2 de septiembre de 2015

La selva de cemento, acero y cristal


Tarzan’s New York Adventure (Tarzán en Nueva York, 1942), Richard Thorpe

Buck Rand (Charles Bickford) llega a África con intención de cazar animales vivos para el circo del Coronel Sargent (Cy Kenfdall). Pero, al aterrizar con su avión en la selva, da con el número que lo hará millonario: Boy (Johnny Sheffield), el hijo de Tarzán de los Monos, maneja a los elefantes como quiere y es capaz de enfrentarse a un león salvaje con las manos desnudas. Por desgracia, cuando Tarzán y Jane (Johnny Weissmuller y Maureen O’Hara) acuden en su ayuda, los feroces Jaconi cortan la liana y prenden fuego a la selva, de modo que Boy los da por muertos y monta en el avión que lo ha de llevar a la civilización.


Pero Chita rescata a la pareja a tiempo y ahora son ellos quienes viajan a esa selva de cemento, acero y cristal llamada Nueva York, donde hay voces estridentes que salen de unas cajitas llamadas radios y se puede hablar por un tubo a distancia. Aunque estos detalles son nimiedades porque la cabaña en el árbol de Tarzán y Jane es como una casita suburbial unifamiliar en la que no falta ni máquina friegaplatos.


Por eso la cinta de aventuras se transforma en comedia en la que Chita tiene casi más protagonismo que Tarzán y su compañera. Sólo al final, cuando Tarzán recupere el estado semisalvaje al rechazar la ley de la civilización que le aparta de su hijo, perderá la camisa y la chaqueta y se encaramará por rascacielos y anuncios luminosos hasta alcanzar el puente de Brooklyn, icono de la ciudad y trampolín sobre el río Hudson, desde el que se lanzará como si lo hiciera desde las mismas cataratas Livingston al río Congo.


Ajeno a todo, Boy cuida de los animales del circo. Sus raptores piensan hacer un buen negocio con él porque han recibido una oferta de cien mil dólares por el chico. Pero Tarzán ya sabe dónde se encuentra y llega, alarido selvático mediante, al rescate. Los trapecios no tienen secretos para ellos y, aunque Tarzán sea encarcelado en una jaula para fieras, conoce el lenguaje de los animales y los elefantes acuden en su ayuda.


Estos animales estaban entrenados, como en otras películas del ciclo, por George Emerson, responsable de la menagerie de la M-G-M. Él fue el responsable de enseñar a los tres elefantes de Boy –Queenie, Sally y Happy- todas sus habilidades. Cuando el estudió vendió los derechos del personaje a Sol Lesser, que se llevó a Weissmuller y a Sheffield a la RKO, los animales pasaron a actuar en el Pollock Bros. Shrine Circus.


Sucedió este mismo año, porque Tarzan’s New York Adventure, rodada sin solución de continuidad con Tarzan's Secret (El tesoro de Tarzán, 1941), supuso el fin de la serie en M-G-M. Desde su primera aparición con la encarnadura de Johnny Weissmuller, en 1932, el gran mono blanco había pasado de símbolo de lo salvaje e indomesticable a héroe familiar según el código Hays, fiera enjaulada en el circo del Coronel Sargent.


Tarzan's New York Adventure (Tarzán en Nueva York, 1942)
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (EEUU)
Director: Richard Thorpe.
Guión: Myles Connolly, William R. Lipman, basado en los perosnajes de Edgar Rice Burroughs.
Intérpretes: Johnny Weissmuller (Tarzán), Maureen O'Sullivan (Jane), Johnny Sheffield (Boy), Virginia Grey (Connie Beach), Charles Bickford (Buck Rand), Paul Kelly (Jimmie Shields), Chill Wills (Manchester Montford), Cy Kendall (Coronel Ralph Sergeant), Russell Hicks (el juez Abbotson), Howard C. Hickman (Blake Norton), Charles Lane (Gould Beaton), Miles Mander.
71 min. Blanco y negro.

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