13 de enero de 2024

Un circo de espías en la España desarrollista


Masquerade (Agentes dobles, Basil Dearden, 1965)

Tras una etapa durante el tránsito de los cincuenta a los sesenta en la que hacen algunos de los dramas sociales más controvertidos del momento —Violent Playground (Barrio peligroso, 1958), Sapphire (Crimen al atardecer, 1959), Victim (Víctima, 1961)...— y el gran éxito popular de la película de acción con toques de humor The League of Gentlemen (Objetivo: Banco de Inglaterra, 1960), Basil Dearden y Michael Relph firman un acuerdo con United Artists para realizar varias películas en color con repartos internacionales y localizaciones exóticas. Masquerade es una de las primeras. En el reparto, el británico Jack Hawkins —en un papel análogo al de The League of Gentlemen—, el estadounidense Cliff Robertson, la austriaca Marisa Mell, el francés Michel Piccoli y el noruego Tutte Lemkow. ¿Dónde juntarlos? En Villajoyosa, claro. Olvidemos la localidad de la Costa Azul donde se situaba la acción de la novela de Victor Canning, publicada una década antes.


Allí se dirige David Frazer (Robertson), reclutado por el coronel Drexel (Hawkins) para el servicio secreto británico. Su misión: mantener fuera del alcance de los comunistas al príncipe Jamil (Christopher Witty) hasta que cumpla los catorce años y asuma el poder, momento en el que podrá firmar el contrato de venta de petróleo con Reino Unido. Pero el niño es secuestrado y Frazer hecho prisionero por una banda de pintorescos malhechores. Está Sarrassin, un tipo amenazante con un sentido del humor siniestro (Piccoli), un acondroplásico apodado “El Mono” (José Burgos); Paviot, un experto lanzador de cuchillos (Lemkow); Sophie, una joven de fascinante belleza (Mell) a la que suele acompañar un perrillo amaestrado...


Después de lograr escapar de su cautiverio y darle unas vueltas a la naturaleza de tan singular elenco, Frazer llega a la conclusión correcta: los malhechores forman parte de una troupe circense. Así es: Sophie es la amazona y el blanco de los cuchillos de Paviot, El Mono es un payaso y Sarrassin el domador de leones y tigres.



El “Circo El Moderno” recorre España y resulta el mejor escondite para el crío y las jaulas de las fieras serán la prisión ideal para Frazer y Sophie, que parecen haberse aliado para salvar al príncipe.


Claro que nunca se puede saber de qué lado está nadie. La doblez de los agentes resulta diáfana en el título de estreno en España, que, de paso, apunta a la bondmanía que ha estallado en todo el mundo con el estreno de la tercera película de la serie dedicada al agente con licencia para matar 007: Goldfinger (James Bond contra Goldfinger, Guy Hamilton, 1964).


La propia puesta en marcha de la producción no es ajena al filón. Sin embargo, lo ajustado del presupuesto no permite montar grandes escenas de acción por lo que las más espectaculares son la evasión del castillo en la costa y el enfrentamiento final entre los dos antiguos amigos para rescatar al príncipe en una de aquellas presas en construcción que tan aficionado a inaugurar era Franco. En concreto, la de Guadalest.


De este modo, la provincia de Alicante se convierte en escenario ideal en el que lo mismo se encuentran unas dunas que sirvan como emirato árabe, que la localidad de la costa —una Villajoyosa preturística— en la que se localiza la villa donde esconder al príncipe. El rodaje de exteriores en España se prolongó durante apenas tres semanas y el resto se resolvió en estudios británicos. Algunas noticias afirman que se contrató un circo local en España, aunque no podamos darlas por buenas ya que prácticamente todas las secuencias relacionadas con este decorado tienen lugar en interiores, algunas erratas de bulto en los carteles anunciadores y la lógica de la economía productiva nos obligan a pensar en un decorado montado en un estudio.


La crítica se mostró condescendiente con una cinta cuyo tono ligero no lograba ocultar su falta de ambición, aunque vista hoy día puede que éste sea uno de sus principales alicientes.


También que el que tuvo, retuvo, y Dearden mantiene el suspense en algunas secuencias y en otras logra un clima inquietante gracias a la iluminación y el montaje, en un correlato bastante resultón de las traiciones y deslealtades que configuran la trama. Probablemente la más perturbadora de todas ellas sea, por su violencia inusitada, la paliza y secuestro del protagonista entre las carcajadas del público y del mismísimo sargento de la Guardia Civil.


Masquerade (Agentes dobles, 1965)
Producción: Michael Relph Productions (GB) para United Artists (EEUU).
Dirección: Basil Dearden.
Guion: Michael Relph y William Goldman, de la novela Castle Minerva de Victor Canning.
Fotografía: Otto Heller.
Música: Philip Green.
Intérpretes: Cliff Robertson (David Frazer), Jack Hawkins (el coronel Drexel), Marisa Mell (Sophie), Michel Piccoli (George Sarrassin), Bill Fraser (Dunwoody), Charles Gray (Benson), John Le Mesurier (Sir Robert), Felix Aylmer (Henrickson), Ernest Clark (el ministro), Tutte Lemkow (Paviot), Keith Pyott (Gustave), José Burgos (El Mono), Christopher Witty (el príncipe Jamil).
Color. 102 min.



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