3 de noviembre de 2014

La marcha de los soldaditos de juguete


Rebecca of Sunnybrook Farm (1938), Allan Dwan

Poco tiene que ver esta Rebecca of Sunnybrook Farm con la que protagonizó Mary Pickford en 1917 y que hemos de suponer algo más fiel a la novela de Kate Douglas Wiggin, un clásico de la literatura “para chicas” estadounidense de principios del siglo XX. Pero también es de notar que 20th Century Fox debía pensar que las cintas de la “novia de América” eran ideales para la actriz más taquillera de la década de los treinta porque la puso hasta en cuatro remakes de sus viejas películas. La diferencia es que la Pickford tenía casi veintitantos años cuando las rodó y la pequeña Shirley, ocho o diez.


Tras la cámara, Allan Dwan, un veterano del cine mudo que ya la había dirigido en otro clásico infantil, Heidi (1937). Dwan y sus guionistas hacen lo que pueden por poner la historia al día: la radio, la publicidad, ritmos del momento…


Pero también en las rutinas desarrolladas durante el periodo silente. Raymond Griffith, comediante formado en el slapstick, actúa como productor asociado y aporta gags e ideas cómicas que Dwan plasma con la ayuda de Slim Summerville –un habitual de los Keystone Cops-, el siempre frenético Franklin Pangborn y el maestro del batacazo, William Demarest.


La pareja romántica está compuesta por Randolph Scott como un agente de publicidad en busca de una cantante infantil que anuncie unos cereales y Gloria Stuart como la chica de la granja vecina a la suya a la que ha ido a parar la pequeña Rebecca Winstead (Temple). La coqueta cantante encarnada por Phyllis Brooks aporta una pizca de picante al romance.


Una serie de enredos y emisiones radiofónicas, que justifican los números musicales, finalizará con la consumación de hasta tres parejas… O cuatro, si contamos con la que forman Shirley Temple y Bill “Bojangles” Robinson.


El bailarín tiene un papelito como jardinero en Sunnybrook Farm. Allí acompaña a Rebecca en una canción. Sin embargo, su estatus de estrella queda acreditado al figurar como compañero de baile de la protagonista en el último número. Se trata de una canción con aire de marcha militar y coreografiada con un pequeño grupo de coristas que interpretan a unos soldaditos de juguete.


En el centro del decorado, una escalera con seis peldaños invita al espectador a esperar la repetición de lo ya conocido, un happy end en el que la niña rubicunda y el hombretón de color demuestran su complicidad en una coreografía tan sencilla como eficaz.

Cine familiar que hemos visto en una copia coloreada.


Rebecca of Sunnybrook Farm (1938)
Producción: 20th Century Fox (EEUU)
Director: Allan Dwan.
Guión: Karl Tunberg, Don Ettlinger, de una novela de Kate Douglas Wiggin.
Intérpretes: Shirley Temple (Rebecca Winstead), Randolph Scott (Anthony Kent), Jack Haley (Orville Smithers), Gloria Stuart (Gwen Warren), Slim Summerville (Homer Busby), Bill “Bojangles” Robinson (Aloysius), Phyllis Brooks (Lola Lee), Helen Westley (la tía Miranda), Alan Dinehart (Purvis), William Demarest (Henry Kipper), J. Edward Bromberg (el doctor Hill), Dixie Dunbar (el recepcionista), Paul Hurst (Mug), Ruth Gillette (Melba), Franklin Pangborn  (Hamilton Mantmorcy) y Raymond Scott and His Quintet.
81 min. Blanco y negro.

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