15 de abril de 2008

Enguibarov quiere ser payaso


Tchanaparh depi krkes (Road to the stage, 1963), Henrik Malyan

ESTA ES es la primera de las películas que protagonizó Leonid Enguibarov, uno de los payasos más amados y aplaudidos por el pueblo en la época soviética, que murió con tan solo 38 años y cuya leyenda ha ido ganando sabor con el tiempo. En la Europa occidental no se ha conocido bien su trabajo hasta la divulgación del espléndido documental Historia del Mimo (1987), una serie de cuatro películas dedicadas al arte de la Pantomima y en la que Enguibarov (1935-1972) cubre una parte importante del capítulo de payasos. Por motivos que apuntan a su afición a la bebida o a motivos políticos, este artista nacido en Armenia nunca viajó a Europa en las giras internacionales del circo soviético. Competía con otros grandes payasos como Nikulin, Martchewsky (recientemente homenajeado en el circo que él mismo dirige en Ekaterina), Karandash, Popov, que tuvieron mejor suerte o tenían mejor beber. Decían de él que tenía otoño en su corazón, por su mirada melancólica y su ensimismamiento creativo, y al ver su trabajo, tanto en la pista como en sus películas, lo vemos con claridad. Esta película, realizada para su especial lucimiento, nos muestra al joven payaso dominando diferentes técnicas en una historia que transcurre, casi en su totalidad, en el circo, por lo que tenemos la suerte de ver algunos números excepcionales, además del brillante y polifacético trabajo del artista protagonista: malabarista, mimo, equilibrista, payaso, acróbata, amaestrador, encantador de audiencias. "The lyrical character whom Enguibarov portrays arouses in his audience a kindly, radiant feeling, and the inimitable charm of the clown makes one remember him for a long tome with admiration and gratitude". ¿Se puede decir algo más bonito de un artista? Pese a la oposición de su familia, un joven decide ser artista de circo. Su estreno como payaso, con un maquillaje excesivo y cascadas sin sentido, provoca un silencio que se convierte, poco a poco, en una escandalosa protesta. 

Justo hacia la mitad de la película nos encontramos con una escena familiar: el payaso, maquillado, disfrazado y fracasado, es rechazado también por la chica quedando sumido en la más absoluta tristeza. ¿Os suena de algo? La chica de la que se enamora Leonid es Irina Shestua, auténtica artista de circo que se dobla a si misma en un espectacular número de doble barra rusa. Después del fracaso, el payaso emprende un viaje iniciático donde se encuentra al espíritu de Durov, al de Charlot y al de Marcel Marceau, que le indican el camino de su nuevo personaje. Así cualquiera, dirán muchos. ¡Ya me gustaría a mi tener esas alucinaciones!, digo yo. Enguibarov se queda dormido en una plaza y en el sueño obtiene los datos que le faltan para completar el personaje: enamorado, torpe pero ingenioso, melancólico, habilidoso, soñador y perdedor…


La E de la Enciclopedia rusa de Circo le dedica el dibujo de la capitular a su famoso número del violín: "One of the best mimic scenes staged by Leonid Engibarov is The Violinist. A fiddle has come by accident into the hands of a mischievous person. He has only seen others play the violin and so he presumtuosly attemts to imitate the playing of musicians. Although Engibarov fails in his combat with the violin, he wins another victory with his audience". Al final de esta maravillosa película podemos verlo. Entretanto, acomodémonos, para deleitarnos con el impresionante hipopótamo del amaestrador de animales exóticos Stepan Isaakyan (uno de los animales más difíciles de amaestrar a causa de sus malos modales), o su serpiente pitón; la vertiginosa bajada en equilibrio sobre la cabeza en un raíl deslizando sobre un cable inclinado (el mismo acto que utiliza Lon Chaney para suicidarse en la película de 1928, Laugh Clown Laugh); el vuelo de la trapecista y el majestuoso águila; los números de banquina, olímpicos, un equilibrio sobre escalera en percha que, con su puesta en pista del año 1963, se anticipaba muchos años al llamado nuevo circo; y el excelente y trepidante número de malabarismo. Una verdadera lección de auténtico circo



Tchanaparh depi krkes
(Road to the stage, 1963)
 
Producción: Armenfilm Studios (URSS) 
Director: Henrik Malyan y Levon Isahakyan 
Guión: A. Galiev y Aleksandr Yurovsky 
Intérpretes: Leonid Yengibarov (Leonid), I. Shestua (Ira), I. Danzas (la madre), H. Danzas (el padre), Varduhi Varderesyan (Maro), Karp Khachvankyan (Ashot), Vladimir Tatosov (Khachyan), Gen (Taryan), S. Isahakyan (entrenador), B. Asaturyan (un gemelo), R. Asaturyan (el otro) 
88 min. Blanco y negro

4 comentarios:

angeluco10 dijo...

Éso es lo que me gusta de los blogs,la pasión que muestra su autor de las cosas que le entusiasman y tu descripción de Leonid Yengibarov hace que tenga unas ganas enormes de ver alguno de sus números circenses.

Javi dijo...

En la primera línea tienews un enlace en el que puedes ver la calidad de este payaso. Que disfrutes.

Unknown dijo...

Gracias por esta entrada... Yenguibarov, además de payaso, es un gran poeta: ha dejado una serie de minicuentos preciosos. Tengo algunos traducidos al español, espero poder compartirlos algún día.

Javi dijo...

Hola Jazmin

Muchas gracias por tu comentario. Espero que cuando tengas traducidos los cuentos podamos incluir una nueva entrada de este original y poético payaso