7 de octubre de 2010

Stanley, J.L. y los Novelites


The Bellboy (El botones, 1960), Jerry Lewis 

Jerry Lewis debutó en la dirección oficialmente con un auténtico tour de force. Después de dieciséis títulos emparejado con Dean Martin y seis más como protagonista absoluto, Lewis decide dar el paso y resposabilizarse de una película por completo.

Las circunstancias no pueden ser más apuradas porque el actor ha comprometido con la Paramount su estreno para la temporada veraniega y en diciembre de 1959 acaba de terminar Cinderfella (El Ceniciento, 1959). Para que se hagan una idea el calendario es más o menos como sigue: ocho días con sus noches a mediados de enero para pergeñar el guión, una semana y media para localizar y redondear el reparto, un rodaje de cuatro semanas porque el millón de dolares de presupuesto no da más de sí, y unas sesiones de montaje y sonorización compartidas con actuaciones nocturnas. En mayo la película está lista para su estreno y en el mes de julio su artífice se embarca en un tour por carretera para presentarla con actuaciones personales en varias ciudades de Estados Unidos. Un instante para recuperar el aliento y vamos con la película propiamente dicha. 

Del gag como una más de las Bellas Artes 
Jerry Lewis y la Paramount eran conscientes de la excentricidad de la propuesta. De ahí que un breve prólogo a cargo de un supuesto productor ponga sobre aviso a los espectadores de que se trata de un género novedoso compuesto de viñetas inconexas y sin estructura argumental. El realidad The Bellboy es una puesta en práctica del humor ensayado con Frank Tashlin en sus últimos títulos en el que campa por sus respetos el absurdo de los dibujos animados y la construcción del gag de las tiras cómicas a la vez que un regreso al slapstick primigenio. La pirueta se ejecuta con la red de la personalidad pública del propio Jerry Lewis, uno de los actores más taquilleros de los Estados Unidos en aquellos años.

Si habitualmente el personaje interpretado por Jerry -”el idiota”, lo denominaba él mismo en un alarde de esquizofrenia- tartamudea o enmudece ante situaciones que le superan, en The Bellboy Stanley (Jerry Lewis) permanece silencioso a lo largo de toda el metraje. Lo más que se permite es silbar una canción bastante idiota. Claro que también puede desdoblarse y convertirse en la estrella Jerry Lewis -en un juego satírico con las convenciones hollywoodenses siempre presente en las colaboraciones Tashlin/Lewis- y presentarse en el hotel Fontainebleau de Miami donde su otro yo trabaja como botones.

Estos desdoblamientos llegan al paroxismo con la introducción de Milton Berle interpretándose a sí mismo. El botones que le ha dado el recado se parece a Jerry, pero cuando Milton se encuentra con el auténtico Jerry no sabe cómo explicarle la situación; seguramente no le creería. Un instante después, un botones que es el doble exacto de Milton Berle viene a entregarle un recado a J.L..

El paseo de los perros y la visita al canódromo o el avión robado se construyen en torno a la personalidad del “idiota” como generador de catastrofes monumentales. Otros gags, sin embargo, son puro absurdo, como cuando Stanley dirige una orquesta inexistente (salvo en la banda sonora) o aquél, genial, en el que hace una foto a la luna y, al dispararse el flash, se hace de día.

Dos se han convertido en auténticos clásicos. En el primero Stanley debe colocar un millar de sillas en una sala de conciertos y colocar la primera le lleva una eternidad. Cuando los compañeros que han querido burlarse de él corren a reírse del pobre idiota se encuentran con todos los asientos perfectamente alineados. Han transcurrido apenas dos minutos, pero en este mundo autónomo y desquiciado cualquier acción puede tener un efecto imprevisible.

El segundo -clásico en su concepción y ejecución y un prodigio de ritmo-, es una pantomima en la que Stanley atiende cuatro teléfonos al mismo tiempo sin que jamás consiga llegar a tiempo a responder a ninguna llamada.

 

The Novelites 
Emparedada entre películas con mayor ambición dramática -The Nutty Professor (El profesor chiflado, 1963) y divertimentos mucho menos excéntricos -The Geisha Boy (Tú, Kimi y yo, 1958), The Bellboy permanece como un islote en la filmografía de Jerry Lewis, un momento en el que la creación total estaba al alcance de un solo hombre... aunque fuera un poco megalomaníaco.

Es por ello que Jerry Lewis se había reservado también una actuación en el club nocturno al que acuden sus compañeros, un número de baile en el que hacía malabares con un bastón. Finalmente decidió ceder el escenario a tres cómicos musicales de altura: Art Terry, Frankie Carr y Joe Mayer, habituales de los circuitos de clubs y casinos de Las Vegas y Florida con el nombre de The Novelites. Con ellos les dejamos:


The Bellboy (El botones, 1960) 
Producción: Jerry Lewis para Paramount Pictures (EEUU) 
Guión y Dirección: Jerry Lewis. 
Intépretes: Jerry Lewis (Stanley, el botones / Jerry Lewis), Alex Gerry (Mr. Novak, el director del hotel), Bob Clayton (Bob, el jefe de los botones), as Sonny Sands (Sonny, un botones), Eddie Shaeffer (Eddie, un botones), Herkie Styles (Herkie, un botones), David Landfield (David, un botones), Bill Richmond (Stan Laurel), Milton Berle como él mismo y la actuación de The Novelites (Art Terry, Frankie Carr y Joe Mayer) 
75 min. Blanco y negro. Scope.

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