12 de noviembre de 2007

La Strada



La Strada (1954), de Federico Fellini

Gelsomina, una pobre muchacha de pueblo, se une a Zampanó, un zingaro ambulante que se gana la vida con un modesto espectáculo callejero. Bueno, en realidad Zampanó paga por ella cierta cantidad de dinero. Ella es sensible, siempre dispuesta a descubrir el misterioso secreto de la naturaleza y de las cosas. Él, opaco y fornido, terrestre y salvaje apenas presta atención a lo que tiene, ve o toca. 


La comunicación entre ellos es imposible y Gelsomina sufre tanto que quiere volver a su antigua vida. Pero otro artista, un funámbulo llamado “il Matto” convence a la inocente Gelsomina de que el secreto de su misión en la vida es, precisamente, permanecer al lado de Zampanó. Gelsomina acepta su misión pero un día Zampanó, que no se lleva demasiado bien con el funámbulo, tiene una discusión con él y, casi sin querer, lo mata. 



Gelsomina enloquece de dolor y Zampanó al comprobar que su locura le puede llevar a la cárcel, la abandona. Años más tarde, al enterarse de la muerte de Gelsomina, Zampanó se enfrenta de verdad y por primera vez con su propia vida y tiene una revelación sobre el significado de esta: el animal se transforma en un hombre consciente de teatro.



Con esta película, que reúne más de cuarenta premios internacionales, entre ellos el Oscar a la Mejor película extranjera de 1957 y el León de Oro de la Muestra de Venecia, Federico Fellini alcanza la proyección internacional que le ha permitido durante todos estos años mantener una independencia creativa bastante notable, convirtiéndose en uno de los exponentes más relevantes del cine de autor del siglo XX.


La Strada, en cierto sentido, nos habla de lo sagrado. No de la religión ni de lo religioso, sino de aquello primitivo y específico que acerca a todos, o a casi todos, los seres humanos, intuitivamente, a la reflexión metafísica que conduce al arte. Esto lo muestra en estado puro Gelsomina, criatura lunar, personaje delicado (algunos críticos la comparan con Charlot o con Harpo Marx) que con su simplicidad y expresividad nos conduce por el camino de la sensibilidad y de la poesía de una manera sutil y emotiva.


La Strada (1954)
Producción: Ponti-De Laurentiis Cinematografica
Director: Federico Fellini
Guión: Federico Fellini, Tullio Pinelli y Ennio Flaiano
Música: Nino Rota
Intérpretes: Anthony Quinn (Zampanò), Giulietta Masina (Gelsomina), Richard Basehart (Il Matto), Aldo Silvani (Signor Giraffa), Marcella Rovere (La Vedova), Livia Venturini (La Suorina), Gustavo Giorgi, Yami Kamadeva, Mario Passante, Anna Primula.

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