3 de julio de 2012

Una obra maestra en dos bobinas


Mighty Like a Moose (1926), Leo McCarey

Ya les previnimos de la existencia de este título a propósito de la participación en él de aquella princesa del slapstick que fue Gale Henry. Revisemos hoy su excelencia.


De ratones y alces
Bien saben ustedes que no solemos dilapidar elogios en la carpa. Tendemos a lo notarial y confiamos en que nuestro entusiasmo, cuando lo hay, aflore sin pirotecnias. Hoy hacemos una excepción para proclamar que Mighty Like a Moose es una obra maestra en dos bobinas.


Si argumentalmente se puede relacionar con las farsas matrimoniales que Cecil B. DeMille dirige a principios de la década de los veinte, su tratamiento nada inocente de las relaciones matrimoniales remite a Lubitsch. Si a eso le sumamos una trama vodevilesca resuelta a base de entradas y salidas milimétricas, jugando siempre con el punto de vista y con lo que el espectador sabe y los personajes ignoran, ya pueden hacerse ustedes a la idea del alto octanaje de este cóctel.


La cosa empieza como en un cuento de O’Henry. Charley tiene unos piños que asustan y su mujer una nariz que quita el hipo. Cada uno decide operarse sin decírselo al otro y darle una sorpresa. Pero, ay, ambos se encuentran con sus recién estrenados rostros en el vestíbulo del cirujano y deciden echar una canita al aire… ¡sin darse cuenta de que cada uno está casado con el otro!


La escena en que se evitan mientras se visten para poder acudir a la cita con sus respectivos amantes está resuelta como un ballet de puertas. En la fiesta, el slapstick más desenfrenado aportado por la bailarina de polka interpretada por la desgarbada Gale Henry, alterna con una sutil utilización de los planos de detalle de los pies para contar desencuentros, galanteos y celos.


Sorprendidos por la policía, ambos miembros de la pareja regresan a casa por separado e intentan que el otro no vea el periódico. Pero héteme aquí que Charley descubre que su amante es en realidad su esposa. Y una esposa casquivana que le ha engañado… con él mismo.


Charley Chase lleva este desdoblamiento hasta el extremo: poniéndose y quitándose unos dientes postizos; tocándose o descubriéndose con un sombrero hongo; colocándose un batín sobre la chaqueta… Comienza así una lucha sin cuartel entre ambos amantes a la que la esposa asiste con angustia… hasta que descubre en el periódico una foto de “antes y después” con la que el cirujano publicita los sensacionales resultados de sus operaciones de ortodoncia.


Ahora, es ella la espectadora privilegiada e irónica de los desesperados esfuerzos de Charley por desdoblarse en la lucha.


O sea, por el slapstick hacia la metafísica. O el surrealismo al alcance de todos los públicos.

No se la pierdan. Nosotros volveremos sobre Charley Chase, no lo duden.

Mighty Like a Moose (1926)
Producción: Hal Roach (EEUU)
Director: Leo McCarey.
Guión: Charley Chase. Intertítulos: H.M. Walker
Intérpretes: Charley Chase (Mr. Moose), Vivien Oakland (Mrs. Moose), Charles Clary (el dentista), Ann Howe (la doncella), Gale Henry (la bailarina de polka), Malcolm Denny (el guaperas en la fiesta) y el perro “Buddy”.
22 min. Blanco y negro.

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