
ninguno pudo igualar al increíble Daja-Tarto”
Alfredo Marquerie, Personas y Personajes, Dopesa, 1971
Daja-Tarto debuta en el Circo Price de Madrid en 1927 y es el Price uno de sus foros principales ya que, una vez acabada la Guerra Civil española, Daja-Tarto es contratado casi todos los años para realizar sus arriesgados ejercicios. Al comienzo de esta, Daja-Tarto se marcha a Canarias, donde pasa los primeros meses de la Guerra y, según nos cuenta en su libro, su primera intervención militar es para salvar la vida a un contingente de falangistas a los que libra de un artefacto explosivo. Más adelante, nos cuenta como viaja a Vigo, San Sebastián, Zaragoza y Castellón. Se hace íntimo amigo del General Aranda “héroe de Oviedo y Capitán General de Levante” y sus sesiones de espiritismo son relatadas con detenimiento en sus memorias. Daja-Tarto salva también la vida del General y la de los malhechores que querían atentar contra él. Esta amistad le ayuda salvar de la cárcel a otros artistas simpatizantes de los republicanos.
Con ese buen ojo para los negocios, se hace manager de un equipo de luchadoras hasta que la Federación de Lucha Libre le prohíbe realizar este espectáculo. Más adelante monta su propia empresa de toreo cómico, a la que llama primero El Terremoto y, más tarde, Estrellas de Oriente. Corrían los años sesenta y las plazas de toros se llenaban para ver el espectáculo de Daja-Tarto. Él sólo o en compañía de algún artista más (no más de dos) confeccionaba un programa de variedades muy entretenido y que además le reportaba sabrosos dividendos. Si no había ningún casino cerca, Daja-tarto era capaz de ahorrar la mayor parte de su sueldo, que desde casi el primer día era bastante interesante. Recibió varias distinciones y medallas por sus más de cincuenta años trabajados y todavía pervive en la memoria de muchos españoles que no podían explicarse las maravillas que realizaba el faquir conquense.
Fue tal su popularidad que se le realizó, en vida, una réplica en cera para el Museo de cera de Madrid. En 1969, Daja-Tarto tiene un accidente trabajando en la película “Cañones para Córdoba” y sufre desprendimiento de retina. Por esta causa deja de trabajar como faquir y se dedica casi en exclusividad a la regiduría de cine. Una regiduría que en aquella época era una mezcla de regiduría, producción, director de casting y especialista en efectos especiales. En los últimos años de su vida colabora con Radio Madrid dando charlas sobre espiritismo, hablando de los seres de luz y de los diferentes guías espirituales que se manifiestan a través de los mediums. Todo esto lo cuenta con detalle en su libro de memorias y es precisamente este aspecto de su vida el que le hace un personaje absolutamente singular, envuelto en un halo de misterio y bondad que todavía se mantiene en el recuerdo de muchos de sus amigos artistas.


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