28 de julio de 2025

Llora una vez más, payaso


La farándula (1935), Antonio Momplet 

La farándula es una película anómala. Debutó con ella en la dirección Antonio Momplet, pero cuando la película se estrenara en 1939, “adecuada” al nuevo entorno por el montador y nuevo productor, Momplet ya estaba exiliado en Argentina. Y eso que la gestación tampoco había sido fácil. Hasta tres estudios —los Orphea en Barcelona y los Lepanto y Cine Arte en Madrid— sirvieron de plató a un rodaje abrupto, en el que las escenas se iban rodando conforme se reunía el dinero necesario. No es por ello extraño que la peripecia dramática sea apenas nada, aunque La farándula sea un completo catálogo de las habilidades canoras o histriónicas de su cuarteto protagonista.

Por fama y prestigio encabeza el reparto Marcos Redondo. Además de popularísimo, sobre todo en Barcelona donde residía, Redondo es una de las figuras puntaras del arte lírico español del siglo XX. Ostenta dos récords: haber superado las trescientas funciones anuales durante la década 1924-1934 y haberse grabado en una tarde seis discos de dos caras. En La farándula, además de interpretar dos temas de hondo calado argumental —“Así es la vida” y “La frase de Pierrot”—, se atreve con largas cantatas de Il barbiere di Siviglia, de Rossini y con la circomélièsiana I pagliacci, de Leoncavallo.

La cosa comienza en el café bohemio de ciudad portuaria. En el pequeño escenario se suceden las actuaciones: un tanguista, los recitados cómicos de Berenguela (Amalia de Isaura), las canciones arrastradas de Rosa (Pilar Torres), los histrionismos del artista del hambre Ataúlfo Manzanos (Antonio Palacios) y el arte lírico de Lorenzo (Marcos Redondo).

Los cuatro deciden “formar compañía” y se echan al camino. Ahí se encuentran con el apuesto Carlos (Julio de Infiesta), que les propone trabajar en un pueblo cercano: Villa Sierra Alta. Allá que se van. Primero actúan en una fiesta en casa del alcalde bajo promesa de una suculenta merendola. Luego, en el coliseo local donde Lorenzo tiene un éxito apoteósico y llama la atención de un empresario que le ofrece realizar una gira internacional.

Se nota que el productor es montador, porque si ya los viajes en tren tiraban de material de archivo que era un primor, todo el triunfo del barítono se narra gracias a sucesivos encadenados de planos documentales de ciudades del mundo, mediante el expeditivo procedimiento de montarlas al ritmo de las melodías con las que suponemos que Lorenzo se ha hecho un nombre en el mundo de la ópera.

Pero —¡ay!, llora, payaso—, Rosa, su sempiterna amada, se ha comprometido durante su ausencia con Carlos. Argumentalmente, poco o nada aporta la película salvo su abonamiento al tópico. Además, lo irregular de su rodaje y postproducción le otorgan un ritmo sincopado en el que algunas escenas parecen sucederse sin demasiada lógica mientras otras se remansan en largos desarrollos que alternan lo lírico con lo cómico. Registro de una época y un modo de hacer, los interesados en el arte lírico pueden disfrutar de la que creemos que es la única aparición de Marcos Redondo en la pantalla, después de haberse anunciado su debut en diversas ocasiones durante el quinquenio republicano. Nosotros hemos disfrutado con la interpretación desorbitada de Amalia de Isaura, una de las principales cultivadoras del cuplé cómico, que en esos años solía acompañar en los espectáculos a Miguel de Molina.

Una vez finalizada la contienda y tras los oportunos ajustes, La farándula se estrena en un par de salas de Barcelona, sin mayor repercusión.


La farándula (1935) 
Producción: Antonio Lasierra Ediciones Cinematográficas / Hispano Nacional Films (ES) 
Director: Antonio Momplet. 
Guión: Valentín R. González. 
Argumento: Antonio Momplet. 
Intérpretes: Marcos Redondo (Lorenzo Martínez), Amalia de Isaura (Berenguela), Antonio Palacios (Ataúlfo Manzanos) , Pilar Torres (Rosa), Julio de Infiesta (Carlos), José Baviera (el alcalde), Manuel Crespo (el agente), Modesto Cid, Alejandro Nolla, José Rivero. 
72 min. (la versión conservada). Blanco y negro.

18 de julio de 2025

Los gnomos de jardín van al circo


Feuerwerk (Sueños de Circo, 1954), Kurt Hoffmann 

En 1908, el Cirkus Obolsky llega a una pequeña ciudad alemana. Su director, Sascha Obolsky (Karl Schönböck), es Alexander Oberholzer, el hermano del próspero fabricante local de gnomos de jardín, el burgués Albert Oberholzer (Werner Hinz). La familia Oberholzer, repleta de tías y buenos modales, se ve sorprendida por esta visita circense, sobre todo Anna (Romy Schneider) que queda fascinada por el circo y por su tío bohemio.


Alexander, o Sascha, viene acompañado por una atractiva mujer llamada Iduna (Lilly Palmer), que inmediatamente se convierte —junto con la adiestradora de serpientes— en el centro de atención. Una situación un tanto tensa que parece olvidarse en cuanto Iduna canta la canción Oh, Mein Papa, una canción compuesta por Paul Burkhard en 1939 para el musical "Der schwarze Hecht" y que se convertiría en un éxito con la adaptación que Erik Charell realizó en 1950 para el musical "Das Feuerwerk".


La oveja negra de la familia Oberholzer es un feliz y atractivo galán que irrumpe en el salón de su acomodada familia con un circo lleno de color y sorpresas. El Cirkus Obolsky, en realidad el Gran Circo de los Hermanos Belli tuneado, es un circo a la antigua revestido de lujo —el trabajo de vestuario de Alfred Bücken es sobresaliente, igual que la ambientación— en el que podemos encontrar artistas de primera división como Los 7 Leotaris, Los Pilars, Pilade Cristiani o nuestros compatriotas Los Rudi-Llata, una troupe de payasos, músicos excepcionales, poco conocidos en España —como la mayoría de artistas de circo españoles— que en esa época triunfaban en Alemania y en toda Europa. 


Las entradas de Leo, Nolo, Pepi y Joselito, algunas de las cuales pueden verse en Internet, demuestran una maestría en el arte del payaso difícilmente igualable. Yo no me canso de ver al hilarante Pepi, pues siempre me ha parecido uno de los mejores payasos del mundo.


La película está ambientada en 1908 y sus principales actrices, la veterana Lilly Palmer, que volvía a su Alemania natal después de años de exilio en Inglaterra y Estados Unidos, y la jovencísima Romy Schneider compiten por el protagonismo de una trama en la que la joven Schneider, en mi opinión, sale vencedora. También me ha llamado la atención uno de los tíos de la joven, Gustav, interpretado por el sufrido y narigudo Rudolf Vogel, cómico y actor de carácter de gran presencia escénica.


La función de circo, que ocupa cerca de 15 minutos de la película, a la que asiste finalmente toda la familia del joven descarriado, tiene gusto y ritmo, y mucho color. Además de Los Rudi-Llata, tenemos la oportunidad de disfrutar del trapecio volante de los 7 Leotaris, los chimpancés de Pilade Cristiani, y un número de alta Escuela aderezado con la música que interpreta Lilly Palmer. Lilly Palmer, además, participa junto con un simpático falso caballo en una pieza que merece la pena ver.


La joven Anna sueña con el circo y su sueño se convierte en una serie de secuencias que la llevan del trapecio a la jaula de los leones pasando por el cable de equilibrio. La verdad es que hay bastante circo en Feuerwerk y el charivari final, así como la exhibición primera en el jardín de los Oberholzer, son un derroche de artistas y figurantes que añaden más color, si cabe, a esta película.



La película fue unánimemente aplaudida por la crítica alemana que se congratulaba por el "placer del entretenimiento del tipo alegre y contemplativo" que rezumaba la cinta, convirtiéndose en uno de los musicales favoritos de la posguerra alemana.


Feuerwerk (Sueños de circo, 1954), Kurt Hoffmann
Producción: New German Film Company (GER)
Director: Kurt Hoffmann
Guion: Herbert Witt , Felix Lützkendorf , Günter Neumann basada en la comedia de Erik Charell y Jürg Amstein "The Black Hecht".
Música: Paul Burkhard y Franz Grothe
Fotografía: Gunther Anders , Hannes Staudinger
Edición: Claus de Boro
Intérpretes: Lilli Palmer (Iduna), Karl Schönböck (Alexander Oberholzer), Romy Schneider (Anna Oberholzer), Claus Biederstaedt (Roberto), Werner Hinz (Albert Oberholzer), Rudolf Vogel (tío Gustav), Margarete Haagen (Kathi), Ernst Waldow (tío Wilhelm), Liesl Karlstadt (tía Berta), Kaethe Haack (Karoline Oberholzer), Lina Carstens (tía Paula), Michl Lang (Tío Fritz), Charlotte Witthauer (tía Alwine), Tatjana Sais (Madame Sperling), Willy Reichert (jefe de estación), Hans Clarín (un empleado de circo), Michael Cramer (su colega), Christiane Maybach (Jazmín), Klaus Pohl (Piepereit), Los Rudi-Llata, Los 7 Leotaris, Pilade Cristiani, Los Pilars
Color. 98 min.

10 de julio de 2025

La venganza del lanzador de cuchillos

 

Cuchillos de fuego (1989), Román Chalbaud

Uno vio Cuchillos de fuego en el Festival de San Sebastián, un año en el que Román Chalbaud, su director, era miembro del jurado. Y hasta aquí los recuerdos: uno borroso, de la película, un tanto decepcionante. Pero a lo mejor era porque fuera llovía. O porque otro recuerdo, aún anterior, de los pases televisivos de las películas de Chalbaud estaba aún fresco en la retina, con sus personajes del lumpen caraqueño desaforadamente patéticos y delicadamente melodramáticos. O sea, genialmente cómicos.


Las heridas provocadas en la retina por El pez que fuma o Carmen, que cumplirá dieciséis años… todavía no habían cicatrizado. Luego, ha sido imposible recuperar la película, a pesar de ser una coproducción por España. Se pasaría, probablemente, una madrugada en televisión. El año de producción es 1989. Un sí es no es. Ni clásico ni moderno. Vayan ustedes a saber. Por eso, la sinopsis, tenemos que traerla de otro sitio:

En una hacienda de los Andes vive su infancia David, sobreprotegido por su madre, Lucia, y bajo la mirada agresiva de su padre Eusebio. Un día Eusebio decide abandonar la hacienda, aguijoneado por Reina Cienfuegos, quien ha satisfecho sus requerimientos sexuales. Lucía y David, desprovistos de fortuna, parten hacia la Goajira. Viven innumerables peripecias, incluidos el intento de violación y la muerte de Lucía. David jura acabar con el asesino y honrar la memoria de su madre”.



Uno recuerda vagamente el argumento —un hombre asiste a la violación de su madre y desde ese momento sólo ansía la venganza— y las poderosas imágenes de un largo periplo por la jungla, de feria en feria, con un número de lanzador de cuchillos a los que la pasión desbocada hace arder en el aire, mientras viajan hacia su destino.

En youtube hemos encontrado un extracto: 
https://youtu.be/tFozYjP848M
.

Chalbaud sigue metiendo bulla y haciendo cine cuando le dejan.

Cuchillos de fuego (1989)
Productora: Gente de Cine C.A. (VEN), con la colaboración de TVE (ES)
Dirección: Román Chalbaud.
Guión: David Suárez y Román Chalbaud.
Fotografía: José María Hermo. Música: Federico Ruiz.
Intérpretes: Jonathan Montenegro (David), Gabriel Fernández, Marisela Berti (Lucía), Miguelángel Landa (Eusebio), Javier Zapata, Charles Barry, Lily Álvarez, Marisela Berti, Pedro Lander, Gabriel Martínez, Nathalia Martinez, Dora Mazzone.
96 min. Color.

2 de julio de 2025

El prestidigitador asesino y el hombre mecánico que llora y sueña


City that Never Sleeps (La ciudad que nunca duerme, 1953), John H. Auer

Hayes Stewart (William Talman) empezó haciendo aparecer conejos de una chistera, luego decidió que era más lucrativo utilizar sus dotes de prestidigitador para extraer carteras de los bolsillos de los demás y ahora, tras estar al servicio del abogado corruptor Penrod Biddel (Edward Arnold), mete el conejo en la chistera y, tras un par de pases mágicos, saca un revólver y le mete una bala en el cuerpo a quien se cruza en su camino.


Además, el prestidigitador asesino está liado con la mujer de Biddel (Marie Windsor), así que el abogado quiere quitárselo de en medio y decide utilizar para ello a Johnny Kelly (Gig Young), un policía hijo de policía, que tendrá que decidir entre seguir siendo honrado y aguantar la matraca de su suegra o aceptar la propuesta de Biddel y darse la vida padre con la bailarina Sally “Angel Face” Connors (Mala Powers) en la soleada California.


Sally trabaja en el teatro chicagüense Silver Frolics: “Cuatro shows cada noche, sudor, más sudor, miradas lascivas
...” El dinero que el abogado ha ofrecido a Johnny resulta mucho más atractivo que los sueños de Greg Warren (Wally Cassell): convertirse en protagonistas de un sketch cómico sobre el matrimonio con el que girar por el circuito de variedades.


Greg está tan harto con Sally, porque su trabajo actual consiste en hacerse pasar, con la cara embadurnada de maquillaje metálico, por un hombre mecánico hecho de alambres, resortes y serrín. Tal es su tarea como reclamo en el escaparate del Silver Frolics. Al que averigüe su verdadera naturaleza, la regalan una entrada.


En la noche fatídica en la que se desarrolla toda la acción de la película, es testigo desde su escaparate de unos de los asesinatos del exprestidigitador. Si es un autómata, no pasa nada, pero si puede ver y testificar el mago no está dispuesto a que siga con vida. Acechado por la policía, escondido en el edificio de enfrente, acecha cualquier gesto delator del humanoide metálico...


City that Never Sleeps es una producción Republic Pictures, lo que equivale a plazos de rodaje apurados y presupuesto mínimo, pero Auer saca partido de las localizaciones naturales y de un guion ambicioso que otorga la voz en off, tan habitual en el noir, a la mismísima ciudad de Chicago.


City that Never Sleeps (La ciudad que nunca duerme, 1953)
Produccción: Republic Pictures (EE.UU.)
Director y productor asociado: John H. Auer.
Guion: Steve Fisher
Fotografía: John L. Russell.
Montaje: Fred Allen.
Música: R. Dale Butts.
Decorados: James W. Sullivan.
Intérpretes: Gig Young (Johnny Kelly), Mala Powers (Sally “Angel Face” Connors), William Talman (Hayes Stewart), Edward Arnold (Penrod Biddel), Chill Wills (el sargento Joe), Wally Cassell (Gregg Warren), Marie Windsor (Lydia Biddel), Otto Hulett (el sargento John “Pop” Kelly), Paula Raymond (Kathy Kelly), Ron Hagerthy (Stubby Kelly), James Andelin (el teniente Parker), Bunny Kacher (Agnes DuBois), Tom Poston, Philip L. Boddy, Thomas Jones.
Blanco y negro. 90 min.