10 de abril de 2008

La danza de la Princesa Rajah

Esta peliculita casi se me pasa y es que la Princesa tarda en coger la silla, pero en cuanto la coge… La factoría Edison de nuevo a la caza de talentos y curiosidades para retratar para la posteridad: "Señoras y Señores, ante Uds. tenemos un nuevo portento de la naturaleza. La Princesa Rajah tiene unas mandíbulas más fuertes que las de un caimán o un tiburón. Admiren el sugerente baile de esta exótica damisela, asómbrense con su fuerza y teman un mordisco suyo."


En la maravillosa colección de DVD del programa de televisión francesa La Piste aux Etoiles de los años 60 y 70, tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos, entre tantos actos circense de exquisita calidad, uno que se salía de todos los moldes habidos y por haber: el número de Elvis Monco. Este negro, de mirada loca y baile sincopado, mordía una silla y comenzaba a girar la cabeza como un poseído al ritmo de una música de tambores. Igual que nuestra protagonista de hoy. Elvis Monco parecía tener una doble hilera de dientes, algunos de ellos bien afilados, un personaje asalvajado, medio en trance por el ejercicio y pidiendo la participación del público para repetir ULA ULA y encontrarse con Elvis en una selva imaginaria y remota donde los caníbales se entretienen mordiendo sillas. El número de la Princesa parece un poco más sofisticado, aunque comparten la esencia. Prometo colgar imágenes de Elvis Monco para que podáis comparar vosotros mismos. Tanto Elvis Monco, como su antecesora, la Princesa Rajah, utilizan los dientes para su ejercicio. Parece ser que los músculos de la mandíbula son los más fuertes que tenemos (ya que son los que usamos con más asiduidad), así que los ejercicios con dentales se han visto mucho en las pistas de circo. No como el de nuestra invitada de hoy, del que solo conocemos un caso más, pero dentales se utilizan en malabares, en equilibrios, en aéreos… Ant-Platas, nuestro maestro malabarista, lo estuvo haciendo hasta el último día de trabajo y no parecía molestarle, aunque nosotros torcíamos el ceño cada vez que le caía la pelota en el palo de boca. Conozco a más de una trapecista que antes de adquirir la técnica suficiente para presentar un número de trapecio han hecho un turbillón sujetas por la boca con un dental: parece ser que el único truco, además de girar, es no abrir la boca y eso, de primeras, parece fácil.

1 comentario:

El Abuelito dijo...

caja de sorpresas este blogo suyo!
¿Elvis Monco? ¿mordiendo sillas? ¿Y el público coreando ULA, ULA? ¡Yo quiero que vuelva el circo de verdad!

Y seven faces of Dr. Lao, y La donna scimmia... ¡Maravilla, maravilla!