Bien documentado, el autor traza el desarrollo de una de las más extrañas y coloridas formas de entretenimiento en la historia del teatro: la espectacular presentación de obras en las que los animales, en especial los caballos, tenían un rol importante, a veces el rol principal. Los hipodramas florecieron en Inglaterra y Francia —en el Anfiteatro de Astley, en Londres, y en el Cirque Olympique, en París— en la primera mitad del siglo XIX.
Saxon, A. H.
New Haven and London Yale University Press, 1968
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