The Mystic (Zara, la mística, 1925), Tod Browning
The Thirteenth Chair (1929), Tod Browning
Zara
Antes de embarcarse en un viaje a Estados Unidos en el que la trama derivará en un laborioso drama de misterio con sesiones de espiritismo, The Mystic arranca con un prologo colorista y exótico.
Estamos en una aldea húngara, en días de feria. La gente del pueblo baila y contempla las habilidades del alambrista y los perrillos amaestrados, y los rapaces se divierten con los títeres de cachiporra. “Poppa” Zazarack (Mitchell Lewis) espera ante su barraca que alguien se acerque por allí, dándole a la botella.
En el interior se desarrolla una escena de escalofriante cotidianeidad: Anton (Robert Ober) lanza sus cuchillos contra Zara (Aileen Pringle), la hija de Zazarack, mordisquea una empanadilla, se queja de que el penúltimo machete le ha estropeado el peinado y aprovecha el lanzamiento del último para cortar un trozo de embutido para su padre.
Pero en cuanto comienza su número Zara se transforma totalmente, afectando una gravedad totalmente ajena a su carácter. La preparación de su actuación es todo un ritual. Se sienta en una silla a la que es atada por un voluntario del público. Le vendan los ojos, le colocan detrás una especie de caja negra y delante un veladorcito. Se echa una cortina e, instantáneamente, aparecen las manos de Zara. Browning nos ha mostrado cómo Anton cortaba las ligaduras desde debajo del escenario. Y no sólo eso, sino que al poco aparecen otras dos manos más. Un borracho huye espantado. Luego, Zazarack deja un cuchillo de la mesa, cierra y abre la cortina rápidamente, y Zara aparece con las manos desatadas como por arte de magia.
Michael Nash (Conway Tearle), un empresario norteamericano sin escrúpulos, les ha venido siguiendo y les ofrece quince mil dólares por acompañarlo a Nueva York donde está convencido que la belleza de Zara les convertirá en millonarios a los cuatro.
En Estados Unidos se suceden las sesiones de espiritismo en las que los supuestos trances de Zara y las apariciones ectoplasmáticas son orquestadas mediante trampillas ocultas, sofisticada tecnología eléctrica y telefónica, y la actuación de Anton en la oscuridad totalmente vestido de negro. A partir de aquí arranca una complicada trama para desvalijar a la millonaria miss Merrick (Gladys Hulette) en decorados suntuosos y con las damas luciendo modelos sofisticadísimos. Nada interesante hasta un fin de vuelta a Hungría tan tópico como insulso.
Madame La Grange
The Mystic explotaba al tiempo que denunciaba el interés del público por el ocultismo. La Metro no perdió dinero con ella, pero tampoco fue el gran éxito que había supuesto The Unholy Three unos meses antes. No obstante, el tema interesaba a Browning, así que cuando tuvo que debutar en el cine sonoro decidió adaptar un drama de Elliot J. Clawson que trataba también sobre la falsa videncia y las sesiones de espiritismo en el exótico ambiente de la Calcuta colonial.
Es un tópico, en el que no tenemos más remedio que abundar, decir que la película es excesivamente verbosa y que las escenas dialogadas en un único decorado se prolongan lo indecible. También, señalar la presencia de un Bela Lugosi pre-Drácula en el papel del inspector Delzante.
La historia se desarrolla en torno a la investigación sobre el asesinato de Spencer Lee. Madame La Grange (Margaret Wycherly, la mujer del dramaturgo, que ya había interpretado este papel en el escenario) colabora en el esclarecimiento del crimen mediante una falsa sesión de espiritismo, pero la velada no sirve para encontrar al asesino y, en cambio, provoca un nuevo asesinato: el de Edward Wales (John Davidson). La médium y el inspector llegan a un acuerdo: se celebrará una nueva sesión en la que el cadáver ocupará su silla —la decimotercera, del título— y descubrirá el arma homicida y a quien la empuñó. La escena es un perfecto ejemplo de “gran guiñol” y constituye lo mejor de la película. La crítica fue inmisericorde.
The Mystic (Zara, la mística, 1925)
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (EEUU)
Director: Tod Browning.
Guión: Waldemar Young, basado en un argumento de Tod Browning.
Intérpretes: Aileen Pringle (Zara), Conway Tearle (Michael Nash), Mitchell Lewis (“Poppa” Zazarack), Robert Ober (Anton), Stanton Heck (Carlo), David Torrence (James Bradshaw), Gladys Hulette (Doris Merrick), DeWitt Jennings (el jefe de policía).
70 min. Blanco y negro.
The Thirteenth Chair (1929), Tod Browning
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (EEUU)
Director: Tod Browning.
Guión: Elliott J. Clawson, basado en una obra dramática de Bayard Veiller.
Intérpretes: Conrad Nagel (Richard Crosby), Leila Hyams (Nellie O'Neill), Margaret Wycherly (Madame Rosalie La Grange), Helene Millard (Mary Eastwood), Bela Lugosi (el inspector Delzante), Holmes Herbert (Sir Roscoe Crosby), Mary Forbes (Lady Alice Crosby), John Davidson (Edward Wales), Charles Quatermaine (el doctor Philip Mason).
72 min. Blanco y negro.
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