14 de junio de 2011

Saltimbanquis zíngaros en el Caribe


Jolanda, la figlia del Corsaro Nero (Yolanda, la hija del Corsario Negro, 1952), Mario Soldati

¡Vayan ustedes a saber qué hacen un grupo de saltimbanquis zíngaros paseando sus carromatos por el Caribe en pleno siglo XVII! Que no decimos que no los hubiera, eh. Sólo que este principio postizo a la adaptación que de la novela de Emilio Salgari firma Mario Soldati encuentra su lugar más en el folletín de aventuras que en la película histórica que nunca pretende ser.


Y para ello tira de cuanto recurso encuentra a mano. Para empezar, la inverosímil caracterización de la nórdica May Britt como descendiente del corsario italiano Enrico de Roccabruna, Conde de Ventimiglia. Pero así entramos de cabeza en un mundo de venganzas más apasionadas que el amor, de piratas legendarios como Henry Morgan, de tesoros escondidos e identidades fingidas, de travestismos y aventuras sin cuento.


Durante los años cuarenta, Soldati ha realizado películas mucho más ambiciosas, como sus adaptaciones de novelas de Antonio Fogazzaro, que le han llevado a ocupar uno de los primeros puestos en el escalafón cinematográfico italiano justo antes de la eclosión neorralista. Su desacuerdo con los presupuestos veristas le arrinconan de algún modo en la industria. A principios de los años cincuenta realiza una serie de comedias con el emergente Walter Chiari y, para la Lux de Ponti y De Laurentiis, dos adaptaciones salgarianas de muy bajo presupuesto, tanto que se ruedan “back to back”, con el mismo equipo y elenco. Son I tre corsari (Los tres corsarios, 1952) y esta Jolanda, que hemos proyectado en la carpa.


Es cine del denominado “exploitation”, a rebufo del éxito internacional de The Crimson Pirate (El temible burlón, 1951), de Robert Siodmak, rodado en Ischia, y de Blackbeard, The Pirate (El pirata Barbanegra, 1952), de Raoul Walsh. La escasez del presupuesto, obliga al rodaje en blanco y negro, una carencia reñida con la espectacularidad del género, de la que, sin embargo, Soldati y Tonino Delli Colli, el director de fotografía, hacen virtud, potenciando la puesta en escena en profundidad y recurriendo a un blanco y negro de fuertes contrastes que evoca las ilustraciones librescas.


Pero lo único que nos interesa aquí de la cinta es el prólogo, que muestra el crecimiento de Jolly, la niña encontrada por los zíngaros, como un proceso de aprendizaje de habilidades circenses que serán las que luego le sirvan en su vida aventurera. Al pasar de los años, de la infancia a la juventud, Jolly se ejercita como ecuyère, practica el lanzamiento de cuchillos y, en fin, se entrena en el arte de la esgrima. Escena de montaje que sirve de prólogo a la muerte de Sam (Umberto Spadaro), el hombre al que se había encomendado su muerte, y a la búsqueda de Van Stiller (Ignazio Balsamo) y Agonía (Alberto Sorrentino), los dos viejos amigos de su padre con los que acudirá a la taberna del Toro, donde arranca la novela de Salgari.



Jolanda, la figlia del Corsaro Nero (Yolanda, la hija del Corsario Negro, 1952)
Producción: Lux Film (IT)
Director: Mario Soldati
Guión: Ennio De Concini, Ivo Perilli, Basado en la novela homónima de Emilio Salgari.
Intérpretes: May Britt (Jolly / Jolanda), Mark Lawrence (el conde de Medina), Renato Salvatori (Ralph Morgan), Ignazio Balsamo (Van Stiller), Alberto Sorrentino (Agonía), Umberto Spadaro (Sam), Guido Celano (Henry Morgan).

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