Juventud a la intemperie (1961), Ignacio F. Iquino
Juventud a la intemperie comienza, nada menos, que con una cita de José Antonio Primo de Rivera. Pero es que su guionista es el falangista Federico de Urrutia. El asunto es exponer del modo más sensacionalista posible los vicios –básicamente gamberrismo, alcohol, drogas, homosexualidad, proxenetismo y rock’n’roll- de la juventud contemporánea. Todo ello se da cita en una cave barcelonesa con la actuación en el escenario del vasco José Luís Bolivar y el holandés Tony Ronald, que por entonces se hacían llamar “Kroners Dúo”. Sigue así Iquino la senda de otros reyes de la exploitation, como Corman.
El enrevesado argumento se ocupa de un asunto que Iquino ya había tratado como productor: el gamberrismo. Esta vez el drama afecta a un inspector de Policía (Adriano Rimoldi), cuyo hijo (Manuel Gil) es sospechoso de asesinato. Para resolver el asunto, el policía contará con la colaboración de un camarada ex legionario que argumenta que en los viejos tiempos –léase la República- pudieron arreglar las cosas a tiros, pero ahora eso es imposible porque “el mundo está en manos de cuatro científicos paranoicos”.
Algunos habituales de las producciones IFI de los que nos hemos ocupado aquí en otras ocasiones, como Gustavo Re, de “Los Vieneses” o “Alady”, tienen papeles que son poco más que figuraciones.
La muy publicitada Rita Cadillac se limita a cantar un chachachá en “La barra Roja” y otra canción en francés en el garito de Mauricio (el comediante Joan Capri, en un papel anómalo en su carrera). Rita Cadillac, nacida en París en 1936 con el nombre de Nicole Yasterbelsky fue bailarina del Crazy Horse y apareció en una decena de películas –casi siempre policiacas- entre mediados de los años cincuenta y principios de los sesenta. Grabó también algunos discos con canciones de sugerentes títulos como “Ne comptez pas sur moi (pour me montrer toute nue)” o “J'ai peur de coucher toute seule”.
Como Iquino era un lince para esto de las dobles versiones, la Cadillac tenía más papel en el montaje para el extranjero, de ahí que algunas fuentes consignen 97 minutos de duración cuando la copia española sólo alcanza los 87. Los números de estriptis se rodaron en la sala de fiestas que el productor regentaba en Castedefells. El propio Iquino explicaba así la operación: “Estaba en París y en el Crazy Horse había una tipa que se llamaba Rita Cadillac. Maravillosa señora. La conocí una noche, la metí en un coche, me la traje a Barcelona y a rodar. Empezamos sin pedir permiso. Esta señora era una srtripteuse. En aquella época la gente se ponía muy nerviosa con el strip-tease. Hicimos una versión para el extranjero y, naturalmente, la vendimos a todo el mundo”.
Juventud a la intemperie (1961)
Producción: IFI (ES)
Director: Ignacio F. Iquino.
Argumento y Guión: Federico de Urrutia.
Intérpretes: Manuel Gil (Alberto), Rita Cadillac (Hilda), María del Sol Arce (Elena), Colette Descombes (Susana), Julián Mateos (Tony), Adriano Rimoldi (el comisario Torres), Ángela Tamayo (Loreta), José Montez (El Loren), Fernando León (Fernando), Luis Induni (Carlos), Carlos Saldaña « Alady » (un taxista), Joan Capri (Mauricio), Gustavo Re (un camarero), José Thelman (Crespo, el fotógrafo), Armonía Montez, Florencio Calpe, Iván Tubau, Kroners Dúo, La Chunguita.
87 min. Blanco y negro.
2 comentarios:
Esta la recuerdo como uno de los ejemplos más "ideologizados" del policial español made in IFI. La figura del ex leginario, que a trompazos lo arregla todo, la del comisario, y sobre todo esos porretes que los malvados introducen -previamente liados, en un alarde de cortesía hacia sus clientes- entre la incauta y viciosa juventud...
Así es, venerable Abuelito.
Un auténtico preludio de lo que luego sería el cine "S" de Iquino. Pura exploitation al servicio de la nostalgia de cuando todo se arreglaba a tiros.
Claro que si la hemos traído a colación ha sido por esas escenas (invisibles) de la señorita Cadillac.
Parece que la delegación española que asistió a la boda de Fabiola de Mora y Aragón con Balduino de Bélgica se topó allí con la doble versión e Iquino fue llamado al orden desde Madrid, aunque él adujo que no sabía nada y que aquello era obra de la masonería internacional.
Reciba un ósculo (censurado) de sus nietos
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