Saraband
for Dead Lovers (Matrimonio
de estado, 1948), Basil Dearden
Ya hemos dicho en otras ocasiones que la
Ealing de Michael Balcon tocó muchos más palos que los de la comedia con el que
la productora ha llegado a identificarse. Saraband
for Dead Lovers es un buen ejemplo de ello… una gran producción histórica,
centrada en una trágica historia de amor y rodada en rutilante Technicolor. El
resultado fue un tremendo batacazo económico.
La película narra en un largo flashback los
desgraciados amores de la princesa Sophie Dorothea (Joan Greenwood) con el
caballero de fortuna sueco Phillip von Konigsmark (Stewart Granger). Ella ha
contraído matrimonio a los dieciséis años por razones de estado con el rijoso
príncipe George Louis de Hanover (Peter Bull), que terminará convirtiéndose en
Jorge I de Inglaterra. La reina madre (Françoise Rosay) y la amante del monarca,
la condesa Platen (Flora Robson), manejan los hilos en la sombra.
Es este personaje de la condesa, al tiempo
perverso y patético, amante primero del príncipe y luego del aventurero,
consciente de su fealdad física y moral, lúcida sobre los estragos del tiempo
fugitivo y devorada por los celos, el más interesante de la película.
El exceso de solemnidad y la abundancia de
datos históricos, que tienden a confundir más que a aclarar las situaciones, se
ven constantemente balanceados por la escenografía en ocres y bermellones y la soberbia
fotografía de Douglas Slocombe, que deja de lado las indicaciones de la
todopoderosa consejera de Technicolor Natalie Kalmus, para lanzarse al
claroscuro sin red.
Todo ello proporciona a Basil Dearden una base
sobre la que realizar una puesta en escena eficaz que no desdeña el
barroquismo. Epítome de este último rasgo es la secuencia del carnaval en
Hanover cuyas imágenes ilustran esta entrada. Se trata de un auténtico tour de force de montaje a la soviética
en el que el deseo insatisfecho de Dorothea se plasma en una frenética carrera
entre funámbulos, payasos, saltimbanquis y máscaras grotescas.
On
Filmmaking
Por entonces, Alexander Mackendrick era un
modesto escritor contratado por el estudio y éste fue su primer gran encargo.
Se trataba de pulir un guión excesivamente literario y técnico de John Dighton
al tiempo que el estudio aprovechaba su entrenamiento como dibujante publicitario
para que realizara los storyboards de algunas secuencias o diseñara las
máscaras.
Él mismo lo contaba a sus alumnos de CalArts
–la escuela californiana en la que estudiaron John Lasseter o James Mangold- en
unos apuntes que en su día editó Paul Cronin en inglés. Asier Aranzubía los ha
vertido al castellano en una excelente traducción que llega a los anaqueles de
las librerías editada por Jaguar, coincidiendo con el centenario del nacimiento
de Mackendrick. El libro lleva un prólogo de Martin Scorsese y es un auténtico
compendio sobre la dirección cinematográfica. No un manual al uso, sino el
análisis exhaustivo de las herramientas del oficio por parte de un director tan
riguroso como exigente consigo mismo.
Saraband for Dead Lovers (Matrimonio de estado, 1948)
Producción;
Ealing Studios (GB)
Director:
Basil Dearden.
Guión: John
Dighton y Alexander Mackendrick, de una novela de Helen Simpson.
Intérpretes:
Stewart Granger (el conde Philip von Konigsmark), Joan Greenwood
(Sophie-Dorothea), Flora Robson (la condesaPlaten), Peter Bull (el príncipe
George Louis), Françoise Rosay (su madre, la duquesa Sophie), Frederick Valk (el
duque Ernest Augustus), Anthony Quayle (Durer), Michael Gough (el príncipe
Charles), Megs Jenkins (Frau Busche), Jill Balcon (Knesebeck), Mercia Swimburne
(la condesa Eleanore), Cecil Trouncer (el comandante Eck), Barbara Leake
(Maria); Miles Malleson (Lord de Misrule), Edward Sinclair (Nils, el criado),
Janet Howe (la cantante española).
92 min.
Color por Technicolor.
2 comentarios:
Tengo un libro de Aranzubía sobre Mackendrick pero es de Cátedra supongo que no es el mismo así que buscaré el que comentas.
Dos alusiones consecutivas a Alexander Mackendrick,¿significa ésto unas próximas reseñas sobre este director?.
No, don angeluco. Y no porque no nos hubiera gustado, sino porque el bueno de Sandy Mackendrick frecuentó poco los escenarios por los que aquí nos movemos.
Ocurre que últimamente ha habido dos novedades editoriales bien jugosas: la edición española de los cursos de cine que Mackendrick impartió en CalArts, reunidos en "On Film-making: Manual de escritura y realización cinematográfica", en el que muchas veces recurre a ejemplos cosechados a lo largo de su trayectoria como guionista y director; y "Ealing Revisited", una colección de artículos que repasa diversos aspectos de la producción de los estudios más allá de sus célebres comedias.
Los dos libros nos han parecido muy suculentos, así que no dudamos en recomendárselos.
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