Una película de 1900 nos sirve para acercarnos a ese género, esencialmente mélièsiano, que el mago de Montreuil bautizó como “transformaciones”. Le livre magique [289-291] (1900) es un libro gigante con diseños de tamaño natural del propio Méliès: Pierrot, Colombina, Polichinela, Arlequín… A destacar que el título que figura en la portada es “Le livre magique / The Magic Book”, puesto que el negocio de Méliès se dirigía tanto al público francés como al anglófono. El mago hace cobrar vida a los personajes pero estos se le desmandan. El pierrot se resiste a volver a las páginas del libro mágico. Finalmente el mamotreto se le cae encima y lo aplasta. No importa, el mago aparece acto seguido por la puerta del fondo, recoge el libraco del suelo y se marcha tras saludar al público.
A veces las transformaciones son simplemente un elemento para crear un espectáculo maravilloso a partir del encadenamiento de efectos. Tal ocurre en La Chrysalide et le papillon [332-333] (1901). En otras ocasiones el truco tiene una intención bufa. Nouvelles luttes extravagantes [309-310] (1901) es una burla de los espectáculos de lucha. En el primer cuadro dos contendientes se despedazan vivos, recuperan su forma para hacer aparecer a dos mujeres de las que se deshacen inmediatamente para salir de cuadro muy contentos los dos, del bracete. La segunda juega con el contraste entre un luchador fornido y un enclenque. Finalmente, el pequeño salta sobre su contrincante y lo hace explotar. Los miembros se reúnen solos. Una vez reconstruido el luchador fornido se pone en pie y reclama la revancha.
En Le Sorcier, le prince et le bon génie [285-286] (1900) el brujo es un auténtico aguafiestas que se dedica a hacerle la puñeta al príncipe interpretado, contra todo pronóstico, por Méliès. Le ofrece una princesa sólo para divertirse haciéndola desaparecer. Un grupo de espectros rodean al príncipe. Pero finalmente, aparece un hada y enjaula al brujo. Por fin el príncipe, la princesa y su cortejo pueden continuar tranquilos.
Sin embargo, en la mayoría de las cintas en las que Méliès utiliza este procedimiento prima la rebelión del Universo contra el hombre común. Uno no puede fiarse de ninguna ley. Ni siquiera de las de la física elemental. Los objetos salen volando, desaparecen, cambian de lugar y el hombre se encuentra en un estado de ofuscación permanente, como en los divertimentos
Spiritisme abracadabrant [293] (1900) o Le Déshabillage impossible [312-313] (1900), en los que Méliés no consigue despojarse de un sombrero y un abrigo juguetones.Tampoco consigue cenar tranquilo en Le repas fantastique [311] (1900) porque la mesa cambia de posición a cada momento, aunque en este caso el efecto se logra mediante decorados planos y trampillas en el escenario que sirven al escamoteo del elemento y a su aparición más allá. Luego, un espectro que baila sobre la mesa le obliga a huir. Y de propina, estalla una caja de dinamita y el hombre se convierte en un pelele que baila desmadejado por el comedor ante la mirada espantada de las dos mujeres. El orden burgués queda aquí totalmente subvertido por la intrusión de lo fantástico.
Le diable noir [683-685] (1905)
Producción: Star Films (FR)
Guión, Dirección e Interpreteación: Georges Méliès.
4 min. Blanco y negro.
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