En la azarosa vida de Jardiel hubo tiempo para todo. Enamorado de las nuevas tecnologías, fue uno de los primeros en acercarse a la incipiente radio a mediados de los años veinte, se convirtió en pionero al idear el doblaje cómico de viejas películas que bautizó como “Celuloides rancios” y tuvo los santos bemoles de rodar en la mismísima meca del cine su Angelina o el honor de un brigadier (1935) en castellano… ¡y en verso!
Otra de sus actividades cinematográficas fue la elaboración de unos cortos de asunto cómico cuyo rodaje se truncó el 18 de julio de 1936. Es lo malo que tienen las guerras. Después de su detención en una checa y peripecias varias por tierras argentinas, Jardiel regresa a España en 1937 y se instala en San Sebastián, la capital cultural de los facciosos. Allí retoma los rodajes de la serie de “Celuloides cómicos”, provenientes de relatos publicados en Buen Humor y Gutiérrez, dos revistas de humor capaces de mirarse de tú a tú con las mejores publicaciones francesas. El fakir Rodríguez (1937) es una adaptación de “Presentación del fakir Rodríguez”, que había aparecido en la revista en 1927 con el subtítulo de “Apropósito (A propósito, para que el público incendie el teatro)”.
El resultado cinematográfico es una traslación pura del texto en el más estricto sentido, sin la más mínima variación respecto a él y con una acción que se desarrolla ante una cámara estática que en ningún momento se mueve del espacio entre cajas en el que se sitúa Rodríguez, en una planificación de un primitivismo extremo que cuesta comprender incluso pese a la precariedad de recursos a la que se enfrentó Jardiel. Al menos tiene el interés de escuchar la voz del autor leyendo el relato.
El locutor presenta al fakir cuyas pírricas hazañas provienen del descabalamiento semántico tan caro al autor. Así, es capaz de pasar sobre un brasero con carbones encendidos —por el sencillo procedimiento de saltar por encima, como si fuera un charco—, de tragarse una espada después de masticarla —proeza realizada con un as de este palo de la baraja— y de recibir sin despeinarse hasta doce “sablazos” —que, a más de mandobles de sable, son esas peticiones de dinero deshonrosas que realizan los conocidos sin la más mínima intención de devolverlo—.
Irrepetible Jardiel.
Otra de sus actividades cinematográficas fue la elaboración de unos cortos de asunto cómico cuyo rodaje se truncó el 18 de julio de 1936. Es lo malo que tienen las guerras. Después de su detención en una checa y peripecias varias por tierras argentinas, Jardiel regresa a España en 1937 y se instala en San Sebastián, la capital cultural de los facciosos. Allí retoma los rodajes de la serie de “Celuloides cómicos”, provenientes de relatos publicados en Buen Humor y Gutiérrez, dos revistas de humor capaces de mirarse de tú a tú con las mejores publicaciones francesas. El fakir Rodríguez (1937) es una adaptación de “Presentación del fakir Rodríguez”, que había aparecido en la revista en 1927 con el subtítulo de “Apropósito (A propósito, para que el público incendie el teatro)”.
El resultado cinematográfico es una traslación pura del texto en el más estricto sentido, sin la más mínima variación respecto a él y con una acción que se desarrolla ante una cámara estática que en ningún momento se mueve del espacio entre cajas en el que se sitúa Rodríguez, en una planificación de un primitivismo extremo que cuesta comprender incluso pese a la precariedad de recursos a la que se enfrentó Jardiel. Al menos tiene el interés de escuchar la voz del autor leyendo el relato.
El locutor presenta al fakir cuyas pírricas hazañas provienen del descabalamiento semántico tan caro al autor. Así, es capaz de pasar sobre un brasero con carbones encendidos —por el sencillo procedimiento de saltar por encima, como si fuera un charco—, de tragarse una espada después de masticarla —proeza realizada con un as de este palo de la baraja— y de recibir sin despeinarse hasta doce “sablazos” —que, a más de mandobles de sable, son esas peticiones de dinero deshonrosas que realizan los conocidos sin la más mínima intención de devolverlo—.
Irrepetible Jardiel.
En este enlace pueden ver el ftagmento que se conserva de la pequeña película: https://www.rtve.es/play/videos/filmoteca/fakir-rodriguez-1938/3399242/
Que la disfruten.
El fakir Rodríguez (1938)
Producción: CEA (ES)
Dirección: Enrique Jardiel Poncela
Argumento y Guión: Enrique Jardiel Poncela.
Intérpretes: José Ramón López Luzzatti
10 min. Blanco y Negro
Que la disfruten.
Sr. Feliú
El fakir Rodríguez (1938)
Producción: CEA (ES)
Dirección: Enrique Jardiel Poncela
Argumento y Guión: Enrique Jardiel Poncela.
Intérpretes: José Ramón López Luzzatti
10 min. Blanco y Negro
3 comentarios:
Me autocomento y emplazo a mí mismo a tratar de las relaciones con el cine del más famoso fakir español, el conquense Daja-Tarto.
Pues yo también comento. Tuve el placer de ver ese "Fakir Rodríguez" recientemente en el espectáculo de los celuloides rancios y cómicos de Albacity Corporation. Toda una rara oportunidad y una gozada poder oír la voz de Jardiel Poncela, narrando los cortos. Aunque el "Fakir" sea una filmación del año 1938, y aunque pueda tener esa estética acartonada, tiene momentos que realmente te hacen dudar si está rodada hace tantos años. El humor de Jardiel hace mucho en este sentido.
Nos alegramos de que haya tenido ocasión de ver estas cosas en una pantalla grande y además con espectáculo ad hoc.
Reciba un cordial saludo, señor Sández.
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