forma parte del equipo que guioniza el episodio dirigido por Fellini, “Las tentaciones del doctor Antonio”. Está protagonizado por un habitual de Circo Méliès, el napolitano Peppino de Filippo, que debe enfrentarse a otra mujer colosal, en este caso una Anita Ekberg del tamaño de un edificio de cuatro pisos escapada de una valla publicitaria en la que sus inmensos senos sirven de reclamo a una marca de leche. Este episodio –declaraba Fellini- tiene “una dimensión clownesca-.

La donna è una cosa meravigliosa está rodada en las instalaciones y con la colaboración de los artistas del Circo Internazionale Orfei, un apellido asociado al circo desde mediados del siglo XIX, cuando Ferdinando Orfei creó la dinastía que lleva su nombre.


La película se presentó en el festival de Venecia, fuera de concurso. Según recuerda el director el escándalo fue monumental. En un remedo de la desproporción mostrada en la pantalla Fabrizio y Najarro tuvieron que ser escoltados por la policía mientras los espectadores indignados intentaban lincharlos. Él era famoso como el pequeño Goliat en una serie de películas de gladiadores que constituyeron un subfilón del cine de sandalias italiano. Ella no nos consta que volviera a asomarse a la pantalla, probablemente a causa de este recibimiento.

Sr. Feliú

La donna è una cosa meravigliosa (1964)
Producción: Zebra Film (IT) / Aera Film (FR).
Director: Mauro Bolognini
Argumento: Goffredo Parise. Guión: Leonardo Benvenuti & Piero de Bernardi y Goffredo Parise.
Intérpretes: Giampiera Colombo (Miriam), Arnaldo Fabrizio (Eros), Carmen Najarro (Luciana).
85 min. Blanco y negro

4 comentarios:

El Abuelito dijo...

Un tipo de cine interesantísimo, difícil de ver hoy, y que ha dado maravillas. Bocaccio 70 sí la conozco; esta otra no... Efectivamente recuerdo al pequeño Goliat como compañero de Steve Reeves u otro de tales forzudos en algún peplum fantástico de la larga serie de Macistes y demás... Y lo que cuenta del festival y la huída de ambos... impresionante.

Sr. Feliú dijo...

Venerable abuelito:
Sus desolados nietos lamentan comunicarle que el soporte en el que conservan esta película es un VHS paleolítico en la lengua de Petrarca y, para más inri, sin ninguna clase de subtítulos.
Ya sabe que el cine italiano está especialmente maltratado en las ediciones domésticas de por acá. Por allá, que suelen tener la cortesía de editar las películas con "sottotitoli per non udenti", tampoco han pensado por ahora que ésta sea merecedora de llegar al mercado.
Aún así, si alguna vez, acaso, por casualidad...
PD.- En breve veremos -y acaso comentemos- su última recomendación de "cine primate". Gracias por su comentario.

Yan dijo...

Un gran blog, gracias.

Javi dijo...

Muchas gracias, E. Yance. Estamos a su disposición