10 de junio de 2025

La Goulue


Louise Weber (1866-1929) es «La Goulue», la famosa bailarina de can-cán del Moulin Rouge, la artista mejor pagada de su época, inmortalizada por Henri de Toulouse-Lautrec en varios de sus carteles. La apodaron «La Goulue» (La Glotona) por su costumbre de beberse de un solo trago las copas de los clientes al pasar bailando entre las mesas. 


Hija de un carpintero y una costurera, esta la abandonó cuando apenas tenía tres años, y a los siete perdió a su padre. A los 16 años, trabajando en una lavandería, se atrevía a tomar prestada la ropa que le entregaban para limpiar y se escapaba a los salones de baile por la noche. También fue prostituta y modelo de postales eróticas.


Auguste Renoir, la contrató como modelo y a través de él comenzó a posar para otros pintores, entre ellos Toulouse-Lautrec al que tenía hechizado por su vibrante energía. En 1889 debutó como bailarina en el salón de baile Moulin de la Galette y finalmente, en 1891, entró al Moulin Rouge, comenzando así una meteórica carrera que la convertiría en una famosa personalidad del mundo del espectáculo parisino. La Goulue es sinónimo de can-cán y del Moulin Rouge.

 
Esta mujer, descarada, sensual, vibrante, audaz y con agallas pateaba los sombreros de los clientes durante su rutina. Bailaba encima de las mesas y exhibía un corazón rojo bordado en su ropa interior. Protegida del comerciante de vinos y bailarín aficionado Jacques Renaudin (Valentin el deshuesado, 1843–1907), bailaban juntos en el Moulin Rouge el "chalut", la primera versión del can-cán. Muy pronto se convirtió en una estrella y el empresario Joseph Oller la incorporó a la gran cuadrilla del cabaret.


Decidida a sacar provecho de su fama, en 1895 rompió con Le Moulin Rouge para ser domadora de animales. Al año siguiente montó su propio salón de baile, donde quería representar danzas orientales y pidió a su amigo Toulouse Lautrec que le ayudara a decorarlo. La empresa acabó siendo un fracaso absoluto, sí que volvió a ser domadora junto con su esposo, que dejó su oficio de mago para trabajar juntos en las ferias y circos. En dos ocasiones fueron atacados por animales escapando por poco de la muerte. Finalmente, alcoholizada y deprimida, vivía en una caravana de circo y se dedicaba a vender cacahuetes, cigarrillos y cerillas,  en las calles de Montmartre, donde alguien finalmente la reconoció y por unos momentos volvió a disfrutar de cierto reconocimiento. En 1925, en la reapertura del Moulin Rouge, la invitaron a bailar un tango… Murió cuatro años más tarde


En este enlace pueden ver una pequeña historia e imágenes de la artista: https://dai.ly/xbsmcn y aquí abajo una animada historia del famoso baile can-cán:

4 de junio de 2025

Lautrec



Lautrec (1998), Roger Planchon

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Montfa, conocido simplemente como Toulouse-Lautrec (Régis Royer), nace en el castillo de Albi, en medio de una fastuosa cena que ha organizado su padre para la ocasión. Sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa (Claude Rich) y Adèle Tapié de Celeyran (Anémone), primos en primer grado, conforman un matrimonio de conveniencia en aras de conservar el patrimonio familiar indemne. A causa de esta endogamia, Henri tuvo problemas óseos desde pequeño y su altura nunca superó el metro y medio.


Roger Planchon, que también firma el guion, nos dibuja un Toulouse-Lautrec y un Montmartre desinhibidos, contestatarios, incluso revolucionarios en el campo del arte. Un Henri lleno de vida que acepta su condición con naturalidad y que tiene  la suerte de estar rodeado de mujeres, igualmente desinhibidas y libres, como Suzanne Valadon (Elsa Zylberstein). Suzanne, modelo y también pintora, cautiva al inocente e infantilizado Henri en Le Chat Noir, donde un apuesto Aristide Bruant (Jean-Marie Bigard), "el hombre de la bufanda roja y la capa negra", canta al amor y a la libertad.


Al mismo tiempo que vive su aventura de amor, libra una batalla artística junto al pintor Émile Bernard (Nicolas Moreau) en defensa de los colores de los impresionistas. La película, que carece de la vitalidad y el colorido —la pictoricidad— del Moulin Rouge de Houston, se adentra en otros campos, con algunas reflexiones sobre el camino del arte a finales del siglo XIX, y además nos presenta a otros genios de la pintura como Degas (Victor Garrivier), un empático artista que sabe reconocer el primer arte de Lautrec; a Auguste Renoir (Philippe Clay), que comparte modelo y amante con Henri; y un Vincent Van Gogh (Karel Vingerhoets), en una escena, en mi opinión, encajada con alfileres.


También se ocupa Blanchon de la madre de Lautrec, bien interpretada por Anémone, figura principal en la vida del pintor, protectora y comprensiva con todos los excesos del pequeño gran artista. 


La verdad es que Planchon no ha realizado un biopic al uso. Ha querido adentrarse en diferentes universos completamente cinematográficos. En algunas escenas nos sorprendemos con un plano inspirado en un cuadro de Renoir o Degas y en otras nos muestra un fresco magnífico que rodea el aula de la academia de pintura de su maestro Pierre Cormon, que representa todas las leyes clásicas que están empeñados en romper algunos de los alumnos. 


En otras escenas juega con la pintura derramándose o con las planchas de papel saliendo de los rodillos de las máquinas litográficas. Y en otras, nos regala la presencia de Elsa Zylberstein, que ya fue musa de pintores en el Van Gogh (1991) de Maurice Pialat y la amante del Modigliani (2004) de Mick Davis.



Pero en medio de todo el batiburrillo que todavía estoy digiriendo, que alguien me explique el homenaje final que realiza en el entierro de Toulouse-Lautrec con la aparición de duendes, malabaristas y personajes salidos de un cuento de hadas…


Se ruega a las bailarinas de que no se olviden sus bragas
La película, en fin, rinde homenaje a los jóvenes pintores que enfrentaban el nuevo siglo con rebeldía y a un París que bullía de pasión, alegría y celebración de la vida, derramando la lujuria y los excesos alcohólicos por los adoquines de Montmartre. Los personajes del Moulin Rouge no serán tan coloridos como los de Houston, pero están planteados con maestría tanto por el director como por los propios actores y actrices, y la ambientación nos mete de lleno tanto en el barrio de los artistas, como en el lujo y ostentación del castillo de Albi.  


Mención aparte se merece una magnífica selección de canciones de Aristide Bruant, el cantante de Montmartre por excelencia del cual Santiago Rusiñol habla en su libro Desde el Molino (Barcelona, 1945):
   
Canta los crímenes de la Villette; canta el canal legendario de aguas enlutadas, con la guillotina en el fondo, elevándose en terrible silueta; canta las miserias en Menilmontant, con sus tortuosas callejuelas y sus solares desiertos, con la ortiga brotando del abandono, con su población miserable acampando alrededor del cementerio de Père Lachaise, en el que se ven desfilar los entierros como vagas apariciones; canta las hecatombes del matadero con el más ferviente realismo; canta las angustias de Saint Lazare con todos los horrores de aquel hospital inmenso; y con su voz cavernosa adquiere la solemnidad de un profeta que narra a su alegre auditorio las angustias todas, todas las desdichas que palpitan ignoradas, como en dilatado desierto, en este París que pone en música lo mismo sus glorias que sus más negras desventuras.


“Los pintores de finales del siglo XIX son auténticos héroes, gente admirable. Hacían una pintura que en ese momento era rechazada por todos y encontraron valor, la fuerza para pintar doce horas al día cuadros que nadie quería ver. Eran personajes heroicos. Guerreros, verdaderos héroes que tuvieron la fuerza de traer la modernidad a la pintura cuando nadie la quería.”
Roger Planchon


Lautrec (1998)
Director: Roger Planchon
Guion: Roger Planchon
Productor: Margaret Ménégoz
Musica: Jean-Pierre Fouquey
Fotografía: Gérard Simon 
Edición: Isabelle Devinck
Régis Royer (Henri de Toulouse-Lautrec), Elsa Zylberstein (Suzanne Valadon), Anémone (Condesa Adèle de Toulouse-Lautrec), Claude Rich (Conde Alphonse de Toulouse-Lautrec), Micha Lescot (Gabriel de Céleyran), Claire Borotra (Hélène), Helene babu (La Goulue), Jean-Marie Bigard (Aristide Bruant), Vanessa Guedj (Marie Charlet), Eric Civanyan (El obispo), Philippe Clay (Auguste Renoir), Karel Vingerhoets (Vincent van Gogh), Victor Garrivier (Edgar Degas), Rosetón (La patrona de la lavandería), Nicolas Moreau (Émile Bernard), Juliette Deschamps (Jeanne), Élodie Frenck (Madame Fourre-Tout) P'tite Pomme
126 min. Color

26 de mayo de 2025

Sparkling diamond

Moulin Rouge! (Moulin Rouge, 2001), Baz Luhrmann

Plantear un gran musical, con su correspondiente presupuesto, nada más estrenar el siglo XXI era una apuesta arriesgada que Baz Luhrmann, el director, coguionista y coproductor de Moulin Rouge!, supo superar con creces, eso sí, cuadruplicando la inversión prevista inicial. Para gustos, los colores, pero es un hecho que la excesiva Moulin Rouge! no deja indiferente a nadie. Con sus movimientos de cámara acelerados y su impactante montaje, la historia de amor prevalece y transcurre a lo largo de la película sosteniendo la emoción en un público apabullado por los efectos, el color y los personajes exagerados que pueblan la imaginación del director. 


El Diamante Reluciente, Satine (Nicole Kidman), la estrella del Moulin Rouge, tiene que elegir entre el bohemio escritor Christian (Ewan McGregor) o el Duque de Monroth (Richard Roxburgh), al que Harold Zidler (Jim Broadbent) trata de embaucar para que invierta en una obra teatral facilitando una cita con la deseada Satine.


La historia es simple, un clásico: un romance que no puede ser y que acaba mal. El ambiente, el París de 1900, está pomposamente exagerado y repleto de anacronismos —¿qué hacen personajes salidos del Cirque du Soleil bailando en su pista?—. El Moulin Rouge está como siempre, el contraste del negro de los sombreros de copa y levitas con las faldas coloridas que giran a un ritmo frenético. 


La música, a falta de piezas originales, abunda en incontables temas de éxito del momento que, a veces, componen popurris magistrales. La lista de los temas que se pueden escuchar en el film es interminable, desde Nat King Cole a T. Rex, de David Bowie a Offenbach, de Nirvana a Police. A destacar, precisamente, la versión del Roxanne de Police mezclada con Tanguera del maestro Mariano Mores.



Casualmente, la película, que sería nominada a ocho Oscar —la de Huston de mismo título lo fue en siete— , solamente consiguió dos, los mismos que la película de Huston: al mejor vestuario y a la mejor dirección de arte.


Moulin Rouge (2001)
Dirección:  Baz Luhrmann 
Producción:Baz Luhrmann, Fred Baron y Martin Brown
Guion: Craig Pearce, Baz Luhrmann 
Música: Craig Armstrong 
Fotografía: Donald McAlpine 
Montaje: Jill Bilcock 
Vestuario: Catherine Martin
Intérpretes: Nicole Kidman (Satine), Ewan McGregor (Christian), Jim Broadbent (Harold Zidler), Richard Roxburgh (Duque de Monroth), John Leguizamo (Henri de Toulouse Lautrec), Jacek Koman (el argentino narcoléptico), Kylie Minogue (Hada verde), Garry McDonald (el Doctor), Natalie Mendoza (China Doll),  David Wenham (Audrey), Caroline O'Connor (Nini Piernas-en-el-aire), Kiruna Stamell (La Petite Princesse), Matthew Whittet (Satie), Kerry Walker (Marie), Christine Anu (Arabia), Lara Mulcahy (Môme Fromage)
127 min. Color

19 de mayo de 2025

Moulin Rouge

Moulin Rouge (1956), John Huston

John Huston, considerado uno de los mejores directores de cine clásico, consigue trasladarnos en Moulin Rouge al auténtico París de finales del siglo XIX, recreando su diversión, cosmopolitismo, desenfado y frivolidad con maestría, utilizando la misma paleta de colores que utilizaron Auguste Renoir o Henri de Toulouse-Lautrec, los pintores del París de la época. 


Estamos en 1890 y como se suele decir: París era una fiesta. El recientemente inaugurado cabaret Moulin Rouge, dirigido por el catalán Josep Oller y el francés Charles Zidler reúne en un mismo local a la clase media, la aristocracia y a los habituales de la noche en un ambiente de descaro y desorden, alegría y vitalidad que favorecía la creatividad artística y los intercambios lúbricos.


La música desenfrenada del excéntrico compositor Jacques Offenbach acompaña el baile de la cuadrilla, cuatro bailarines que se adueñan del clásico baile añadiendo acrobacias, gestos indecorosos y retos de habilidad que pueden derivar en disputas y peleas, forzadas o no. Entre los cuatro bailarines podemos reconocer a dos célebres personajes del famoso cabaret: Louise Weber, alias La Goulue [la glotona] (Katherine Kath) y Jacques Renaudin, alias Valentin le Désosé [el deshuesado] (Walter Crisham).


La maravillosa Jane Avril (Zsa Zsa Gabor) canta "The Song from Moulin Rouge" del compositor Georges Auric justo antes de que seis bailarinas aborden la sala con las primeras notas del "Galop Infernal" de Offenbach, el clásico French Can Can. La euforia se apodera de la sala a medida que las bailarinas se levantan las faldas mostrando sus medias negras y sus enaguas y realizan los acrobáticos split.


En una mesa, en primera fila de la sala, está Henri de Toulouse Lautrec (José Ferrer), un bohemio aristócrata, pintor, habitual de la sala, que se entretiene pintando en los manteles retratando a los bailarines y el maravilloso ambiente que envuelve a todos los asistentes.


El guion, basado en el libro de Pierre La Mure con el mismo título, cuenta la historia del famoso pintor permitiéndose algunas licencias. Toulouse-Lautrec, después de una caída en la que se fractura las piernas, desarrolla una enfermedad que le impide el crecimiento de los huesos, lo que le convierte en un pequeño hombre con las piernas cortas. Esta circunstancia le impide tener una vida sentimental normal por lo cual se desplaza Montmartre y se convierte en el fan número uno de los cabarets y locales de variedades del célebre barrio de París.


Una noche conoce a Marie Charlet (Colette Marchand), una prostituta, a la que invita a su casa. Marie se aprovecha de su dinero y alimenta una relación tormentosa —tóxica se diría ahora— que acaba mal, provocando una depresión al pequeño pintor, que se refugia cada vez más en el cognac y la absenta.


Pasan los años, diez para ser más precisos, y Henri ya es considerado uno de los mejores pintores de París. La Goule vive alcoholizada en la calle y el Moulin Rouge es exitoso, aunque Ziedler echa de menos los primeros tiempos, cuando todo era más espontáneo y sincero. Entonces Henri conoce a Myriamme Hayam (Suzanne Flon), una mujer distinguida que realmente se interesa por él aunque, desgraciadamente, el pintor no cree que pueda provocar sentimientos amorosos en ninguna mujer, por lo cual se mantiene distante y desconfiado.


Myriamme finalmente se casa con su antiguo pretendiente, lo que sume al pintor en otra profunda depresión. Henri de Toulouse Lautrec muere a los 37 años, completamente alcoholizado y después de haber sufrido varios episodios de delirium tremens. 

Moulin Rouge (1956)
Dirección: John Huston 
Producción: Sir John Woolf  y James Woolf 
Guion: John Huston y Anthony Veiller. Basada en Moulin Rouge de Pierre La Mure
Música: Georges Auric 
Fotografía Oswald Morris 
Montaje Ralph Kemplen
Intérpretes: José Ferrer (Henri de Toulouse-Lautrec / Comte Alphonse de Toulouse-Lautrec),  Zsa Zsa Gabor (Jane Avril),  Suzanne Flon (Myriamme Hayam),  Claude Nollier (Countess Adèle de Toulouse-Lautrec), Katherine Kath (Louise Weber aka La Goulue), Muriel Smith (Aicha / Singing Voice of Jane Avril), Mary Clare (Madame Loubet), Colette Marchand (Marie Charlet), Walter Crisham (Valentin le Desossé), Harold Kasket (Charles Zidler), Georges Lannes (Sgt. Balthazar Patou), Lee Montague (Maurice Joyant), Maureen Swanson (Denise de Frontiac), Tutte Lemkow (Aicha's Partner), Jill Bennett (Sarah) Theodore Bikel (King Milo IV of Serbia), Peter Cushing (Marcel de la Voisier), Charles Carson (Count Moïse de Camondo), Walter Cross (Babare).
117 min. Color Technicolor

12 de mayo de 2025

El aprendiz de mago


The Mad Magician (1954), John Brahm

Vaya por delante que The Mad Magician es una película discreta realizada con muy poca discreción, como corresponde a la última ola de la marea tridimensional que inundó las salas de cine durante el bienio 1953-54.


Buena parte de los responsables del gran éxito de la Warner dirigido por André De Toth en 3-D, House of Wax (Los crímenes del museo de cera, 1953), pasaron a la Columbia para realizar The Mad Magician. Productor, guionista, director de fotografía y actor principal intentaron repetir la fórmula en el más modesto estudio de Harry Cohn. De Toth, insatisfecho, con las posibilidades creativas del cine estereoscópico, declinó la oferta y la dirección fue asumida por John Brahm, experto en escalofríos, que una década antes había rodado dos obras maestras protagonizadas por el malogrado Laird Cregar: The Lodger (Jack, el destripador, 1944) y Hangover Square (Concierto macabro,1945).


Añorante de aquellos éxitos, Brahm no duda en rescatar de ambas películas escenas puntuales –la llegada a la pensión de The Lodger, la incineración pública de un cadáver de Hangover Square- que introduce como quien no quiere la cosa en el guión de Crane Wilbur. De modo que The Mad Magician termina siendo un pastiche de pastiches, del que sería mejor desconocer el contexto si se quiere disfrutar mínimamente.


El disfrute lo proporciona, ante todo, el protagonismo de un Vincent Price deliciosamente histriónico y desquiciado. Él es Don Gallico, humillado y ofendido, cornudo y apaleado. Gallico es un mago frustrado, un artista sublime de la caracterización y el creador de los aparatos de magia escénica que la casa Illusions Inc. vende en exclusiva al Gran Rinaldi (John Emery). Pero Ross Ormond (Donald Randolph), su socio en la empresa, le ha hecho firmar un contrato leonino por el que renuncia a todas sus creaciones. No contento con eso, le ha arrebatado a su mujer, la bella y movediza Claire (Eva Gabor).


Cuando empieza la película Gallico está a punto de demostrar al mundo lo que es el auténtico talento. Se presenta en un teatro como “El Gran Gallico”, batiendo a Rinaldi en su propio terreno, caracterizado como su competidor y realizando sus trucos con la misma diligencia. Luego, cuando se dispone a presentar su nueva creación “La dama y la sierra circular”, Ormond y Rinaldi le obligan a suspender el espectáculo.


Lo que sigue es la escalada de crímenes del camaleónico Gallico… que el espectador encuentra plenamente justificables.


Pero, ¡ay!, el bien siempre acecha. La linda asistente del mago, la señorita Lee (Mary Murphy) está ennoviada con un diligente teniente de policía (Patrick O’Neal) que está a la última en técnicas forenses y pretende demostrar a sus superiores la eficacia del recién descubierto método de identificación mediante las huellas dactilares. Un macguffin como otro cualquiera para estirar la situación hasta el final de “grand guignol” en el que Gallico pondrá a prueba su nueva creación: “El crematorium”.


La ambientación en una Nueva York fin de siglo, los segmentos humorísticos proporcionados por la pareja de caseros (Lenita Lane y Jay Novello) y los consabidos momentos en que los objetos parecen salir de la pantalla –una demostración de un maestro del yoyó o un folleto del teatro de variedades- no terminan de compensar la funcionalidad de la fotografía, apartado en el cual destacaban sobremanera las otras películas firmadas por Brahm.


Si disponen ustedes de las correspondientes lentes ortopédicas aquí pueden ver un fragmento en el 3-D original:


En caso contrario tendrán que conformarse con ver la modesta versión plana que hemos insertado al final de la entrada. Que la disfruten.



The Mad Magician (1954)
Producción: Columbia Pictures (EEUU)
Director: John Brahm.
Guión: Crane Wilbur.
Intérpretes: Vincent Price (Don Gallico, el “Gran Gallico”), Mary Murphy (Karen Lee), Eva Gabor (Claire Ormond), Donald Randolph (Ross Ormond), John Emery (El Gran Rinaldi), Patrick O'Neal (teniente Alan Bruce), Lenita Lane (Alice Prentiss), Jay Novello (Frank Prentiss).
72 min. Blanco y negro. 3-D.