26 de septiembre de 2008

Madame Dupont, pitonisa de lo que pudo ser

La vida en un hilo (1945), Edgar Neville.

Mercedes (Conchita Montes) acaba de enviudar en provincias. Regresa a Madrid para recomenzar su vida pero la acompaña un recuerdo funesto. No, no es el de la muerte de su marido, sino un espantoso reloj que le regalaron a él sus compañeros de promoción y que las tías parecen empeñadas en que no se olvide. En el tren coincide con madame Dupont (Julia Lajos), artista en gira por el norte cuya especialidad es la adivinación. En su número toman parte unos patos que proveerán los oportunos gags en su momento. Instaladas en el mismo compartimento, entre las dos mujeres se establece una rápida corriente de simpatía. Madame Dupont revela entonces que sus números de adivinación del futuro son pura superchería. 


Lo que ella ve son los pasados alternativos. En el pasado de Mercedes, como en el de Conchita Montes, hubo un día de lluvia en el que aceptó la invitación de subir a un taxi. Podría haberlo hecho con Miguel (Rafael Durán), artista, improvisador, amante de la vida, pero lo hizo con Ramón (Guillermo Marín), ingeniero, amigo del orden y aburrido a más no poder. Las escenas de las dos vidas alternativas se suceden. El noviazgo anodino, la vida con Ramón en provincias, la casa llena de cachivaches, la maledicencia e hipocresía de las tías y sus amistades y el viaje a Madrid en busca de una diversión planificada y poco fructífera, de un lado. En el pasado que pudo ser, la vida con Ramón a lo que surja, el plan inesperado y el desprecio por las convenciones ejemplificado en ese grupo escultórico para próceres pueblerinos al que basta con colocarle la cabeza del difunto porque las figuras simbólicas que lo rodean son siempre las mismas. 

En ocasiones el pretérito perfecto y el imperfecto se entrecruzan. En una sala de fiestas, Miguel y Mercedes se sientan en la mesa de Ramón, su mujer y sus amigos. Ante las visitas chismosas Mercedes defiende a Isabel (Alicia Romay), una amiga que ha terminado de artista ecuestre en un circo y que las tías de Ramón aseguran se exhibe desnuda a lomos de un caballo. “El que iba sin ropa era el caballo”, replica Mercedes. En cambio, cuando Mercedes está casada con Miguel, su amiga la rehúye porque la bohemia de la pareja puede afectar a la reputación que tanto le ha costado recuperar.

En el pasado inmediato, Ramón decide llevar una vida higiénica y dormir, llueva o truene, con la ventana abierta. Sin ninguna transición muere de pulmonía. El tren llega a Madrid. Mercedes se despide de madame Dupont y se cruza varias veces con Miguel en la estación sin reconocerle. Cuando él le ofrece su taxi, ella declina la invitación. Pero luego reacciona. Corre a reunirse con Miguel y le explica lo que será su vida a partir de ahora. El estilo de comedia desenfadada le va a Conchita Montes como un guante. Con ella y Julia Lajos logra Neville crear una pareja cómica en la mejor tradición del género; en la línea de Laurel y Hardy. La estilizada y elegante Conchita se gamberriza al entrar en contacto con su gorjeante compañera. La complicidad entre Mercedes y madame Dupont queda establecida mediante una mirada, la que cruzan al descubrir el reloj de Ramón. Lo cogen entre ambas y lo arrojan por la ventanilla del tren, riendo, sin más explicaciones. 


Luego vienen las confidencias y la capacidad adivinatoria de madame Dupont. La censura se preocupa mucho de este tipo de creencias ajenas a la ortodoxia católica, pero Neville lo resuelve haciendo decir a madame Dupont que lo suyo no es tanto un augurio “como un ejercicio de imaginación”. Su voz sirve de introducción al relato de los pasados alternativos, pero Neville no limita a esto el recurso. Cuando Mercedes rechace por segunda vez la invitación de Miguel a la salida de la floristería, la voz de madame Dupont le recuerda que en esta ocasión debe aceptar. “¡Ay, es verdad!”, comenta Mercedes, mientras la imagen la muestra rectificando.

Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo: “La Codorniz en cinta” (de próxima edición).

La vida en un hilo
(1945) 
Producción: Edgar Neville (ES). 
Dirección, Argumento y Guión: Edgar Neville 
Intérpretes: Conchita Montes (Mercedes), Rafael Durán (Miguel Ángel), Guillermo Marín (Ramón), Julia Lajos (Madame DuPont), Alicia Romay, Juanita Mansó, Joaquín Roa, María Brú, Eloísa Muro, Julia Pachelo, Manuel París, César de Nueda, Rosario Royo, Josefina de la Torre. 
92 min. Blanco y Negro.

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

Esta, "Mi calle" y "El crimen de la calle Bordadores" son mis tres preferidas de Neville, por encima de su nada desdeñable "Torre de los siete jorobados".

Sr. Feliú dijo...

Venerable Abuelito:
El comentario en este caso procede de un libro de próxima aparición que sus autores nos han filtrado por mor de la coincidencia de intereses. De uno de ellos ya citamos el comentario sobre "Verbena", el "Freaks" nevilliano, poco conocido y estupendo en su concisión. (Lo digo por si le inetersa pasarse por el comentario del 3 de enero).
En ciuanto a uno, a título personal, le interesan también "Domingo de carnaval" y "El último caballo" y algunos episodios de "la ironía del dinero".
En fin, que Neville es mucho Neville.
Gracias en nombre propio y en el de nuestro anfitrión por su comentario, Sr. Feliú