2 de noviembre de 2010

Taxonomía mélièsiana


L'homme à la tête en caoutchouc (1901), Georges Méliès 

Toda la obra cinematográfica de Méliès se puede reducir a una serie infinita de variaciones sobre un número limitado de motivos básicos. Méliès dio carta de naturaleza al “parón de cámara” como truco cinematgráfico, que, en sus manos, se convertirá en un género con entidad propia. Pero su obra toca otros muchos otros palos: recreaciones de actualidad, fantasmagorías, películas de transformaciones... Él mismo incluía en su catálogo descripciones, tantas veces irónicas o humorísticas, del contenido de las cintas que vendía a los exhibidores. Así Le Raid Paris-Monte Carlo en deux heures [740-749] es una “Grande course fantastique funambulesque” y Le conseil du pipelet [1159-1165] (1908) se denomina “Bouffonerie extravagante”. 

El parón de cámara o la magia del cinematógrafo 
El trucaje básico nació según confesión del propio Méliès un día en que rodaba en la Plaza de la Ópera. El tomavistas se atascó a mitad de chasis y, tras repararlo, continuó rodando como si tal cosa. Cuando proyectó la imagen, una vez pegada la rotura, el autobús Madeleine-Bastille se había convertido en un coche fúnebre y un grupo de transeúntes cambiaba de sexo por arte de birlibirloque. Dos días después realizaba sus primeros experimentos con desapariciones repentinas y metamorfosis. Los historiadores se han encargado de desempolvar un antecedente realizado por Alfred Green para el kinetoscopio de Edison. Está datado en 1895 y se titula The Execution de Mary Queen of the Scots. Se trata de una estampa muy sencilla en la que la actriz que encarna a la mujer de Enrique VIII es sustituida por un maniquí en el momento en el que el verdugo blande el hacha:

 

Si conocía Méliès o no esta peliculita y si en ella está ya resuelto el trucaje elemental no es inconveniente para reconocer que el mago de Monteruil llevó este efecto hasta sus últimas consecuencias con una precisión que poco tiene que ver con esta aproximación de Edison. El trucaje ejecutado en la cámara pronto se mostró insuficiente para el rigor rítmico que la Star Films garantizaba en todo su catálogo. De este modo, el trucaje primitivo se afinaba en el laboratorio.

Desdoblamientos o Méliès centuplicado 
Un truco lleva a otro. El mago busca nuevos efectos y su fértil imaginación pronto alumbra nuevas posibilidades: sustitución de decorados, desapariciones, metamorfosis obtenidas mediante reservas en la imagen, cabezas cortadas, desdoblamiento de personajes… En L’Homme orchestra [262-263] (1900) aparece hasta siete veces en un efecto que años después emulará Keaton en The Playhouse (1921).  


El mismo truco ejecutado con menos alarde pero más precisión sirve de base a L'illusionniste double et la tête vivante [294] (1900) en la que compite consigo mismo por desvelar el misterio de la cabeza cortada hasta que aparece Mefistófeles –de nuevo Méliès- y los confunde a ambos.

Un título relativamente temprano, Le Chevalier mystère [226-227] (1899), es un buen catálogo de apariciones, desapariciones, transformaciones… La cabeza dibujada en una pizarra cobra vida, Méliès la trae, la lleva, demuestra que no hay nada bajo el trípode y hace que el cuerpo aparezca. Entonces, con un abanico, mediante un encadenado con reserva de imagen consigue que el caballero se vaya desvanecido poco a poco.

En Le diable au convent [185-187] (1899) un íncubo travieso se cuela en un convento y hace huir a las espantadas monjas. Mefistófeles invoca entonces a sus compañeros del averno. Las transformaciones son múltiples, apariciones y desapariciones sin cuento se combinan con volteretas y toda clase de acrobacias.

Vistas de transformación o “Hacer visible lo sobrenatural” 
Méliès incorpora también al cinematógrafo su conocimiento de los trucos de magia mil veces ensayados en el teatro Robert-Houdin: maquinarias, efectos de prestidigitación e iluminación. “El truco aplicado de manera inteligente permite hacer visible lo sobrenatural, lo imaginario, incluso lo imposible, y realizar unas escenas realmente artísticas que son un auténtico regalo para los que saben entender que todas las ramas del arte contribuyen a su elaboración”.

Son las vistas de transformación, según las denominan los exhibidores y que, Méliès, como inventor de las mismas, propone que se denominen simplemente “escenas fantásticas”. Aquí caben desde las escenas logradas mediante un encadenado hasta las ilusiones ópticas o las conseguidas mediante efectos de luz, los trucajes de prestidigitación y las maquinarias.

Fondos marinos, equilibrios imposibles, choques de trenes y figuras gigantescas constituyen el aliciente de estas vistas de trannsformación realizadas gracias a trucajes mecánicos y no ópticos. Una de los más espectaculares, por el ingenio que requiere su concepción, es el de L'homme à la tête en caoutchouc [382-383] (1901).

 

En cualquier enciclopedia encontrarán la descripción del trucaje, consistente en la ejecución de un travelling, no con fines descriptivos como harían Segundo de Chomón y Giovanni Pastrone en Cabiria (1914), sino con la sanísima intención de burlar al ojo humano. El efecto es, aún hoy, sorprendente. 

Temas compuestos o escenas de género 
En el amplio catálogo de la Star Films figuran también los denominados “temas compuestos”: escenas concebidas sencillamente al modo del escenario teatral e interpretadas por actores. Pueden ser escenas cómicas, bufas o burlescas, dramas, escenas de costumbres, persecuciones, acrobacias, ballets, estampas religiosas, poses plásticas, reconstrucciones de escenas bélicas, de sucesos, catástrofes, atentados e, incluso, noticiarios.

Sin despreciar géneros, Méliès abordó por igual la reconstrucción de actualidades, el filme de viajes fantásticos, los tableaux vivants, la escenificación de números de magia que nunca podrían realizarse en un escenario, algún apunte de protoerotismo cinematográfico –Après le bal [128] (1897)– e, incluso la publicidad, como la serie de películas producidas hacia 1900 [fuera de catálogo] para la mostaza Bornibus, los biberones Robert o la cerveza Orbec.


L'homme à la tête en caoutchouc (1901) 
Producción: Star Film (FR) 
Guión, Dirección e Interpretación: Georges Méliès. 
Blanco y negro.

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

...no sabe usted con cuanto gozo, devoción e interés se leen estas minuciosas crónicas meliesanas, descritas con precisión y cariño... Y esa plástica sorprendente, tesoro de poesía estrafalaria... ¿Sabe si era el mismo genio quien esbozaba sus decorados?

Sr. Feliú dijo...

Sí, venerable Abuelito. Todas las ilustraciones que acompañan estas entradas -croquis, recreaciones plásticas, esbozos...- salieron de los lapiceros del maestro. Los decorados se construían luego en el taller de Montreuil, que fue una de las primeras ampliaciones que hizo en el estudio primitivo. Más adelante, construyó también un almacén donde guardaba aquellos artilugios chaladísimos -como el esqueleto del caballo articulado- que utilizaba en espectáculos teatrales y reciclaba en las películas (o viceversa).

En algún título que ahora mismo no nos viene a la cabeza, hace gala de su habilidad para el dibujo en directo. No sé si ya hemos comentado que también se dedicó a la caricatura política con el sobrenombre de "Geo Smile" en la prensa festiva parisina de finales del XIX.

Besan sus blancas guedejas, sus nietos