

Los dos primeros episodios de la serie presentan a Mario Moreno como “genial cómico metropolitano” y se autoubican en un género descrito como “episodios cortos de la vida vernácula mexicana”. En Siempre-Listo en las tinieblas Cantinflas aún no se ha encontrado. Están ya el vestuario y los juegos de palabras pero Mario Moreno no es aún el “pelado” chaplinesco. Está casado y vive en un hogarcito burgués. Tanto, que un ladrón conocido como “El Boinas” lo elige como objeto de sus desvelos profesionales. Entonces es la señora Albondigón (Chelo Gómez) quien se desvela y despierta a su marido, el cobarde recalcitrante Chencho Albondigón (Cantinflas). Una rutina sencilla constituye el grueso de la trama. Chencho se alista para enfrentarse al intruso, llega al salón, pregunta si allí hay alguien, “El Boinas” contesta que no y Chencho se vuelve a la cama tan tranquilo a seguir durmiendo. Finalmente logrará detenerlo cuando el otro ya escapaba de casa con el botín. Durante el desayuno Chencho cantinflea a costa del artículo periodístico en el que se relata su hazaña. Alardea de su valor y tira de revolver. Un disparo fortuito hace que el techo se desplome sobre su cabeza. Fin.
Su siguiente aparición en la pantalla es una especie de largo publi-reportaje del ginger-ale de Canada Dry. De ahí el título: ¡Jengibre contra dinamita!. Chila (Gloria Marín), la hija de don Cleto, prefiere esta bebida de jengibre. El malvado Ojo-Tapado (A. Ramírez), en cambio, sólo bebe aguardiente con pólvora. Cantinflas llega a la cantina rural con su hatillo al hombro. Es “de allá” y se hace llamar Bala-Fría. Está claro que en la cantina no habrá tranquilidad en tanto que ande por allí. Chicolea a la chica, interrumpe continuamente a los jugadores de dominó y sus comentarios ofenden al matón Ojo-Tapado. Éste decide darle una lección. Cantinflas se escurre al modo chaplinesco hasta que detiene al malvado “abusativo” con una pistola. La recompensa son cinco mil pesos y la mano de Chila. La pareja se fotografía mientras los invitados a la boda brindan con Canada Dry.
El otro corto publicitario de la serie es Cantinflas ruletero y está patrocinado por la Chevrolet, cuyo concesionario visita el taxista Baldomero (Cantinflas) en los primeros compases de la cinta. En una de sus correrías –cuando el taxi no está averiado le falta combustible- rescata de una agresión callejera a Rosita (de nuevo Gloria Marín). Ella le lleva a casa para que conozca a su mamá (María Calvo) y le presenta a las otras cuatro hermanas. Cada una de ellas se ofrece a regalarle un automóvil nuevo. El ruletero Cantinflas no duda ni un segundo en pedir que todos sean de la marca Chevrolet El epílogo presenta a las cinco muchachas como sugestivas taxistas en el “Sitio de Cantinflas – El sitio mejor sitiado”.


Más entidad dramática tiene Cantinflas y su prima (1940). Estanislao Schilinsky escribe y co-protagoniza un vodevil en toda regla. Inés (Chelo Gómez) es una casada casquivana con numerosos “primos”. Cantinflas es un fontanero que lleva quince días arreglando el baño. Cuando la señora está a punto de hacerlo “entrar” en su cámara -y el diálogo tiene todo el doble sentido del entrecomillado- se presenta allí uno de los primos (Wilfrido Moreno) que pone a Cantinflas de patitas en la calle no sin antes intercambiar con él una catarata de dicterios absolutamente incomprensible. Cantinflas llama a Gonzalo de Aúlla y del Toro (Estanislao Schilinsky), el marido de Inés, y le pone sobre aviso. Su plan es enfrentar al marido y al amante; en cuanto ambos se peleen él se quedará con la changuita. Después de una larga conversación con el marido cornudo, orquesta el duelo entre ambos. Pero cuando por fin parece que logrará el amor de Inés, ésta aparece con su nuevo amante (Tito Novaro).

En Cantinflas boxeador –trama clásica de botarate metido en un combate pugilístico imposible que han utilizado Charlot, Keaton, Harold Lloyd y José Luis Ozores- Cantinflas comparte de nuevo cartel con Schilinsky, que escribe el guión en colaboración con F. J. Villareal. Nacido en Lituania, Shillinsky formaría uno de los dúos más perdurables de la comedia mexicana junto a Manuel Palacios Sierra "Manolín”.

Siempre-Listo en las tinieblas (1939), Fernando A. Rivero
¡Jengibre contra dinamita! (1939), Fernando A. Rivero
Cantinflas y su prima (1940), Carlos Toussaint
Cantinflas y los censos (1940), Miguel Zacarías
Cantinflas torero (1940), Fernando A. Rivero
Cantinflas ruletero (1940), Fernando A. Rivero
Cantinflas boxeador (1940), Fernando A. Rivero
2 comentarios:
Maravilloso recorrido el emprendido en torno a Cantinflas. Muy desconocido este primer cine suyo, pervive en la memoria el recuerdo infantil de estrenos posteriores, cuando el pelasdito de puso al servicio de la causa con pelis como El padrecito o aquella en que hace de policía (¿El patrullero 777?). Una figura entonces poco atractiva, como muy "oficialista" o al menos así recuerdo percibirlo...
Poco que ver, me temo, con el buscavidas de estos primeros tiempos...
Venerable Abuelito:
Aquí nos tiene, empeñados en una tarea para la que seguramente no somos los más dotados, pero que acometemos con absoluta inconsciencia.
Cantinflas, Germán Valdés "Tin Tan", Schilinsky y Manolín, Chespirito o Viruta y Capulina... -los popularísimos de la comedia mexicana- irán pasando por aquí por esa manía nuestra de diagnosticar contaminaciones entre el circo, las variedades y el cinematógrafo.
Y sí, en estos primeros ejemplos vemos al aire el armarse de la comicidad, antes de llegar al amaneramiento. Más adelante, "cantinflear", que significaba hablar mucho sin decir nada, con el tiempo pasó a convertirse en una suerte de discursear moralizante al que los viejos tics dotaban de cierta gracia.
Gracias por su visita, sus nietos
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