Eisenstein en el Proletkult
Antes de ponerse en serio a llevar la Revolución a la pantalla, el bueno de Eisenstein, andaba enredado en los espectáculos del Proletkult moscovita, donde profundiza en un teatro que tiene por norte el music-hall y el circo, más allá de las convencionales puestas en escena del teatro burgués.
Eisenstein relata en sus memorias su amor por el circo desde la infancia y, al tiempo, la vergüenza que aquello le producía. "Mi padre también amaba el circo, pero el prefería los números de equitación de los caballos de William Trucci. Hice lo posible por esconder mi pasión por los clowns y fingir que a mí también me interesaban los caballos. Pero en 1922 me tome la revancha, cuando inundé mi primera producción independiente con todos los colores y los matices de augustos y clowns”.
Apasionado por el dibujo Eisenstein había estudiado arquitectura y, al finalizar la guerra, asiste a los cursos de cine que Kulechov da en Moscú. Gracias a su amistad con Maxim Shtraukh, actor en el Proletkult, entra en este grupo para confeccionar los decorados. Entre 1921 y 1923, en paralelo con los experimentos de Meyerhold y, sobre todo, del “Espejo Curvo” de Evreinov, Eisenstein participa con el Proletkult en el montaje de varias obras en las que introduce toda clase de piruetas formales. No en vano, su formación bebe del kabuki japonés, del circo que había visto en Riga durante su infancia y de las grandes ceremonias religiosas de la iglesia ortodoxa. Todo ello pasado por la batidora especulativa de Eisenstein, que en estos momentos empieza a formular la teoría de las atracciones, que en breve trasladará al montaje cinematográfico.
El sabio
En “El sabio” Alexandre Ostrovski presentaba a un nuevo Tartufo, un hipócrita chaquetero que acepta el encargo de su tío Mamaev de vigilar a su esposa. A cambio, él le buscará un buen partido. Glumov se aprovecha de su tío, no sin antes liarse con Mamaeva. Para su puesta en escena por el Proletkult, Eisenstein rueda una peliculita de duración mínima en la que se dan la mano el folletín, la pantomima y la sátira política. Este cortometraje se proyectaba en mitad de la representación. Los habituales de Circo Méliès ya saben que este tipo de bastardeos era práctica común en los antros de variedades, pero también el comediógrafo Pedro Muñoz Seca –el autor de “La venganza de don Mendo”- venía practicando este tipo de experimentos desde mediados los años diez en escenarios de teatro legítimo en un lugar tan poco dado a los experimentos como España. A lo que íbamos…
Según todos los testimonios de la obra original apenas se conserva el título, pues Eisenstein hace una relectura completa, adaptándola a sus intereses del momento.
“Para producir un buen espectáculo teatral –escribe entonces- primero se ha de montar un buen programa de circo o music-hall, con el tema de la obra como punto de partida”. Así fue. En el palacio donde se representa la obra, un hombre enmascarado (Grigori Alexandrov) camina por el alambre de un lado a otro de la sala, mientras Mamaeva (Vera Yanukova) realizaba acrobacias y Mamaev (Maxim Shtraukh) y Gorodulin (Ivan Pyryev) actuaban como maestros de ceremonias.
Como el Entre’Act de René Clair, Dnevnik Glumova es un entremés pero se integra en la representación al proponer visualizar el monólogo interior de Glumov. Toma para ello algunos recursos del “Cine Ojo” de Dziga Vertov, que fue nombrado supervisor de la cinta. Según el propio Eisenstein, en cuanto vio la preparación de las primeras tomas Vertov abandonó el rodaje con el director de fotografía dejándolos a su suerte.
En Dnevnik Glumova los actores que evolucionaban por el escenario saltan a la pantalla. Después de la presentación de los personajes –entre ellos el propio Eisenstein- se suceden una serie de acrobacias en el tejado de una iglesia. Un personaje con sombrero de copa y antifaz, como recién salido de un folletín, realiza diversas piruetas al borde del abismo.
Payasismo a la Eisenstein
La parte central de la peliculita es la aparición de una serie de personajes con maquillaje de payasos que expresan en un único gesto grotesco y en primer plano, algún tipo de necesidad. El plano general muestra la llegada de un clown que, mediante una acrobacia, se transforma en el objeto de deseo del personaje, como en las películas de transformaciones de Méliès. Lo que ocurre es que aquí la intención satírica es evidente. La aparición de un niño ante una mujer o la del burro al que el clown besa la cola, resultan menos sarcástica que el matrimonio de dos personajes travestidos en la escalinata de una iglesia o las cabriolas del payaso en la academia militar, para acabar transformado en el cañón que idolatra un clownesco general, o el capitalista con chistera que baila entusiasmado cuando el payaso se convierte metamorfosea en una cruz gamada.
En aquel momento escribía Eisenstein: “para acercarse a la realidad hay que huir de cualquier forma de realismo”. Poco después entrará en el mundo (y la Historia) del cine con Stachka (La huelga, 1925).
Producción: Proletkult (URSS)
Director: Sergei M. Eisenstein.
Supervisión: Dziga Vertov.
Guión: Sergei M. Eisenstein. Inspirado por una comedia de Alexandre Ostrovski.
Intérpretes: Ivan Yazykanov (Glumov 1), Grigori Alexandrov (Glumov 2, Golutvin), Maxim Shtraukh (Milyukov-Mamaev), Vera Yanukova (Mamaeva), Alexandre Antonov (Joffre), Mijail Gomorov (Turusina), Vera Muzykant (Mashenka), Ivan Pyryev (Gorodulin), Junior Inkizhinov y Sergei M. Eisenstein.
5 min. Blanco y negro.
1 comentario:
Hola, es posible saber de qué libro sale la cita “Para acercarse a la realidad, hay que huir de cualquier forma de realismo”- de Eisenstein? Muchas gracias por su trabajo y de antemano por la ayuda, saludos!
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