16 de abril de 2022

Acróbatas del cielo


The Tarnished Angels (Ángeles sin brillo, 1958), Douglas Sirk 

DOUGLAS Sirk, el director por excelencia de melodramas en la Universal de los años cincuenta, retoma el reparto del bombazo Writen On The Wind (Escrito en el viento, 1957), esto es Rock Hudson, Dorothy Malone y Robert Stack. Sólo falta Lauren Bacall del cuarteto estelar de aquélla. De nuevo se planta ante un melodrama desaforado, pero esta vez parte de un material literario menos evidente, la novela de William Faulkner “Pylon”.

La acción queda enmarcada en los tres días del Carnaval de Nueva Orleans, el Mardi Gras, a principios de los años treinta. Allí llega el equipo del piloto Roger Shumann (Robert Stack): Jiggs (Jack Carson), el mecánico, LaVerne (Dorothy Malone), paracaidista, y su hijo (Chris Olsen). Ni Roger ni Jiggs saben quién es el padre del niño. Pero Roger perdió una apuesta y a él le tocó casarse con LaVerne. Ella se había enamorado de él al verlo en un cartel, porque Roger es un antiguo piloto de la Escuadrilla Lafayette, un héroe de la Gran Guerra, que durante le Depresión se ha visto obligado, como muchos de sus compañeros, a dedicarse a realizar exhibiciones con aparatos que ya deberían de estar en el desguace. El encuentro con Burke Devlin (Rock Hudson), un periodista alcohólico, sólo sirve para echar más leña al fuego de la tragedia.

Como contrapunto, el carnaval. Durante las fiestas se celebran desfiles de carrozas, hay feria con su sideshow y un espectáculo de acrobacias aéreas. LaVerne realiza un espectacular salto en paracaídas con un vaporoso vestido blanco. A mitad de la caída, se desprende del paracaídas trasero y abre el delantero, al que debe agarrarse mediante un trapecio. Nunca erotismo y riesgo han ido tan de la mano.

Sin embargo, la principal atracción es la competición de velocidad en la que los pilotos deben realizar un circuito sobre el mar, girando alrededor de tres pilones piramidales colocados en la orilla. Para que no falte ni un ingrediente en el melodrama, el pequeño Jack contempla la carrera desde el avioncito de una de las atracciones. ¿Qué mejor metáfora de quien no va a ninguna parte? Es la vida de los feriantes: ese continuo viaje en el vacío. La trashumancia impide que la herida de la soledad cicatrice.

El monólogo trabucado del periodista autodestruido por la bebida que pretende realizar el reportaje de su carrera a partir de estas vidas destrozadas, verbaliza con lucidez la belleza del fracaso: “Yo, Burke Devlin, tengo la historia. La tengo escrita en el corazón. ¿Quiere saber cómo la conseguí? Arrastrándome por el barro, revolcándome en el lodo, buscando la verdad y la belleza donde nadie hubiera esperado encontrarla”.

Lección memorable en estos tiempos de derrota colectiva y de ex-triunfadores suicidas.
Sr. Feliú


The Tarnished Angels (Ángeles sin brillo, 1958) 
Producción: Universal (EEUU). 
Director: Douglas Sirk. 
Guión: George Zuckerman, basado en la novela “Pylon” de William Faulkner. 
Intérpretes: Rock Hudson (Burke Devlin), Robert Stack (Roger Shumann), Dorothy Malone (LaVerne Shumann), Jack Carson (Jiggs), Robert Middleton (Matt Ord), Alan Reed (el coronel Fineman), Alexander Lockwood (Sam Hagood), Chris Olsen (Jack Shumann), Robert J. Wilke (Hank), Troy Donahue (Frank Burnham), Betty Utey (una bailarina), William Schallert, Phil Harvey, Steve Drexel, Eugene Borden. 
91 min. Blanco y negro. Scope.

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

La vi durante una temporada en que perseguí a Douglas Sirk sin tregua, hace ya unos años... No es de las que prefiero de él (sus dramas burgueses me conmueven más), pero la cuenta usted tan bien que dan ganas de verla de nuevo... aunque sólo sea por las piernas de Dorothy Malone.

Sr. Feliú dijo...

Venerable Abuelito:
Es probable que una novela de Fanny Hurst fuera mejor material de partida que esta novela menor de Faulkner.
Seguramente el papel más memorable de Dorothy Malone sea -como usted bien sugiere- el de la insaciable buscadora de placer de "Escrito en el viento", pero aquí no le va a la zaga.
Además, por mucho que el trabajo de Sirk con el color sea primordial, éste scope en blanco y negro, sobre todo en las escenas del carnaval, a mí me puede.
Y las piernas de Dorothy Malone, por supuesto, que ya ha visto que son el motivo gráfico central de este comentario.
Sus díscolos nietos le agradecen la visita