Mighty Like a Moose (1926), Leo McCarey
Ya les previnimos de la existencia de este título a
propósito de la participación en él de aquella princesa del slapstick que fue Gale Henry.
Revisemos hoy su excelencia.
De ratones y alces
Bien saben ustedes que no solemos dilapidar elogios en la
carpa. Tendemos a lo notarial y confiamos en que nuestro entusiasmo, cuando lo
hay, aflore sin pirotecnias. Hoy hacemos una excepción para proclamar que Mighty Like a Moose es una obra maestra
en dos bobinas.
Si argumentalmente se puede relacionar con las farsas
matrimoniales que Cecil B. DeMille dirige a principios de la década de los
veinte, su tratamiento nada inocente de las relaciones matrimoniales remite a
Lubitsch. Si a eso le sumamos una trama vodevilesca resuelta a base de entradas
y salidas milimétricas, jugando siempre con el punto de vista y con lo que el
espectador sabe y los personajes ignoran, ya pueden hacerse ustedes a la idea
del alto octanaje de este cóctel.
La cosa empieza como en un cuento de O’Henry. Charley tiene unos piños que asustan y su mujer una nariz que quita el hipo. Cada uno decide operarse sin decírselo al otro y darle una sorpresa. Pero, ay, ambos se encuentran con sus recién estrenados rostros en el vestíbulo del cirujano y deciden echar una canita al aire… ¡sin darse cuenta de que cada uno está casado con el otro!
La escena en que se evitan mientras se visten para poder
acudir a la cita con sus respectivos amantes está resuelta como un ballet de
puertas. En la fiesta, el slapstick
más desenfrenado aportado por la bailarina de polka interpretada por la desgarbada
Gale Henry, alterna con una sutil utilización de los planos de detalle de los
pies para contar desencuentros, galanteos y celos.
Sorprendidos por la policía, ambos miembros de la pareja
regresan a casa por separado e intentan que el otro no vea el periódico. Pero
héteme aquí que Charley descubre que su amante es en realidad su esposa. Y una
esposa casquivana que le ha engañado… con él mismo.
Charley Chase lleva este desdoblamiento hasta el extremo: poniéndose y quitándose unos dientes postizos; tocándose o descubriéndose con un sombrero hongo; colocándose un batín sobre la chaqueta… Comienza así una lucha sin cuartel entre ambos amantes a la que la esposa asiste con angustia… hasta que descubre en el periódico una foto de “antes y después” con la que el cirujano publicita los sensacionales resultados de sus operaciones de ortodoncia.
Ahora, es ella la espectadora privilegiada e irónica de los desesperados esfuerzos de Charley por desdoblarse en la lucha.
O sea, por el slapstick hacia la metafísica. O el surrealismo al alcance de todos los públicos.
No se la pierdan. Nosotros volveremos sobre Charley Chase, no lo duden.
Mighty Like a Moose (1926)
Producción: Hal
Roach (EEUU)
Director: Leo
McCarey.
Guión: Charley Chase. Intertítulos: H.M. Walker
Intérpretes: Charley
Chase (Mr. Moose), Vivien Oakland (Mrs. Moose), Charles Clary (el dentista), Ann
Howe (la doncella), Gale Henry (la bailarina de polka), Malcolm Denny (el
guaperas en la fiesta) y el perro “Buddy”.
22 min. Blanco y
negro.
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