11 de noviembre de 2011

Marion Byron y Anita Garvin: princesas del slapstick



Feed 'em and Weep (1928), Fred Guiol, Leo McCarey 

La figura de Hal Roach suele quedar ensombrecida por el mito de Mack Sennett. Roach fue básicamente, a lo largo de su vida centenaria, un productor de comedias slapstick. Dos series le dieron la fama: las comedias del Gordo y el Flaco (Oliver Hardy y Stan Laurel) y las de las sucesivas reencarnaciones de La Pandilla (Our Gang). De las figuras individuales que aupó al estrellato sólo Harold Lloyd llegó al Olimpo. Aún así, éste siempre quedaba emparejado —mejor diríamos entriado— en sus trabajos para Roach con el bigotón de morsa Harry “Snub” Pollard y la dulce Bebe Daniels.


Su fuerte era la creación de tándems que potenciaran la comicidad mutua. Así llegó, en 1928, a la convicción de que lo que el cine cómico necesitaba eran un buen par de payasas trabajando a la par. Las elegidas para el experimento fueron Marion Byron y Anita Garvin.


Marion era hija de inmigrantes judíos de apellido impronunciable. Cuando su hermana mayor comenzó en el circuito del vodevil tomó el nombre artístico de Byron. La pequeña Marion —sólo medía 1,50— siguió su camino a los 13 años, así que a los 16, cuando Buster Keaton la contrató para interpretar el principal rol femenino de Steamboat Bill jr. (El héroe del río, 1928), ya era toda una profesional. El 14 de mayo de 1928, los padres de Marion —era ella aún menor de edad— firmaron un contrato con Hal Roach que duró poco más de un año. Con la llegada del sonoro trabajó en varios musicales de la Warner y a mediados de los años treinta se casó con un guionista y abandonó su carrera como actriz.


Roach sabía lo que se hacía. Al lado de la diminuta Marion colocó a la espigada Anita. También tenía 13 años cuando asistió en Nueva York a una convocatoria de Mack Sennett para elegir nuevas “Bathing Beauties”. Al parecer se trataba de un timo, pero su belleza y su altura le sirvió de pasaporte para los espectáculos de Florenz Ziegfeld. En el teatro hizo amistad con Will Rogers y con un cómico británico, Stan Laurel. Fue éste quien le dio sus primeras oportunidades en el cine y quien la llevó al estudio de Hal Roach, donde trabajó repetidamente junto al Gordo y el Flaco.

Feed’em and Weep es la primera película de Anita y Marion. Roach las empareja entre ellas y con el cómico judío Max Davidson y con el sempiterno sufridor de las hecatombes provocadas por Laurel y Hardy, el flemático Edgar Kennedy. Encomienda la dirección a Fred L. Guiol, pone al futuro director Georges Stevens a la cámara y encarga la supervisión a Leo McCarey; un equipo curtido en esta clase de empresas.


Se trata de hacer una película de dos rollos —unos veinte minutos— a base de batacazos y estacazos en poco más de un decorado. Tras una breve presentación de la situación —Max debe dar de comer a un centenar de viajantes cuyo tren para apenas media hora junto a su cantina y contrata a dos novatas que quieren ser actrices— la máquina de risas se pone en funcionamiento.


Los viajeros arrollan a Max y las chicas están desbordadas. Marion —cara de luna llena, ojos saltones— pone su mejor voluntad pero no para de causar desastres, mientras Anita la reconviene e intenta mantener las apariencias. El repertorio de tartazos, caídas y demás desastres está garantizado por un decorado con dos puertas batientes. El final es un auténtico duelo a base de filetazos.


El público no debió responder como esperaba Hal Roach porque disolvió la pareja después de otro par de títulos facturados en rápida sucesión. Sin embargo, aunque Feed’em and Weep no tenga nada especialmente sobresaliente es un buen ejemplo del trabajo medio de los estudios de Roach y una buena oportunidad para ver en acción a la rareza que suponen esta pareja de princesas del slapstick.

Feed 'em and Weep (1928)
Producción: Hal Roach (EEUU)
Director: Fred Guiol. Supervisor: Leo McCarey.
Guión: Leo McCarey.
Intérpretes: Anita Garvin (Anita), Marion Byron (Marion), Max Davidson (Max mana), Edgar Kennedy (el maquinista), Charlie Hall (el cocinero), Frank Alexander (un comensal). 19 min.

2 comentarios:

angeluco10 dijo...

Jamás había oído hablar de esta pereja,muchas gracias por darla a (re)conocer.

Sr. Feliú dijo...

Estimado don angeluco:

A mandar, que para eso estamos.

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