Gun Crazy (El demonio de las armas, 1950), Joseph H. Lewis

Tremenda. Quien la ha visto, no la olvida. Desde la escena inicial, filmada con la contundencia de una pesadilla infantil, hasta el final onírico, que lleva el amour fou al desafuero absoluto. Y todo, como querían Breton y sus acólitos, proveniente de las cadenas de montaje de la fábrica de sueños.
Ahora que tanto se habla de cine independiente, conviene revisar las obras completas de don Joseph H. Lewis, un señor formado en la moviola que terminó hilvanando episodios de westerns televisivos a ritmo desenfrenado. Entre una y otra actividad, un puñado de películas hechas con descartes. Aunque es más recordado por sus “film noir” –Undercover Man (Relato criminal, 1949), The Big Combo (Agente Especial, 1955) o la que hoy nos ocupa- también practicó el melodrama, la comedia, el western o las películas de chavales descarriados. Sus cintas de aprendizaje se rodaban en seis días y duraban poco más de una hora. Las produjeron Universal, Columbia o Monogram.

Gun Crazy fue producida por los hermanos Frank y Maurice King, auténticos independientes que estrenaban sus películas a través del estudio que se las quisiera coger. Lewis había tenido un encontronazo con Harry Cohn, el mandamás de la Columbia, y se vio obligado a aceptar el mamotreto de guión -500 páginas exagera Lewis- que había preparado MacKinlay Kantor a partir de un relato suyo publicado en 1940 en el “Saturday Evening Post”.
Por lo menos Lewis cuenta con treinta días de rodaje y un presupuesto de cuatrocientos mil dólares: razonable para una serie B. Además, los hermanos King le apoyan en todo. Cuando decide que necesita rodar con un equipo ligero y micrófonos pequeños, los técnicos se buscan la vida para hallar la solución. No son caprichos de director.



Una apuesta de Billy Wilder y un fin de semana con Joan Crawford
Gun Crazy es un fracaso económico. En United Artists, que distribuye la película, a alguien se le ocurre que Gun Crazy no es un título muy comercial y decide estrenarla con el de “Deadly Is the Female”, que en castizo viene a ser “Las féminas son mortales de necesidad”.

Joan Crawford quiere que Lewis la dirija en su próxima película… y que pase el fin de semana con ella en su casa de la playa.

Lewis no se arredró. En sus episodios de The Rifleman (El hombre del rifle, TV) o Gunsmoke (La ley del revólver, TV) tenía todavía el prurito de dejar su firma. Una rueda en primer término otorgaba profundidad e interés visual al plano más ramplón. Siempre fue un tipo modesto y un enamorado de su profesión.
Sr. Feliú

Producción: King Bros. (EEUU)
Director: Joseph H. Lewis
Guión: MacKinlay Kantor y Millard Kaufman (quien firmaba por Dalton Trumbo, incluido en la Lista Negra del Comité de Actividades Antinorteamericanas), sobre el relato homónimo de MacKinlay Kantor publicado en el “Saturday Evening Post” en 1940.
Intérpretes: Peggy Cummins (Annie Laurie Starr), John Dall (Bart Tare), Harry Lewis (el sheriff Clyde Boston), Nedrick Young (el periodista Dave Allister), Berry Kroeger (Packett), Morris Carnovsky (el juez Willoughby), Anabel Shaw (Ruby Tare), Frances Irwin (la cantante del Danceland), Anne O'Neal (Miss Augustine Sifert), Joseph Crehan (Mr. Mallenberg), Stanley Prager (Bluey-Bluey), Virginia Farmer (Miss Wynn, la maestra), Russ Tamblyn (Bart adolescente), Mickey Little (Bart niño), William J. O'Brien, Eddie, Dick Elliott, Trevor Bardette, Tony Barr, Don Beddoe, Ross Elliott, Franklyn Farnum, Harry Hayden, Arthur Hecht, George Lynn, Robert Osterloh, Shimen Ruskin, Ray Teal, Dale Van Sickel, David Bair, Paul Frison.
86 min. Blanco y negro.
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