2 de abril de 2011

Amalia en color



Sangue Toureiro (Sangre torera, 1958), Augusto Fraga

El equipo
Sangue toureiro supuso una importante inversión en una época en la que el cine portugués estaba de capa caída. Agotado el periodo de oro de la comedia a principios de la década de los cincuenta, muchos cineastas deben conformarse con dedicarse al documental. El productor Manuel Queiroz busca una mano ganadora. De entrada, se trata de la primera película portuguesa de largometraje rodada en color, mediante el proceso de Kodak denominado Eastmancolor. El tema, de seguro éxito: un melodrama de ambiente típicamente portugués en el que se den cita sendas estrellas en sus respectivos campos. Para el fado, no hay otra: Amália Rodrigues ha triunfado en los escenarios de París y Nueva York. El toreo –esa forma primitiva del circo– está representado por Diamantino Viseu, el primer “matador” portugués.

En Sangue toureiro se pueden ver fugazmente las formas tradicionales del toreo a la portuguesa: el rejoneo a caballo y las “pegas” de los forçados. Diamantino había revolucionado la fiesta lusa al tomar la alternativa como “matador” en Barcelona, en 1947. La película ficcionaliza en cierta medida este hecho, cuando el personaje que interpreta se rebela ante la tradición del toreo ecuestre representada por su padre. Fue Diamantino un torero hecho a imagen de Manuel Rodríguez “Manolete”, el gran ídolo de su tiempo. En su última faena en la plaza queda constancia del pase que lleva su nombre, la “diamantina”, que no deja de ser una variante de la “manoletina”.


Augusto Fraga debuta como director de largometrajes pero tenía una larga carrera en el cine luso a sus espaldas: escritor cinematográfico en los años treinta, director de la revista “Cinéfilo” al final de dicha década, documentalista, actor ocasional, ayudante de dirección y producción y realizador de varios proto-videoclips protagonizados por Amália en 1947. Participó en la coproducción hispano-portuguesa Barrio / Viela, rua sem sol (1947) que dirigió Ladislao Vajda y en la que Fraga aparece acreditado como supervisor de la versión portuguesa, amén de asumir el papel de detective.

Francisco Izzarelli, operador italiano afincado en España entre 1940 y 1946, se hace cargo del delicado apartado de la fotografía en color. Otro nombre español ligado a esta producción es el del otrora niño prodigio del cine español, Alfredo Hurtado “Pitusín”, con una carrera importante como ayudante de dirección. En esta ocasión también se responsabiliza de la elaboración del guión técnico.


La película

La película comienza con unas hermosas imágenes de la vida de los ribatejanos en torno al río Tajo, para mostrar luego las marismas donde se cría el ganado bravo. El locutor (A. Tavares da Silva) anuncia que éste será el escenario de la eterna historia de amor. El romance tiene tres vértices: Isabel (Carmen Mendes), muchacha romántica enamorada de la vida en el campo y del hijo de los Vinhais que se fue un día al extranjero para estudiar; Eduardo (Diamantino Viseu), el hijo díscolo que por amor se convertirá en matador de toros; y María de Graça (Amália Rodrigues), cantadeira con un pasado escandaloso.



A pesar de la insistencia de don Jerónimo de Vinhais (Erico Braga) su hijo deja de lado la gestión de la hacienda familiar para vivir en concubinato con Maria de Graça y dedicarse al toreo. Una vez más, las contraposiciones son claras: la Lisboa de los modernos apartamentos y las grandes avenidas que se abre al futuro frente a la marisma, la lidia a pie frente al toreo ecuestre, los automóviles aerodinámicos frente a la naturaleza representada por el caballo… En suma, los rostros de la modernidad frente a la tradición, en una alternancia simple que no guarda ninguna sorpresa ni en su planteamiento ni en su ejecución.


Sangue toureiro es una película apenas redimible. Los interludios cómicos a cargo de una periodista norteamericana (Fernanda Borsatti) y su cicerone (Raul Solnado) rozan lo patético. Las estampas típicas devienen tópicas. Sólo los fados de Amália rompen este esquema, suspenden la narración y nos hacen pensar en Minnelli. Tres de ellas están fotografiadas en riguroso claroscuro. Amália lleva vestidos preferentemente negros. A lo mejor con un broche, una flor roja o un pañuelo verde. Nuestra mirada se abisma en su rostro y en sus manos, únicas fuentes de luz. Y en mitad del rostro, como una herida abierta su boca. Una boca roja de la que el fado brota apasionado. La boca de Amália: llaga y fruta.


Sangue toureiro (Sangre torera, 1958)
Producción: Produtores Associados / Empresa do Cinema Trindade (POR)
Director: Augusto Fraga.
Guión: Augusto Fraga y Armando Vieira Pinto, basado en un argumento de Patrício Álvares.
Intérpretes: Amália Rodrigues (Maria da Graça), Diamantino Viseu (Eduardo), Erico Braga (Jerónimo de Vinhais), Carmen Mendes (Isabel), Josefina Silva (doña Branca), Paulo Renato (Américo Prates), Fernanda Borsatti (Miss Brown), Raul Solnado (Faustino), Alina Vaz, Ruth Carvalho, João Manuel, A. Tavares da Silva (locución).
88 min. Color (Eastmancolor)

No hay comentarios: