27 de junio de 2014

La bailarina y el gorila


El negro que tenía el alma blanca (1927), Benito Perojo

Alberto Insúa, narrador a la moderna, de la escuela cosmopolita y galante, distribuye la acción de El negro que tenía el alma blanca entre Madrid y París. Madrid de palacios aristocráticos en los Altos del Hipódromo y hoteles de lujo, pero también de los barrios bajos, de la calle de la Ruda donde vive Emma Cortadell con su padre y de las envidias e intrigas del Teatro del Sainete.


Sin embargo, en París, la imagen de España es un cabaret llamado El Patio, ambientado como un jardín de la Alhambra y decorado con panós de corridas de toros y procesiones sevillanas del Corpus. Perojo rueda las escenas que le sugieren estos capítulos en un inmenso decorado que alterna motivos castizos y decó, pero –madrileño rodando tierras de Merimée- afila la puya contra la espagnolade al vestir a la orquesta negra de jazz band con un traje campero y sombrero cordobés.


La historia es la del amor imposible del cubano Pedro Valdés (Raymond de Sarka) convertido en “Peter Wald”, el bailarín de moda en el París del charlestón, por la tímida Emma Cortadell, a la que convierte en estrella.


En la pesadilla de Emma, planificada por Segundo de Chomón, se intenta reflejar el terror subconsciente al “otro”. Ya la novela de Alberto Insúa ligaba gráfica y metafóricamente la imagen del negro a la del mono antropomórfico de la conocida marca de anís y Perojo recurre, edulcorando un poco el tropo, a otro emblema publicitario, el del papel de fumar “Bambú”.


El negro que tenía el alma blanca (1927)
Producción: Goya P.C. (ES) / Production Française Cinematographique (FR)
Director: Benito Perojo.
Guión: Benito Perojo, de la novela homónima de Alberto Insúa.
Efectos fotográficos especiales: Segundo de Chomón.
Intérpretes: Conchita Piquer (Emma Cortadell), Raymond de Sarka (Peter Wald), Valentín Parera, José Agüeras, Joaquín Carrasco, Andrews Engelmann.
88 min. Blanco y negro + virados.

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