7 de enero de 2011

El hijo de Giuseppe Lorenzini y su muñeco Pepito


Cerca de la ciudad (1952), Luis Lucia 

Probablemente no se acuerden ustedes del genial ventrílocuo Giuseppe Lorenzini y su muñeco Pepito. A decir de su hijo –el del ventrílocuo, no el del muñeco– se presentaron con gran éxito en el Circo Price allá por los años veinte. Pero, claro, qué va a decir su hijo. Y como le contesta el prendero (Manuel de Juan) cuando pretende empeñar a Pepito: “Pasaron entonces tantos ventrílocuos por el Price...”.

Lorenzini no se llamaba Giuseppe, sino José. El hijo (Alfredo Marsillach) heredó nombre de pila y muñeco. No la profesión, pues el bendito ha dado en el seminario y sale de allí con toda su ilusión para ocupar plaza de coadjutor en una parroquia perdida entre chabolas, más allá de las madrileñas Ventas del Espíritu Santo... O sea, “cerca de la ciudad”.

Para llevar a cabo su labor evangelizadora en este barrio chabolista en el que falta hasta lo más elemental, el buen curita –uno de esos sacerdotes españoles que proliferaron a principios de la década de los cincuenta abogando por la hermandad social y remachando el nacional-catolicismo en un neorrealismo ambiental– sólo tiene la ayuda de la divina providencia, un sacristán aficionado a los toros (José Isbert), un doctor altruísta (el famoso actor radiofínco “Boliche”, de “Pototo y Boliche”)... y al muñeco Pepito. Gracias a Pepito los niños desharrapados a los que les falta un bocado que echarse a la boca y que están a un paso de la delincuencia, asisten a la catequesis más contentos que unas pascuas. Pero, ay, cuando falta el dinero, don José se ve obligado a dejar en prenda a Pepito a cambio de veintidós duros con los que dar de comer a los muchachos.

Hubo mucha sotana en el cine español de estos años. Preferimos las castizas de El padre pitillo (Juan de Orduña, 1955) a éstas del almibarado émulo del padre Ciuró, por más que la cámara de Lucia se acerque a algunos entornos cuya existencia no reconocía la política oficial. Si la cinta se clausura con la reconciliación social durante la Misa del Gallo, en Nochebuena, se abre en cambio con un prólogo autoconsciente bastante divertido en el que el equipo de la película oculta la cámara en un camión para intentar rodar desde este escondite “una película neorrealista”. Corto trayecto, que nos permite, al menos, conocer a otro cura ventrílocuo. 

En este enlace podrán apreciar todo esto que les estamos contando.

Cerca de la ciudad (1952) 
Producción: Goya P.C. / Exclusivas Floralva (ES) 
Director: Luis Lucia. Guión: José Luis Colina y Luis Lucia. 
Intérpretes: Adolfo Marsillach (don Jose), José Isbert (el sacristán), Manuel Bermúdez “Boliche” (el doctor), Margarita Robles (doña Casilda), Fernando Aguirre (el tabernero), Antonio Ozores (el cámara), Paco Camoiras (Benito Cobeña). 
90 min. Blanco y negro.

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

"abogando por la hermandad social y remachando el nacional-catolicismo en un neorrealismo ambiental": mejor no se puede expresar esa ola de sacerdotes con fines "sociales" que comenzara con "La guerra de Dios" y llegase a su final con "Johnny Ratón", bien entrados los sesenta: el espíritu hipócrita del Concilio y su aggiornamiento, o de como cambiarlo todo para que nada cambie, como tan memorablemente resumió Lampedusa...

Sr. Feliú dijo...

Venerable Abuelito:

Acaso otros curas llegaran más al alma de los espectadores cinematográficos. Éste de Marsillach produce urticaria... a pesar del muñeco catequista.

Denos usted su bendición, sus nietos que bien le quieren